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¿Cómo las habilidades para la vida transforman la experiencia universitaria?

Por:Stefany Hernández Arrieta

Foto:Milagro Castro, URosario https://doi.org/10.1 2804/dvcn_10336.42747_num7

‘Habilidades para sentir, vivir y disfrutar ’ es la nueva propuesta de la Decanatura del Medio Universitario de la Universidad del Rosario para que las electivas formativas, conocidas como Humanidades y del Medio (HM), se conviertan en el espacio donde los estudiantes desarrollen cualidades sociales que puedan integrar en su vida profesional.

Enología, o el conocimiento sobre la elaboración de vinos, es una asignatura electiva del área de Humanidades y del Medio (HM) que, junto con otras 48 como manejo del estrés, taekwondo y sexualidad, hacen parte de la oferta actual de la formación académica de la Universidad del Rosario ofrecidas a través de la Decanatura del Medio Universitario (DMU). Estas materias son iguales de importantes que las formativas por carrera, no solo porque implican créditos académicos y calificaciones, sino también porque complementan el perfil profesional y humano del estudiante.

Sin embargo, ¿qué aportes ofrece la enología con, por ejemplo, estudiar medicina? Para esta Decanatura, la respuesta se resume en una frase: desarrollar habilidades sociales para la vida.

“Las electivas HM llevan cerca de unos 25 años en la Universidad del Rosario, y fueron implementadas con el propósito de que los estudiantes consiguieran una formación integral y a la vez para cumplir con los requisitos de las asignaturas electivas dentro del pénsum universitario, que es lo que exige el Ministerio de Educación”, explica Nadia García Sicard, coordinadora académica de la Decanatura.

“La universidad está apostando por lograr una educación integral en el estudiante, desde los valores y la misión rosarista”, agrega.

URemotion.


la Universidad del Rosario se ha esforzado por ir más allá de la transmisión de conocimientos teóricos y prácticos relacionados con las disciplinas académicas, a través del centro especializado en educación emocional, URemotion.

Según el Decreto 2566 de 2003 del Ministerio de Educación, “por el cual se establecen las condiciones mínimas de calidad y demás requisitos para el ofrecimiento y desarrollo de programas académicos de educación superior y se dictan otras disposiciones”, se menciona la importancia de que la institución debe contar con un plan estratégico de bienestar universitario, para el desarrollo individual y colectivo de estudiantes, profesores y personal administrativo.

Por ello, en la búsqueda constante por mejorar la calidad de la educación universitaria, la Universidad del Rosario se ha esforzado por ir más allá de la transmisión de conocimientos teóricos y prácticos relacionados con las disciplinas académicas, a través del centro especializado en educación emocional, URemotion, que inició labores en 2019 y es liderado por la decana del Medio Universitario Ana María Restrepo Fallón. En este se ha reconocido la importancia de preparar a los estudiantes para afrontar los desafíos de la vida cotidiana, equipándolos con fortalezas que trascienden las aulas, tales como habilidades para socializar, ser creativos, manejar las emociones y mantener una buena salud física y mental.

Habilidades que transforman

Para el centro URemotion las habilidades sociales y emocionales contribuyen al bienestar individual y colectivo, y no sólo funcionan mientras se aprende, sino que también se aplican para toda la vida. Nadia García nos comparte que la DMU optó por clasificar las habilidades en tres grandes grupos, de acuerdo con las tres cualidades principales que busca el programa de electivas para el desarrollo integral del perfil estudiantil:

Sentir: habilidades enfocadas en la gestión emocional que se desarrollan en las electivas de inteligencia emocional, la ciencia de la felicidad y cátedra del humor, entre otras.

Vivir: habilidades enfocadas en el desarrollo de la mente y el cuerpo que se desarrollan en las electivas como taller de escritura creativa, fútbol y valores, pensando con el cuerpo, etc.

Disfrutar: habilidades enfocadas en la capacidad de desenvolverse en el entorno social que se desarrollan en las electivas como feminismo para principiantes, cambio climático, y enología por ejemplo.

Nadia García nos explica que estas asignaturas van cambiando de acuerdo con el entorno y necesidades de los estudiantes. A manera de ejemplo, el profesor de carrera de la Decanatura del Medio, Caleb Saldaña Medina, comenta que actualmente los temas sobre sexualidad, ciberseguridad y consumo de sustancias psicoactivas son de necesidad coyuntural y que la convocatoria para nuevas electivas dará prioridad a éstas temáticas.

Estas habilidades se realizan en el transcurso de los semestres bajo el nombre de Electivas de Humanidades y del Medio con un valor de dos créditos cada una, teniendo en cuenta que un crédito universitario equivale a 48 horas de trabajo académico. “Se espera que el estudiante vea seis créditos de esas asignaturas en toda su carrera y cuando las termine tenga una maleta llena de conocimientos teóricos y prácticos, pero que al mismo tiempo se lleve una maleta llena de habilidades que le van a permitir desarrollarse y enfrentarse mejor en la vida futura”, afirma García.

