En dos lugares al mismo tiempo gracias al Museo Nacional
Camilo Espitia Bernal. Estudiante: Periodismo y opinión pública - Antropología
Camilo Espitia Bernal. Estudiante: Periodismo y opinión pública - Antropología
Fugaces y escasos. Así se denominan los momentos en los cuales una persona podría llegar a sentirse en dos lugares al mismo tiempo. Su cuerpo y sus cinco sentidos están deambulando, detallando el espacio físico en donde se encuentra, y mediante ellos alcanzar otro mundo, otra realidad. Su mente está consciente de lo que el cuerpo le transmite, pero su imaginación sobrevuela y ha rebasado una existencia diferente. Quizá una que pertenezca a otro presente, al futuro o, por qué no, al pasado. Esta grata experiencia se puede revitalizar en estos momentos en el Museo Nacional de Colombia.
Al entrar y caminar por la edificación del Museo Nacional, ubicada en la calle 7ma # 28-66, una persona podría sentirse en otra época, en otra realidad la cual vivió el país. El panóptico que fue construido desde 1874 conserva su edificación en forma de cruz latina, y a pesar de sus variadas remodelaciones y reconstrucciones, aún se puede observar la arquitectura de finales del siglo XIX. Permanecen aún los ladrillos de la época, grandes y de color rubio clarísimo; las míseras ventanas que reflejan, en vez de luz, una fría oscuridad y, por lo tanto, se observan aún antorchas de la época. También sus columnas altas que permiten los espacios y salas amplias en las cuales habitaban los reclusos de la Penitenciaría de Cundinamarca, como antes se le denominaba.
Reclusos políticos, malhechores, guerrilleros y presos de guerra, como la de los mil días (1899-1902), eran obligados a vivir en tal castillo casi medieval. Al pasar el tiempo, exactamente en 1946, fueron reubicados a la nueva cárcel La Picota. La edificación considerada ahora inútil, fue rescatada por el ministro de Educación Germán Arciniegas, quien propuso transladar allí el Museo Nacional y así se hizo. Continuamente el panóptico fue remodelado en 1948, 1975 (cuando fue declarado monumento nacional) y en el 2001, momento de la remodelación definitiva. Desde el instante la edificación ofrece, en virtud de museo nacional, 17 salas de exposición con más de 20.000 piezas y más de 2.500 objetos. Para el visitante habrá siempre diferentes muestras permanentes y temporales, las cuales permiten la educación y la visión a la cultura colombiana e internacional.
Naturaleza en la Edad Media
Sin duda el Museo Nacional es un lugar de historia, de costumbres pasadas y ahora trasformadas, de cultura, de humanidad, educación y memoria. Por lo tanto cualquier asistente que deambule, detalle, lea y deje volar su imaginación, de repente estará no solo en uno, sino en dos lugares al mismo tiempo. Del 2017, desde siglo XXI, podrá alcanzar y devolverse hasta la Bogotá de antaño, hasta finales del siglo XIX. O por qué no hasta finales del siglo XV o inicios del siglo V, en el cual se denomina la era medieval de Europa.
Y preciso en estos momentos y hasta julio 30, el museo estará presentando una exposición denominada “Naturaleza en la Edad Media”, en la cual el visitante podrá tener un acercamiento a los días cotidianos de la Europa medieval, en la cual se le dio relevancia a la naturaleza, hasta el punto de transformarla y resignificarla. El nombre de la exposición, y de igual forma su curaduría viene desde el Museo Nacional de la Edad Media de Paris (Cluny), en el marco del año Colombia – Francia 2017. El servicio del Museo Nacional de Colombia ha sido adaptar la museografía, o la puesta en escena, para que cada visitante experimente por un momento lo que era vivir en el naciente viejo continente.
