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Leer y escribir en la sociedad bicentenaria: mucho más que un hábito

Categoría temática: Bicentenario, historia, ética y ciudadanía

Leer y escribir

Celebrar el bicentenario con acciones que nos caractericen como sociedad democrática es velar por el derecho que tienen los ciudadanos de ser y hacer parte de la cultura escrita.

Desde este texto se concibe la lectura como un derecho para garantizar que los ciudadanos de un determinado territorio puedan leer todo lo leíble, se desempeñen y comprendan cualquier mensaje escrito, se manifiesten y defiendan sus derechos desde el lenguaje escrito, tenga criterios para elegir quien lo va a gobernar y a administrar el patrimonio público; en fin, sean un ciudadano de la cultura escrita con derechos para ejercer su ciudadanía. En el texto se cuestiona la responsabilidad académica, investigativa y política que la Constitución Nacional le ha otorgado a la escuela, a los maestros, al estado colombiano para que formen crítica y autónomamente a las nuevas generaciones de ciudadanos, se plantean argumentos desde un enfoque teórico sobre el abordaje de la enseñanza de este saber en las aulas, así como sus implicaciones en la vida, acciones y decisiones de los ciudadanos que se forman.    

       INTRODUCCIÓN

       Celebrar el bicentenario con acciones que nos caractericen como sociedad democrática es velar por el derecho que tienen los ciudadanos de ser y hacer parte de la cultura escrita. Desde esta iniciativa se hace un cuestionamiento al sistema educativo colombiano, a los maestros y a la sociedad civil ¿Dónde está la responsabilidad académica, investigativa y política que la Constitución Nacional le ha otorgado a la escuela, a los maestros, al estado colombiano para que formen crítica y autónomamente a las nuevas generaciones de ciudadanos?

        RECORRIDO METÓDICO: REFLEXIONES Y SUSTENTOS

            Este estudio se realiza desde un diseño bibliográfico de tipo documental fundamentado en Palella y Martins (2010, p.87-90), quienes consideran que este tipo de estudio se fundamenta en la revisión sistemática, rigurosa y profunda de material documental y el análisis de contenido cualitativo, para la interpretación (Krippendorff, 1990, p,54).

        A continuación, se divulga, a partir de ciertos datos, inferencias reproducibles y válidas la revisión sistemática, rigurosa y profunda de este estudio. Iniciando con un cuestionamiento del papel que desempeña la escuela, como institución socializadora, cuestionamiento extensivo a los que tenemos responsabilidad social de enseñar a leer a las nuevas generaciones y, a quienes tienen la responsabilidad de diseñar políticas públicas relacionadas con la lectura y la escritura; es que leer va más allá de la adquisición del código escrito o de la democratización del uso del libro con fines recreativos (Castrillón, 2004).  Sobre el tema Leme (2010), advierte: “lo que interesa no es que un sujeto lea, ni si le gusta más esto o aquello, ni si encuentra placer en la lectura, ni si puede leer y leer lo que quiera” y cuestiona las prácticas escolares, al afirmar:
Enseñar a leer y escribir es un desafío que trasciende ampliamente la alfabetización, en sentido estricto. El desafío que hoy enfrenta la escuela es el de incorporar a todos los alumnos a la cultura de lo escrito, es el de lograr que todos sus exalumnos lleguen a ser miembros plenos de la comunidad de lectores y escritores (p.25)
 
            Es que mientras la escuela se conforme con el acercamiento al código escrito, (codificación y decodificación del código) y no trascienda a su uso como práctica social, como ejercicio de ciudadanía del sujeto activo en una cultura escrita, nos obliga a preguntarnos como sociedad civil ¿Es posible leer en la escuela? Y aunque la respuesta parece obvia “claro que sí”, basta con adentrarnos en la realidad para comprobar que no es tan obvio ni tan cierto. Informes de pruebas nacionales (SABER) e internacionales (PISA) que miden las competencias lectoras de los niños, niñas y jóvenes colombianos evidencian que más del 70% de los estudiantes sale del sistema escolar obligatorio, sin competencias básicas de lectura. Y encontramos respuesta a esta realidad al leer a Lerme (2010)
 

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 Acreciendo a esta mirada el enfoque que desde la escuela y desde las políticas gubernamentales se le ha retribuido a la lectura, se refuta la postura "romántica" de abordar el enseñar a leer como “decodificación” o como "simple habito" como "mero gusto" o como “simple democratización del libro o aumento de estadísticas”; Cifuentes, (2016), sostiene que,
Acompañar a un niño en su ingreso a la cultura escrita es complejo; supone grandes retos para un docente que a veces -en su soledad- se encuentra desprovisto de herramientas, porque ni la escuela ni el sistema se las garantiza. La investigación y la experiencia reflexiva son clave en esta tarea: ¡A enseñar se aprende! (Fuente Vivía)

      Por su parte, Leme, (2010), dice "Leer no es un placer, a pesar de que pueda serlo"; desde estos sustentos se defiende la lectura como un derecho de las niñas, niños y jóvenes colombianos y de la sociedad, en general; derecho que tenemos para ejercer la ciudadanía.

