Carlos Pellicer en el Rosario
05/12/2016 9:56:09 a. m.
Nuevo capítulo de crónica rosarista: el paso del poeta Carlos Pellicer (1897-1977) por el Colegio, en el contexto de su actividad diplomática y cultural.
Pellicer en 1919.
Correspondencia 1918-1928. Edición de Guillermo Sheridan.
La embajada alterna.
En noviembre de 1918 llegó el joven Carlos Pellicer a Bogotá, donde residiría hasta febrero de 1920[1]. En la capital, sus actividades principales consistieron en participar de la formación de organizaciones estudiantiles, por un lado, y en relacionarse con los intelectuales afines. Entre quienes concurrían a sus tertulias figuran Germán Arciniegas (a la sazón secretario de la Federación de Estudiantes), Juan Lozano y Lozano y Germán Pardo García. Tan visitado fue su cuarto del Edificio Liévano que el anfitrión llegó a decir que allí funcionaba la verdadera “Legación de México”. Escribía, además, para las revistas culturales (o ellas escribían de él) y sacaba un tiempito para asistir a dos cátedras en el Rosario.
En el Rosario.
En el libro de matrículas y calificaciones, correspondiente a 1919, en el folio 44, se asienta el registro de Carlos Pellicer, de 20 años, natural de Villahermosa (Méjico); su calidad era de externo y su acudiente el señor Gerzayn Ugarte (el embajador mejicano). Aunque figura matriculado para Inglés I, Inglés II e Historia antigua, solo tiene notas de las dos últimas, pues canceló la primera.
Libro de matrículas y calificaciones, correspondiente a 1919 (v.246 f.44).
En el curso de Historia antigua, compartió butaca con el joven Germán Vicente Pardo, ibaguereño de dieciséis años. El paso de Pardo por el Rosario fue tan fugaz como el de Pellicer, cuyos pasos seguiría, pues se radicó en Méjico en la década de 1930, donde murió (1991). Conocer al poeta mejicano (tres[2] años mayor) fue definitivo, tanto que recuerda el día exacto en que ocurrió: el 28 de noviembre de 1918 llega a vivir al mismo hotel que la familia Pardo. Con el extranjero asistieron a la cátedra de Literatura española y general (cosa que no consta en el libro de matrículas[3]), regentada por Antonio Gómez Restrepo[4]. Relación cortada abruptamente, cuando el Gobierno mejicano trasladó a Pellicer a Venezuela, el 16 de febrero de 1920.
Pasan poetas por el Rosario o se hacen aquí.
Cuando Pellicer pasó por el Claustro, ya era poeta[5]. No así su condiscípulo Pardo García, quien refiere la anécdota. Se le presentó con su obra al crítico y catedrático Gómez Restrepo, quien lo desahució con la sentencia “no sirves para poeta”. El desquite del aspirante tuvo lugar al día siguiente, colocando tachuelas en la silla del maestro. Luego, Pardo tuvo la doble audacia, por así decirlo, de volver a visitar al autor de la Historia de la literatura colombiana, con un libro encuadernado que ponía Obras completas. De buena gana, el maestro lo revisó y le encargó al autor que llamara a su padre al despacho. Verificada la entrevista, el padre comunica al pretendiente la nueva sentencia: “¡Antonio dice que es usted poeta!”[6].
Tres cursos completó Germán Pardo (1919-20), antes de dedicarse a la poesía (v.246 f.91).
El medio local.
Mas Pellicer no las tenía todas consigo. Sus versos eran conocidos entre los amigos[7], “pues cada día soy más ‘yo’ y el medio es tradicionalmente retórico”. Se entrevistó con Guillermo Valencia (ya publicado en Méjico), visitó frecuentemente la tumba de Silva y fue a tomar té con Isabel Vargas Vila[8].
El agregado de la Embajada.
Carlos Pellicer Cámara venía en calidad de agregado de la Embajada, representando a la Federación de Estudiantes mejicana. La idea de estrechar relaciones entre los estudiantes hispanoamericanos venía del propio presidente Venustiano Carranza (1917-20), y a ello respondía el nombramiento de Pellicer[9]. Misión efectiva, en vista de la creación de la Asamblea de Estudiantes, en asocio de los Lozanos, Arciniegas y Pardo, entre otros. Se le recibe en sociedades estudiantiles y jurídicas, escribe para sus periódicos, ofrece conferencias (una en Popayán), en fin, fomenta las buenas relaciones entre la juventud de ambos países.
Pasaporte de Pellicer. Nótese la edad.
Correspondencia 1918-1928. Edición de Guillermo Sheridan.
“He sonado en toda Colombia”, según cuenta a un amigo, hasta el punto de hacerse odioso a los medios conservadores[10]. En todo caso, el embajador Ugarte lo traslada a Caracas, a seguir su labor “de propaganda estudiantil hispanoamericanista”. Así pues, el 28 de febrero se le despidió con un banquete. Su estancia caraqueña fue brevísima, pues cesó su empleo, debido a la penuria del erario nacional. El presidente Carranza, por su parte, fue asesinado el 21 de mayo[11].
[1] Urrego Ardila, M. (2002).
Intelectuales, estado y nación en Colombia: de la Guerra de los Mil Días a la Constitución de 1991. Bogotá: Siglo del Hombre – Universidad Central. Urrego yerra al decir 25 de diciembre, pues Pardo lo conoció un mes antes.
[2] Aunque nació en 1897, en la matrícula pone 20 años de edad para 1919. Parece que gustaba de quitarse la edad, incluso en documentos (véase pasaporte).
3] Pero sí en la correspondencia de Pellicer, donde afirma cursar “cuatro materias (de preparatoria naturalmente)”.
Correspondencia 1918-1928. Edición de Guillermo Sheridan, p. 52.
[4] Carter, B. (1978). “Rodeando a Germán Pardo García y su obra: enfoques y juicios”. Thesaurus XXXIII n.3.
[5] “Poeta, pero gran poeta, crítico, erudito,
causeur, propagandista”, lo llama Juan Lozano, en nota para la
Revista Azul (26-10-1919: reproducido en
Correspondencia entre Carlos Pellicer y Germán Arciniegas 1920-1974. Edición de Serge I. Zaïtzeff). Juicio un tanto hiperbólico, pues había publicado más bien poco.
[6] Carter, p. 501.
[7] En
Cronologías de Pellicer, sin embargo, figura una poesía suya publicada en
El Tiempo y otra en
La América Española (1918); otra en
Revista Azul (1920). Cf. Sheridan, p. 25.
[8] “Mujer de gran belleza, tal vez Cleopatra”, apunta en carta de 8-12-1919. Cf. Sheridan, p. 75-8.
[9] “Como no hay [en Colombia] Congreso de Estudiantes, me he impuesto el deber de organizarlo”, dice en carta a Gorostiza, de 16-2-1919.
Correspondencia 1918-1928. Edición de Guillermo Sheridan.
[10] Que lo tenían por revolucionario y villista. Cf. Sheridan, p. 79.
[11] Cf. Sheridan, p. 85.
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