Según el cristal con que se mire
Jairo Hernán Ortega Ortega
Jairo Hernán Ortega Ortega
Fray Cristóbal de Torres fundó el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario en 1653. La cátedra de Medicina se estableció en 1753. Don José Celestino Mutis, anduvo por el Claustro hacia los 1800.
Los estudios médicos, por motivos diversos, no prosperaron y se clausuraron en 1865. Pasaron cien años. En 1965 se reestablece la Facultad de Medicina y su primer decano fue el Dr. Guillermo Fergusson.
Lo anterior en alianza con la Sociedad de Cirugía de Bogotá y su Hospital de San José. Contrato “matrimonial” firmado por monseñor José Vicente Castro Silva, como rector del Colegio Mayor y representante legal del claustro, debidamente autorizado por la Consiliatura del Colegio, y por el doctor Eduardo Cubides Pardo, como presidente de la Sociedad de Cirugía de Bogotá, previamente autorizado por la Asamblea General. El objetivo primordial era formar médicos generales para atender las necesidades de salud de la población colombiana, sin desconocer los avances médicos de todas partes del mundo. El Rosario se encargaría de la parte académica y la Sociedad del soporte científico y técnico, para “contribuir al perfeccionamiento de la medicina y la cirugía en Colombia”.
En 1997, nuestros “padres”, la Universidad del Rosario como madre y la Sociedad de Cirugía de Bogotá como padre, deciden “divorciarse”. Abandonamos los pabellones del Hospital de San José. Se atomizaron las rotaciones de estudiantes de pre y pos grado hacia diversos hospitales y clínicas. Fuimos bien recibidos y hoy agradecemos a esas instituciones, unas fueron temporales, otras aún perduran. Era manifiesta la necesidad de contar con un Hospital Universitario propio, donde se volviera a cimentar la Escuela Médica Rosarista.
Rectores, decanos, y profesores participaron en su búsqueda. Entre ellos, con notable gestión en la decanatura, el Dr, Leonardo Palacios Sánchez y, algo fundamental, la notoria visión del Dr. Rafael Enrique Riveros Dueñas, el Cirujano Mayor, para hacer realidad lo que hoy es nuestro nuevo hogar: el Hospital Universitario Mayor Méderi, con su filial el Hospital Universitario Barrios Unidos. Todo ello resultado de una santísima trinidad: El Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, la Caja de Compensación Familiar COMPENSAR y la Orden Hospitalaria San Juan de Dios, quienes constituyeron la Corporación Hospitalaria Juan Ciudad. Ha sido presidente de la Corporación, desde su creación, el Dr. Orlando Jaramillo Jaramillo.
Como médico egresado de la Universidad del Rosario, con formación de Especialista en Cirugía General de la misma, y profesor de pre y posgrado en esta Alma Mater, viví todos los avatares y avenires del proceso que nos llevó a establecernos en esa nueva casa llamada MÉDERI. Méderi es la historia de un sueño hecho realidad, tal y como reza en la portada del libro “De la Oruga a la Mariposa”, una bella edición de lujo, conmemorativa, que me obsequió el Dr. Carlos Fernando Sefair Cristancho, actual Director Médico.
Nuestro Hospital Universitario Mayor ocupa la antigua planta física, hoy remozada, de lo que otrora fue la Clínica San Pedro Claver, inaugurada el 14 de julio de 1962. El 26 de junio de 2003, el gobierno de turno, por decreto, escinde el Instituto de Seguros Sociales y crea las Empresas Sociales del Estado (ESE). El 24 de noviembre de 2007 el Ministerio de Protección Social pone a la venta las clínicas que conformaban la ESE Luis Carlos Galán Sarmiento (LCGS). El 9 de enero de 2008 se constituyó una Unión Temporal conformada por quienes constituían lo que arriba nominé como la santísima trinidad. El 17 de marzo de 2008 se crea la Corporación Hospitalaria Juan Ciudad con el objetivo de comprar le ESE LCGS. Entre el 21 de abril y el 21 de julio de ese año se cancela a la liquidadora de la ESE LCGS la suma pactada, adquiriendo los inmuebles, muebles y equipos biomédicos de las Clínicas San Pedro Claver, Misael Pastrana Borrero y la Unidad de Atención Ambulatoria La Alquería. El 1° de mayo de 2008 se iniciaron actividades con 800 pacientes hospitalizados. Desde entonces, hasta la fecha, mucha historia ha corrido por sus pasillos. Ha sido una historia del triunfo de los sueños sobre la realidad. A quienes quieran ahondar más en esta maravillosa ilusión real los invito a degustar el espléndido libro ya mencionado.
