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Nuestra sociedad, los privilegios y las obligaciones

Mauricio Estévez - Bretón P.

portada nota

Es factible conocer los valores y las creencias de una cultura analizando la manera en que se proyectan y se manejan los privilegios y las obligaciones en la vida cotidiana.

Entonces resulta un ejercicio provechoso practicar este tipo de análisis en la sociedad colombiana, desde una perspectiva crítica y constructiva. Es decir: identificando los problemas -que se erigen como prominentes barreras para un armónico desarrollo individual y sociocultural- y proponiendo alternativas para  trazar posibles rutas de solución, desde una óptica individual y teniendo en cuenta que entrar en particularidades técnicas y/o legales colectivas se sale del marco conceptual de la propuesta que presento a continuación. El cambio voluntario y consciente en la actitud de las personas puede trazar un importante punto de partida para la solución de magnas dificultades sociales.

Debo comenzar por evidenciar la manera en que se configura en nuestra cultura el manejo del derecho colectivo a la salud y a la educación. En nuestra sociedad este elemento -básico para un desarrollo personal y social armónico, equitativo y generador de paz- se ha constituido históricamente como un privilegio individual el cual es derivado de una transacción comercial entre los ciudadanos y determinadas empresas, hoy en día casi siempre obsesionadas por el afán desmedido de lucro. Los ciudadanos no perciben en su diario vivir que el libre acceso a la salud y a la educación, como es concebible en un orden social democrático y con ambiciones igualitarias, es fruto de una obligación estatal.

Ya sea por ingenuidad, por presencia de intereses extraños a la misión de la salud y de la educación, o por falta de efectividad para vigilar el cumplimiento de leyes promulgadas con espíritu garantista (mediante superintendencias e instituciones similares, con nombres igualmente pomposos), el Estado se queda corto en la realidad cotidiana para cumplir con su obligación de asegurarle a sus ciudadanos el acceso real a una salud y a una educación de calidad. Y se manifiesta estupefacto ante los resultados desastrosos como “universidades de garaje” *, “el paseo de la muerte” * y los tiempos de espera superiores a 12 meses para cirugías programadas o para procedimientos diagnósticos, tan cotidianos en nuestro sistema del Plan Básico de Salud o PBS. (1,2,3).

Ahora quiero referirme a la falta de responsabilidad y de coherencia de algunos de nuestros líderes políticos elegidos democráticamente, quienes utilizan los privilegios de haber sido designados por los colombianos precisamente para incumplir las obligaciones éticas y legales propias de su cargo (aunque parezca increíble) ; además utilizan el poder que les confiere dicho cargo para evitar a toda costa las sanciones respectivas (4, 5). Irrespeto grosero y desafiante contra nuestra sociedad y sus ambiciones democráticas, fruto de opciones electorales muy particulares  -con motivaciones que francamente resultan muy oscuras- de quienes han elegido en forma repetitiva a estos desvergonzados para que los representen. Por supuesto que  la actitud de estos funcionarios representa fielmente a sus electores, quienes entregaron su voto en forma desvergonzada, grosera y desafiante.

(* : las “universidades de garaje” son denominadas así coloquialmente en Colombia para designar instituciones de educación superior tanto privadas como públicas de muy baja calidad y desastrosamente ennegrecidas por la codicia y la corrupción de sus directivas.

El término igualmente coloquial de “el paseo de la muerte” se refiere entre los colombianos a la trágica forma en que las personas que no cuentan con un seguro de salud particular pueden llegar a ser derivadas de un servicio de urgencias a otro debido a las grietas administrativas del sistema de salud y poniendo en altísimo riesgo su integridad personal y familiar).

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Paso ahora a una escena callejera totalmente cotidiana en nuestras ciudades, en la cual la obligación de los conductores de vehículos motorizados de avisar oportunamente a los demás ciudadanos el cambio de carril, el giro en una esquina o la detención de su vehículo mediante la sencilla maniobra de activar las luces direccionales o las estacionarias se convierte en un privilegio para algunos pocos que tienen la suerte de encontrarse con choferes civilizados. El cumplimiento de la normatividad básica para permitir la convivencia segura y pacífica en las calles se transforma en un acto extraordinario por parte de algunos buenos ciudadanos.

Al considerar opciones de solución para estas considerables dificultades resulta necesario preguntarse: ¿cuál es la constante cultural que promueve este tipo de manejo poco asertivo de las obligaciones y los privilegios?  ¿Es una tendencia contra la cual nada podemos hacer?  Propongo esta respuesta : la raíz histórica y cultural que subyace a este “mal tino” se refiere a un orden social en el cual algunos individuos (y sus clanes familiares) se auto-proclamaron como merecedores de muchos privilegios y responsables de pocas obligaciones.

Medieval ideología de conquistadores españoles belicistas (y de sus descendientes criollos coloniales) para justificar una superioridad y un “señorío” sobre los demás pueblos (afroamericanos, indígenas y mestizos) que se ejerció con autoritarismo irrespetuoso, grosero y desafiante. Una cosmovisión totalmente depredadora y excluyente que ha obstaculizado la construcción de equidad, de desarrollo social y de convivencia pacífica. Lo anterior ha convivido de la mano con el desprecio de parte de los grupos oprimidos por la legalidad y la normatividad vigentes, concebidas por estos como diseños amañados y caprichosos de los opresores hispánicos y sus descendientes para mantener el statu quo.

