Del salón de clases al museo: El surgimiento del Museo de la Universidad del Rosario y el desarrollo de su rol educativo
Ingrid Frederic
Ingrid Frederic
Antecedentes
Aunque la constitución del Museo de la Universidad del Rosario es reciente, tanto su complejo arquitectónico como sus colecciones ciertamente no lo son.
El museo encarna la historia de la universidad, la cual está profundamente entrelazada con la historia del país, desde su pasado colonial, a través de la lucha por la independencia, hasta los primeros días como república independiente y finalmente la Colombia contemporánea. El discurso en torno al museo habla de la historia de la institución que abarca 367 años.
La Universidad del Rosario fue fundada con el nombre de Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, por el clérigo español Fray Cristóbal de Torres y Motones (1573-1654), educador y miembro de la Orden Dominicana.
Torres y Motones llegó como arzobispo de Santafé en 1635, después de ser asignado por el rey Felipe IV. Al observar la necesidad de crear un colegio para educar a los jóvenes del país, decidió embarcarse en la aventura de fundarlo él mismo y de buscar la aprobación necesaria del rey español. Con este empeño en mente, Torres donó todo su patrimonio para dar vida a este objetivo. Luego, comenzó por la compra del predio donde decidió construir el Claustro y su capilla adyacente, el mismo lugar donde la universidad ha funcionado hasta el día de hoy. También compró haciendas, donde se producirían bienes como caña de azúcar y tejas de barro, que servirían como recursos para cubrir los gastos del colegio mayor y garantizaran su autonomía.
En cuanto a la construcción de la edificación del Colegio Mayor, es importante resaltar su ubicación estratégica en el centro de la ciudad. En el momento de su construcción, la ciudad de Santafé (antiguo nombre de Bogotá) contaba con muy pocas edificaciones civiles y su crecimiento urbanístico fue dictado en gran parte por la construcción de conventos y templos. Por lo tanto, la construcción de este edificio de dos plantas con un amplio patio central tuvo un gran impacto en el paisaje urbano (ver figura 2). Se destaca especialmente su ubicación geográfica en el centro de la ciudad, cerca del río Vicachá y del importante camino indígena de la sal conocido como la Calle Real (ver figura 3).
Figura 1. Mediadoras del Museo de la Universidad del Rosario en la Sala Permanente del Museo de la Universidad del Rosario al ingreso del Claustro. Febrero 2020. Fotografía: Universidad del Rosario
Figura 2. Claustro de la Universidad del Rosario, parte del campus desde la fundación del Colegio en 1653. Ahora es la sede principal del Museo de la Universidad del Rosario. Fotografía: Universidad del Rosario
Figura 3. Mapa de Santafé en 1791. Autor: Domingo Esquiaqui. El cuadrado rojo muestra la ubicación del Colegio en el centro de la ciudad colonial, y su cercanía al río Vicachá (el segmento marcado en azul) y a la Calle Real (marcada en amarillo). Adaptado por: Paláu Rivas-Sacconi y Restrepo Zapata (2018).
Figura 4. Fray Cristóbal de Torres y Motones. Fecha: 1643. Artista: Gaspar de Figueroa (firmado). Óleo sobre tela, 202 x 108 cm. Museo de la Universidad del Rosario (Bogotá, Colombia).
Desde los primeros años del Colegio, se encargaron un número considerable de pinturas, y a lo largo de los siglos se han ido sumando muchas otras a la colección de pinturas colgadas en diferentes espacios del conjunto arquitectónico. La Universidad del Rosario es considerada una de las pocas instituciones que ha conservado una galería de obras de arte civil y religioso en su ubicación original durante un largo período.
La colección contiene una gran cantidad de retratos civiles, principalmente de los siglos XVII al XIX. Estos son de gran valor histórico y artístico. Los primeros retratos cobran especial relevancia, ya que este género fue poco explorado por los pintores del siglo XVII en la Nueva Granada. En este contexto, una de las obras más representativas es el retrato del fundador Fray Cristóbal de Torres de Gaspar de Figueroa en 1643 (ver figura 4), quien lo pintó a sus 69 años cuando era arzobispo, previo a la creación del Colegio.
La colección contiene obras de la mano de algunos de los artistas más representativos del arte colombiano a lo largo de un amplio periodo. Incluye obras de artistas como Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos (1638-1711), Joaquín Gutiérrez (activo durante la segunda mitad del siglo XVIII), Andrés de Santa María (1860-1945) y Eugenio Zerda, (1879-1945), entre otros. Además de una serie de otros artefactos (textiles, esculturas, muebles y objetos litúrgicos), la importancia de la colección está ligada a diferentes aspectos de la historia de la universidad, que atraviesa diferentes períodos de la vida social y política del país.
Conciencia creciente del patrimonio e imaginando un museo
El hecho de que la colección se haya conservado hasta hoy es un reflejo de su valor para la institución. La colección tal como la conocemos ahora ha sobrevivido a las ocupaciones militares durante la independencia y a las guerras civiles en el siglo XIX.
Durante gran parte del siglo XX ha habido un claro esfuerzo por mantener y preservar el patrimonio cultural de la universidad. El fuerte sentido de pertenencia al lugar y de su relevancia histórica es algo que probablemente se debe a dos grandes figuras que lideraron la universidad durante los períodos más largos de su historia. En primer lugar, está Rafael María Carrasquilla, rector de la universidad de 1890 a 1930. Apoyó el encargo de una escultura en honor al fundador, y también fue responsable de la construcción de un importante espacio para los servicios ceremoniales. Hoy en día, este es uno de los espacios más destacados del museo: la galería de retratos de los rectores de la universidad. En segundo lugar, está José Vicente Castro Silva, rector de la universidad de 1930 a 1968, quien fue responsable en gran medida de la instalación de un número importante de placas en las paredes del claustro, en conmemoración a las figuras relevantes que también han incidido en el desarrollo del país.
Con la implementación de la legislación de protección del patrimonio en la década de 1970 en Colombia, se otorgó esta protección legal al conjunto arquitectónico del claustro, ya que fue declarado Monumento Nacional en 1975. Esta es una distinción que todavía se interpreta dentro la institución como la inclusión de todo su patrimonio como uno solo, es decir, el edificio con todas sus colecciones, y sus valores patrimoniales como una entidad inseparable.
Aunque ha existido un fuerte sentido de pertenencia que debe reconocerse, lo que faltaba era una clara intención de involucrarse activamente con las colecciones. Es evidente que hubo un uso muy limitado de la colección como recurso de aprendizaje. La frase común de "a veces miras, pero no ves" se relaciona con que la colección era parte del entorno universitario, pero no se interactuaba activamente con la misma. Este fue el escenario antes de que la idea del museo comenzara a tomar forma, cuando las pinturas y los objetos no se apreciaban al máximo ni se utilizaban como recursos educativos.
La necesidad del museo surgió de esta situación, teniendo en cuenta la singularidad de la colección y su valor artístico, simbólico e histórico, así como la necesidad de promover y comunicar este patrimonio para la apropiación de la comunidad rosarista y el público en general. Además, el tema del acceso abierto, que se relaciona con la idea del carácter público de los museos, fue algo completamente innovador para esta colección en particular.
El proyecto de creación del museo se inició con la propuesta contenida en la tesis de maestría en Museología realizada por Margarita Guzmán en 2010, quien en ese momento era profesora universitaria, y actualmente se desempeña como directora del museo. Esto denota cómo el ambiente educativo siempre ha exigido un museo, incluso antes de que surgiera esta idea. Luego de un período en el que la concepción del museo fue madurando gradualmente, el Museo de la Universidad del Rosario finalmente se registró ante Ministerio de Cultura de Colombia en el año 2017 y se llevó a cabo un acto de inauguración oficial en mayo de 2019. Para este momento, ya se estaban desarrollando pasos importantes y tanto las visitas virtuales como las visitas in situ se implementaron poco después. Por ello, el museo mostró desde sus inicios un serio compromiso con su función en la educación.
