De monstruos y prodigios
07/06/2016 8:48:25 a. m.
A todas aquellas cosas que se producen contra la naturaleza y el orden comunes las llamamos Monstruos. Así, denominamos monstruo al niño que nació con un solo brazo o con dos cabezas. Y definimos como Prodigios aquellas cosas que suceden contra todas las normas de la naturaleza y les son completamente ajenas y contrarias.
Los libros antiguos son mundos llenos de misterio e incógnitas, que nos sorprenden con sus contenidos. En el Archivo Histórico de la Universidad del Rosario existe un ejemplar de 1610(?), titulado Thesaurus chirurgiae continens praestantissimorum autorum utpote Ambrosii Parei parisiensis (...), opera chirurgica etc., tratado de cirugía que recoge los aportes de diferentes autores de la época en este área.
El volumen está dividido en dos apartes principales: 1) el compendio de la “Cirugía” de Ambrosio Paré, considerado como el padre de la cirugía y 2) la recopilación de tratados quirúrgicos de diversos autores. En la obra de Paré hay varios libros sobre diversos temas médicos, como anatomía, partes vitales contenidas en el tórax, los huesos y músculos, heridas, contusiones y gangrenas, entre otros. Sin embargo, el Libro XXIV es el que llama nuestra atención en esta ocasión.
Tras un faltante de 13 páginas, en la página 541 empieza este libro titulado “Sobre los monstruos y prodigios” (De Monstris et prodigiis), y en este punto cabe preguntarse: ¿por qué hay un capítulo dedicado a criaturas fantásticas y prodigiosas en un tratado de cirugía? La respuesta, aunque sencilla, no deja de sorprendernos.
“Sobre los monstruos y prodigios” (
De monstris et prodigiis).
Como es bien sabido, los libros son hijos de su época y sus contenidos están definidos por la cosmovisión y los conocimientos de la sociedad en que se producen. El compendio de la “Cirugía” de Paré no es la excepción, pues este capítulo es un claro reflejo de la influencia que su época imprimió en él, dando como resultado un texto seudocientífico con elementos religiosos y folclóricos determinantes.
La introducción del capítulo nos muestra a que hace referencia el autor al hablar de monstruos y prodigios:
“A todas aquellas cosas que se producen contra la naturaleza y el orden comunes las llamamos Monstruos. Así, denominamos monstruo al niño que nació con un solo brazo o con dos cabezas. Y definimos como Prodigios aquellas cosas que suceden contra todas las normas de la naturaleza y les son completamente ajenas y contrarias: como sería el caso de una mujer que da a luz un perro o una serpiente. A la primera clase pertenecen aquellos seres a los que les falta o les sobra algo. Los que lo tienen cambiado, deteriorado, lesionado; no ubicado en el lugar que le corresponde y en el cual deben -y suelen- hallarse naturalmente. Hay quienes nacen con varios dedos, como debe ser; mientras otros nacen con uno solo o con los dedos pegados, cuando la naturaleza los quiere separados. Hay otros que nacen con genitales dobles: de varón y de mujer. Ya Aristóteles había hecho referencia a cuernos y rodillas de cabra. Aunque nunca se conoce el caso de un animal que haya nacido sin corazón. Se sabe de algunos que no tienen bazo, o que tienen dos bazos, el segundo de los cuales actúa como riñón. No se conoce el caso de alguien al que le falte el hígado; aunque son evidentes los casos de quien no lo tiene completo. También crecieron sin producir hiel; cuando, por naturaleza, deberían tenerla. Se tiene experiencia de que, a veces, estos órganos se encuentran en el lugar cambiado: el hígado a la derecha y el bazo a la izquierda (…)”.
Esta definición de monstruos y prodigios está claramente influida por la concepción de la existencia de una “Ley natural” que, en los casos en que no se cumple, tiene como resultado seres anormales, que van en contra de la naturaleza misma. Dicha postura tiene un tinte claramente religioso, debido a la equiparación entre “Ley natural” y “Ley de Dios”, explícita en varios apartes de este libro, como el capítulo primero, cuyo título es: “Sobre las causas de los monstruos y, en especial, de aquellos que aparecen para Gloria de Dios y para castigar las maldades de los seres humanos”.
