Los documentos antiguos son un registro de la vida material, a tiempo que dan pistas sobre la vida de las palabras. El Inventario de los bienes del Dr. Masústegui [caja 12 ff.7-23] nos permite entrever el mobiliario de una casa colonial, a fines del siglo XVIII; pero no es menos importante constatar los cambios idiomáticos en la manera de llamar esos objetos cotidianos, entonces y hoy.
En el documento, se emplean tres palabras para referirse a los objetos: “trastes”, “chismes” y “alhajas”. Veámoslas por orden alfabético. Actualmente, “alhaja” es “1: joya (adorno de metales o piedras preciosas). 2. Adorno o mueble precioso. 3. Cosa de mucho valor y estima”
[1]. Actualmente, solemos entender dicha palabra en la primera acepción, es decir, “joya”. En el Inventario, sin embargo, la usan en la segunda acepción: hay “alhajas de madera”, junto con las “alhajas de oro”.
“Chisme” es, según el Diccionario, una palabra de uso coloquial: “1. Noticia verdadera o falsa, o comentario con que generalmente se pretende indisponer a unas personas con otras o se murmura de alguna. 2. Baratija o trasto pequeño”
[2]. De nuevo, el sentido que hoy prevalece es el de la primera acepción; de modo que extraña la frase “Erramienta y demas chismes”, y no precisamente por la falta de la hache. La segunda acepción era conocida por lo menos en el Caribe, como lo atestigua un paseo vallenato de Rafael Escalona
[3], cuando persuade a su amada: “¡Recoge tus chismes y vámonos!”.
“Trastes” son en España los “resaltos de metal o hueso que se colocan a trechos en el mástil de la guitarra”; o bien un vaso para catar el vino. En su tercera acepción, aclara el Diccionario que es lo mismo que “trasto (utensilio casero)”
[4], de uso en Puerto Rico y en plural, y que a su vez define como “cosa inútil, estropeada, vieja o que estorba”.
Así, hemos visto la valoración de los objetos, del chisme a la alhaja, pasando por los trastes.
*Para las transcripciones de parte del Inventario, lea nuestro blog.