Del salón de clases al museo
Para discutir el papel de la pedagogía dentro del museo, es necesario presentar un precedente importante para su creación. Una experiencia importante previa al establecimiento del propio museo tiene una relación estrecha con un curso académico específico. Es el caso de un curso obligatorio que tenía como objetivo la enseñanza de la historia del Colegio Mayor. Este curso, conocido como la “Cátedra Rosarista”, se introdujo en el programa curricular en 1993 por el rector Mario Suárez Melo, al notar que esta historia era ignorada entre los jóvenes estudiantes – al contrario de las generaciones más viejas (Luis Enrique Nieto, comunicación personal, 30 de enero de 2020). El curso todavía existe como un requisito obligatorio para todos los alumnos iniciando sus estudios, sin importar en qué programas estén matriculados. Sin embargo, este curso ha tenido varios cambios en su plan de estudio en las últimos dos décadas dado que era impartido por diversos profesores quienes han dado un énfasis particular según sus propias trayectorias y formaciones. Lo interesante es que estos profesores visitaban con frecuencia las galerías de retratos dentro de los espacios universitarios, además de los monumentos, esculturas y placas conmemorativas, y utilizaban estas colecciones (que luego pasarían a formar parte del museo) como recursos de aprendizaje. El curso impartido por Guzmán puso un énfasis en la historia del Colegio Mayor a través de sus colecciones de arte.
Asimismo, según Guzmán (comunicación personal, 29 de enero de 2020), las galerías también se convirtieron en el aula del curso intensivo especialmente diseñado para estudiantes de posgrado. Mientras los estudiantes de pregrado tomarían estos cursos durante el calendario escolar y con una duración de un semestre completo, los estudiantes de posgrado, quienes trabajan durante la semana, tomarían un taller de 6 horas, que incluía una visita de 2 horas a las galerías de retratos y espacios patrimoniales. Estas visitas combinarían conferencias con ejercicios prácticos en el lugar o juegos pedagógicos diseñados para los estudiantes. Ellos estarían guiados por el profesor, las galerías se convertirían en un aula y los objetos en un recurso pedagógico.
Como resultado de este curso académico, no solo se difundió el conocimiento sobre la historia de la universidad, sino que su metodología de visitas in situ a los espacios patrimoniales de sus colecciones desencadenó una serie de efectos positivos. Se cree que el enfoque general de combinar conferencias con la posibilidad de “experimentar la historia” dentro de los espacios históricos reales y el contacto directo con objetos históricos y artísticos tienen un efecto importante en el fomento de la percepción de sentido de lugar.
Se considera promueve el sentido de pertenencia al patrimonio universitario, fortaleciendo así la apropiación social fundamental para la protección y sostenibilidad de cualquier objeto patrimonial, incluido el lugar en sí así como sus colecciones. Por lo tanto, esta estrategia permitió a los alumnos y profesores advertir una conexión con el vasto patrimonio cultural que los rodea en su rutina diaria, y que hasta cierto punto yacía escondido.
Entonces, ¿cómo se visibilizó este impacto positivo? La evidencia concreta es el hecho de que los estudiantes estaban muy motivados por seguir aprendiendo; participaron en otras iniciativas, como ayudar a los académicos en las actividades de investigación, comunicación y educación que precedieron a la creación oficial del museo. Guzmán, actual directora del museo, había vislumbrado la creación del museo universitario dentro de sus estudios de Museología en 2010. A partir de ese momento, comenzó a discutir la idea de un museo universitario con los alumnos de sus cursos, aunque aún le tomaría otros cinco años que el proyecto fuese aprobado formalmente por los directivos en 2016.