Sin embargo, la exposición no se limita. En la muestra también hay piezas que corresponden a la edad media, pero que fueron creadas en América Latina, hasta el momento, libre de cualquier yugo europeo. La idea del Museo Nacional era incluir además las conexiones entre las piezas europeas con las que se hayan generado en el territorio colombiano. Por tal motivo, en la exhibición también se localizan piezas elaboradas por grupos ancestrales como los Muiscas, quienes trabajaban en oro, arcilla y carbón. Esto se logró con la colaboración del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH).
El objetivo de la exposición, según María Mónica Fuentes, monitora docente del Museo Nacional, “es romper este paradigma de que la Edad Media fue un periodo oscuro, en donde no hubo intercambio cultural. Sino que todo lo contrario, la idea es demostrar que la edad media estaba llena de colores, en la cual se analizaba la naturaleza, las formas y la combinación entre lo religioso y lo cotidiano. Contamos con 60 piezas del museo de Cluny y 18 del ICANH (…) Lo interesante es que aunque las piezas estén divididas por temas, todas dialogan entre ellas centrándose en la naturaleza. ¿Por qué naturaleza? Porque cuando se quiere hablar de la creación se habla de la naturaleza como ese gran poder de Dios. En la misma naturaleza se configuran los humanos y por ello en la exposición se tienen también piezas del ICANH. Figuras que pertenecen a la misma cronología europea y que hacen a la vez replantaciones de la naturaleza. Encontramos que el hombre siempre tiene una relación directa con la naturaleza; sea en Europa o en Colombia”.
Cuatro salas que evidencian la vida en la Edad Media
Uno de los detalles más sobresalientes de la edad media era la vida cristianizada. Todos los significados humanos, los comportamientos, pensamientos y sentimientos fueron centralizados en la teología católica. La fauna y la flora eran observadas, apropiadas y transformadas con el fin de tener un significado simbólico, elemento clave en el pensamiento medieval, para los pensadores y poetas de aquella época. Por ende, en el museo se destacan pizas del diario vivir pero que en su composición, detalle y creación, contienen un significado espiritual que siempre hace uso de la naturaleza como manifestación divina del creador.
Si una persona iba a un monasterio entre el siglo V o XV, era normal que al sentarse observase en los estalos u asientos un tallado que daba la forma de un gran árbol. La misma figura se encontraba en las cubiertas de los cofres que se hallaban en las catedrales o en los castillos de los reyes medievales. Pero el árbol no se puntualizaba en vano, para la teología cristiana, el árbol y sus ramificaciones simbolizan la vida y la genealogía de Cristo. El árbol de Jesé, como era denominado, también representaba el transcurrir de la savia, emblema que se torna a la vida que solo puede dar un dios omnipotente. Este objeto se encontrará en la sala de exposiciones que queda al ala sur del Museo Nacional, en el fondo de la exposición. Esta muestra de “la vida cristianizada”, tal como es su nombre, es una de las cuatro temas de la exposición en la cual se retrata la vida del medioevo. Las otras tres son “Vida cotidiana”, “Naturaleza reinventada” y “Naturaleza y decoración”.
La muestra de “La vida cotidiana” es relevante en virtud de lo que era la sociedad en la Edad Media, pues se hace un gran énfasis de la naturaleza, teniendo en cuenta que entre el 80 y 95% de la población de Europa vivían en el campo. De esta manera se observa que la naturaleza era la fuente para producir y procrear. Los animales como los bueyes y los caballos eran importantes en el campo como medio de transporte, pero también eran útiles, sobre todo estos últimos, a la hora de cazar, que se hacía junto a los perros guardines. Por tal motivo, en bastantes castillos habían alfombras que decoraban las paredes y que expresaban las aventuras de un valiente cazador sobre un imponente caballo y su fiel compañero, el perro. Las alfombras retrataban actividades diarias como el arte de conquistar a una mujer en aquellas épocas, y para cada hecho siempre está resaltada la naturaleza como mediador de la vida.
