Aporofobia
Luis Enrique Nieto Arango
En el prólogo a uno de sus libros de poemas (Elogio de la sombra. 1969) Jorge Luis Borges cita al doctor Samuel Johnson quien, al promediar el siglo XVIII, observaba que: «La prudencia y la justicia son preeminencias y virtudes que corresponden a todas las épocas y a todos los lugares; somos perpetuamente moralistas y sólo a veces geómetras».
En nuestro tiempo la filósofa española Adela Cortina se ha encargado, magistralmente, de recordarnos esa indispensable permanencia de la ética. Su obra escrita y su actividad académica han estado encaminadas, de la mano de Jürgen Habermas y Karl-Otto Apel, a demostrarnos la necesidad de una ética común, dirigida fundamentalmente a unir dos valores humanos imprescindibles para la vida: la justicia y la felicidad.
En ese trasegar admirable por los laberintos del pensamiento filosófico Adela Cortina ha creado una palabra que hoy hace parte de nuestra lengua y que en el año 2017 fue incluida en el diccionario de la Real Academia Española: APOROFOBIA.
Cortina ha explicado la importancia y la necesidad de poner nombre a las personas y a las realidades sociales para darles carta de naturaleza y lograr que se haga clara consciencia de ellas, la que falta cuando no son nombradas.
La hostilidad ante el pobre, el sin recursos, el desamparado, es diferente de la xenofobia y del racismo y constituye, tal vez, la más odiosa forma de discriminación porque llega a criminalizar a la persona ya que, debido a un constructo social, se relaciona a las personas pobres con la delincuencia, antes de verlas como víctimas de la injusticia y de la violencia.
A partir de ese aporte de esta filósofa, catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia, es mucho lo que se ha escrito y discutido sobre este concepto que resulta de utilidad en un país como Colombia que, de acuerdo con el coeficiente de Gini, es uno de los más desiguales del mundo.
Ese odio a los pobres, de acuerdo con Cortina, se explica por la raíz contractualista de nuestra sociedad en la cual el que no tiene, nada puede ofrecer. Do ut des es la expresión latina que literalmente significa doy para que me des y que exige la reciprocidad en todas las relaciones.
La existencia misma de la pobreza repugna y es rechazada en una sociedad en la cual no se puede y no se debe dar sin recibir, lo que explica esa verdadera fobia que estigmatiza la marginalidad y la indigencia, llegando a los extremos de las execrables prácticas de limpieza social.
Adela Cortina, por ejemplo, nos enseña de qué manera la sociedad europea, ávida del turismo como puntal de su economía, atrae y acoge a los extranjeros con magnifica hospitalidad cuando traen dinero y, al mismo tiempo, rechaza a los emigrantes que, desposeídos de todo, llegan a sus costas.
El desplazamiento interno, resultante del conflicto y, por otra parte, la actual situación de nuestra hermana y vecina Venezuela pueden estar aclimatando esa actitud anti-ética de la aporofobia entre nosotros los colombianos que, históricamente y por distintas razones, no hemos sido muy abiertos a los inmigrantes y hemos practicado, tal vez de manera inconsciente pero efectiva, una particular endogamia, contraria a lo sucedido en otros países de América Latina.
Urge entonces tener plena consciencia de esta anomalía social que impide expresar la solidaridad y el apoyo, la compasión en términos de Cortina, a los menos favorecidos, como un paso necesario para la inclusión y el respeto a la diversidad, condiciones sine qua non de la democracia plena y, por consiguiente, de la paz.
Aporofobia, el miedo a las personas pobres | Adela Cortina | TEDxUPValència: