Aprender a usar la tecnología, el mejor motivo para conectar generaciones
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Cada miércoles, María Helena García y Vanessa Gaitán tienen una cita para decidir las actividades del día siguiente. Comenzaron por reconocer las diferentes funciones de un celular inteligente y después pasaron a entender cómo funcionan las plataformas que en las actuales circunstancias son las más utilizadas para reuniones de trabajo y encuentros familiares.
María Helena podría ser la abuelita de Vanessa. Tiene 78 años. Vanessa no pasa de los 23, acaba de graduarse de Trabajo Social y, gracias a una convocatoria, está formando parte de un proyecto piloto de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario, Colpensiones, Icetex y la Consejería Presidencial para la Juventud, con el que buscan enseñarles a los adultos mayores el uso de la tecnología y de redes sociales para que puedan estar en contacto con sus familiares.
La idea venía desarrollándose en el proyecto Generaciones que Conectan, que tuvo que pasar de la teoría a la práctica más rápido de lo que se esperaba debido a la pandemia. Se había identificado que se requería mitigar los efectos del aislamiento, la monotonía y la soledad en la población mayor de 60 años, y con la emergencia sanitaria todo eso se agudizó.
“Colpensiones realizó en 2019 una gran encuesta que reveló que los adultos mayores al pensionarse tenían una sensación de que su vida ya no tenía propósito. De allí, construimos con ellos la iniciativa de unir a los jóvenes con los adultos mayores para que tuvieran un intercambio intergeneracional de experiencias y conocimiento, y atraer a los segundos hacia el mundo de la tecnología y las redes sociales buscando que sigan en contacto con sus familias a través de las herramientas actuales”, explica Carlos Gustavo Patarroyo, decano de la Escuela de Ciencias Humanas del Rosario.
Para hacer realidad el proyecto, se diseñaron y dictaron cursos a los jóvenes voluntarios, a los que sensibilizaron y capacitaron acerca de qué es ser un adulto mayor y cómo enseñarles a manejar las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC).
Aunque el énfasis era la enseñanza sobre el uso de la tecnología, lo cierto es que se han dado otros aprendizajes de parte y parte. Vanessa cuenta que con María Helena han pasado de conversar sobre tecnología a reconocer juntas las redes de apoyo y la importancia del autocuidado y del control de las emociones.
“Para mí no es solo una experiencia profesional. De María Helena he aprendido cómo ser mejor hija, mejor nieta y mejor persona, a través de sus experiencias de vida y de sus enseñanzas. Una llamada puede hacer la diferencia”, asegura la joven.
María Helena dice que se siente feliz al saber que tiene responsabilidades y que puede conectarse incluso con sus bisnietos, quienes le ofrecen su ayuda para perfeccionar los trabajos que se propone.
Comienza con una llamada
Los encuentros telefónicos, que son dos veces por semana, se mantendrán inicialmente hasta noviembre. Ese es el tiempo estipulado para el piloto, en el que participan 300 pensionados y 152 jóvenes voluntarios (estudiantes o recién egresados de las carreras de Trabajo Social, Sicología y Gerontología); después se pasará a una población más amplia, ya que está previsto que se mantenga lo que dure la pandemia.
“Seguirá a través de los canales digitales, pero lo que viene es llevarlo a escenarios físicos, ampliar el espectro para incluir adultos mayores adicionales a los de Colpensiones y dar capacitaciones presenciales y certificadas en la universidad”, explica el decano.
Los voluntarios del proyecto adquieren durante el proceso competencias para la escucha activa y la conversación asertiva. En el primer acercamiento con el pensionando, su misión es conocer cómo vive, cuál es su entorno familiar, cuáles son sus preferencias y qué tipo de tecnología tiene a su alcance.
De esa manera, realizan en conjunto un plan de trabajo que incluye actividades como enseñarles a utilizar el correo electrónico y WhatsApp, tomar fotografías con sus celulares, hacer álbumes digitales, grabar audios cortos con sus experiencias de vida, visitar museos virtuales y resolver crucigramas y sopas de letras.
“Acercarlos a sus seres queridos a través de la tecnología es un mecanismo para cerrar esa brecha digital, que en ocasiones los aísla incluso de su propia familia. Si saben utilizar la herramienta, pueden ser incluidos en el chat familiar y así se mantienen informados e integrados”, agrega Patarroyo.
Aunque los proyectos intergeneracionales han sido probados en países como Estados Unidos, este es el primero que logra un nivel tan alto de articulación de la academia, las empresas privadas y las instituciones públicas.
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