Un estudio de percepción

En el año 2021 García y Saldaña trabajaron en conjunto con los monitores Sophia Salamanca Gómez, de la carrera de periodismo, y Daniel Alejandro Jiménez Roa, de la carrera de licenciatura de ciencias sociales, para adelantar una investigación acerca de la percepción de habilidades que tienen los monitores, estudiantes y profesorado sobre las electivas HM y cómo estas coinciden con el objetivo de cada grupo de habilidades de las tres categorías. Los objetivos específicos de la investigación fueron:

• Explorar la percepción de actores clave en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

• Definir las habilidades para la vida desarrolladas conformes con las percepciones exploradas.

• Seleccionar las habilidades en las cuales los participantes coinciden según sus percepciones.

Este estudio comprendió cuatro asignaturas electivas escogidas por los monitores: enología (disfrutar), manejo del estrés (sentir), taller de escritura creativa (vivir) y mapa de los sentidos: reflexiones sobre vivir en Bogotá (disfrutar), y se realizó en tres fases según los grupos de estudio:

• Fase 1: recolección de datos de las encuestas diseñadas para cuatro profesores (uno por asignatura).

• Fase 2: las bitácoras de percepción de los monitores que asistieron a las clases anteriormente mencionadas.

• Fase 3: encuestas diseñadas para los 72 estudiantes que cursaron dichas asignaturas y que voluntariamente colaboraron en esta investigación.

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El profesor Caleb Saldaña explica que “tener habilidad es la capacidad de hacer algo y cada persona desarrolla una habilidad con mayor o menor grado, es decir, se esperaría que las personas que cursan las electivas tengan más desarrolladas algunas de las habilidades para la vida que quienes no las hayan cursado”.

La metodología utilizada –precisa el profesor Saldaña– fue la codificación de las palabras clave mediante una comparativa en las respuestas de los tres grupos. Por ejemplo, “en el caso de enología, los estudiantes respondían que habían desarrollado habilidades para la vida social y para expresarse en público, porque tenían que dirigir una cata de vinos y acudir a sus conocimientos de cultura general para presentarlas, ya que al interior de la asignatura se estudiaban temas como geografía e historia tanto de países exportadores como productores de vinos”, argumenta Saldaña. “La profesora Catalina Rugeles Montoya se encarga de la enseñanza de cultura general y conocimiento sobre los países. Cabe destacar que los monitores coincidían con estas reflexiones. Entonces, al recopilar esta información codificamos las respuestas y las unimos en una sola percepción: que la asignatura electiva desarrolla la habilidad social del pensamiento crítico”.

Aunque los resultados que se obtuvieron de los tres grupos evaluados muestran que se cumplieron con los objetivos propuestos, el grupo investigador concluyó que las mediciones de las percepciones son muy amplias y que para que las electivas realmente cumplan con la misión y visión de la Decanatura del Medio Universitario es necesario construir un plan más estandarizado que permita medir con mayor exactitud la relación entre el estudiante con la habilidad y el objetivo de la asignatura.

En palabras de Saldaña, “tener habilidad es la capacidad de hacer algo y cada persona desarrolla una habilidad con mayor o menor grado, es decir, se esperaría que las personas que cursan las electivas tengan más desarrolladas algunas de las habilidades para la vida que quienes no las hayan cursado”. Bajo esta premisa, la DMU decidió construir el protocolo de medición de habilidades para la vida con el objetivo de perfeccionar el método de evaluación del impacto de las electivas en los estudiantes.

El caso de la empatía

Después del estudio de percepción, que fue el inicio para que las asignaturas HM fueran evaluadas por habilidades, Nadia García y Caleb Saldaña desarrollaron una metodología más precisa en su más reciente estudio titulado El desarrollo de habilidades para la vida desde el currículo electivo en educación superior: el caso de medición de la empatía. Para su aplicación utilizaron técnicas de psicometría con el fin de evaluar el grado de habilidad que obtienen los estudiantes por asignatura, a lo largo del semestre. La psicometría es la disciplina que se encarga de la medición y cuantificación del comportamiento humano, el pensamiento, las cualidades y otros procesos cognitivos. En este caso, el estudio piloto fue para la electiva de inteligencia emocional y su habilidad de empatía; así se creó un protocolo de cinco pasos con el objetivo de que fueran generalizados para todas las asignaturas de las ramas sentir, vivir y disfrutar.

Los cinco pasos de la prueba piloto fueron:

1- Definición teórica y operacional de la habilidad por desarrollar en cada electiva.

2- Elección (o creación) de un cuestionario que mida la habilidad definida.

3- Evaluación del test de la habilidad al inicio y al final de cada semestre.

4- Análisis de diferencias de la habilidad en los estudiantes.

5- Retroalimentación y plan de mejora en la electiva.

Según Saldaña, se eligió a la electiva de inteligencia emocional como prueba piloto del estudio porque al final de los semestres ha sido la mejor valorada por los estudiantes, y ellos consideran que las temáticas docentes coinciden con los objetivos propuestos por la asignatura. No obstante, la habilidad que se desarrolla ahí, según los docentes que la imparten, es algo complejo de medir. ¿Cómo se puede medir la empatía?

