Lino Pombo y las Matemáticas
Cartagenero de nacimiento (1797), Lino Pombo llegó muy joven a Santafé, donde continuó sus estudios en el Colegio del Rosario. Por ser de "tierna edad", la beca debió vestirla su padre (1806). Dato curioso: entre los testigos de su Información figuran Camilo Torres y Manuel González Llorente. Sin salir de la "tierna edad", pronunciaba discursos de conclusiones públicas: el que hoy presentamos, sobre historia de las Matemáticas; otro dedicado al marqués de Selva Negra, con ocasión de la Independencia de Quito. A Caldas le oyó los rudimentos de dicha ciencia, pero lo siguió asimismo en estudios tan particulares como la Artillería y la Fortificación. Uno y otro tuvieron que poner en práctica este conocimiento. Haciendo el paréntesis de su importante vida política, diremos que Pombo volvió a la cátedra, en el Colegio donde se estrenó de orador.
Catedráticos del Rosario en 1859: con o sin "de",
don Lino y Manuel, en las cuentas del Colegio.
Discurso pronunciado por el Colegial Lino Pombo en la Capilla del Colegio del Rosario dedicando unas conclusiones de Aritmetica y Geometria a santo Tomas (Vitrina 1, Carpeta 5 folios 1-10).
Transcripción: Marcela Camargo Mesa,
Asistente de investigación, AHUR.
Folio 1
Discurso pronunciado por el Colegial Lino Pombo
en la Capilla del Colegio del Rosario dedicando
unas conclusiones de Aritmetica y Geometria
à santo Tomas
[rúbrica- tachadura]
Señores
Las materias que hoy proponemos
como objeto de este acto literario, son de las mas
interesantes al genero humano. El calculo nu-
merico y las lineas, la Aritmetica y la Geo-
metria, siempre han sido miradas como ba-
se de todos los conocimientos à que puede aspirar
el hombre en sociedad. El calculo mide to-
das nuestras relaciones con los seres que nos ro-
dean, y la Geometria auxîliada[1] del calcu-
lo ensancha estas mismas relaciones, y nos
hace señores y dueños de los objetos mas dis-
tantes. Desde el simple labrador hasta aquel
que se halla sobre el trono, desde el mas contem-
plativo solitario hasta el hombre de estado, des-
el rustico hasta Newton; todas las cla-
ses, todas las condiciones todos los estados ne-
cesitan de la artorcha de estas dos ci-
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encias bienhechoras.
El origen del calculo se pierde
en las tinieblas de los siglos mas remotos: èl pa-
rece coetaneo à la exîstencia del hombre sobre la
tierra. Si reflexîonamos que la sociedad no pue-
de exîstir sin el calculo, que todas las naciones le
han usado, que los salbages mas estupidos le han usa-
do tienen su Aritmetica, y lo que es bien singu-
lar, que todos usan el sistema décuplo asi en
el antiguo, como en el nuevo continente, se per-
cibira un origen comun à todos los hombres,
y la Aritmetica, y que su principio comienza
con el mundo.
Si el alimentarse, el vestirse
y alojarse son las primeras necesidades del
hombre, el calculo es su primera ciencia. Ape-
nas valbucea las palabras, cuenta sus dedos,
sus manos, sus hermanos, los objetos mas in-
mediatos, y los mas queridos. Despues lleva el
calculo à sus corderos, à sus vacas, y à todos
los seres que le subministran la subsistencia,
las comodidades, y los placeres. De aqui pasa à
contar las montañas, los rios y quanto rodea
su cabaña.
La duracion de su exîstencia, este
deseo de medir su mansion sobre la tierra, ele-
Alejandro Motta Vargas era dueño de varios libros de la biblioteca antigua. Gobernador de Boyacá
en la administración Concha; no aceptó, en cambio, la rectoría de la Universidad Nacional.
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va sus ideas y da un grado de perfeccion à
su calculo. Las revoluciones del sol, los dias le
sirven de unidad, las acumula y aumenta suce-
sivamente. Este numero crece demasiado, y fa-
tiga la imaginacion: es necesario subdividir-
le. Las estaciones, el verdor, las escarchas,
los colores, las mieses hacen como otros tantos
puntos de apoyo para recomenzar el periodo, y el
año solar establece. La Luna, siempre varia
en sus aspectos, ha presentado à todos los pue-
blos una regla sencilla para medir el ti-
empo: de aqui el año lunar.
