Tractatus de dialectica. La bitácora de un maestro, 1758
10/05/2016 9:38:43 a. m.
Título: Tractatus de dialectica seu logica parva in tres diviss. libros iuxta miram Angelici nostri Doctoris doctrinam et Aristotelis preacepta elaboratus [manuscrito: Tratado, en tres libros, de dialéctica o lógica menor, de conformidad con la doctrina admirable del Doctor Angélico y elaborado bajo los preceptos de Aristóteles]
Autor: Agustín Manuel de Alarcón
Fecha: Dice en la portada: “Esta obra se inició el día 24 de octubre del año del Señor de 1758”
Idioma: Latín
Ubicación: estante 4, libro 66
Contenido de la obra:
Obra 1:
Datos previos sobre los actos de nuestro entendimiento.
La simple aprehensión.
El juicio.
El discurso o raciocinio.
Obra 2:
Preámbulos de la Lógica.
El ente de razón.
Los universales. Los predicables.
Los antepredicamentos.
Los predicamentos.
La demostración.
La ciencia.
"Se trata de un cuaderno con textos de estudio. Agustín Manuel de Alarcón, su autor, fue rector del Colegio Mayor del Rosario"
Comentario:
La obra contiene una portada elaborada a mano y a color. Se trata de un cuaderno con textos de estudio. Agustín Manuel de Alarcón, su autor, fue rector del Colegio Mayor del Rosario y un importante académico de la Nueva Granada, de mediados del siglo XVIII. Según Celina Lértora "el fruto de la enseñanza filosófica de Alarcón se conserva en seis tratados, escritos a mano, repartidos en tres volúmenes encuadernados en pergamino, y custodiados en el Archivo Histórico de la Universidad del Rosario". Las fórmulas de didáctica filosófica de que trata esta obra provienen de la escuela de los tomistas, entonces considerada fundamental para la formación de los estudiantes de Filosofía. El documento enseñaba las "reglas" lógicas necesarias para proceder correctamente en las operaciones intelectuales, conforme a la metodología aristotélica de la ciencia. De mucho interés resultan los gráficos explicativos de los conceptos y reglas incluidos en el documento.
Proemio del
Tractatus.
Además se deben tener en cuenta los aportes del Dr. José Manuel Rivas Sacconi, en su obra El latín en Colombia. Bosquejo histórico del humanismo colombiano (Instituto Caro y Cuervo, Bogotá, 1993; 3.ª edición, páginas. 64 a 87 y 89 a 103), estudia los manuscritos del Colegio Mayor, incluidos en este grupo. Hace las siguientes afirmaciones.
El latín empleado: “distaba mucho, (…) de la pureza clásica"
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“Los textos eran latinos; no se trataba de libros impresos, sino de notas tomadas bajo el dictado del catedrático: recibían el nombre de dictados o mamotretos. Ellos son una prueba irrefutable del empleo constante de la lengua universitaria. Estaba determinada la práctica de los dictados por la dificultad material de conseguir libros en número suficiente para todos los alumnos” (Pág. 64).
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“Fray Cristóbal de Torres en este punto dio prueba de un criterio realista, que se aparta de la corriente de su época y trata de conseguir mejor provecho en los estudios, suministrando para ello medios y facilidades: en la constitución II, cap. IV de las que dio al Colegio del Rosario, ordena “que se traigan todos los cursos de artes que fueren necesarios para los colegiales y convictores”, porque así “se podrá leer mucho más” en los tres años de curso”. (Págs. 64-65, nota 64). “Se ha visto que fray Cristóbal de Torres ordenó traer textos para el curso de Artes de su Colegio, para que “habiendo suficiente número de estos libros lean los catedráticos en voz” (Const. II, cap. V). Sin embargo, tanto en los colegios de los jesuitas como en el Rosario, se practicó ampliamente el sistema de los mamotretos”. (Pág. 90, nota 3).
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El latín empleado: “distaba mucho, (…) de la pureza clásica; y, al extenderse a campos y menesteres tan diversos, más y más se alejaba del tipo inicial y se alimentaba, en creciente medida de elementos de la baja latinidad” (Pág. 72). No son de extrañar, pues, los errores que se han detectado.
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“Tales textos o mamotretos son manuscritos. Era costumbre, en América como en Europa, que cada profesor explicase su propio curso; de suerte que los alumnos tenían obligación de tomar atenta nota de las lecciones, para reconstruirlas en la forma más completa en sus cuadernos” (Pág. 89). “El catedrático tenía su mamotreto, que venía a ser el compendio de su doctrina y la guía en sus exposiciones. En consecuencia, de los manuscritos que restan, algunos son de mano de los profesores, otros –el mayor número– de los estudiantes” (Págs. 89-90).
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“La clase se transformaba prácticamente en un dictado, en que la explicación ocupaba un tiempo reducido” (Pág. 89, nota 1).
Esquema de filosofía escolástica entre proposiciones contrarias, subcontrarias, contradictorias y subalternas (p. 15).
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“La Biblioteca Nacional de Bogotá posee una rica colección de mamotretos (…) que, complementada con la existente en la Biblioteca del Rosario, ofrece una amplia muestra de los textos y del latín universitario en la Nueva Granada” (Pág. 91).
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“Debe advertirse que los mamotretos llevan, por lo regular, la indicación de dos nombres: el del catedrático y el del alumno, simple amanuense (…). Casi siempre se consigna el nombre del profesor; y, cuando aparece el del discípulo, consta en alguna forma su calidad de oyente (…). Hay manuscritos en que falta la mención de uno de los nombres o de ambos” (Págs. 92-93).
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“La conservación de los manuscritos es generalmente buena; casi todos en papel con filigrana y encuadernados en pergamino. Algunos pretenden ser muestras de pericia caligráfica (…). Al comienzo y al final se indican las fechas del principio y la de la terminación del curso, que se extendía de octubre a julio” (Pág. 93). “Casi en todos el formato de la hoja es de 21 x 15 centímetros” (Pág. 93, nota 11).
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“Dos catedráticos descollaron en el Colegio Mayor del Rosario: Antonio José de Guzmán y Monasterio y Agustín Manuel de Alarcón y Castro. El primero dictó un Tractatus de Poenitentia (1737-1739), oído y escrito por su discípulo Felipe Romana y Herrera, y otro De visione beatifica (1753); el segundo leyó uno de Dialectica seu logica parva (1758), en tres libros, otro De Logica, en siete libros y, probablemente, un curso completo de filosofía”. (Págs. 109-110).
Por Jaime Restrepo Z.
Juan Carlos Lara.
"Tomamos la portante": tomar el portante: loc. verb. coloq. Irse, marcharse [DRAE].
Referencias bibliográficas:
Lértora Mendoza, Celina A. "El P. Agustin Manuel Alarcón y Camacho", en:
Revista Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. Numero 561, Bogotá, septiembre de 1993. pp. 75-7.
Rivas Sacconi, José Manuel.
El latín en Colombia. Bosquejo histórico del humanismo colombiano. Instituto caro y Cuervo, Bogotá, 1993 3.ª edición.
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