Penélope Fitzgerald: entre la predestinación y la tenacidad
Ismael Iriarte Ramírez
Ismael Iriarte Ramírez
El hecho de que la escritora británica Penélope Fitzgerald hubiera publicado su primer libro a los 58 años podría sugerir que el suyo fue uno de esos extraños casos de surgimiento tardío de la vocación literaria. Sin embargo, un breve vistazo a su biografía parece indicarnos una especie de predestinación, confirmada por la tenacidad de la autora, por la profunda formación intelectual de su familia, por los años como maestra en una escuela de arte dramático y su labor como librera. Así, se encuentran los lejanos orígenes de su producción, la cual es contra todo pronóstico prolífica y está conformada por nueve novelas, tres biografías, volúmenes recopilatorios de cuentos y ensayos, así como poemas, reseñas literarias y cartas.
La puerta de los ángeles de Penélope Fitzgerald
Su historia no solo ha permanecido como ejemplo de determinación y motivación para ignotos escritores alrededor del mundo o aspirantes a llegar a serlo, sino que también ha dejado para la posteridad un ejemplo de literatura libre y auténtica, desprovista de imposturas y de la presión de alcanzar el reconocimiento, en la que pueden apreciarse algunos rasgos dignos de estudio. Una de las características que con mayor frecuencia se evidencia en su obra es la vocación de reflejar la “imposibilidad del entendimiento humano”, concepto ejemplificado por Pilar Adón en su artículo Penelope Fitzgerald: la escritura interior con la presencia de “amantes que no se comprenden, de artistas y escritores románticos, de profesores que han perdido la fe, de seres que parecen no pertenecer a la sociedad en que viven ni comprender el mundo en que todos los demás se mueven con tanta aparente facilidad”.
Ese mismo artículo arroja luces sobre su estilo, si se quiere ecléctico y en constante evolución, definido por Fitzgerald con el término de su propia autoría “tragifarsa”, que da cuenta de la mezcla de lo trágico y lo burlesco en sus historias. Esto le imprime a su universo literario una naturaleza emparentada con la paradoja y el absurdo, lo que a su vez evoca a uno de los grandes referentes de la escritura británica del siglo XX: G. K. Chesterton.
La escuela de Freddie de Penélope Fitzgerald
Otro de los recursos dignos de mención es la capacidad de subvertir los roles genéricos presentados tradicionalmente en la literatura, tal y como sucede en La puerta de los ángeles (1990), en la que sus protagonistas se nos presentan con las características atribuibles al sexo opuesto, lo que, a principios del siglo XX, época en la que se escenifica la historia resulta llamativo (Bragado 2012, 76). De esta forma Daisy Saunders, en la que, como en otras obras de Penelope Fitzgerald se presume la presencia de un alter ego de la autora, permanece firme e imperturbable ante cualquier adversidad, se abre paso en busca de un lugar en un mundo marcado por la abrumadora mayoría de hombres. Mientras que Fred, cuyas características completan la descripción de su creadora, se aleja del arquetipo masculino al mostrarse sensible frente a los temas familiares y solidario frente a la búsqueda de la igualdad y de significativas batallas como la librada por las sufragistas.
La intertextualidad entre sus obras es otro de los giros que se destacan en su producción, esto permite que el lector sea testigo, sin saberlo, de avances de sus siguientes novelas, e impone a quien esté dispuesto a aceptar la invitación de la autora, una lectura en riguroso orden cronológico de sus libros. Un ejemplo de esto lo encontramos en La escuela de Freddie (1982), en la que nos empezamos a familiarizar con Florencia, que será el escenario de su siguiente novela Inocencia (1986). Caso similar sucede en El inicio de la primavera (1988) en el que Fitzgerald introduce la discusión sobre la doble dimensión: espiritual y el material de las personas, que dos años más tarde se convertirá en el tema central de la ya mencionada La puerta de los ángeles (Bragado 2017, 80).
Concluyo con las ya habituales recomendaciones de lectura sobre la autora, que alcanzó el reconocimiento con obras como La librería (1978), llevada al cine con gran acierto en 2017, en una adaptación escrita y dirigida por la cineasta española Isabel Coixet y un reparto encabezado por Emily Mortimer, Bill Nighy y Patricia Clarkson. Por último, destaco La flor azul (1995), última novela de Fitzgerald, ganadora de National Book Critics Circle Award, con una trama llena de romanticismo y profundas reflexiones filosóficas, escenificada en la Alemania de finales del siglo XVIII
Referencias