Esto demuestra cómo los propósitos educativos del museo fueron cruciales para su inicio y para resaltar todo el trabajo que tenía que realizarse de forma previa a su constitución oficial. También es un claro ejemplo de cómo la educación formal puede interconectarse con el campo de los museos. Asimismo, este proceso también demuestra cómo las posibilidades de un enfoque museístico en las actividades educativas pueden estar insertadas dentro del ambiente de la universidad, que es el símbolo por excelencia de la educación formal.
La apertura de una colección al público y la transformación de las experiencias interpretativas
¿Cómo la creación del museo cambió el uso de las colecciones? Probablemente uno de los cambios más evidentes es el tema del acceso, el cual surge de la misión del museo hacia el público. La misión del museo se expresa en su sitio web y aborda los objetivos de gestión, recopilación, conservación, investigación y comunicación del patrimonio cultural tangible e inmaterial de la institución tanto a su comunidad Rosarista como al público en general (Universidad del Rosario 2020)[1].
Esta noción de acceso enfrenta algunos desafíos, considerando que el campus de esta institución privada ha tenido tradicionalmente un acceso restringido. Aunque la universidad sigue siendo privada, debido a la oferta de visitas guiadas, los espacios del museo tienen acceso público, pero en horarios limitados en determinados momentos del día (dos veces al día de lunes a sábado). En el caso de este museo, el acceso público se relaciona con el desarrollo de la estrategia educativa. Por la ubicación de sus colecciones patrimoniales, el papel de los mediadores no sólo atañe a la interpretación del patrimonio, sino que también soluciona la necesidad de orientar al público por los espacios universitarios. Esto se debe al hecho de que el museo está integrado dentro de la universidad. Por lo tanto, diferentes espacios patrimoniales se fusionan con otras instalaciones educativas y la mayoría de los espacios pueden tener más de un propósito.
Una vez realizada la formalización del museo y previo a la inauguración oficial, los primeros intentos de mediación cultural en el museo fueron realizados por Guzmán. Roberts (2004) lo ha descrito como una situación frecuente en la historia de cómo han evolucionado las iniciativas educativas en los museos. En este caso, en las primeras etapas del desarrollo del museo, en ausencia de un área específica responsable de la educación, la tarea de las actividades educativas ha terminado en manos de curadores o directores de museos.
Con el creciente interés por el museo universitario, se hizo evidente que sería necesario contar con mediadores para llevar a cabo los recorridos por el museo, conocidos como “visitas guiadas”. Ha habido una serie de cambios en cuanto a cómo se ha formado este grupo.
Figura 4. Los visitantes acuden a las galerías de pintura, sitios de relevancia patrimonial y exposiciones temporales que componen el plan de mediación del museo de la universidad. Fotografía: D. Ramírez (2020).
Con la creciente demanda de solicitudes internas y externas para participar en actividades del museo, un primer enfoque involucró a los estudiantes que trabajaban en el departamento de promoción de la universidad.
Estos recibían formación por parte de la curadora, que en ese momento era la única persona que cubría todos los aspectos relacionados con el proyecto del museo. Aunque los resultados de la capacitación fueron buenos, hubo complicaciones para implementar las actividades pedagógicas necesarias cuando se requerían porque los intérpretes estarían ocupados con otras prioridades en el departamento de promoción. Entonces, después de experimentar estas dificultades debido a la dependencia de otros departamentos, quedó claro que el museo requería una mayor autonomía para realizar sus actividades educativas. Por ello, hacia 2018 un grupo de doce estudiantes de diferentes carreras de pregrado como Ciencias Políticas, Historia y Sociología, comenzaron a realizar una formación en mediación museística.