En la “Naturaleza reinventada” se resalta la imaginación que tuvieron los pensadores de la Edad Media para utilizar la naturaleza como fuente de inspiración y de significación. Por ello se suele asociar en la literatura de la época al conejo como fuente de fertilidad, al león como recreador de sabiduría y de la fuerza y a la granada como representación del universo creado por Dios y por la fertilidad que hay en él. Por ello la granada se podía encontrar en la vestimenta de los monjes, tallada con hilos de oro entre la ceda, la cual resultaba ser una vestimenta de élite que no todos podían utilizar por su significado simbólico y natural.
En la última parte de la exposición se encuentra la “Naturaleza y decoración” en la cual se evidencia cómo los artistas del medioevo recreaban sus estructuras con detalles de vegetales y animales esculpidos en piedras y mármol para sus obras arquitectónicas. De igual forma la naturaleza y los símbolos religiosos se encontraban en los vitrales de las diferentes edificaciones de las nuevas urbanizaciones del mundo. Las joyas y los bordados de los manuscritos hacían parte también de esta costumbre de utilizar la naturaleza como símbolo de decoración y de poder.
Europa y el territorio colombiano en la Edad Media
Aunque las anteriores salas estaban dedicadas al diario vivir en el viejo continente, “no hay que ignorar el hecho de que en el territorio colombiano también existían grupos humanos contemporáneos que generaban piezas del diario vivir basados en la naturaleza. Ellos desarrollaron y compartieron sofisticadas y complejas técnicas para elaborar grandes o pequeñas piezas para sus rituales religiosos. Las ofrendas, los funerales y hasta edificaciones como las canaletas de aguas, vistos en la Sierra Nevada de Santa Marta, eran construcciones que siempre iban acompañados con significados metafísicos en honor a sus dioses ancestrales”, afirmaba Margarita Reyes, jefe del área museológica del ICANH, instituto que facilitó las piezas halladas en el territorio colombiano y que permiten el diálogo con los objetos de la Europa medieval.
Recomendaciones
En el ala oriental del museo se encuentra la sala 3, en donde se encuentra la exposición “Las muy ricas horas de la Edad Media”, en la cual “se puede profundizar didácticamente los conceptos e ideas que se plantean a lo largo de la exposición”, afirma Camilo Sánchez, asesor museológico del Museo Nacional. Tal sala didáctica se articula para viajar a la Edad Media y conocer sobre los Libros de Horas, textos que se utilizaban para saber en qué momento se hacían las oraciones, y para guiarse en el calendario de las cosechas y de las siembras según las estaciones. “En el museo tenemos un libro de horas denominado Las muy ricas horas del duque de Berry, el cual se dividió en cuatro estaciones y en cada una de ellas hay un personaje de la Edad Media: puede ser el artesano, el monje o el rey, para articular la vida cotidiana”, añadió María Mónica Fuentes.
Como se puede observar, se recomienda visitar esta sala didáctica, pues no es ese recinto tradicional de un museo en la cual no se puede tocar, sino que más bien es didáctico. Niños y adultos podrán adaptarse y viajar a lo que fue la Edad Media, no solo en Europa, sino también en el territorio colombiano. No solo al área didáctica sino, se recomienda conocer también todo el museo en donde la naturaleza, el tiempo y la memoria son elementos sobresalientes que buscan impactar en el público, con el fin de promover el conocimiento cultural, tanto nacional e internacionalmente. El objetivo es concientizarse con la cultura del pasado y del presente y así, poder estar en dos lugares, al mismo tiempo…
FUENTES
http://www.museonacional.gov.co
María Mónica Fuentes – Monitora Docente, Museo Nacional de Colombia
Margarita Reyes – Jefe del área museológica y de curadurías del ICANH
Camilo Sánchez – Asesor museológico, Museo Nacional de Colombia
IMÁGENES
Permisos:
Museo Nacional de Colombia
Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH)