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Monumentos históricos: ni tan quietos ni tan mudos como piedras

Por:Camilo Calderón Acero

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A partir de un interés investigativo amplio sobre cómo se construye la memoria y cómo se cuenta la historia al país, Sebastián Vargas Álvarez, profesor de Historia en la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario, lideró un trabajo interdisciplinario alrededor de los monumentos históricos de Colombia. Estas reflexiones se compilan en dos publicaciones impresas.

“Por aquí pasó Bolívar” es una frase repetida en piedra en muchos de los municipios de  nuestra geografía. Se reitera tanto que incluso ha perdido valor significativo. Sin embargo, este simple recordatorio señala la importancia que tienen los monumentos para  los pueblos y su memoria. No solo son relevantes por lo que honran, sino también por  el sentido que las personas les van dando a través del tiempo. Casos como el anterior permiten hablar de una ‘historicidad’ de los monumentos, en contravía de esa concepción está- tica e inmóvil con la que se podría vincular a las estatuas, obeliscos, placas, pedestales, esculturas y demás emplazamientos  conmemorativos. Esa es la perspectiva que orientó el trabajo  investigativo liderado por el historiador Sebastián Vargas Álvarez, profesor asociado de Historia en la Escuela de Ciencias  Humanas de la Universidad del Rosario.

“El concepto acuñado es el de historicidad,  específicamente el que lo vincula con el estudio de los monumentos”, explica Vargas. “Así,  la idea central que motiva el proyecto de investigación es pensar los monumentos como objetos históricos específicos, pero que al mismo  tiempo son contingentes. Van cambiando con  el tiempo, por lo que pueden ser rescatados, interpretados y reutilizados de distintas maneras  y en diferentes épocas. Eso es lo que el concepto de historicidad buscar resaltar”, agrega.

A partir de este enfoque se desarrolló desde 2018 un proyecto de investigación amplio que  incluyó no solo al profesor Vargas, sino también a un grupo de investigación, un semillero  y varios expertos de diferentes universidades  y niveles académicos (entre docentes y egresados). Ese arduo trabajo culminó en 2023  con dos obras escritas que compilaron esta compleja labor investigativa.

Se trata de los libros La materialización del pasado: monumentalización, memoria y espacio público en Colombia; y Mutaciones de la piedra:  pensar el monumento desde Colombia, publica- dos por la editorial de la Universidad del Rosario. El primero de estos títulos corresponde  a una obra en la cual se registran y detallan diferentes casos de estudio; muchos de ellos producto del trabajo realizado en espacios como el semillero de investigación Estudios  sociales de la memoria y el patrimonio e Historia pública. Este es un espacio coordinado  por el profesor Vargas junto a los docentes  Ana Guglielmucci y Héctor García, del programa de Antropología.

En esta obra colectiva se materializa el en- foque interdisciplinario y crítico sobre la historia, liderado y propuesto por Vargas: “Mi  experiencia ha estado centrada en diferentes objetos, discursos y prácticas sobre el pasado,  pero que no necesariamente parten de la historiografía profesional o de la academia. Por  eso me interesaba mucho ver cómo la gente, en  diferentes contextos y tipos de acuerdos socia- les, interpretan la historia y para qué la usan”.

En 2018 comienza esta exploración por los  monumentos en la que prima un análisis crítico que valora su magnitud, en tanto que no  solo se les consideran como objetos puestos  en el espacio público, sino que, en concordancia, rescata su componente simbólico. “Mucho de lo que existe se limita a inventarios que  solo describen estas obras y que no van más  allá. Por eso es importante señalar que la monumentalización en nuestro país ha sido excluyente y ha generado que la representación  del pasado nacional en el espacio público esté llena de vacíos. Esto nos invita a pensar cómo construir la memoria en el espacio público para que en realidad sean memorias plurales y se reconozca a través de estas representaciones a la vista la diversidad de este país: la diversidad histórica”, puntualiza Vargas.

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Comisión Consular al Río Putumayo y sus Afluentes, Cónsul peruano, señor Rey de Castro, comisario señor Lores, comandante Castro y otros [Fotografía/16.5 x 11.8 cm], 1912, La Chorrera. Fuente: Álbum de Fotografías. Tomadas en Viaje de la Comisión Consular al Río Putumayo y sus Afluentes (Agosto a Octubre de 1912), Lima: Tarea, 2013, p. 66.

De esto dan prueba la destrucción de estatuas que han  ocurrido en años recientes en diversos lugares de Colombia y el mundo: en Popayán (2020) y Cali (2021) con el  derribo de las estatuas de Sebastián de Belalcázar, en Bogotá (2021) con la estatua Gonzalo Jiménez de Quesada en la plazoleta del Rosario; o las que han tumbado en Estados Unidos y otros países en América Latina en contra  de Cristóbal Colón o reconocidos esclavistas.