A proporcion que la
sociedad ha hecho progresos que las nececida-
des se han multiplicado, [entre líneas: se han multiplicado] tambien los conocimi-
entos. Se pretendió reunir las ventajas de es-
tos dos años: se quiso la simplicidad del so-
lar y las comodidades del lunar. Se preten-
dió hallar las relaciones con las nuevas lunas
y de aqui el calendario, y la cronologia primitiva.
Quando el genero hu-
mano ya no pudo existir reunido sobre las lla-
nuras del Sennaar[2], quando se derramó sobre
la Arabia, sobre la Asia, y sobre la Europa
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quando se formaron las naciones y los imperios, qu-
ando nacieron las Artes y el comercio, entonces se ele-
vo el calculo à un punto de perfeccion inesperado:
los Tirios[3], este pueblo situado en los confines del
Oceano y de la tierra, rodeado de los imperios mas
celebres, y mas civilisados, con el Líbano, y famosos
cedros à la mano, lo llamaban al comercio de
todas las naciones. El llevó los productos de su
agricultura, e industria à muchos puntos del
mundo conocido. En Roma, en Hesperia, en
Sicilia, en Berbería, en Egipto, mas alla de
las columnas de Hercules, en el mismo Ponto, y
generalmente en casi todos los puertos, no se veian
sinó flotas fenicias cargadas de purpura, de
aromas, de vasos, de telas, y conduciendo à Tiro
las producciones de todos los climas, y de todas
las zonas conocidas. Esta nacion comercian-
te perfeccionó la utilisima Aritmetica. Entre
las manos de los Tirios se comenzó à calcular
y se percibieron las relaciones fecundas de los
numeros; y esta, se puede decir, es la època en
que comenzó à formar su cuerpo de ciencia la
Aritmetica: hé aqui un nuevo servicio, que el co-
mercio ha hecho al genero humano. Satisfa-
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ciendo nuestras necesidades, enriqueciendo, civilisan-
do las naciones, el comercio ha dado tambien na-
cimiento à las Artes, à la Aritmetica, à la Geo-
grafía, à la Astronomia, y à tantas otras.
El curso de los astros se ob-
servaba entre los laboriosos Tirios: por tal me-
dio aseguraban su navegacion, las maqui-
nas, las fuerzas se profundisaban, y elevaban
sobre las ondas esos edificios enormes, esas ci-
udades flotantes, que llevaban à todas partes las
riquezas, y el nombre fenicio, respetado y queri-
do de todas las naciones. El llevo los productos
de su agricultura è industria à muchos puntos
del mundo conocido. Los puertos, las radas, los
bancos, los escollos se pintaban sobre tablas, y
estas guiaban al navegante sobre las llanu-
ras uniformes è inmensas de los mares. Asi
nacieron, asi se elevaron, estos preciosos co-
nocimientos, y tuvo principios el calculo, la
Mecanica, la Astronomia, y la Geografía.
El Egipto tan grande
tan sabio, como misterioso dio nacimiento a las
lineas, y à sus propiedades: en una palabra à
la geometria. El Nilo, con un origen inci-
erto en la Numidia, y Abisinia, se elevaba
Fotografía de don Lino. Fuente: Fotografía Patrimonial.
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periodicamente, salia de madre, inundaba los cam-
pos, y deponia un limo bienhechor, origen de la
fecundidad, y de la abundancia: los escritos de las
heredades desaparecian, y fuè necesario, que la Geo-
metria restableciese el orden y la paz. Naci-
da en medio del fango, y de los misterios, fue à pros-
perar baxo el clima feliz de la Grecia; pero
los genios inmortales de Platon, de Euclides
de Arquimedes, de Apolonio elevaron esta cien-
cia à un grado inconcebible de sublimidad
y de perfeccion.
Pero el griego Pitagoras,
este genio elevado, y criador, enseño verdades
fecundas, verdades que la posteridad respeta, y que
han hecho su nombre celebre en todos los siglos.
El quadrado de la hypotenusa, la tabla que
lleva su nombre, las propiedades de los nu-
meros y de las líneas le haran mirar como
el geometra mas ilustre de toda la antigüe-
dad; pero el hombre abusa de todo: los nume-
ros que habian revelado misterios profundos
al genio de Pitagoras, le sirvieron de obje-
to para delirar. Todo era numerico, todo ar-
monico en el universo: las distancias de los
planetas, los arboles, y las plantas, en todos los
seres no veia sinó numeros, y relaciones.
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Entonces tuvieron origen los quadrados ma-
gicos tan inutiles, como misteriosos. Esta es
la supersticion de la Aritmetica.