El gran impacto de las prácticas de educación informal dentro del contexto universitario se reconoció, lo que sin duda ha sido un gran logro de este programa educativo en mediación museística. Por ejemplo, el papel de los mediadores de revivir y mantener la historia universitaria ha sido evidente, especialmente dadas las circunstancias en las que el curso obligatorio (Cátedra Rosarista) cambió drásticamente su plan de estudios algunos años atrás, llevando a una disminución generalizada del conocimiento sobre la historia de la universidad entre la comunidad estudiantil en general. Sin embargo, los estudiantes involucrados en el museo como mediadores en efecto han podido acumular un importante bagaje de conocimientos. Este aprendizaje está relacionado con las colecciones y la historia de la universidad, pero lo más importante es que muestra las conexiones con el amplio contexto de la historia de Colombia en varios niveles: local, nacional y regional.
Ahora, este grupo de mediadores ha reforzado sus habilidades y conocimientos, fortaleciendo la práctica de la mediación. El museo ha recibido cada vez más solicitudes para realizar actividades educativas a diferentes colectivos relacionados con la comunidad universitaria: estudiantes, profesores e invitados de otras universidades, que han participado en las visitas guiadas. La audiencia del museo también ha incluido visitantes externos. En 2019, el número de visitantes que participaron en visitas guiadas fue de 1.201 visitantes, un 11% más que el año anterior. Teniendo en cuenta los períodos de apertura (6 días a la semana durante el semestre académico), esto equivaldría a aproximadamente 5 visitantes por día.
Figura 6. Grupo de mediadores del Museo de la Universidad del Rosario. Fecha: Enero de 2020. Fotografía: I. Frederick (2020).
Un ejemplo del apoyo que el museo ha brindado a otros servicios y eventos de la universidad son las actividades educativas que se brindan a los estudiantes entrantes. Estas actividades duran un día e involucran entre 800 y 1200 estudiantes cada semestre. A lo largo de esta orientación, en lugar de visitar las colecciones con la guía de un solo mediador por grupo, hay un enfoque diferente. Durante cada sesión de 90 minutos, doce grupos de cerca de 20 estudiantes se forman para visitar 12 estaciones donde los mediadores están preparados para discutir de forma breve un tema específico de acuerdo a su ubicación y al objeto museal a ser interpretado. Mientras el grupo se mueve de una estación a otra, el mediador permanece en su sitio designado.
Es interesante resaltar que en esta experiencia varios mediadores han preparado recreaciones de personajes relevantes que se relacionan con un tema histórico particular. Aunque no se proporciona un entrenamiento en actuación dentro del proceso de formación, algunos de los mediadores han demostrado un talento excepcional para representar a estas figuras, demostrando hasta cierto punto un sentido de familiarización o identificación con ciertos personajes. Estas actividades han sido bien recibidas por los estudiantes visitantes y se han recopilado comentarios positivos de estas experiencias en particular.
Figura 7. Representación del personaje histórico Luis A. Robles por el estudiante universitario Juan José Castro, participante en las actividades de interpretación del museo. Fotografía: I. Frederick (2020).
Además, los mediadores desempeñan un papel activo en la expansión de los contenidos curatoriales que se proporcionan como guía en el material educativo. Por lo tanto, existe una oportunidad estimulante para desarrollar más temas y abordar nuevos aspectos. Estas nuevas facetas pueden apuntar a lograr una mayor inclusión, por ejemplo, en el caso de ciertas poblaciones que tradicionalmente han sido excluidas de las colecciones y por tanto podrían haber sido pasadas por alto en los procesos de mediación. En el caso de la Universidad del Rosario, cuya historia comenzó en 1653, las mujeres, los afrocolombianos y los pueblos indígenas han sido excluidos durante un largo período de tiempo. Por ello, es relevante ver este caso en particular de performance o representación en la mediación.
Para este ejemplo, este programa de educación del museo para estudiantes entrantes se llevó a cabo en enero de 2020 en la semana de orientación estudiantil. Uno de los mediadores (figura 7) expresó su deseo de recrear el personaje de un prominente afrocolombiano, Luis Antonio Robles Suárez (1849-1899), también conocido como “El Negro Robles”. Egresado en derecho de la Universidad del Rosario, Robes es conocido como el primer afrocolombiano en desempeñarse como abogado en Colombia. Esta propuesta fue apoyada por sus compañeros, estudiantes que forman el grupo de mediación del museo.