        En este contexto se valida la decisión política del Ministerio de Educación Nacional – MEN- de definir currículo en términos de Derechos Básicos de Aprendizaje, que le indica al maestro, a la escuela, a la familia cómo ir enseñando a las niñas y niños colombianos a hacer su ingreso a la cultura escrita año a año; no obstante, el maestro que enseña a los niños a leer requiere competencias que le permitan asumirse como sujeto de aprendizaje, académico, investigativo y político; y esto implica comprender que ¡a leer se aprende! Esta realidad nos vislumbra un universo de una complejidad avanzada y muy criticada en nuestras sociedades latinoamericanas, complejidad que exhorta a hacer acercamientos a la ciencia buscando algunas respuestas al objeto de investigación “la adquisición del código escrito”, puesto que no hay tal simplicidad en un acto que no es innato, sino una invención cultural, que, como tal, requiere la mediación de un experto para su aprehensión y dominio.

      Sin embargo, en el país el debate sobre cómo formar en lenguaje y propiamente, cómo enseñar a leer y escribir a quienes empiezan a incursionar en la lengua escrita divaga en una diatriba sin fin y, aunque son muchos los caminos que maestros, lingüistas, literatos, comunicadores y demás expertos en el área han trazado para orientar la formación en lenguaje de los estudiantes colombianos (MEN,2003,p.35), aún persisten notables debilidades en los procesos lectores de los colombianos, evidente en muchas de las acciones que nos caracterizan como sociedad democrática.

       Ante la realidad de la escuela colombiana, esa escuela que como lo dice Larrosa (2003), asume la responsabilidad con los nuevos, es decir con esos seres humanos que, en el lenguaje de todos, tienen que tomar la palabra, su propia palabra, esa palabra que es palabra futura e inaudita, palabra aún no dicha, palabra por-venir; escuela que es testigo de cómo se insiste constantemente en que, la lectura es el camino que hace posible acceder a la cultura y el conocimiento, pero que, asegura Emilia Ferreiro, (2004) la escuela es muy resistente a los cambios porque siguen instaladas viejas ideas y es aún más crítica en sus cuestionamientos a la escuela la pedagoga, cuando sostiene que si los docentes no leen son incapaces de transmitir placer por la lectura.  
  

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  Vertimos la mirada, entonces a los Lineamientos Curriculares Nacionales del área de lenguaje, MEN, (1998) este referente contempla acciones que han permitido tener una visión del área más madura y pertinente con las necesidades de los escolares colombianos; en concordancia con ello,  desde el informe de CERLALC (2014) se conciben la lectura y la escritura (…) como prácticas en tanto configuran una cultura escrita, mediada por las relaciones sociales y de poder, así como por las necesidades de las comunidades y los usos que hacen de ambas prácticas; no obstante, informes del ICFES (2017) y PISA-OCDE (2012) evidencian profundas debilidades en el sistema educativo que lo retan a mejorar las competencias comunicativas lectora y escritora de los estudiantes colombianos. En este sentido, Martí (2003) aterriza la discusión cuando sostiene:

No Podemos “pensar que dicho proceso se realiza a expensas de factores sociales y culturales” de manera espontánea y natural; por el contrario, deben realizarse mediaciones educativas sistemáticas, planificadas, secuenciadas y con objetivos claros que involucren los saberes que los niños desarrollan en los ambientes extraescolares (sobre la forma, el contenido y la función de la escritura) y que permitan el desarrollo de las habilidades necesarias para la adquisición del código escrito (p.158).
 
       Al comprender la postura de Martíse empieza a altercar, no el acto de leer y escribir sino “la alfabetización” en la escuela; Chartier (2004), sostiene que hablar de alfabetismo implica situarse ante un concepto inestable que depende, en gran medida, de las diversas finalidades de orden religioso, político, social y económico que se le han asignado a la escuela obligatoria a lo largo de la historia. Ahora bien, en este artículo se concibe la alfabetización, entendida desde un sentido amplio:

… un proceso de largo aliento que no se limita a la comprensión y producción de la modalidad lingüística alfabética, sino que redunde en la construcción de aprendizajes sobre diferentes códigos no verbales y multimodales, por lo que, “para abordar la lectura y la escritura con los niños es necesaria la articulación entre los medios tradicionales (material impreso) y los más contemporáneos (materiales digitales)” (CERLALC,2014, p.12)
 
      Desde esta postura se propende por el entendimiento cabal del funcionamiento de la lengua teniendo en cuanta todos los factores que influyen en su adquisición (Tusón, 2015), concibiendo que leer es un proceso que va más allá de descifrar letras y que la decodificación es solo un paso necesario para que se comprenda lo que se lee y se disfrute de la lectura… (Diuk,2017,p?.)
 
