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Van Gogh y Chopin: el tormento neurológico de dos míticos artistas

Francia
¿Qué tienen en común dos grandes artistas de la historia como el pintor holandés Vincent Van Gogh y el pianista polaco Federico Chopin?

Andrés Franco Pinzón
Dirección de Relacionamiento


¿Qué tienen en común dos grandes artistas de la historia como el pintor holandés Vincent Van Gogh y el pianista polaco Federico Chopin? Más de las que uno podría imaginar: haber sido acogidos por Francia como el hogar donde potenciaron sus talentos no pudo evitarles el gran sufrimiento y desgaste físico-emocional que atravesaron hasta el trágico final de sus días.

Y a pesar de no ser franceses, la devoción y aprecio que existe en este país hacia ellos siempre será motivo suficiente para seguir investigando sobre sus vidas y la manera en que sus obras impactaron al mundo. Justo esa fue la intención de uno de los semilleros del grupo de Neurología en la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud del Rosario, en el marco de la celebración del Año Colombia-Francia 2017.

El pasado jueves 11 de mayo los directores del semillero “Humanidad y Neurociencia” -el médico neurólogo y exdecano de la Escuela, Dr. Leonardo Palacios, y el médico Rosarista y docente de neurociencias, Dr. Juan Sebastián Botero-, presentaron en el Liceo Francés Louis Pasteur un interesante trabajo que buscaba explorar las enfermedades neuropsiquiátricas que padecieron ambos ilustres personajes, y el efecto que tuvo sobre sus obras.

Van Gogh

Iniciaron con la vida de Van Gogh en un trabajo en el que también participó la estudiante María Camila Vélez. Según lo explicó Palacios, varios de los trabajos sobre este holandés especulan con al menos 30 posibles condiciones médicas que pudieron haberlo afectado en su vida. Pero a partir del análisis de sus datos biográficos y los diagnósticos que le hicieron los doctores que lo atendieron, ellos esbozaron su propio análisis de lo que pudo haber pasado.

A pesar del carácter conflictivo y asocial que tuvo de niño y adolescente, fue solo hasta su contagio de sífilis en 1885 cuando arrancaron las complicaciones de salud serias. Debido a los tratamientos que recibió por la sífilis perdió la mayoría de sus dientes, pero también fue el año en el que su hermano Theo lo convenció que debía dedicarse a la pintura ya que su talento era indiscutible.

En los siguientes años Van Gogh empezó a presentar crisis epilépticas que coincidían con el abuso de un licor amargo conocido como Ajenjo, y en los que a veces llegaba a perder la memoria. Además, empezó a sufrir de recurrentes dolores abdominales que lo postraban durante varios días, insomnio, ansiedad y pesadillas que solían alternarse con frecuentes alucinaciones auditivas que reflejaban su desequilibrio mental.

El estudio encuentra probable las especulaciones de que fue debido a una alucinación auditiva tras haber herido al también pintor Paul Gauguin con una navaja, mientras vivían juntos en Arles (sur de Francia), que Van Gogh mutiló una de sus orejas para regalársela a una prostituta del burdel que frecuentaban juntos por una sensación de culpa inducida.

Poco después Van Gogh se sometió voluntariamente al hospital psiquiátrico de Saint Rémy, donde su hermano cubrió los gastos para que también contara con un taller de pintura. Uno de los médicos que lo visitó, el Dr. Félix Rey, quien había tenido una buena formación en neurología y psiquiatría, le diagnosticó epilepsia y empezó a dar dos medicamentos (digitalina y bromuro de potasio), que posiblemente provocaron que viera las cosas en mayor tonalidad amarilla como se refleja en varios de sus cuadros en esa etapa artística.

Después de abandonar ese hospital aumentó su abuso del alcohol y empezó a incrementar los episodios de paranoia, específicamente temiendo que lo fueran a envenenar y disparando al aire con frecuencia para ahuyentar a los cuervos. A sus 37 años llegó a tal desequilibro que se disparó un tiro en el tórax del cual no buscó ayuda médica oportuna, falleciendo a los dos días. El estudio del semillero sugiere que estos siete cuadros pudieron ser los más probables:

1. Epilepsia del lóbulo temporal
2. Vértigo de Méniere
3. Trastorno afectivo bipolar
4. Neurosifilis
5. Intoxicación por digital y bromuro de potasio
6. Insolación
7. Porfiria intermitente aguda

Chopin

Por su parte, en la investigación sobre Fryderyk Franciszek Chopin (mejor conocido como Federico Chopin) colaboró la doctora Martha Torres. A diferencia de Van Gogh, este pianista prodigio disfrutó de la fama en vida pero sufrió problemas pulmonares (toz y dificultad respiratoria) desde niño, y esto frenó su capacidad para hacer recitales a pesar de la alta cotización e interés que mostraba la aristocracia europea por verlo tocar.

Llegó a los 21 años a París en 1831 y rápidamente ganó reconocimiento por su gran habilidad, a pesar de la gran estima y aprecio de su natal Polonia que se encontraba en medio de un sangriento levantamiento contra el Imperio Ruso. Cuatro años después, en 1835, sabía que padecía una tuberculosis pulmonar (incurable en esa época) e incluso llegó a escribir su testamento ese año cuando su salud llegó a un punto crítico.

Entre recuperaciones y recaídas, en 1844 reporta grandes afectaciones por alucinar con la imagen de los rostros descarnados de su difunto padre (un inmigrante francés que se radicó en Polonia) y un amigo de la infancia llamado Jan Matuszkynski. Palacios explica que se pudo dar por episodios de microsias, con un componente psíquico importante por empezar a alucinar con criaturas horroríficas y fantasmas.

Esas alucinaciones visuales fueron recurrentes en los tramos finales de su vida según lo relatan algunas memorias de la escritora Amantine-Lucile-Aurore Dupin (que usaba el alias de George Sand). Después de irse de París en 1848, reconoció que durante un concierto en Manchester vio salir de la caja del piano a las “malditas criaturas que se le habían aparecido” en una carta que escribió a Solange, la hija de Sand.

Un año después regresó a París y pasó internado los últimos meses de su vida. Le dictó a su hermana las instrucciones para sus exequias, incluyendo la música que quería, y al médico Jean Chruvelier, el más importante experto en tuberculosis en el mundo, para que le hiciera una autopsia y le sacara el corazón guardándolo en una botella de coñac que habían bebido hasta la mitad. La botella debía ser depositada en la Catedral de Varsovia luego de su muerte y curiosamente los feligreses han impedido que se le hagan estudios médicos al corazón hasta el año 2076. Palacios indicó que tienen sus dudas sobre la tuberculosis de Chopin puesto que nunca contagió a nadie, pero el diagnóstico de esta investigación para el gran pianista fue:

1. Tuberculosis, fibrosis quística o deficiencia de alfa-1 antitripsina
2. Rasgos de personalidad esquizoide, rasgos depresivos
3. “Psiconeurosis tuberculosa”
4. Predisposición a enfermedad bipolar afectiva
5. Síndrome de ansiedad. Trastorno distímico
6. Persistente epilepsia del lóbulo temporal

 

Uno de los interrogantes más interesantes que dejaron a la deriva los autores de este trabajo es si un buen tratamiento farmacológico y psiquiátrico podría haberlos salvado, o por el contrario, haber reducido su potencial artístico.