Esta iniciativa muestra cómo el/la mediador/a puede sentir afinidad hacia una determinada figura histórica. Este sentimiento puede desencadenar un efecto poderoso en la mediación y posiblemente crear un impacto mayor también en los espectadores. Es de notar las características en común entre ambos, ya que tanto el personaje histórico como el mediador provienen de la región de la Costa Caribe de Colombia y su campo de estudio es el derecho en la Universidad de Rosario. Además, el ejercicio descrito implica cierta cantidad de investigación y corrobora que la educación museística fomenta un tipo de educación informal cuya importancia no debe ser ignorada.
La ubicación de las galerías se distribuida de forma dispersa a lo largo del campus, haciendo difícil el acceso a estos espacios. Por lo tanto, el papel del mediador es fundamental. También está relacionado con cuestiones prácticas como proporcionar un nivel básico de seguridad, ya que no hay guardias para todos los sitios.
Adicionalmente, existe la necesidad de brindar asistencia en la circulación por los espacios del museo dentro del claustro, ya que esto requiere la navegación por el campus. Por ejemplo, algunas de las salas visitadas son las galerías de retratos ubicadas dentro de la oficina del rector, que alberga 45 obras (ver figura 8), o salas que se utilizan para ceremonias y eventos especiales dentro de la universidad, como es el caso del Aula Máxima, que alberga más de treinta retratos (ver figura 9).
Figura 8. Entrar en la oficina del rector es volver al pasado. Contiene un total de 45 obras que incluyen retratos de importantes figuras del movimiento independentista colombiano en el siglo XIX, las cuales componen las colecciones del museo. Fotografía: D. Ramírez (2020).
Figura 9. La sala conocida como “Aula Máxima” muestra una impresionante galería de retratos civiles que constituyen una colección única de obras de arte colombianas en este género específico, que data desde mediados del siglo XVII. Fotografía: I. Frederick (2020).
Hoy, como parte del plan de interpretación de las colecciones, el museo ha ampliado su programa educativo. Con el apoyo activo de los estudiantes, especialmente en los campos de Humanidades y Ciencias Sociales, el museo ofrece ahora un total de seis visitas educativas independientes. Además de la visita general, hay visitas específicas con un enfoque en determinados períodos o en diferentes temas. Por el momento, los programas disponibles actualmente son:
Panorama general
Queda claro que el desarrollo de las actividades educativas en el Museo de la Universidad del Rosario está interrelacionado con la creación del museo en sí.
Los procesos de mediación en el museo han pasado por diferentes etapas, que se han transformado gracias a un proceso de prueba y error. No obstante, existe un número considerable de ventajas a resaltar. El proceso de formación de estudiantes que luego forman a otros estudiantes y trabajan en equipo ha demostrado fomentar el aprendizaje entre pares, lo que promueve la sostenibilidad y la transferencia de conocimientos y habilidades necesarias para las prácticas de mediación. Además, existen una serie de habilidades blandas y habilidades comunicativas (orales y gestuales) que se refuerzan con la práctica de la interpretación y que ciertamente contribuyen al desarrollo académico y profesional general de los estudiantes que participan como mediadores.
Más aún, este proyecto educativo ha comenzado a involucrar también a egresados. Incluso ha despertado el interés entre los empleados de la universidad, que han comenzado a participar en sesiones de formación coordinadas por el museo. En definitiva, las visitas didácticas promueven la integración de la comunidad universitaria en su conjunto, lo que es vital para asegurar la valoración de este patrimonio cultural. Esto es crucial para su conservación en el futuro y para la sostenibilidad de este proyecto.
