San Juan Pablo II y la Neurología
D, Luis Octavio Tierradentro-García
D, Luis Octavio Tierradentro-García
San Juan Pablo II (1920-2005) fue, posiblemente, el pontífice más recordado en el mundo entero.
Amado por personas de distintas latitudes, con credos y visiones políticas de inmensa diferencia y respetado por incontables hombres y mujeres en el globo. Filósofos católicos y no católicos de todo tipo de corrientes han escudriñado y elogiado sus palabras y sus acciones, con la característica común de mantener profunda admiración hacia la obra de este: uno de los más queridos Obispos de Roma.
Ejerció un papado de 27 años de duración que dejó una profunda huella en el mundo. Continúa siendo hoy en día un referente en las páginas de historia por su papel durante la guerra fría, así como por los cambios en la Iglesia Católica de cara al nuevo mileno.
Entre las condiciones médicas que afectaron al Santo Padre está la enfermedad de Parkinson que empezó a padecer en 1992, a la edad de 71 años.
La Iglesia Católica ha establecido que para que una persona sea considerara santa, debe cumplir ciertos requisitos. Además de las virtudes heroicas en vida reafirmadas por sus contemporáneos, un santo debe primero ser declarado beato. A la beatificación se llega a través de una muerte como mártir o de la comprobación de un milagro sobre un fiel. Para ser declarado santo, un segundo milagro debe ser confirmado por la Iglesia a través de la Congregación para la Causa de los Santos.
A su vez, y como una curiosa coincidencia, el primer milagro que fue comprobado dentro del proceso de beatificación está relacionado con la curación de la enfermedad de Parkinson a la religiosa francesa Marie Pierre Simon en junio de 2005, y el segundo, a la ciudadana costarricense Floribeth Mora a quien curó milagrosamente de un aneurisma cerebral.
Las presentes líneas tienen como objetivo presentar algunos datos biográficos sobre la vida del Santo y en particular, analizar la forma como se presentó y enfrentó la enfermedad de Parkinson y estos dos milagros vinculados a condiciones neurológicas.
Algunos datos biográficos:
Karol Józef Wojtyła, quien llevaría el nombre Juan Pablo II desde su elección al papado en 1978, nació en Wadowice, una pequeña ciudad ubicada a cincuenta kilómetros de Cracovia, Polonia, el 18 de mayo de 1920. Cursó enseñanza básica y media en la escuela Marcin Wadowita de su pueblo natal. Una vez terminados, en 1938 ingresó a la Universidad Jagellónica de Cracovia y simultáneamente a la escuela de teatro. Las fuerzas de ocupación nazi cerraron la universidad en 1939, lo que lo obligó a trabajar en una cantera y luego en una fábrica química para obtener algunos recursos y evitar la deportación a Alemania.
Sintió vocación a la vida sacerdotal hacia 1942, ingresando al seminario clandestino de Cracovia. No abandonó su actividad artística y por la misma época fue uno de los promotores del "Teatro Rapsódico", también clandestino. Terminada la Segunda Guerra Mundial continuó en el seminario mayor de Cracovia, nuevamente abierto, y en la Facultad de Teología de la Universidad Jagellónica. Se ordenó como sacerdote el 1 de noviembre de 1946. Se doctoró en teología en Roma 1948. De regreso a Polonia ejerció como vicario en diferentes parroquias de Cracovia y capellán de los universitarios hasta 1951, momento en que retornó a los estudios filosóficos y teológicos. En 1953 presentó en la Universidad Católica de Lublin su tesis, y pasó a ser profesor de Teología Moral y Etica Social en el seminario mayor de Cracovia y en la facultad de Teología de Lublin.
El Papa Pío XII lo nombró en 1958 Obispo titular de Olmi y Auxiliar de Cracovia. Recibió la ordenación episcopal el 28 de septiembre de 1958. El 1964 fue nombrado Arzobispo de Cracovia por Pablo VI, quien le hizo cardenal en junio de 1967.
Los cardenales reunidos en Cónclave le eligieron Papa el 16 de octubre de 1978 siendo el primer papa no italiano en 400 años Tomó el nombre de Juan Pablo II y el 22 de octubre comenzó solemnemente su ministerio como el sucesor 263 de Pedro. Ejerció su ministerio con admirable espíritu misionero, siendo conocido como “el Papa viajero”. Realizó 104 viajes apostólicos fuera de Italia, y 146 por el interior de dicho país.
