Fundación del Colegio del Rosario, según la Historia de Zamora
Quienes se hayan detenido a examinar los símbolos del Rosario habrán notado su relación con los propios de la Orden de Predicadores. Nada más natural, siendo fray Cristóbal de Torres uno de los ilustres hijos de santo Domingo. La religión dominicana tiene en fray Alonso de Zamora uno de sus cronistas (coronistas, como entonces se decía), de cuya Historia de la provincia de San Antonino del Nuevo Reyno de Granada, del Orden de Predicadores etc. (E05N059), extractamos lo pertinente a la fundación del Colegio del Rosario.
Zamora principia su crónica desde el Descubrimiento, la geografía del Nuevo Mundo, llegada de los dominicos, la Conquista, fundaciones de conventos de la orden, hasta llegar a la erección de la Provincia de San Antonino, con que principia el Libro IV. El quinto y último se dedica a nuevas fundaciones de conventos, colegios y universidades (del Rosario y de Santo Tomás), pasando por la llegada y partida del arzobispo Torres. Dos siglos, pues, comprende la Historia de Zamora. Alonso de Zamora nació en Santafé, un 24 de mayo de 1635. A los doce años entró en la Universidad Tomista; a los dieciséis, vistió el hábito de santo Domingo, en el Convento del Rosario, y profesó solemnemente un año después. Vacante el arzobispado de Santafé por muerte del señor Torres, tiene que desplazarse a Panamá a recibir el presbiterado, hacia 1659. Vuelto a su tierra, se le nombra notario apostólico y obtiene patente de predicador, en 1660, que ejerció en Somondoco, Chíquiza y Bogotá (Funza). Para 1670, lo tenemos en Europa, desempeñando varias misiones. Ausente un par de años, retorna a Nueva Granada como lector y visitador, entre otros oficios. En la última década del siglo se encuentra de prior de Las Aguas, donde aceptará el encargo de escribir la historia de la Provincia. Para marzo de 1696 ya estaba aprobada e iría a la imprenta de José Llopis, con plata prestada. Mientras tanto, gobernó la Provincia entre 1698 y 1702. El 6 de abril de 1717 murió, sin saberse el lugar exacto. Zamora cumplió el encargo en menos de un lustro, lo cual es un mérito en sí mismo. Como en todo hay defectos, le señalan sus estudiosos* el pasar muy rápido el siglo XVII. Más de fondo, el general tono panegírico de la obra, donde trata de una "Provincia de bienaventurados, de una Provincia de santos, en que solo por accidente, de vez en cuando, se logró ver algún vicio, una maldad, un falso interés". En lo literario tampoco sale bien librada, aunque exista el atenuante de la baja calidad estilística de la época, así en España como en América. *Los datos biográficos y el juicio histórico y literario proceden de la segunda edición de la Historia, con prólogo y notas de Caracciolo Parra y fray Andrés Mesanza (Biblioteca Popular de Cultura Colombiana. Bogotá: ABC, 1945)