Narrativa de corridos ‘paracos’, la historia cantada del conflicto
Por:Ximena Castro Gil
Foto:123RF
Cultura y sociedad
Por:Ximena Castro Gil
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Tendemos a pensar el conflicto armado en términos de balas y personas en uniformes militares, pero los discursos de este también son evidentes en la cultura popular como la música, que tiene una gran influencia en la transmisión de ideologías”, explicó Eduar Barbosa Caro, profesor del Programa de Periodismo y Opinión Pública de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario. En conjunto con Johanna Ramírez Suavita, Magíster en Comunicación, Desarrollo y Cambio social de la Universidad Santo Tomás, realizaron un análisis sobre los corridos ‘paracos’ como herramienta para la construcción de ideologías.
Cuando se habla de corridos, el primer referente son los narcocorridos en los que la banda hace alusión a personajes y hazañas de narcotraficantes; sin embargo, están también los corridos "paracos", que guardan cierta similitud, pero hacen referencia a personas y hechos al margen de la ley que históricamente han representado un problema para el país y que tienen una ideología política muy fuerte de ultra extrema derecha violenta.
Estas producciones musicales conforman un subgénero de música popular conocido como corridos prohibidos, en el que también figuran los corridos guerrilleros.
Los tres tienen similitudes en su interpretación, como por ejemplo los instrumentos que utilizan, los ritmos y la forma de cantar, además de que, en su gran mayoría, hacen apología al delito, la violencia y el terrorismo, pues casi todas sus letras enaltecen a los protagonistas y su accionar al margen de la ley.
Sin embargo, “al hacer el análisis de las letras, el contenido de los ‘paracos’ es diferente encuanto a que es muy localizado por las personas a las que hace referencia y los públicos alos que se dirige”, explicó Barbosa, editor adjunto de la revista Disertaciones.
Historias que solo se cuentan en caciones
De acuerdo con el estudio, los ideales de uno de los grupos más sangrientos que han impactado al país siguen siendo vistos como válidos en una parte importante de la población, independientemente de su posición socioeconómica, religión o ubicación geográfica. De ahí que, mientras haya personas que piensen que las ideologías y procederes de los paramilitares son una alternativa del orden social, habrá representaciones de ese submundo y seguidores de estos corridos que serán vistos como una forma de entender el conflicto y un recurso para afianzar y validar la actividad al margen de la ley.
Una de las particularidades que llamaron la atención de los investigadores fue la exposición de estos formatos musicales (canciones y vídeos) en las plataformas digitales como YouTube. Si bien son prohibidas en medios de entretenimiento oficiales, basta con digitar ‘corridos paracos’ en la web para que se despliegue un gran número de producciones que, dentro de sus características, tienen cierta libertad narrativa.
“En una nación polarizada y que necesita reconciliación, estas producciones musicales no hacen nada para ayudar a tales objetivos”, afirma Eduar Barbosa Caro, profesor del Programa de Periodismo y Opinión Pública de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario.
El profesor Barbosa explicó que, como parte del acervo cultural, esto ha permeado mucho nuestra cultura, pues se asume que, quienes los escuchan, lo hacen por que les gusta. Estas canciones impulsan una agenda, una ideología política y armada que no solo son para quienes no los conocen y al escucharlas les llama la atención, sino para los que tienen una estructura de pensamiento bien definida. En ellos se refuerzan o generan otros vínculos; al final, se convierten en un espacio de eco donde convergen los que piensan y sienten igual. Las canciones no solo son un instrumento de expansión de la ideología, sino un refuerzo de quienes ya la tienen.
Desde el análisis discursivo de los corridos ´paracos´ que realizaron Barbosa y Ramírez, el paramilitar se presenta a sí mismo como una persona dispuesta a ir a la guerra para salvar al país. “Muy probablemente esa idea es la que subyace en el nicho al que van dirigidas estas producciones musicales”, indican. Por su parte, según la investigación, las mujeres aparecen en el discurso solo como un objeto o recompensa para el que es lo suficientemente fuerte y valiente como para construir un nombre entre estos grupos. El estilo de vida propuesto, que incluye automóviles, alcohol, armas y actividades que permanecen en la impunidad, refleja una estética paramilitar frente a la debilidad, pasividad y falta de coraje de quienes los enfrentan.