Logró recuperarse de un atentado contra su vida el 13 de mayo de 1981. Dando una muestra excepcional de caridad, perdonó a su agresor Mehmed Ali Agca, el 28 de diciembre de 1983, demostrando que es posible perdonar a quien ha hecho daño.
Inició en 1985 las Jornadas Mundiales de la Juventud y en 1994 los encuentros mundiales de las familias, promovió el diálogo con judíos y con representantes de las demás religiones, convocándolos en varias ocasiones a encuentros de oración por la paz, especialmente en Asís. Celebró el Gran Jubileo del año 2000, y a través de varios escritos mostró a los fieles el camino del tiempo futuro.
Falleció el 2 de abril de 2005 siendo llorado por millones de personas en el mundo entero El 8 de abril se celebraron las exequias del difunto pontífice previo a las cuáles, más de tres millones de peregrinos le rindieron homenaje.
El 28 de abril, el Papa Benedicto XVI, en respuesta al clamor popular de santo súbito, dispensó del tiempo de cinco años de espera tras la muerte para iniciar la causa de beatificación y canonización de Juan Pablo II. La causa la abrió oficialmente el cardenal Camillo Ruini, vicario general para la diócesis de Roma, el 28 de junio de 2005. El 27 de abril de 2014 el Papa Francisco lo declaró santo en una misa concelebrada por más de mil pastores que incluyeron al pontífice emérito Benedicto XVI.
Juan Pablo II afectado por la enfermedad de Parkinson:
De acuerdo a una entrevista realizada al médico del Papa, el doctor Renato Buzzoneti, el primer quebranto de salud del pontífice ocurrió en su atentado del 13 de mayo. Antes de eso, había sido un hombre sano.
Hacia 1996 algunos observadores de las actividades del Papa empezaron a notar que presentaba temblor en su mano izquierda. De acuerdo a la opinión del neurólogo español Antonio Martínez Lage, una de las más prestigiosas autoridades europeas en enfermedad de Parkinson, empezó a presentar dicha condición en 1992, cuando tenía la edad de 71 años. En enero de dicho año durante la beatificación de José María Escrivá de Balaguer, el fundador del Opus Dei observó cómo los folios que el Papa sujetaba con su mano izquierda oscilaban rítmicamente, mientras que su mano derecha no temblaba. El temblor unilateral es altamente sugestivo de enfermedad de Parkinson idiopática.
Ocurrieron varios acontecimientos que probablemente estaban relacionados con la pérdida de "reflejos posturales", que normalmente corrigen movimientos bruscos para equilibrar el centro de gravedad del cuerpo. Se observaba además una lentitud en la realización de movimientos denominada bradicinesia y rigidez, un aumento del tono muscular que dificulta la movilidad.
La triada característica de temblor parkinsoniano, bradicinesia y rigidez, constituyen los elementos esenciales para diagnosticar la enfermedad de Parkinson.
Se observaba también una alteración en el parpadeo, que esta condición hace más lento, y lentitud de los movimientos oculares con desaparición de la mímica facial, denominada por algunos “Facies de jugador de Póker”, salida anormal de la saliva, encorvamiento del tronco hacia adelanta inclinación excesiva de la cabeza sobre el pecho, dificultad para caminar y para hablar.
El cuadro se fue haciendo progresivo hasta el punto de llevar al sumo pontífice a la necesidad de desplazarse en silla de ruedas.
Además del Parkinson, los cambios osteoarticulares degenerativos propios de un hombre de su edad produjeron una notable disminución en la movilidad del Papa. Particularmente la rodilla derecha se vio afectada, lo que impedía que Juan Pablo II se mantuviera de pie o fuera capaz de caminar de forma rápida.
Nuevamente, de acuerdo con el doctor Buzzonetti, Juan Pablo II era un paciente dócil, atento y deseoso de conocer la causa de sus enfermedades ya fueran leves o graves. Era bastante preciso al señalar los síntomas que sufría, con la determinación de recuperarse pronto y volver al trabajo. Nunca hubo momentos en que se mostrara sumido en el miedo por el sufrimiento de su enfermedad. Al contrario, su sufrimiento era aceptado con coraje y consciencia.
