Desde 1977, el Consejo Internacional de Museos (ICOM, por sus siglas en inglés), viene celebrando el Día Internacional de los Museos, el 18 de mayo, con el fin de “concienciar sobre el hecho de que los museos son un importante medio para el intercambio cultural, el enriquecimiento de las culturas, así como para el desarrollo de la comprensión mutua, de la colaboración y de la paz entre los pueblos”[1]. Este año, el lema escogido para la celebración es “El poder de los museos” y, en el marco de esta fecha, se realizará la segunda Noche de los Museos de Bogotá.
El Museo de la Universidad del Rosario se alista para esta fiesta de los museos y les comparte, a manera de invitación, esta crónica de la primera edición del evento.
Así se vivió la primera Noche de los Museos de Bogotá en la Universidad del Rosario
Los relojes marcaban las seis en punto de la tarde. Lentamente las puertas de los museos de Bogotá se abrieron de par en par. Aquella noche atravesarían por sus espacios un número bastante significativo de visitantes, por lo que habían preparado toda una serie de eventos culturales, visitas temáticas, conciertos y performance, los cuales maravillaban a la ciudad, una vez más, con las historias y el patrimonio vivo que representan cada uno de estos lugares.
Los relojes marcaban las seis en punto de la tarde. La ciudad se volcaba sobre los monumentos, los edificios, las pinturas, esculturas y los objetos. Las seis en punto de la tarde, y una multitud de personas esperaba en la plazoleta del Rosario, adornada con algunos de los personajes en su representación pictórica, que componen un poco de la maravillosa colección de retratos de la Universidad del Rosario. Además de algunas luces que apuntaban a la puerta y a las ventanas del mítico claustro universitario. Las sillas puestas para los espectadores fueron insuficientes para la cantidad de público que esperaba. Fue así, mirando los relojes que marcaban las seis en punto, que una voz presentaba ante Bogotá el espectáculo Antología Maravillosa.
Los ojos no se separaron, desde ese momento, de los acontecimientos que pasaban frente a ellos. La historia del Claustro rosarista salió de sus paredes para vivir, una vez más, ante la mirada de sus visitantes. Cordovez Moure, fray Cristóbal de Torres, Cristóbal de Araque, Mutis y sus discípulos, los héroes y heroínas de la Independencia, la primera mujer rosarista y el movimiento de la Séptima Papeleta, volvieron a la vida para recordarnos los importantes cambios en los que la universidad del Rosario ha sido protagonista.
Producida por el Museo de la Universidad del Rosario, con libretos de Nicolás Riascos y codirigida entre el autor y Gabriela Franco, contó con la participación de la comunidad rosarista, incluyendo a Boris Solórzano, quien ha trabajado en los últimos años en la Universidad, como parte del equipo encargado de las labores de mantenimiento de la capilla de la Bordadita. Y también, con varios estudiantes de diferentes facultades y carreras. Fueron varias horas de ensayo, en los que cada uno de los actores se esforzó por comprender de la mejor manera los hechos narrados y por transmitirlo a los espectadores que ovacionaron función tras función el esfuerzo del Museo de hacer tangible la historia por algunos minutos.