
Por Flora Violeta Rodríguez
Directora del Centro Plurales de la Universidad del Rosario
"Para las mujeres y niñas en TODA su diversidad: Derechos, igualdad y empoderamiento" es el lema que Naciones Unidas ha elegido este año para conmemorar el 8 de marzo. La novedad no está en las palabras clave —derechos, igualdad, empoderamiento, diversidad— recurrentes en los discursos de la ONU desde hace años, sino en el énfasis en TODA la diversidad de las mujeres.
Porque la equidad no puede ser solo para algunas. No tiene sentido avanzar en derechos si, al mismo tiempo, se sigue excluyendo a muchas. La lucha por la igualdad de derechos debe ir más allá del género y reconocer todas las formas de desigualdad.
A lo largo de la historia, distintas voces al interior del feminismo y de los movimientos de mujeres han insistido en que el género no puede pensarse aislado de otras diferencias sociales. Si no se reconoce esta intersección, el concepto de mujeres termina representando solo a unas pocas: aquellas que no han sido etiquetadas como “diferentes” por su adscripción étnico-racial, orientación sexual, discapacidad, territorio o corporalidad.
Este llamado es más urgente que nunca en un mundo donde los autoritarismos, en sus distintas formas, se fortalecen explotando el miedo a lo diferente. A través de ese miedo, obtienen réditos electorales que les permiten eliminar la oposición, restringir libertades y expandir su poder de forma casi ilimitada. Lo más preocupante es que muchos de estos líderes, que se presentan como alternativas antisistema o antiestablecimiento, en realidad refuerzan viejas estructuras de control y exclusión, manteniendo intactos privilegios de todo tipo. Bajo la promesa de defender la nación, la economía e incluso a las mujeres, terminan atacando algo profundamente humano como la diversidad.
Conmemorar el 8 de marzo hoy significa comprometerse no solo con la erradicación de las violencias y discriminaciones basadas en género, sino también con la transformación de todas las formas de diferenciación y jerarquización social. Los derechos de las mujeres no existen en el vacío: están atravesados por el racismo, la transfobia, la lesbofobia, el capacitismo, la xenofobia y otros sistemas de opresión. Más que una fecha, el 8M es un llamado a desmontar las lógicas autoritarias que se arraigan en la cotidianidad.