Artemisia Gentileschi, la pintora de Caravaggio
Fantasía y realidad en las aventuras de J.R.R. Tolkien
In memoriam Manu Dibango (1933-2020)
Comentarios a la leyenda negra
Bastante y muy: dos palabras para indicar el paso del tiempo
Los inventarios son documentos que nos ayudan a rastrear la existencia de un objeto en cierta institución. Hoy, les proponemos estudiar el uso de tres palabras empleadas para significar el grado de deterioro de un objeto: “algo”, “bastante” y “muy”. El documento es el inventario de la capilla del Colegio del Rosario, años 1793, ya publicado en este blog.
La Puerta Falsa es un establecimiento reconocido no solo por su oferta gastronómica de comida típica capitalina, que incluyen su especialidad: los tamales más famosos de la ciudad, sino por sus 204 años como un referente en la memoria histórica del país. Sus bases se han mantenido firmes frente a innumerables sucesos, como el Bogotazo, pero este año trajo consigo lo que tal vez ha sido su mayor reto hasta el momento. A raíz de la pandemia del COVID-19 y al aislamiento obligatorio y preventivo, Carlos Sabogal, actual propietario de La Puerta Falsa, tomó la decisión de cerrar sus puertas y sus servicios al público.
Reconociendo la importancia de este lugar para la narrativa colectiva de los colombianos, la Universidad del Rosario lanza su “Ideatón”, en el que cualquier interesado puede participar con sus ideas para apoyar al resurgimiento de La Puerta Falsa. Para inscribirse, se debe ingresar en el portal de la institución, en donde se puede encontrar el formulario que debe ser completado, así como la información sobre los pasos a seguir: https://urosario.edu.co/ideaton-Ur/Inicio/.
Para participar los interesados deben realizar un video en donde expliquen brevemente de qué se trata la iniciativa que proponen para apoyar al restaurante. Esta propuesta debe estar enmarcada en tres escenarios de acción posibles: ¿cómo llevar la experiencia del restaurante al hogar?, ¿cómo repensar la Puerta Falsa en el futuro? y ¿cómo identificar y conocer a sus clientes?
El 26 de junio, día de cierre del evento, un panel de expertos que incluyen al rector de la institución universitaria, Alejandro Cheyne, el propietario de la Puerta Falsa, Carlos Sabogal, a la reconocida chef Leonor Espinosa y al director de la Revista Semana, Alejandro Santos, entre otros, decidirán cuáles son las ideas ganadoras. Estas serán incluidas en la estrategia que se utilizará para apoyar al restaurante en la actual coyuntura. Para decidir, los jueces considerarán las ideas con mayor creatividad, pertinencia, viabilidad, sostenibilidad en el tiempo e impacto.
“Queremos que muchas personas participen en este espacio, es una oportunidad para unirnos como comunidad y trabajar juntos para un mismo objetivo común, generar ideas creativas para apoyar a un lugar insigne de la historia de nuestro país y que hoy es reflejo de la tenacidad que nos caracteriza como colombianos”, comentó Andrea Ávila Tinoco, directora de UR Emprende.
Los participantes recibirán capacitaciones y webinars dictados por empresarios y expertos de diferentes sectores, como la gerente general de Buffalo Wings. Adicionalmente, el equipo docente de la institución proveerá a los participantes con cápsulas digitales de tips y recomendaciones para orientar a los interesados en la estructuración de su idea. Finalmente, y entendiendo que hoy más que nunca el sector empresarial debe estar unido, el evento tendrá un espacio de networking de solidaridad, pensado para crear redes de apoyo entre los diferentes negocios.
UR Steam y UR Emprende
UR Steam es un espacio de convergencia de diversos saberes para construir relacionamiento entre la academia y las organizaciones para co-pensar y co-construir por medio de la ideación y experimentación de soluciones a problemáticas que incorporen formación, investigación, ciencia, tecnología, emprendimiento, en tendencia y prospectiva con conocimiento de vanguardia al servicio del bien común.
El Centro de Emprendimiento UR Emprende promueve la cultura de la innovación y el emprendimiento, el trabajo colaborativo e interdisciplinario, el conocimiento, la investigación y el talento para emprender, así como el desarrollo de iniciativas innovadoras que tengan impacto y generen valor a la sociedad.
Es reprochable que lo legal o ilegal se adjudique a un sujeto ya que permite calificarlo o estigmatizarlo conforme a su posibilidad de satisfacer los ritos estatales para ser entendido como “legal”. El derecho en nuestro país posee una especial fijación con la obtención de permisos, autorizaciones administrativas, concesiones y licencias que presuntamente logran realizar algún fin diseñado por el “estado”. Por ejemplo, el derecho ambiental fue esbozado para entender que quienes obtienen o tienen licencias son quienes cuidan, protegen o manejan el ambiente conforme a los deseos ideológicos del país. Algo así como pensar que “quienes tienen permiso cuidan el ambiente”.
Pero parece discutible que esto sea real porque no hay sustento empírico que muestre que quienes tienen permisos protejan el ambiente: no necesariamente una persona que tenga licencia ambiental atiende las prerrogativas jurídicas de cuidado, “protección” o “conservación” que este acto exige. De igual manera, la construcción legal invita a pensar que quienes no cumplen los requisitos no cuidan el ambiente, sino que lo destruyen, lo cual también es discutible. Es probable que muchos de aquellos que no tienen licencia ambiental y hacen minería -por ejemplo-, poseen dinámicas de cuidado del entorno más cercanas a los mandatos legales que quienes la tienen y se limitan a la obtención del permiso. Por ejemplo, pueden tener una mejor disposición de residuos líquidos (vertimientos) o sólidos, o manejo del material particulado al aire o utilizar el agua con visiones de ahorro.
Pero las múltiples dinámicas del país hacen que existan barreras que impiden la posibilidad de satisfacer los caprichos del derecho para “el cuidado ambiental”, lo cual impide que se obtengan estas autorizaciones. Así, son reprochados los ilegales, pero entre ellos hay muchos matices como los artesanales, los de subsistencia, los informales y otros invisibilizados, que en algunas ocasiones tienen un mejor relacionamiento con el ambiente que quienes tiene la posibilidad de acceso a estos permisos.
Ahora, los que tienen estos permisos (los legales), a veces no cumplen con las obligaciones contenidas en las autorizaciones obtenidas y esta situación no los retorna a la ilegalidad. Solo la obtención me configura como legal, sin importar su sujeción a las reglas que dé con su posterior comportamiento. Mejor dicho, no es ilegal el que tiene permiso aunque lo incumple. Digamos hay proyectos que poseen licencia pero su manejo de residuos peligrosos está lejos de cumplir con las obligaciones derivadas, sin embargo continúa “siendo legal”.
Ahora, la visión legal usualmente excluye diferentes formas tradicionales de diálogo, saberes para el cuidado ambiental y relacionamiento con el entorno. Así, estas dinámicas sociales no se incluyen en los análisis ni en las autorizaciones estatales, lo cual puede derivar en el uso de la ley para quebrantar dinámicas sociales, afectaciones sin reparación, exclusión y olvido de saberes locales. Con esto solo se quiere presentar que “lo legal” no es necesariamente deseable y lo único aplaudible, sino que puede plantear una serie de invisibilizaciones sociales. No estoy invitando a incluirlas en la racionalidad jurídica porque puede ser peor, pero si resalto que son variables que pudiesen tener mayor atención y diálogos más amplios.