Los latinos usaban el verbo mederi con el significado de cuidar, tratar una enfermedad o un mal. La palabra provenía del griego medomai, del mismo significado y ésta, a su vez, de la raíz indoeuropea med- ‘tomar medidas’. Mederi hominis (curar o medicar a una persona), decía Cicerón; mederi contra ictus serpentium (curar la mordedura de una víbora), expresaba Plinio. Los autores latinos también emplearon mederi en sentido figurado: mederi cupiditatis era para el poeta Terencio ‘curar las pasiones’, mientras que Julio César utilizó mederi iniopiæ rei frumentariæ con la denotación de ‘remediar la escasez de trigo’. Médico, en latín medicus, se formó a partir de mederi, igual que ars medica ‘el arte de curar’.
Sin embargo, 10 años de historia permiten dar paso a consejas, gracejos, mitos y leyendas. Méderi no está exenta de ellas. Es vox populi, aunque a sotto voce, y posiblemente fruto del imaginario colectivo, que en muchas ocasiones, al preguntarse qué significaba MÉDERI, se contestaba: Médicos De Ri…
El vocablo MÉDERI se escogió, acertadamente, como estrategia comercial y publicitaria, a este se le suma el eslogan “Hospitalidad y Ciencia”. Sus logros han sido maravillosos para la salud de los colombianos y para la formación del talento médico y paramédico. Son muchas las personas que han participado en el vertiginoso y positivo desarrollo de Méderi, más que nombrarlas, enumerarlas es casi que imposible; para todas ellas mi reconocimiento y admiración en estos duros pero luminosos 10 años de existencia y éxitos. Han sido 10 años bien trabajados, 10 años bien vividos.
Méderi no es “sólo medicina”, es humanidad y humanismo. Tiene y aplica proyectos y actividades que involucran de manera muy especial a todo su Talento Humano. Dentro de ellos, y para celebrar los 10 años cumplidos, se hizo una convocatoria sobre fotografía, para crear el Álbum digital 10 años Méderi, la cual como casi única condición exigía que se plasmara la vivencia, en Méderi, de cada funcionario que quisiera participar. Motivado y recordando unas fotografías que había venido tomando, decidí concursar.
Lo hice con una secuencia de fotografías que deberían exhibirse como conjunto, como en mosaico. Al explicar la obra especifiqué: MÉDERI inició como un crisol donde se mezclaban miles de ideas y se fundían múltiples sentimientos y experiencias. Siempre me impactaron los bloques de vidrio transparente (isolux) de las paredes de las escaleras principales, porque cuando empezamos nuestra labor estaban rotos, sucios, descompuestos; por allí se colaba el frío y la tristeza. Poco a poco, granito a granito, estos bloques de vidrio se fueron cambiando, arreglando, remodelando. Pasar por esas escaleras, día a día, era sentir el cambio. Una vez los ladrillos transparentes quedaron reparados, surgió en mí la necesidad de fotografiarlos. Ya no se sentía frío y al paso de los rayos solares formaban mosaicos multicolores con el panorama de lo que aportaban, del otro lado, los paisajes vecinos, creando fantásticos efectos de caleidoscopio. Ahora eran reflejo de alegría. Una alegría que se ha transformado, a través de 10 años, en un maravilloso proyecto de vida.
Esas fotografías son las que ilustran este artículo. Los invito a subir por las escaleras de MÉDERI para que hagan parte de su historia y se sientan como el Ave Fénix.