La espada barbara
de los califas apagó todos los conocimientos. La
Escuela de Alexandria, escuela en que habian
florecido Hiparco, Eratostenes, Ptolomeo; la fa-
mosa Biblioteca, todo pereció baxo del yugo
de Mahoma. Este fanatico afortunado, sem-
brando con la una mano en Egipto, en Asia,
en Europa una religion sanguinaria y
voluptuosa, arrancaba con la otra las cien-
cias y los conocimientos: sabía muy bien que
el error no puede establecerce en el pais
de las luces. El genero humano se habria vu-
elto à sumergir en la ignorancia mas ver-
gonzoza si un pueblo del Asia, cansado de los
horrores de la guerra, de incendios, de carni-
ceria y de crimenes no huviese recogido las
reliquias de las ciencias, que habian escapa-
do del furor del ignorante Omar.
Los Arabes, en otro
tiempo barbaros, ladrones, salvages han teni-
do esta gloria: ellos, como un deposito sa-
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grado conservan los libros, que habian per-
donado las llamas. Ellos traducen, anotan,
ilustran los escritores griegos, ellos arrancan
del centro del Asia los conocimientos dela Yndia
y dela China, y reunen las ciencias del Ori-
ente y del Ocaso; hay mas: ellos las cultivan
y hacen progresos señalados: este puebo [sic] sin-
gular presenta las ciencias à la Europa:
ella enseña à todas las naciones, y es el
unico eslabon, que reune à la respetable
antigüedad con los siglos modernos. Los Ara-
bes son los padres de nuestros conocimientos
y à los Arabes debemos nuestras ciencias.
Asi que calmó el
mar tempestuoso de la irrupcion de los barba-
ros del norte, las ciencias recobraron sus de-
rechos. La Aritmetica arabe, el don mas pre-
cioso, que esta nacion celebre ha hecho à la
Europa y à las ciencias, se cultivo con entusi-
asmo. Las fracciones, el calculo decimal, ó
sexâgecimal, las relaciones, las progresiones
y en fin los logaritmos mudaron la faz
de las ciencias, ensancharon nuestros cono-
cimientos, y nos hicieron superiores à to-
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dos los siglos que nos han precedido pro-
fundo Neper![4] permite que yo que acabo de
poner mis pies sobre los umbrales del templo
de las ciencias te tribute este homenage de
admiracion, y de reconocimiento. Bien co-
nozco, que una voz debil, esta voz que se oye
por la primera vez en este recinto consagra-
do à las ciencias, no es digna de formar tu elo-
gio; pero si de admirarte, de estudiar tus ta-
blas inmortales, y de seguir tus huellas.
Estos son, ciudadanos,
los pasos, que la Aritmetica y la Geometria
han dado en los siglos que nos han precedido.
Este estudio ha hecho el objeto de mis tare-
as en el año escolar que acaba, y estas las
que hoy presento al publico como un testimo-
nio del respeto y amor, que le profeso.
Si yo consultara so-
lamente mis fuerzas, si solo me apoyase so-
bre los conocimientos, que he adquirido, tem-
blaria à la vista de tantos hombres ilus-
trados, que me van à juzgar. Pero poni-
endo mi confianza en el Angel tutelar
delas escuelas, en este modelo de sabiduria
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y de virtud, nada tengo què temer. El
protege las ciencias, su doctrina siempre sa-
na, siempre pura, guia este ilustre cuerpo de
que tengo el honor de ser miembro. Si, san-
to docto, santo sabio, protexe la inocencia de
mis primeros años, ilumina mis tinieblas y
sosten mi debilidad. Yo te tomo por mi protector
y lleno de respeto y humildad, te consagro este
pequeño don, como un testimonio publico del
amor que te profeso, del deseo que tengo de
imitar tu sabiduria y tu virtud.
Dixe
Compuesto por el Doctor Don Francisco Caldas, ca-
tedratico de Matematicas en dicho Colegio.
Año de 1810
El discurso manuscrito del colegial Pombo.
[1] La i tildada significa que la equis anterior tiene dicho valor, no de jota.
[2] “Sennaar” es la forma griega de la palabra hebrea Shinar (שִׁנְעָר Šinʻar; Setenta, Σεννααρ), término con que la Biblia designa la región de Mesopotamia.
[3] Díaz y Valencia leen “sirios”, donde el contexto y la paleografía aconsejan “tirios”. Cfr. Confidencias de un estadista. Epistolario de Lino de Pombo con su hermano Cenón, 1834-1877. Bucaramanga: UIS, 2010.
[4] John Napier de Merchiston (1550–1617), terrateniente y matemático escocés, recordado por el descubrimiento de los logaritmos. Firmaba con el nombre latino Ioannes Neperus.