Y que continúa de la siguiente forma:
“Se citan varias causas de los seres monstruosos. La primera de ellas es la gloria de Dios en cuanto que, al ser sanados en aquello que está por fuera de la naturaleza, su gran poder se haga evidente ante los hombres que lo desconocen. Ese fue el caso cuando los discípulos de Jesús le preguntaron, a propósito del ciego de nacimiento, quién había pecado: si él o sus padres. Jesús les respondió que ni aquel ni sus padres habían incurrido en error. Y que todo esto había sucedido para que la gloria de Dios y su Majestad se divulgara con aquel milagro y con acciones tan maravillosas.
Otra causa es el que Dios castigue los pecados de los seres humanos o los prevenga con signos de los castigos futuros. Cuando los padres se unen indebidamente y sin ley, o con unión carnal sin rumbo o viciada, o en tiempos en que conviene abstenerse por mandato de Dios y de la Iglesia, muchas veces nacen seres horribles, que se apartan de la norma natural y común. Leemos en el profeta Esdras que aquellas mujeres que tienen relación con hombres durante los meses de su flujo engendran monstruos. En el año del Señor de 1254, en la ciudad de Verona, una yegua parió un potrillo con cara completamente humana, aunque todo lo demás era como de caballo. Muy poco después estalló la guerra entre los etruscos y los de Pisa, que acabó incendiando casi toda Italia”.
Y para ejemplificar lo anterior, al pasar a la página 542, se muestra la imagen de un potrillo, con este “pie”:“Imagen del potrillo con una cara completamente humana”.
Imagen del potrillo con una cara completamente humana.
Continúa el Capítulo I:
“En el tiempo en que el papa Julio II agitó a Italia entera y a una buena parte del mundo cristiano contra Luis XII, rey de Francia; en Ravena, el día de la Pascua del año 1512, tuvo lugar una batalla terrible en que fue despedazado el ejército del papa. En aquella misma ciudad nació un monstruo que llevaba un cuerno en la parte superior de la cabeza, tenía dos alas y una sola pata de ave de rapiña, a modo de pie y con un ojo en la rodilla. Estaba dotado de genitales dobles: de varón y de mujer. En todo lo demás era humano, como puede apreciarse en el dibujo”.
En aquella misma ciudad nació un monstruo que llevaba un cuerno en la parte superior de la cabeza, tenía dos alas y una sola pata de ave de rapiña, a modo de pie y con un ojo en la rodilla. Estaba dotado de genitales dobles: de varón y de mujer. En todo lo demás era humano.
“La tercera causa es la abundancia mayoritaria de mujeres y a causa de la superabundancia de materia. La cuarta radica en la escasez y deficiencias de esta materia. La quinta es la fuerza y la eficacia que tiene la imaginación. La sexta radica en la estrechez del útero. La séptima, por un embarazo indecente o por la posición de los progenitores. La octava se debe a la casualidad, a caídas, golpes, especialmente los ocasionados al vientre de la gestante. La novena causa es una enfermedad hereditaria o causada por cualquier otro factor. La novena se debe a una mezcla o confusión de semen. La undécima causa radica en artes y astucias de los demonios.
Humanos con deformidades considerados monstruosos.
Si se leen con atención los fragmentos citados anteriormente, se puede ver la curiosa mezcla entre ciencia, religión y folclor, donde una criatura monstruosa puede ser el resultado tanto de una enfermedad hereditaria, como de una posición indecente de los progenitores al concebirla o de un ardid demoniaco. Asimismo, cabe resaltar la especie de temor reverente con que el autor se refiere a los monstruos y los prodigios, como se puede ver en la siguiente cita:
“Hay ciertas otras criaturas cuyo origen y esencia merecen todo el respeto y que revisten el aspecto de algunas formas de prodigios, por lo que se tienen por monstruosas. Por lo cual diremos brevemente algo sobre ellas en esta relación sobre los Monstruos”.
Como se ha visto a través de este texto, monstruos y cirugía pueden ir de la mano, cuando la cosmovisión del cirujano los incluye como fenómenos propios de la ciencia. Y aunque es claro que hay ciertas criaturas y enfermedades que se pueden identificar con seres reales, que simplemente eran incomprendidos en la época, hay otros que pertenecen totalmente a la fantasía.
Monstruos y prodigios, algunas con anotaciones satíricas hechas a mano por los alumnos, comparándolas con compañeros o profesores.
Comentario por Alberto José Campillo Pardo;
traducciones por Jaime Restrepo Z.
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