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Universidad diversa: Apuesta educativa para jóvenes con discapacidad intelectual

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Si bien en Colombia hay espacios académicos para las personas con discapacidad intelectual, las dificultades aumentan en cuanto a educación superior se refiere. Según cifras del DANE, recolectadas en el censo anterior de 2005, en Colombia hay 2'624.898 de personas con algún tipo de discapacidad, y de esta población, el 69% tiene acceso a educación, pero solo el 4% puede alcanzar la educación superior.

Nataly Fandiño Quesada
Redacción Nova et Vetera

Justamente, este panorama fue la motivación de varios padres de familia a constituir la Corporación TransiciónEs Crecer, una organización fundada en 2009 para la creación de escenarios de formación innovadores para jóvenes con discapacidad intelectual.

Inés Elvia Restrepo, médica pediatra egresada de la Universidad del Rosario y presidente de esta corporación, habla sobre su experiencia como madre de Felipe. “Mi hijo tiene síndrome de Down y él se encargó de mostrarme que más que un problema, las personas diversas son una oportunidad para la sociedad. Nos recuerdan que la verdadera naturaleza del ser humano es ser vulnerables, porque al final todos somos vulnerables, y que lo que nos hace ser humanos es esa capacidad de entender al otro desde su diferencia”, afirma Inés.

Mi hijo tiene síndrome de Down y él se encargó de mostrarme que más que un problema, las personas diversas son una oportunidad para la sociedad.

 

El sueño de una educación inclusiva fue compartido con la Universidad del Rosario, ya que en 2010 surgió el programa OAT (Opciones y Apoyos para la Transición a la Vida Adulta), un proyecto piloto implementado inicialmente por la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud. Este proyecto se ofrece a jóvenes con discapacidad intelectual entre 18 y 25 años, con el propósito de fortalecer en ellos habilidades para la vida adulta, independiente y productiva a través de prácticas educativas, laborales y sociales.

En todo este proceso los estudiantes reciben acompañamiento de un equipo multidisciplinar encargado de servir de guía y soporte en la formación integral del ser, hacer y el saber de cada participante. Desde su implementación, han sido admitidos 70 jóvenes con síndrome de Down, desorden del espectro autista, parálisis cerebral y epilepsia, entre otras condiciones.

Con la evolución del programa y las apuestas estratégicas del Rosario en pro de una universidad diversa, a partir de 2016, el programa OAT fue acogido por la Vicerrectoría académica y la Dirección de Estudiantes, con el fin de desarrollar modelos pedagógicos donde se reconoce esta diversidad.

No es en una clase magistral ni en el cumplimiento de las normas, sino que las sociedades se transforman en el cotidiano vivir, en la convivencia.

 

Naysla Yauhar, directora de Estudiantes, explica la importancia de apoyar este tipo de iniciativas: “Como institución educativa estamos comprometidos con las diferentes formas de aprendizaje y con la inclusión, porque reconocemos que todos necesitamos apoyos y herramientas distintas, y en este sentido la universidad nos prepara mediante el uso de diversas metodologías de enseñanza para lograr los objetivos de formación para personas con y sin discapacidad. El Rosario cuenta con el Programa IncluSer para estudiantes de programas conducentes a título, y con nuestra alianza con OAT para la formación de jóvenes con discapacidad intelectual”, manifiesta Naysla.

La adopción de dinámicas de enseñanza especializadas a estudiantes con discapacidad intelectual es una puesta de innovación social. “Estamos trabajando para la construcción de una comunidad que hace evidente el enfoque de ‘aprender a aprender’, y dentro de él la inclusión mediante rutas de formación en diferentes áreas, denominadas ‘trayectorias de aprendizaje’. La trayectoria de inclusión privilegia espacios de formación para todos nuestros estudiantes y para este grupo de jóvenes con discapacidad, que tradicionalmente han estado por fuera del sistema de educación superior. Además, permite la unión con otras trayectorias, y como ejemplo, contamos con un grupo de jóvenes que ha cursado la trayectoria de emprendimiento, que actualmente produce alimentos saludables derivados de fruta deshidratada. Esta empresa genera una opción de empleo autónomo para jóvenes egresados del programa OAT, con lo cual se cierra parte del ciclo de formación y trabajo”, argumenta Naysla.

El programa OAT también implica una relación en doble sentido, por eso para los demás estudiantes que comparten con esta población diversa es una oportunidad de conocer el mundo a través de otros ojos, y vivir ese relacionamiento donde los jóvenes recorren diferentes trayectorias de formación. “Si un estudiante debe compartir los espacios de la universidad con alguien completamente diferente, inmediatamente surgirá la curiosidad por saber quién es esa persona; ahí es donde realmente ocurre la inclusión. No es una clase magistral, ni en el cumplimiento de las normas sino que las sociedades se transforman en el cotidiano vivir, en la convivencia”, sostiene Inés.

La Universidad del Rosario permanentemente busca abrir espacios de diálogo con la sociedad, para encontrar aliados y generar transformaciones e innovaciones sociales. Este importante proyecto busca formar ciudadanos y jóvenes con posibilidades de crear un camino de vida, nutrido por la experiencia de vivir las oportunidades que las instituciones diseñan para sus estudiantes.

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