Escuelas contratadas, un modelo para evaluar y mejorar
Por:Inés Elvira Ospina Echandía
Foto:Alberto Sierra
Cultura y sociedad
Por:Inés Elvira Ospina Echandía
Foto:Alberto Sierra
En Colombia se tiene la idea de que la educación privada es mejor que la pública. La inquietud por saber si esto es verdad y la falta de información para resolverla llevaron a Nathalia Urbano, profesora de la Universidad del Rosario en Colombia, y Claudia Milena Díaz, docente de la Universidad de Toronto en Canadá, a investigar de manera cuantitativa y cualitativa a las escuelas contratadas, uno de los modelos educativos de Alianza Público Privada (APP) que existen en el país.
Su análisis mostró que la premisa no es cierta para este modelo en particular.
“Entre nuestras motivaciones estaba revisar, en términos de rendimiento y de resultados, el comportamiento de estas escuelas. Queríamos saber qué tan acertada era la idea de que el sector privado funciona mucho mejor que el público y que tiene mayor calidad y obtiene mejores resultados. Además, queríamos saber qué factores estaban incidiendo en su funcionamiento y operación”, explica Urbano, docente de la Escuela de Ciencias Humanas.
Las escuelas contratadas son escuelas privadas en las que el Estado subsidia a algunos estudiantes que no puede atender por falta de capacidad en el sistema público. Estas conservan toda la autoridad sobre sus procesos y decisiones, y proveen la infraestructura y el equipamiento que requiere el funcionamiento y la realización de todas las actividades de la vida escolar.
El modelo es un viejo conocido del sistema educativo en Colombia, pues existe desde el siglo xix cuando el Estado empezó a pagar a la Iglesia Católica por la formación de jóvenes estudiantes. Sin embargo, el nombre de escuelas contratadas se dio a partir de la década de los noventa, al momento de ser reguladas por la llamada Ley de Financiamiento Educativo, bajo la cual se define que este tipo de escuelas solo se puede contratar con privados en los lugares donde exista insuficiencia del sector público.
“No hay estudios que informen sobre cómo van estas escuelas, cuál es su rendimiento ni sus resultados, y tienen un porcentaje de matrícula mucho más alto que las concesionadas”, afirma Díaz. La investigadora recuerda que en el momento en el que se planteaban la investigación que se titula Efectos y Operación de las Escuelas Contratadas en Colombia, el Instituto Colombiano para la Evaluación de la Educación (ICFES) publicó su convocatoria anual para financiar proyectos de grupos de investigación de universidades que vinculen el análisis de sus bases de datos. “Postulamos y resultamos ganadoras”, cuenta.
Así fue como las dos docentes, con el apoyo de la asistente de investigación, María Nataly Ortegón, empezaron a trabajar para identificar el efecto de las escuelas contratadas en las pruebas Saber 11 de los estudiantes que reciben subsidio estatal. Para ese análisis se utilizaron dos fuentes: el Saber 11 en los años 2014 y 2015, administrado por el Icfes, y el C600, administrado por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), en los mismos años.
En 2014, Cali era la capital con un mayor porcentaje de matrícula en escuelas contratadas con un 36 por ciento del total de la matrícula financiada con fondos públicos. Bogotá tenía uno de los porcentajes más bajos, con un 10 por ciento.
Estudiantes y escuelas con características propias
Con base en la información primaria combinada de las pruebas Saber 11 2014 y 2015 y el C600 para los mismos años, la investigación encontró que las escuelas contratadas reciben estudiantes subsidiados con dineros públicos que en promedio parecen presentar una mayor vulnerabilidad, indicada por una mayor proporción de estudiantes en la zona rural, con un nivel educativo de los padres más bajo, con una edad ligeramente mayor, con más bajos ingresos familiares mensuales autodeclarados y con mayor tendencia a trabajar.
También halló que las escuelas contratadas tienden más a ser escuelas de jornada completa, contrario a lo que ocurre con las escuelas públicas, lo que puede indicar una mayor exposición al aprendizaje. No obstante, las escuelas públicas tienen una menor ratio de estudiantes por docente y profesores con mayor nivel educativo, factores que en teoría favorecen el aprendizaje de los estudiantes.
“A partir de esos resultados diseñamos un abordaje cualitativo para profundizar en lo que habíamos encontrado y tomamos la decisión de estudiar dos entidades territoriales que cumplieran con algunas similitudes. Entonces se seleccionaron en cada ciudad tres escuelas con un rendimiento bajo, promedio y superior”, explica Urbano.
“A partir de esos resultados diseñamos un abordaje cualitativo para profundizar en lo que habíamos encontrado y tomamos la decisión de estudiar dos entidades territoriales que cumplieran con algunas similitudes. Entonces se seleccionaron en cada ciudad tres escuelas con un rendimiento bajo, promedio y superior”, explica Urbano.
Las ciudades escogidas fueron Cali y Bogotá, que tienen niveles comparables de autonomía sobre sus sistemas educativos y presentan niveles de cobertura educativa parecidos y crecientes para la población de 5 a 17 años.