        REFLEXIONES FINALES
       
       Se esgrime de una escuela capaz de generar el puente para que los estudiantes pasen de ser lectores alfabetizados a lectores críticos (Jurado, 2008), que no solo decodifique, sino que se inserten en la cultura a partir del uso del derecho de acceso a la información contenida en diferentes tipologías textuales y, Cassany, Luna y Sanz (2003) sostienen que la única respuesta educativa posible para enfrentar un mundo multicultural, globalizado, dinámico y conflictivo es la formación de una ciudadanía autónoma y democrática con habilidades críticas de lectura, escritura y pensamiento.

          Defendamos la lectura como un derecho, …No es un lujo de élites que pueda asociarse con el placer y la recreación, ni es una obligación impuesta por la escuela. Es un derecho de todos que, además, permite un ejercicio pleno de democracia, (Ferreiro, 2004y solo si en Colombia se asegura una alfabetización funcional, en el sentido amplío, se puede pensar en una sociedad crítica y autónoma; "un ciudadano que puede defenderse en derecho; un ciudadano que piensa autónomamente, un ciudadano en plena libertad”
     Colombia durante las dos últimas décadas hace apuestas para mejorar su sistema educativo y se fundamenta en otras experiencias exitosas como la de Chile, entre otras; sin embargo, la discusión apenas comienza, puesto que demanda acciones poderosas y contundentes para garantizar que las universidades y normales superiores que forman a los nuevos maestros ofrezcan programas de calidad y para que la carrera docente sea atractiva a los mejores bachilleres.      

        Finalmente, solo una sociedad alfabetizada puede desarrollar capacidad crítica para la consolidación de la democracia y la convivencia pacífica, esto implica entender que leer y escribir posibilita a los estudiantes desarrollar aprendizajes en los diferentes escenarios de la escuela; así como aumentar su conocimiento del mundo, relacionar diferentes dominios del conocimiento y acceder a mundos posibles (Tolchinsky, 2011).
 
     Datos de autores: Ana Osiris Gómez Campuzano, docente (en propiedad) de lengua castellana, estudiante doctorado Universidad Pedagógica Libertador, investigadora consultora del colectivo AlasPalabras. Teléfono: 3152447918. E-mail: osirisgriega10@yahoo.com.ar

REFERENCIAS
 
Cassany, D., Luna, M. y Sanz, G. (1994). Enseñar lengua. Barcelona: Graó.
 
Castrillón, S. (2004) El derecho a leer y a escribir. Consejo Nacional para la Cultura y las
                  artes. México, D.F
 
Chartier, A. (2004) Enseñar a leer y escribir, una aproximación histórica. Fondo de
              Cultura Económica, En torno a cultura escrita. México
 
Cifuentes, J. (2015) La lectura como práctica social desde nivel inicial. Ponencia 
                 presentada en el II Congreso Internacional: Lectura y Escritura en la Sociedad  
                Global. Barranquilla, junio 10, 11 y 12. Universidad del Norte, Colombia.
 
Diuk, B. (enero, 2017). El lugar de la conciencia fonológica en la alfabetización inicial.
                  Conferencia llevada a cabo en el Primer Encuentro de Formación Integrada
                  2017. Bogotá: Ministerio de Educación Nacional
Ferreiro, E. (2013). El ingreso a la escritura y a las culturas de lo escrito. México:
               Siglo XXI.
Krippendorff, K (1990): Metodología del análisis de contenido. Teoría y Práctica. Barcelona. Paidós Ibérica, S.A
Larrosa, J. (2003). La experiencia de la lectura: estudios sobre literatura y formación.                    
              México: Fondo de Cultura Económica.
Leme, L. (2010) Inquietudes y desacuerdos, la lectura más allá de lo obvio. Asociación
          colombiana de lectores y escritores, Asolectura. Bogotá.
Lerner, D. (2001) Leer y escribir en la escuela, lo real, lo posible, lo necesario. Fondo
            Mixto de Cultura. México.
Martí, E. (2003). Representar el mundo externamente. Madrid: Machado Libros.
Ministerio de Educación Nacional. (1998). Lineamientos Curriculares de Lengua Castellana. Bogotá: MEN. Recuperado de: http://www.mineducacion.gov.co/1621/ articles-89869_archivo_pdf8.pdf
Palella, S. & Martins, F. (2010). Metodología de la Investigación Cualitativa. Caracas: Fedupel
Tolchinsky, L. (2011). La lengua como herramienta de aprendizaje. En: Ruiz, U. (2011). Lengua castellana y literatura. Complementos de formación disciplinar. Barcelona: Graó; Ministerio de Educación
Tusón, A. (2015). El estudio del uso lingüístico. En: Lomas, C. (Coord.) (2015). Fundamentos para una enseñanza comunicativa del lenguaje. Barcelona: Graó...