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La subjetividad en la literatura: aproximaciones a la deconstrucción social

Fabián Perea Gutiérrez

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Difícilmente pueden encontrarse símbolos que no posean una asignación semántica subjetiva. Claro, una cuestión es la masificación sistemática de funciones de estatus que se añaden a los objetos con independencia de sus características físicas (Searle, 1995), o la concesión de carga semántica a una imagen que posteriormente será sistematizada y vulgarizada por instituciones (Eco, 1964). Otra cosa es pretender creer que estos símbolos no tienen una significación distinta, al menos en cierta proporción, –a pesar de estar masificados– para aquel dador de sentido. El contexto es un factor determinante e irrepetible en su totalidad.

En el marco del individualismo metodológico (Searle, 1995), pueden entenderse los distintos procesos cognoscitivos que conllevan las realizaciones de acción desde la perspectiva del “yo”. No obstante, John R. Searle es enfático en afirmar que estos procesos deben entenderse como parte del individualismo colectivo como muestra de los presaberes dados por las distintas ideas, contextos, ideales, formadores de idiosincrasias y hechos sociales (1995). Los símbolos, por su parte, también responden al insumo ancestral que forman los saberes de un individuo en colectividad. En este sentido, el entender los símbolos como un aspecto particular inmerso en la sociedad es ingenuo: aunque puede realizarse un análisis literal de los aspectos superficiales (y debe hacerse en semiología para posteriormente entender su connotación), estancarse en esta fase básica no solo es perezoso, también es un signo de alarma, es la ratificación del peligro de una existencia poco reflexiva, banal e inocua y potencialmente peligrosa; una existencia en la que se olvida que el poder de la ignorancia voluntaria no puede ser exagerado (Castanake, 2014).

No hay que dejar de lado que, por supuesto, la literatura es también un proceso de comunicación. Entre las funciones del leguaje que Roman Jakobson decribe, llama la atención el proceso de trasmisión del mensaje, es decir, la función poética (1955). Para que sea efectivo el envío de esta información se necesita de las partes básicas: el receptor y el emisario (que puede ser el lector o incluso el mismo escritor cuando se dirige, en un primer momento, a sí mismo), pero también es necesario entender que este mensaje requiere de otras funciones, entre ellas, la referencial (Jakobson, 1995). Así pues, la literatura se presenta como una de las manifestaciones tangibles de esta función poética. Es el espacio donde su subjetividad circundante desempeña un papel trascendental como diagnóstico de lo que quiere expresarse y, posteriormente, interpretarse: la depresión de una nación, el adoctrinamiento político, la carencia y masificación de valores… Es quizá esta función poética la brecha del sentimiento de lo fantástico de la que habla Cortázar; los intersticios por los cuales se cuelan los imaginarios colectivos, las cogniciones propias, lo sueños del “ello” (Freud, 1953), “el sentimiento de extrañamiento... los pequeños paréntesis de la realidad" (Cortázar, 1982, p.3).

Ante la amenazante hegemonía de una globalización predominante, la subjetividad de la literatura es una agente doble  para la resistencia: cuando Ernesto Sábato presenta los procesos de industrialización como la masificación de valores (1951), idea apoyada por Eco desde la teoría de la mitificación sistemática de las imágenes en la globalización homogeneizante (1964), lo que quiere defenderse no es solamente la necesidad de un particularización de los ideales y las representaciones “individuales” de ellos, también es un llamado a la resistencia contra los procesos masificadores que presentan las sociedades actuales. La literatura entonces, y en especial su subjetividad, se convierte –cuando es producto de un trabajo concienzudo y no un resultado más de la masa– en una muralla barnizada de la particularización de las cogniciones de los lectores; una barrera en la que las dendritas de la todopoderosa globalización no hacen sinapsis.
 