Monstruo que ha engendrado la aberrante búsqueda de impunidad por parte de quienes detentan el poder político en nuestra moderna sociedad colombiana, apoyada por abogados especializados en buscarle grietas a la ley (las cuales en numerosos casos son sugeridas convenientemente por la propia ley). Situación histórica que ha generado la falta de respeto, mas o menos generalizada, por las normas de convivencia y por las disposiciones legales (ideología patente en el refrán popular de “hecha la ley, hecha la trampa). ¿Cuándo veremos que un político colombiano renuncia pública y voluntariamente a su cargo, o al menos pide disculpas, atendiendo a motivaciones éticas o legales, como sí es frecuente que ocurra en los contextos políticos de otras culturas?.

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(Imagen de Diego de Almagro, Conquistador español : tomada de Bing)

Esta “bomba de tiempo” sociocultural nos obliga a encontrar una solución, por lo cual planteo una que se fundamenta en una decisión de tipo individual. Y esta valiente decisión es la de alejarnos en nuestra vida cotidiana de actitudes que reclamen privilegios para nosotros(as) mismos(as) y para nuestros allegados sin mirar con detenimiento y en forma objetiva cual es el balance en el cumplimiento de nuestras obligaciones (ampliado a nuestros seres queridos). Es una simple fórmula ética para luchar contra nuestro deseo natural, equilibrar nuestra conducta y moderar en forma efectiva nuestras ambiciones: Esta autodisciplina adicionalmente construye equidad social y debo agregar que aplica en forma muy particular para quienes tienen una posición de liderato social.

Necesariamente se desprende de esta idea la importancia que cobra que al participar en el nombramiento de una persona para determinado cargo se haga imprescindible valorar con gran precisión si cuenta con los méritos necesarios en el cumplimiento de sus obligaciones para que desempeñe dicho cargo. Esto aplica en forma especial cuando se trata de un ascenso en la escala laboral. Y esta opción personal debe ir de la mano con el profundo respeto por nuestros conciudadanos, independientemente de sus características étnicas, religiosas, sexuales o económicas. Se impone eliminar con vehemencia de nuestro lenguaje cotidiano los términos “negro”, “indio”, “mujerzuela”, “marica” (y otras, de grueso calibre) o “ateo” como voces peyorativas y así auto-imponernos actitudes tolerantes y respetuosas de la dignidad humana de nuestro prójimo.

Muy importantes decisiones personales que deben venir acompañadas de la determinación para sacar de nuestra actitud cotidiana: 1-La pasividad o la indiferencia ante la impunidad evidente por faltas o transgresiones cometidas por personas que ejercen un rol de autoridad o de liderato. Esta actitud que me permito llamar “subordinación ilimitada” produce consecuencias sociales muy destructivas, así sean tardías. 2-El resentimiento silencioso ante los abusos de quienes tienen algún grado de poder (con frecuencia desencadenado por la pasividad mencionada en el punto anterior). Este también produce consecuencias muy nocivas, pero en este caso son tanto de orden personal como social.

Entiendo perfectamente que la forma de modificar nuestra realidad histórica debe ir acompañada de transformaciones sociales en los campos jurídico, político y económico, pero tal como lo mencioné al inicio no quiero comprometerme en el análisis de ese tipo de soluciones colectivas, mucho mas técnicas y complicadas que la sola elección de motivarnos por emprender un cambio personal que se presenta trascendental para una evolución favorable de nuestra sociedad en el mediano y largo plazo. Es imprescindible que cada uno de los(as) colombianos(as) actuemos con responsabilidad y determinación.

Referencias.
1.“Estas son las 30 universidades investigadas por el Ministerio de Educación”, Diario El Espectador, 7 de abril de 2018. Disponible en : www.elespectador.com/noticias/investigacion/estas-son-las-30-universidades-investigadas-por-el-ministerio-de-educacion-articulo-748701.
2. “Universidades de Garaje”, Hernando Gómez Buendía en el Diario El Espectador del 14 de noviembre de 2014. Disponible en : www.elespectador.com/opinion/universidades-de-garaje-columna-527732.
3. “El ¨Paseo de la Muerte¨ ya deja 89 víctimas durante 2018”, Caracol Radio 3 de octubre de 2018. Disponible en : https://caracol.com.co/radio/2018/10/03/nacional/1538571677_077170.html
4.   “Los 30 congresistas que registraron más inasistencias en el periodo 2014-2018”,      Diario El Espectador del 13 de junio de 2019. Disponible en :www.elespectador.com/noticias/politica/los-30-congresistas-que-registraron-mas-inasistencias-en-el-periodo-2014-2018-articulo-848212
5.  “Fallo de Consejo de Estado contra ausentismo pone a temblar a Congreso”,    Diario El Tiempo del 8 de marzo de 2018. Disponible en : www.eltiempo.com/justicia/cortes/fallo-del-consejo-de-estado-contra-ausentismo-pone-a-temblar-al-congreso-191424