Un momento particularmente dramático, recuerda el médico, sucedió inmediatamente después de la traqueotomía al momento en que el Papa se dio cuenta de que no podía hablar. Con mucho esfuerzo y a pesar del temblor incapacitante, escribió en una pizarra “¿Qué me han hecho?”.
Milagros:
Dos fueron los milagros reconocidos a Juan Pablo Segundo por la comisión de teólogos de la Congregación para la Causa de los Santos del Vaticano.
El primero se realizó en la religiosa francesa Marie Simon-Pierre, quien había trabajado en un clínica de maternidad en Paris y padecía una enfermedad de Parkinson avanzada. Fue elegido entre más de 200 supuestos milagros presentados, presuntamente ocurridos por intercesión del pontífice.
Dicha condición no solo es incurable, sino progresiva. La hermana estaba en condición de discapacidad motriz, no podía mantenerse en pie. Oraba a Juan Pablo II pidiendo que le diera fuerzas para salir adelante, sentía que la fe hacía todo posible.
El día que Simon Pierre destaca como el más relevante dentro del proceso es el 2 de junio de 2005. Su superiora le dijo que Juan Pablo II que todavía no había dicho la última palabra y le pidió que escribiera el nombre del papa en un papel. Lo hizo, y el nombre que escribió era totalmente ilegible. Esa misma noche despertó, en medio de una gran sensación de paz con deseos de volver a escribir su nombre. "Cuando iba a la capilla a rezar me di cuenta de que mi brazo se movía y no permanecía inmóvil junto al cuerpo, que se estaba balanceando. Durante la misa supe con certeza que había sido curada". Asegura que fue producto de sus oraciones, así como las de sus compañeras del convento en la Congregación de las Pequeñas Hermanas de las Maternidades Católicas, destinadas al pontífice. Su neurólogo constató que los síntomas habían desaparecido inexplicablemente y la comisión de médicos que designó el Vaticano confirmó la cura milagrosa.
El segundo milagro, en Costa Rica
El segundo milagro se produjo en Costa Rica en 2011, cuando Floribeth Mora ingresó en un hospital afectada por la ruptura de un aneurisma cerebral. Días después, la hemorragia producida por el mismo desapareció. Uno de los médicos tratantes Alejandro Vargas, no se explica cómo ocurrió. Para ella y su familia la recuperación fue fruto de las plegarias que le dedicaron a Juan Pablo II.
El caso fue conocido por la arquidiócesis de San José de Costa Rica que luego lo elevó a las autoridades eclesiásticas en Roma. Allí se ordenó un proceso de recolección de información que permitiera convalidar lo ocurrido y confirmar que no existió una causa científica para explicar el milagro.
El Vaticano reconoció la intercesión de Juan Pablo II en su milagrosa curación. La paciente, que era una devota admiradora del santo señaló: "después de escuchar la voz que me decía 'levántate, no tengas miedo' no quería contarlo, porque pensaba que me iban a tratar de loca", relataba la mujer este mismo año en su primera rueda de prensa ante los periodistas provenientes de diferentes latitudes.
A manera de conclusión:
La neurología estuvo presente en la vida de San Juan Pablo II en calidad de paciente, sobrellevando hasta el fin de sus días terrenales la enfermedad de Parkinson. Pocos meses después de su muerte se produjo el primer milagro, que en forma paradójica consistió en curar de la misma condición a la religiosa Marie Pierre-Simon y en 2012 el segundo, con la curación de la hemorragia cerebral de la costarricense Floribeth Mora. Una vida ejemplar, de entrega y servicio a la humanidad por encima del deterioro físico y neurológico, y dos milagros que revirtieron graves condiciones que, demuestran las grandes virtudes de este hombre santo, ejemplo a seguir por la humanidad.
Los autores rinden tributo a este gran ser humano a través de este modesto escrito, y recuerdan el impacto en la cultura que tuvo la noble labor del pontífice. Su recuerdo perenne hace parte de los más profundos y entrañables para católicos en todo el mundo; su mera presencia parecía lograr lo imposible y por ello se han tejido historias de milagros e increíbles proezas en el nombre de Juan Pablo II, posiblemente el más querido Vicario de Cristo.
Bibliografía:
Consulta realizada el 11 de julio de 2018
Consulta realizada el 11 de julio de 2017
Consulta realizada el 11/07/2018
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