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La obesidad en Colombia: un desafío de salud pública que requiere más atención

La obesidad en Colombia: un desafío de salud pública que requiere más atención
Según la Organización Mundial de la Salud, una de cada ocho personas en el mundo padece obesidad. Además, desde 1990, la prevalencia de la obesidad se ha duplicado entre los adultos y, de manera preocupante, se ha cuadruplicado entre los adolescentes.

Por: Daniel Camilo Camargo Murillo

En el Día Mundial de la Obesidad, es importante recordar que esta es una enfermedad crónica que se desarrolla debido a malos hábitos alimenticios, donde el exceso de grasa corporal actúa como desencadenante de diversas enfermedades. Esto se debe al consumo de productos ricos en sal, azúcar y grasas, los cuales carecen de valor nutricional y afectan negativamente nuestro bienestar.

Conocer los valores nutricionales de los alimentos es clave para mantener un control sobre su ingesta. Sin embargo, además de esto, es fundamental estar al tanto de los riesgos y complicaciones asociados con la obesidad, los cuales pueden tener un impacto significativo en la salud.

“La obesidad presenta muchas complicaciones cardiometabólicas, como la hipertensión arterial, diabetes mellitus, enfermedades hepáticas, dislipidemias, cáncer, osteoartritis, incontinencia urinaria y reflujo gastroesofágico”, comenta Camilo Domínguez, especialista en epidemiología y profesor de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud.

Además de estos problemas, también puede traducirse en “problemas con el sueño, alteraciones de la esfera mental, como depresión y ansiedad. También disminuye la calidad de vida de las personas y el bienestar social, ya que crea estigmas y discriminación”, argumenta Domínguez.

La obesidad, un problema de salud pública y de poca información

En Colombia, este es un problema de salud pública, pues según datos de la Encuesta Nacional de Situación Nutricional (ENSIN) de 2015, el 56.4% de los colombianos tenía exceso de peso y el 18.7% presentaba obesidad. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las comidas ultraprocesadas y las bebidas azucaradas son desencadenantes de obesidad en Latinoamérica.

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A pesar de que se tienen datos sobre esta enfermedad, la carencia de información actualizada puede ser un obstáculo para el desarrollo de políticas públicas en nuestro país. “Es una deuda con el país tener los datos actualizados del exceso de peso en Colombia, lo cual es fundamental para la toma de decisiones en política pública”, afirma el experto.

¿Qué se debe tener en cuenta para prevenir la obesidad?

Según Camilo Domínguez, este problema se debe abordar desde diferentes perspectivas, pues no basta solo con el cuidado físico que deben tener las personas respecto a lo que consumen, sino que también está ligado a la salud mental, al desarrollo de políticas públicas y a la creación de medidas académicas que contribuyan a la prevención.

“Tener hábitos saludables disminuye el riesgo de enfermedades crónicas no transmisibles en un 30%. En cuanto a las medidas individuales, se debe concientizar a las personas sobre la importancia de cuidar su propia salud. Esta es una oportunidad para inculcar en los pacientes los hábitos de autocuidado”, afirma Domínguez.

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El experto menciona cuatro aspectos que están bajo el control de las personas para evitar la obesidad y que todos deben tener en cuenta:

  • Alimentación sana y nutritiva. Evitar los ultraprocesados y el alcohol.
  • Realizar actividad física diariamente.
  • Dormir para tener un sueño reparador.
  • Cuidar la salud mental.

La promoción de estilos de vida saludables en el país es insuficiente, lo que no solo genera desconocimiento sobre cómo llevar una vida saludable, sino que también contribuye a la propagación y agravamiento de las enfermedades asociadas al sobrepeso. “Es cuestionable que en Colombia las políticas de promoción de estilos de vida saludable y la prevención del sobrepeso y obesidad durante el curso de vida sean muy débiles y actualmente no sean priorizadas”, argumenta el experto.

Ser más conscientes de los alimentos que consumimos puede conducir a una alimentación más equilibrada, previniendo problemas de salud graves en el futuro. Sin embargo, esto debe ir de la mano de políticas públicas que no solo mejoren la atención en salud, sino que también fomenten una mayor conciencia sobre el autocuidado, promoviendo una alimentación más saludable y estilos de vida más adecuados.