Comentario: Por: Juan Carlos Lara. Traducción: Jaime Restrepo Z.
Isaac Newton es una de las figuras más trascendentales –y polémicas– de la historia de la ciencia. Miembro del Trinity College en Cambridge, desde 1667, del Parlamento Inglés en 1689, Director de la Moneda en 1696, Presidente de la Royal Society en 1703, en 1705 fue nombrado Caballero (Knight Bachelor) por la reina Ana (1665-1714), como recompensa a los servicios prestados a Inglaterra. A menudo, calificado como el científico más grande de todos los tiempos, sus trabajos en el cálculo infinitesimal, la óptica y el desarrollo de la ley de la gravedad son reconocidos universalmente como obras culmen de la revolución científica. Sus turbulentas disputas con otros científicos y filósofos de la época como Robert Hooke (1635-1703) y Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1746), sus controversias religiosas y políticas con el católico rey Jacobo II (1633-1701; depuesto en 1688), y su fascinación por la alquimia y la teología también han sido objeto de numerosas investigaciones y debates.
Los Opuscula mathematica, philosophica et philologica, compilados, traducidos al latín y editados en Suiza, en 1744, por Juan de Castiglione, dan cuenta de algunos de los intereses científicos, filosóficos y religiosos de Newton.
Fenómenos de refracción de la luz, por Newton. Tomus Secundus, pp. 234.
El ejemplar custodiado por el Archivo Histórico es de particular interés para la historia de la ciencia, la religión y la educación del país, ya que el Opúsculo XV, denominado "Observaciones a las profecías de Daniel y del Apocalipsis de S. Juan", fue objeto de censura, como se explica en un texto manuscrito en latín, sin fecha, inserto en la página 282, y que justifica el “expurgo” así:
Portada del capítulo del profeta Daniel. Newton, pp. 258 del Tomus Tertius.
Mihi de hocce opusculo saepius injecta religione primo expurgandum ab innumeris quibus scatebat erroribus, deinde plurimis chartis mulctandum duxeram quathenus (sic) ita meram expositionem legentibus daret. Sed cum subinde novus exoriretur scrupulus animum instigante ea, quam bullam dicunt in Coena Domini, quod omnis fere Europae subscribere juditio non auderem, bullam hiuiusmodi iamdu- (sic) dudum explodentis, primo quia non quo ad partes omnes in Hispaniis repugnata, nec ab executione nisi unius vel alterius capitis supplicari, vetustis id attestantibus autoribus; deinde, quia moribus et usu admisa et aprobata, firmata iam et stabilita, propio utentium consensu videbatur: ergo quandoquidem dissipare chartas perniciem toti afferebat volumini, non utique styllum imitere (sic) transversum, neque littura perpetua funditus evertere sensum, vel ipsa deformitate libri, quidquam moratus sum.
[La traducción del investigador Jaime Restrepo es la siguiente: “Me pareció conveniente expurgar primero este Opúsculo, en el que con más insistencia se ataca a la religión, de los innumerables errores que difundía. Pero sólo después consideré que también debía ser castigado en muchísimos de sus folios, con el fin de ofrecer a los lectores un texto sin contaminación. Así aliviaba una nueva inquietud, movido mi espíritu por aquella Bula que llaman “In coena Domini”, que no me atrevería a someter al criterio de la mayor parte de Europa, que recientemente rechazó esta obra. En primer término, porque ella no fue impugnada en todas sus partes como merecedoras de la hoguera y porque sólo se pidió la eliminación de uno u otro capítulo, como lo atestiguan los autores antiguos. Además, porque era algo aprobado y aceptado, tanto por las costumbres como por la práctica. Y aunque tardé algo en eliminar los folios que ocasionaban el mal de todo el libro, lo hice ciertamente no para dar libertad a un estilete {pluma} equivocado, ni para echar por tierra el sentido fundamental de las Sagradas Letras, sino movido por la misma ignominia del escrito (libro)”.]
Por las anotaciones al libro, se sabe que los tres volúmenes pertenecieron a don Eloy Valenzuela, quien los adquirió en 1779, y que éste los donó al Colegio del Rosario en 1831. No hay certeza, sin embargo, sobre la identidad del expurgador ni de la fecha de la censura.
Gran parte de las páginas de este Opúsculo fueron tachadas a mano, a renglones intercalados. También hay tachaduras en algunas apostillas o en notas de pie de página. Cuando lo que afirma el texto parece ser más grave, el párrafo completo fue tachado (por ejemplo, páginas 398 y 399). Este ejercicio, reiterado en unas doscientas páginas, muestra claramente la intención de impedir la lectura del texto impreso. Pero la segunda y más radical forma de censura fue la mutilación de la obra, pues fueron arrancadas páginas enteras (por ejemplo de la 361 a la 364, de la 375 a la 378, de la 387 a la 388, de la 415 a la 418, de la 421 a la 424, de la 447 a la 450, de la 462 a la 466 y de la 484 a la 488).
Aún está pendiente un análisis detallado de los textos censurados en este ejemplar. Pero el hecho de que Newton se opusiera a la doctrina de la Trinidad divina y señalara a la Iglesia católica romana de ser la bestia del Apocalipsis, permiten intuir qué tipo de contenidos fueron eliminados de este ejemplar del volumen 3.
Por: Juan Carlos Lara.
Traducción: Jaime Restrepo Z.
Referencias:
Auffray, Jean-Paul.
Newton ou le triomphe de l'alchimie. Paris, Éditions Le Pommier, 2000.
Aughton Peter, Newton's Apple: Isaac Newton and the English Scientific Renaissance. London: Weidenfeld & Nicolson, 2003.
Granés, Jose. Isaac Newton Obra y Contexto. Una Introducción. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia. 2005.