Con respecto a otros resultados de la participación de los estudiantes como mediadores en el museo universitario, es importante observar que, en general, la mayoría de los visitantes externos han mencionado que disfrutan especialmente el hecho de que el recorrido sea realizado por los mismos estudiantes. Además, la dinámica que se da en la transmisión de información entre mediadores también resulta interesante. Debido a que una parte importante de la formación en mediación tiene que ver con observar y escuchar a los demás, los estudiantes han incorporado historias que pueden no haber sido tratadas en el material educativo oficial. Sin embargo, estas historias se relacionan con la tradición oral y en conjunto forman parte del patrimonio vivo de la comunidad universitaria.
De modo interesante, también se puede mencionar que hay una serie de líderes entre este grupo que no solo han participado en la creación de contenido didáctico para el museo a través de la investigación, redacción y edición, sino que también muestran un compromiso continuo por difundir la historia de la Universidad. Adicionalmente son participantes activos en otras iniciativas que promueven el patrimonio. Tales iniciativas incluyen grupos de investigación y programas de radio gestionados por la Unidad de Patrimonio Cultural e Histórico. Este departamento dentro de la universidad es responsable de la conservación y difusión de su memoria, y esto abarca tanto al Museo como al Archivo Histórico.
En conclusión, al observar el desarrollo del Museo de la Universidad del Rosario, queda claro que tanto la educación formal como la informal se relacionan con el trabajo del museo y deben ser explotadas para enriquecer la misión de la institución. Definitivamente no puede haber forma de abordar la educación museística sin la participación de la comunidad universitaria, en especial de los estudiantes. Ellos han sido un elemento central del desarrollo de las actividades educativas del Museo de la Universidad del Rosario, y esto ha traído excelentes resultados y muestras de compromiso, interés de la comunidad universitaria, miembros de otras universidades y el público en general. En cuanto a los desafíos futuros, buscamos encontrar formas de involucrar a los egresados de forma continua, además de poner un mayor énfasis en involucrar a los profesores y a todo el personal que trabaja en la Universidad. Sin embargo, las dinámicas de cambio en la institución educativa es algo con lo que se tiene que trabajar continuamente, ya que la rotación de estudiantes es parte de la naturaleza de la Universidad y, por tanto, parte del museo. En una nota positiva, el museo ve esto como una oportunidad para extender la invitación a experimentar “un museo para todos” y para fomentar un sentido de pertenencia, así contribuyendo a la misión del museo a largo plazo.
Agradecimientos
Especialmente quiero agradecerles a Margarita Guzmán y a Luis Enrique Nieto (q.e.p.d.) de la Universidad del Rosario por su apoyo. También me gustaría expresar mi más profundo aprecio y gratitud a todos los estudiantes y voluntarios que han sido parte esencial para el desarrollo del museo.
Referencias
Paláu Rivas-Sacconi, F., and Restrepo Zapata, J. (2018). Rupturas y transformaciones arquitectónicas: Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario de Bogotá, siglo XX.
Roberts, L. (2004). Changing Practices of Interpretation. In G. Anderson (ed.) Reinventing the Museum. Historical and Contemporary Perspectives on the Paradigm Shift. (pp. 212-232). Oxford: AltaMira Press.
Universidad del Rosario. (2020, January 30). Museo de la Universidad del Rosario. Recuperado de: https://www.urosario.edu.co/Museo/El-Museo/
[1] Misión del museo: “El Museo de la Universidad del Rosario es un proyecto cultural dinámico para coordinar, gestionar, adquirir, conservar, investigar y difundir con fines de estudio, educación y esparcimiento, el patrimonio cultural material e inmaterial institucional permitiendo, tanto a la comunidad rosarista como al público general, conocer, valorar y reflexionar sobre los procesos históricos, artísticos, científicos y simbólicos, mediante estrategias museológicas y museográficas en salas de exposiciones y en ámbitos virtuales y digitales” (Universidad del Rosario 2020).
Este artículo es una traducción al español del artículo publicado originalmente por ICOM CECA en: ICOM Education 29 (2020). Museum education I Médiation culturelle – éducation muséale I Educación museal – mediación cultura editado por Stéphanie Wintzerith.