Vaciando la caja del rompecabezas

Retomando el marco semiótico, Anne-Marie Houdebine, al presentar  la semiología indicial y al hacer la separación, en principio, de lo sistémico y lo interpretativo (1994), marca un precedente importante para la subjetividad en la literatura: la función poética es ahora la trasmisión de un mensaje definido por un contexto; es la confluencia de la estratificación de las imágenes (Houdebine,1994) –y en esto se está refiriendo la figura literaria de la visualización pictórica– que permite la separación, desde el simbolismo, de los componentes de una producción literaria. Cuando Marcel Proust escribe “Apoyaba blandamente mis mejillas en las hermosas mejillas de la almohada, tan llenas y tan frescas, que son como las mejillas mismas de nuestra niñez” (1913, p.2), se puede entender, desde el estudio del contexto del autor, el uso reiterado de la función fática, la cadencia verbal y otros aspectos técnicos, puntos de vista, maneras de ver, sentir y ser que Proust expone. Ahora, aparte de lo literal,  la niñez, las mejillas, lo blando, evoca significaciones que pueden remitirse al quinto verso de Porfirio Barba Jacob, en canción de la vida profunda:

Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,
que nos depara en vano su carne la mujer:
tras de ceñir un talle y acariciar un seno,
la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer (V, 1915).
 
Esto no solo hace parte de un trabajo subjetivo, sino también genera un proceso de intertextualidad que crea redes cognoscitivas, que constituye saberes y cincela formas de pensar que edeifican personalidades. Así, la campana de cristal (1971), de Plath puede ser producto una profunda depresión, pero si coloreamos estas líneas se tornan azules y la campana de cristal puede no detener a quien la habita, sino darle un apaciguante descanso dentro de la placenta del propio ser.

No se está tratando, bajo ningún aspecto, de hacer una apología del peligroso aforismo de la subjetividad como herramienta del relativismo perverso; todo lo contrario: se defienden los puntos de vista diversos que generan discusión –constructora de conocimiento–, pero estos puntos de vista deben estar sustentados por argumentos que soporten contrafactos. Debe entenderse que la subjetividad en la literatura es hacer un manifiesto del sentir, ver y pensar de mundos distintos; es un sistema de comunicación y “comunicarse es usar el mundo entero como un aparato semiótico” (Eco, 1973, p.90) es deconstruir simientes débiles para recrear, desde el insumo de otros mundos, de otras vertientes, pasiones, dolores y errores, una mirada más crítica, más universal; es crear madejas de neurotransmisores que, cuando se desenredan y organizan, guían, iluminan o abren paso a pozos más profundos en los cuales el ser debe zambullirse sin temor; es una forma de encontrar sentido, inmensos sentidos;  es “(…) leer desde un trabajo, desde una pregunta abierta, desde una cuestión no resuelta; ese trabajo se plasma en una escritura. Entonces, todo lo que se lee alude a lo que uno busca, lo que se convierte en un lenguaje de nuestro ser” (Zuleta, E. P.12). Leer es regar las piezas de un rompecabezas y mantener viva la esperanza de juntar al menos dos, en algún momento. 
 
Referencias bibliográficas
SEARLE, J. R. La creación de los hechos institucionales. En  La construcción de la realidad social, Paidós.
ECO, Umberto. (1973). La vida social como un sistema de signos. En: Introducción al estructuralismo (pp. 89-110), Madrid: Alianza.
JAKOBSON, Roman. (1988). Lingüística y Poética. (pp. 27-42) Madrid: Cátedra.
ECO, U. (1968). El mito de Superman. En: U, Eco, Apocalípticos e Integrados. (pp. 249-297) España: Ed. Lumen.
CORTÁZAR, Julio (1982). El sentimiento de lo fantástico. Congreso de Literatura. Congreso llevado a cabo en Caracas, Venezuela.
FREUD, Sigmund (2001). «1. Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933 [1932]). 31.ª conferencia. La descomposición de la personalidad psíquica». Obras completas de Sigmund Freud. Volumen XXII - Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis, y otras obras (1932-1936)Amorrortu Editores. pp. 68-70.
SÁBATO, Ernesto (1951). Hombres y engranajes. Editorial Seix Barral. Madrid, España.
HOUDEBINE, A. (1994). Des racines linguistiques (phonologiques) de la sémiologie. París, Francia.
PALTH, Sylvia (1971). The bell jar. New York: Harper & Row.
PROUST, Marcel, & Sturrock, J. (2003). In search of lost time. London: Penguin.
ZULETA, E. “Sobre la lectura”. Revista Discusión 2.
CASTANAKE, W. 2014/05/12. The secrets of food marketing. Recuperado de Ver aquí