Prehistoria del Archivo Histórico: de la fundación al siglo XIX
02/08/2022 9:04:45 a. m.
El Archivo Histórico de la Universidad del Rosario custodia la memoria de una institución que va camino de su cuarto centenario. Sus principales colecciones son la documental y la bibliográfica, tan antiguas como la misma Universidad. La historia del Archivo, sin embargo, está por escribirse, principalmente la etapa anterior a su creación formal, en 1975, cuando el Claustro fue declarado monumento nacional.
Para la historia del Archivo.
Parte de las Constituciones referente a la edificación de la librería.
Fray Cristóbal de Torres, en sus Constituciones, dedica el Punto tercero (Título primero) a los edificios. En primer lugar, dispone lo que tiene que ver con la terminación de la iglesia. A continuación, manda edificar el refectorio, “y encima la libreria en la forma traçada, con quarenta tercias de largo, y el ancho correspondiente a la Igleſia”. Podemos afirmar, entonces, que la ubicación actual del Archivo corresponde a la que definió el Fundador: encima del refectorio (actual teatrino) y detrás de la capilla.
Dos referencias se hacen a la necesidad de llevar un archivo. Hablando de todas las donaciones con que se fundó el Colegio, ordena que “ſe haga inuentario ajustado por menor, haziendo taſſar moderadamente el valor de cada coſa, lo mas preſto que fuere poſsible” (Título primero, Punto primero). Además de formar el inventario, desea que “aya libro particular de todas las haciendas, compartido en ſu conformidad, con toda diſtincion, poniendo en cada quaderno el gasto, y el util” (Punto segundo). Inventarios y libros de cuentas son, en efecto, parte de la colección documental del Archivo Histórico. El primer inventario de la biblioteca fue comisionado por el rector Fernando Caicedo y Flórez, en 1800. Respecto de los bienes, el primero es uno de la capilla solamente, levantado en 1783.
Inventario de 1800, en su sección alfabética.
El agitado siglo XIX.
El primer inventario de documentos, hasta donde sabemos, se ejecutó en 1836, siendo rector José María Duque Gómez. No solo el país había cambiado políticamente y con ello el estatus de los centros educativos, sino que el terremoto de 1836 había afectado materialmente al Rosario. Recién nacida la República, hubo el proyecto de universidad pública, incorporando los colegios del Rosario y de San Bartolomé en lo que fue la Universidad Central y luego del Primer Distrito. Además de la pérdida de la autonomía administrativa, se sucedieron guerras, con el consiguiente riesgo para la conservación de las colecciones.
Con estos antecedentes, no es de extrañar la impresión de ruina que se lleva un reporter del diario El Correo Nacional, cuando visitó el Rosario, en 1891. La situación del Claustro había empezado a estabilizarse con el advenimiento de la Regeneración, en 1886, y monseñor Carrasquilla cumplía un año al frente de la institución. Según las interesantes observaciones del periodista, en la oficina de Sindicatura (misma ubicación que hoy), “Dentro de un pequeño estante de cristales vimos unos cuantos expedientes sin ordenar todavía. Es todo lo que queda del archivo del colegio, que debió de ser muy rico, de tanto tiempo como lleva de fundado aquél”.
El rector Carrasquilla destina local en el piso alto (segundo piso) para la biblioteca, “ó sea para los restos de la antes rica biblioteca del colegio, reducida hoy á unas cuantas obras antiguas, y truncas las más”. Parece ser que Carrasquilla fue quien devolvió la biblioteca a su lugar, si damos crédito a una afirmación posterior. Con motivo de las bodas de plata del rector (1915), se afirma que, en la administración Marroquín, “los vetustos libros y códices de la secular biblioteca yacían sumergidos en cajones y habían sido encerrados en la torre de la capilla”.
Esta fotografía, sin fecha, podría corresponder a la reorganización
de Carrasquilla, al principio de su rectorado.
Podemos afirmar, según las fuentes citadas, que la biblioteca antigua ocupa hoy el lugar que definió fray Cristóbal de Torres en sus Constituciones. En el siglo XIX, sin embargo, ubicamos los documentos en la oficina de la actual Sindicatura; la colección bibliográfica, por su parte, guardada en la capilla. Señalamos el riesgo notable que significaron las guerras para la colección; asimismo uno menos evidente: el internado de alumnos. Saliendo de las dos piezas de habitación que ocupaba el rector, afirma el reporter lo siguiente:
Todas las demás piezas altas, que son largos y anchurosos salones, están convertidos en dormitorios de alumnos, y ocupan la mayor y más noble parte del colegio. Son por todas cuatro, y pueden contener de 36 á 40 alumnos, con regular desahogo, cada uno.
El aumento de la población interna forzó a destinar los mejores espacios para dormitorios y explicaría el desplazamiento de los libros a la capilla. Situación que se mantuvo, como vimos, hasta la llegada de monseñor Carrasquilla a la Rectoría del Rosario.
Luego vendrán otra guerra y un fuerte terremoto que significarán nuevos riesgos y cambios, a los cuales dedicaremos otro capítulo de esta historia.
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