“¿Qué podíamos hacer? O escogíamos un cuestionario que ya estuviera validado y que existiera en la literatura científica, o debíamos crear nuestro propio cuestionario”, señala el vocero. Para el caso de la empatía y la inteligencia emocional, realizar el cuestionario fue un trabajo en conjunto con el profesorado que impartía la clase y los investigadores que dirigen el protocolo. De esta manera se llegó a un acuerdo sobre las posibles preguntas que le podían hacer al estudiante y medir el grado de empatía adquirido durante la asignatura.

Al iniciar el semestre participaron 31 estudiantes respondiendo un cuestionario que medía el grado de empatía que mostraban en su vida estudiantil, lo que generó una respuesta media de esta habilidad en 3 (siendo 1 baja y 5 la más alta). Al finalizar el semestre se efectuó el mismo cuestionario a los mismos estudiantes y se obtuvo una media de 3,5. Los resultados se comunicaron al profesorado, para que tuviera nuevas alternativas para mejorar dicha habilidad en clase. A pesar de que existen diferentes variables que afectan los resultados, esta medición constante es un medio para retroalimentar la labor docente y tener herramientas para la toma de decisiones futuras.

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“Se espera que el estudiante vea seis créditos de esas asignaturas en toda su carrera y cuando las termine tenga una maleta llena de conocimientos teóricos y prácticos, pero que al mismo tiempo se lleve una maleta llena de habilidades que le van a permitir desarrollarse y enfrentarse mejor en la vida futura”, afirma Nadia García, coordinadora académica de la Decanatura del Medio Universitario.

“Para nosotros este protocolo de cinco pasos no tiene un final, pues estamos siempre en constante evaluación de las habilidades”, destaca Saldaña, ya que la percepción de habilidades varía con el tiempo y las necesidades de los estudiantes cambian constantemente. Por ello, para obtener la mejor cantidad de información posible esta encuesta se aplica cada semestre desde el año 2021. En este año se empezó con la evaluación de siete asignaturas y hasta la fecha se han analizado 35 de las 49 asignaturas que pertenecen a las electivas HM.

El piloto de la asignatura de inteligencia emocional obtuvo un resultado favorecedor al observar un aumento de empatía entre los estudiantes que asistieron a la clase. En paralelo, fue favorable para la profesora de la electiva y coautora de la investigación Karen Tautiva Ochoa, ya que esto le permitió mejorar su metodología y comprender mejor los resultados de su asignatura su asignatura.

“Esto motiva mucho al docente; es invitarlo a hacer investigación y a evaluar periódicamente cómo vamos mejorando. Adicionalmente, los buenos resultados nos abren la puerta a invitarlos a que participen de la dinámica de su clase, y nosotros podremos mejorar la metodología de otras asignaturas. Fue así como se inició la prueba piloto”, añade Saldaña.

Por otro lado, los dos investigadoras aseguran que evaluar las habilidades no es en sí evaluar la teoría de la asignatura, sino, más allá, analizar el contenido implícito que forma la integridad del estudiante y que permite ver si lo que quiere la universidad para sus estudiantes es equivalente a la calidad de educación que está impartiendo, además de obtener información sobre la aplicación de habilidades en la vida cotidiana de los estudiantes, y si ellos se benefician de este conocimiento adquirido.

Un caso curioso fue la asignatura del manejo del estrés y los resultados negativos al finalizar el semestre. “Esta clase la toman con frecuencia los estudiantes de medicina, quienes deben lidiar con una carga de estrés muy elevada”, comenta Saldaña. “Al evaluarla tuvimos la sorpresa de que el estrés estaba más alto al final del semestre que al momento de iniciarla. ¿Cómo puede ser eso posible? Después nos dimos cuenta de que el instrumento que utilizamos medía el nivel de estrés y no el control de estrés. Cuando ingresan, los estudiantes están más relajados, todavía no tienen la carga de trabajo asociada con su carrera. En cambio, al finalizar el semestre están enfrentándose a parciales y mil temas más, luego están más estresados. El estrés es un estado emocional que varía con el transcurrir del tiempo. Los parciales, por ejemplo, afectan el nivel de estrés del estudiante, y estudiar y medir estos niveles nos hace tomar nuevas y mejores decisiones”.

Por otro lado, los investigadores mencionan otras habilidades implícitas en sus asignaturas tales como la paciencia para la clase de bordado, el desarrollo de cualidades sociales para la de enología, el autoconocimiento y marca personal para etiqueta y protocolo, entre otras. “Es lo que suele llamarse un currículo oculto, en el sentido de que no hay nada explícito sobre la paciencia, por ejemplo, pero, ocultamente, detrás de una clase de bordado es lo que aprendes”, concluye Saldaña.

Actualmente, este método de evaluación sigue aplicándose en las electivas HM para entender cómo las habilidades influyen en la construcción del perfil profesional del estudiante, a la vez que ayuda al profesorado que imparte las electivas para que pueda complementar la docencia con actividades que se puedan ver en la vida cotidiana y en las mismas asignaturas teóricas de las carreras respectivas.

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