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A Roma, de la mano de Francis Wey

Francisco Wey (1812-82) fue un polígrafo francés, natural de Besançon.
Sale de su pueblo a París, donde frecuenta el teatro y comienza a escribir, si bien sobre tiempos pasados, con total desconocimiento del presente. En la capital, se pone bajo la dirección intelectual de un paisano, Carlos Nodier, quien le recomienda entrar en la École des Chartes (1834-7). Dicho instituto estaba empeñado en levantar los archivos paleográficos de la nación, descuidados luego de la Revolución. Conoce a Hugo, con quien comparte la pasión medievalista.

De Cambridge a Marmato: un humanista minero

Cuando don José Eusebio Caro partió al exilio (1850), su familia quedó bajo la tutela de su suegro, don Miguel Tobar. El joven Miguel Antonio no tuvo una educación regular, en una época de constantes cambios de planes de estudio, entrada y salida de los jesuitas, etc. De su abuelo dependió la contratación de institutores particulares, entre quienes estuvo Samuel Start Bond. Caro, de dieciocho años, decide retomar sus lecciones de Inglés con Bond; pero será por breve espacio, pues el profesor se traslada a Antioquia en 1862.

De galenos florentinos (Joyas de la Biblioteca Antigua del Rosario, VII)

El 16 de septiembre de 1327 moría en la hoguera el primer académico ajusticiado por la Inquisición. Cecco d’Ascoli ya se había enfrentado al Santo Oficio, reo de librepensador, pero había arreglado la cosa con multas, rezos, y trasladándose a Florencia, donde tendría que habérselas con la familia de los Garbos, linaje de médicos locales –al menos tres generaciones. Ya vimos cómo terminó.

Por medio de la cual la nación se vincula a la celebración de los setenta (70) años de existencia de la Universidad de Caldas y se autoriza en su homenaje la financiación del centro cultural universitario en sus etapas ll y lll

Se exaltan las virtudes de los directivos, profesores, estudiantes y egresados de la Universidad de Caldas y se autorizan presupuesto para el centro cultural de la universidad.

Las cenizas y el sentido: ecos de Propercio

Quevedo y Borges.

Tratando de explicarse el hecho de que Quevedo no haya alcanzado la gloria, Borges avanza las siguientes hipótesis: su obra no tiene aristas sentimentales que explotar, su biografía no presenta anécdotas patéticas o que se presten a la hipérbole. Además, Quevedo no creó un personaje paradigmático que se haya ganado un lugar en la imaginación de los hombres (un Lazarillo, digamos). No solo no lo logró, sino que su imagen tiende a ser caricaturesca.

De Virgilio a Borges, en un hilo

“Si has oído el llamado del Oriente, no oirás otra cosa”. Kipling.
Ese llamado ha resonado en oídos occidentales los últimos veinticinco siglos, por lo menos. En efecto, ya Heródoto en la inauguración de la Historia nos trae noticias de Oriente. Pero esta vez no nos remontamos tan atrás, sino que nos quedamos con el gran poeta de Roma, específicamente en sus Geórgicas, todo a propósito de una mención de Borges al Mantuano en una poesía de tema oriental.

Tres genios en Basilea (Joyas de la Biblioteca Antigua, VI)

En 1510, cuando Juan Frobenio (alias Johannes Frobenius, para sus paisanos Johann Froben) contrae matrimonio con la hija de un librero, su negocio de impresor ya era reconocido. Sin embargo, antes de conocer a Erasmo (alias Desiderius Erasmus Roterodamus, sobre su nombre de pila hay polémica), su producción era principalmente de obras religiosas. La oferta se amplió con la nueva edición de los Adagia, en 1513. Frobenio amplió su mercado y, sin dejar su principal nicho, tuvo en Erasmo un editor de lujo.

Crimea, ayer y hoy

Crimea en la Antigüedad

En Crimea, la oscilación entre la libertad política y la autocracia, por un lado, y la lucha entre poderes occidentales y orientales, por otro, por el control de la península son de vieja data. La zona del mar Negro fue colonizada en el siglo VII (a. C.) por las ciudades estado (póleis) griegas, las cuales habían urbanizado gran parte de las costas del Mediterráneo durante el siglo anterior (O. Murray. Early Greece, p. 102-4).

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