En términos del discurso, una posible diferencia entre el mensaje de los corridos paramilitares y la música producida por la guerrilla es que la de esta última podría evidenciar ciertas afinidades diferentes La crudeza con que se narran las historias hace que esta tendencia musical verse en dos extremos. Uno, la gran popularidad que tiene en ciertos públicos; dos, el rechazo y repudio de otro gran sector social, pues siendo reiterativos en la categorización de ‘apología del delito’, por medio de sus letras, que hablan de lo que pocos se atreven a contar, este tipo de canciones se convierte en un recurso de narración alternativo al discurso oficial.
Además, a aquellos que por su etnia o raza, orientación sexual, nacionalidad, lenguaje, orientación religiosa o situación jurídica han sido tradicionalmente discriminados. También pertenecen a este grupo las mujeres, madres cabeza de familia y en estado de embarazo.
hacia los campesinos y la mujer guerrillera, a la que le dan un papel protagónico y le reconocen un rol relevante en la organización, aunque los corridos guerrilleros también exaltan al mismo guerrillero y la violencia.
Los paramilitares se describen como hombres creyentes, argumentando que un ser supremo los protege (“En los combates más difíciles/ siempre mi Dios me está protegiendo/ aquí en la jungla/, punta hermosa y en el trincho”). Son sujetos que aceptan que huyen de la ley, que caminan impunemente (“Soy consciente que me busca la ley/ y por ser paraco me toca estar huyendo”), pero al mismo tiempo confían en las Fuerzas Militares para luchar contra la guerrilla y llaman traidores a los militares que se les oponen.
En Colombia hay regiones geográficas que tienen ciertas afinidades con los paramilitares, particularmente donde han tenido presencia.
Es fácil identificar qué zonas del territorio nacional son dominadas por cada uno de los grupos ilegales.
Las canciones marcan una territorialidad y no dejan que el guerrillero entre en ese territorio. Coartan a la población que se identifica con ellas, así la música se convierte en un instrumento de resistencia frente a otras ideologías, es decir, que dependiendo de la música que se escuche en la región, se evidencia la afinidad de la población hacia uno u otro grupo.
Igual que en las producciones de la guerrilla, los intérpretes son músicos que hacen parte de la organización, pero también hay bandas de corridos que simplemente cuentan esas historias, como pasa con los narcocorridos.
Estas piezas musicales son la radiografía de una ideología cultural y, aunque las estructuras políticas de los paramilitares han cambiado, los mensajes y el arraigo siguen siendo los mismos. Al respecto, los investigadores argumentaron que es posible que los discursos no hayan variado mucho: “Uno puede haberlos escuchado hace 15 años u hoy, y es prácticamente igual. Se configura toda una estética del paramilitar, de su estilo de vida, de qué ha hecho, da cuenta de todas las mujeres que tiene y que es el más aguerrido”, afirman.
El modelo de estudio analizó variables como actores, acciones, tipos de armas, palabras más usadas y frecuencia, lo cual les permitió encontrar que más del 90% de las acciones mencionadas son de guerra y el 1,2% son acciones de paz. Lo anterior tiene un mensaje contradictorio pues, en palabras del investigador, se presentan como salvadores, pero realizan acciones belicosas, sangrientas y violentas. “El mensaje es: ‘Voy a acabar la guerra, pero porque voy a matar a todos’; de ahí la importancia del contexto. Eso nos permitió concluir que, según el discurso, vemos cómo iluminan la vida de un grupo mientras vilipendian la de sus oponentes”.
“En una nación polarizada y que necesita reconciliación, estas producciones musicales no hacen nada para ayudar a tales objetivos”, enfatiza Barbosa, pues los discursos mesiánicos y de violencia no han desaparecido, las producciones musicales siguen a la orden del día.