Pese a estas similitudes, para el año 2014, Cali era la capital con un mayor porcentaje de matrícula en escuelas contratadas, el 36 por ciento del total de la matrícula financiada con fondos públicos, mientras que Bogotá tenía uno de los porcentajes más bajos entre las capitales, apenas el 10 por ciento.
El siguiente paso fue diseñar instrumentos de recolección de información. Se decidieron por grupos focales, entrevistas y encuestas que se trabajaron con formuladores de política, tomadores de decisión, funcionarios de las Secretarías de Educación y del Ministerio de Educación Nacional, padres de familia, estudiantes, docentes y directivos de las escuelas.
Hallazgos sorprendentes y no tan sorprendentes
Para obtener unos mejores resultados, las investigadoras buscaron métodos que les permitieran mostrar el rendimiento de las escuelas teniendo en cuenta las condiciones socio-económicas de la población. Para ello fue útil la técnica Propensity Score Matching, que permitió emparejar y comparar el desempeño de estudiantes de cada una de las escuelas, una contratada y una pública, lo más parecidos posible en temas como la educación de sus padres, niveles de ingreso, edad, etc.
Tras el cruce de estos datos, el resultado fue inesperado: las escuelas contratadas tenían el mismo rendimiento o incluso uno más bajo que aquellas del sector público. “Es un dato relevante porque en Colombia se asume que la educación privada es mejor e incluso es un factor decisivo para los padres de familia en el momento de ingresar a sus hijos en el sistema educativo”, afirma la docente Díaz.
Además, esas diferencias no se dan por igual en todo el país. De acuerdo con la mayoría de las Secretarías de Educación, las escuelas contratadas tienen peores desempeños que las escuelas públicas, con algunas excepciones.
En las pruebas Saber 11, los impactos estimados muestran que haber asistido a una escuela contratada tiene un efecto negativo en el rendimiento de los estudiantes subsidiados. En las áreas de matemáticas y lectura crítica, los impactos estimados, controlados por variables sociodemográficas y por variables de escuela, muestran que haber asistido a una escuela contratada tiene un efecto negativo en el rendimiento de los estudiantes subsidiados.
En el tema de docentes también les llamó la atención a las investigadoras que los profesores en las escuelas contratadas tienden a tener menores niveles de formación. Aunque para Díaz eso era previsible, porque sus condiciones laborales son más precarias que las de los docentes en el sector público, quienes tienen niveles salariales más altos y más incentivos para obtener una mayor formación a cambio de incrementar sus ingresos. Además de una contratación indefinida y otros beneficios adicionales.
En el funcionamiento también obtuvieron datos interesantes. “Encontramos que existen muchas escuelas cuyo funcionamiento depende de estos recursos públicos porque no tienen un músculo financiero que les permita otra cosa. Generalmente están en zonas más vulnerables, tienen problemas de equipamiento, de infraestructura y mayores dificultades de retener a los mejores docentes”, asegura la docente de la Universidad del Rosario.
En contraposición a lo anterior, el estudio también muestra un grupo de escuelas contratadas que no depende de los recursos públicos y que en cambio invierte ese subsidio estatal de los estudiantes en procesos de fortalecimiento de los docentes con capacitaciones en estrategias de innovación y pedagogía, que se refleja también en los resultados de las diferentes pruebas.
El análisis de los resultados deja en las investigadoras varias reflexiones. La primera de ellas es que no se puede decir, al menos no sin mayor investigación, que el modelo es bueno o malo o que se debe eliminar. “Sería fácil decir que, si el modelo obtiene tan malos resultados, debería acabarse, que es lo que está incentivando el Ministerio de Educación Nacional. Pero el tema no es tan simple, ya que hay un problema en la distribución de la oferta. Es decir, muchas escuelas en los territorios no están ubicadas necesariamente donde está la demanda y, por ejemplo, muchas entidades territoriales no pueden pagar por un transporte de dos horas para un estudiante ni tampoco estaría bien hacerlo”, dice Díaz.
Y es que la variabilidad de circunstancias en el territorio nacional lleva a otra consideración que no es menor: si se les quita el subsidio de los estudiantes a las escuelas con bajo rendimiento, que generalmente son las que menos recursos tienen, no tendrán cómo continuar su labor con los demás estudiantes.
“De ahí la importancia de hacer más investigaciones sobre los resultados de las APP, que permitan comparar en términos de rendimiento, funcionamiento y operación todos los modelos de educación, tanto de las escuelas contratadas como en concesión. Además, se vuelve importante estudiar cómo varían de una ciudad a otra. Nosotras dimos con unos resultados que abren nuevas preguntas de investigación, a partir de cosas muy concretas, pero se necesitan más insumos para hacer recomendaciones de política educativa de estos modelos y de cómo fortalecerlos para que contribuyan de manera importante al fortalecimiento de la calidad de la educación del país”, concluye la docente de la Escuela de Ciencias Humanas.