Para este magíster en Estudios Culturales de la Pontificia Universidad Javeriana, estos hechos son disputas por  la memoria en el espacio público, pues es en los monumentos donde se materializa el relato histórico. De ahí  que sectores sociales oprimidos o subrepresentados, o grupos que reivindiquen cuestiones de género, étnicas o sociales, entre muchas otras, encuentren en esas acciones un mecanismo para visibilizarse.

Este foco es el que orienta el libro La materialización del pasado, donde se recopilan en 13 capítulos varios casos a través  de la mirada y el análisis profundo de 18 autores diferentes. Los ejemplos destacados incluyen monumentos situados en Bogotá, Cali, Ibagué, Cartagena, Leticia y Funza, entre otros. Ello da cuenta de las diversas posibilidades que existen para aproximarse a este objeto de estudio, no solo desde su valor  material, sino también a partir de sus resignificaciones simbólicas. Es una obra con un diseño metodológico amplio que, en  palabras de su editor, pretende hacer un aporte significativo a la historia cultural de los monumentos colombianos, de una manera integral.

Por citar un ejemplo de lo anterior cabe destacar el caso de estudio sobre el monumento a Los Héroes en Bogotá y su rol en el reciente ‘estallido social’, que adelantó Vargas junto con la también historiadora Marcela Randazzo Ruiz, especialista  en Museología y Gestión de Patrimonio Cultural de la Universidad de Barcelona y doctoranda en Sociedad y Cultura de la  misma institución educativa.

Para la coautora este trabajo es valioso por- que permite acercarse al monumento en conexión con el espacio urbano. “Esta me parece  indispensable porque muchas veces se analiza el monumento de manera solitaria, sin  sus diferentes vínculos. La ciudad al final está viva, va en constante cambio, y creo que eso está en consonancia con las resignificaciones, la apropiación del espacio y la construcción de memoria”, comenta.

‘Los Héroes ’y la historia de los‘ monumentos cambiantes’

Aunque para muchos transeúntes sea fácil relacionar el nombre del sector Los Héroes en  Bogotá con el monumento que hasta 2022 es- taba ubicado en el cruce de la Autopista Norte con calle 80, no es para todos conocido que  su elemento principal, la estatua ecuestre, no siempre estuvo allí. El edificio fue terminado  apenas en 1963, mientras que la estatua fue erigida en 1910, como parte de la conmemoración  del centenario del ‘Grito de Independencia’.

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“La idea central que motiva el proyecto de investigación es pensar los monumentos como objetos históricos específicos, pero que al mismo tiempo son contingentes. Van cambiando con el tiempo, por lo que pueden ser rescatados, interpretados y reutilizados de distintas maneras y en diferentes épocas..., “ explica el profesor Sebastián Vargas de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario.

En su periplo esta escultura, de 3,3 metros  de alto y esculpida por el artista francés Emanuel Fremiet, se situó originalmente en el Par- 173  que de la Independencia, muy cerca de donde hoy se encuentra el Planetario Distrital. Luego  fue guardada en una bodega debido a la ampliación de la Avenida El Dorado (o calle 26)  hasta 1962 cuando se unió al Monumento a Los  Héroes, donde permaneció hasta que fue retirada para dar lugar a la futura primera línea del  metro de Bogotá. Como “canto del cisne”, antes de su desaparición el monumento fue testigo de las congregaciones ciudadanas de 2019  a 2021, las cuales reavivaron la atención sobre este lugar representativo de la ciudad.

A los hechos coyunturales del Paro Nacional de esas fechas se unió el trabajo que el  profesor Vargas venía desarrollando con Mar- cela Randazzo sobre este monumento. “Combinamos lo encontrado en los archivos con  una observación etnográfica sobre el terreno.  Revisamos algunas características de la materialidad del monumento, como su tamaño  y sus formas; así mismo, las representaciones  históricas que proyecta no solo este, sino también todo su espacio circundante. Por ejemplo,  analizamos qué prácticas y relaciones sociales hay o no a su alrededor o qué actores sociales interactúan con él”, detalla Vargas.

Por eso, lo primero fue recurrir a fuentes  primarias, como el Archivo de Bogotá, el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC)  y la Biblioteca Nacional, para buscar mapas y planos de la época, así como toda la legislación relacionada con la vida del monumento. Esto, además, incluye la consulta del archivo de prensa y fotográfico.

“Con la revisión de fuentes primarias, se puede saber sobre todo el proceso histórico, desde la gestación del monumento hasta los significados que le fue dando la ciudadanía”,  indica Randazzo. “Pero no se queda ahí, estudiamos también cómo se va resignificando en  el tiempo y se van formando unos “palimpsestos” de la memoria. En los años 70 del pasado  siglo se edificó al lado un centro comercial con  el mismo nombre y posteriormente se construyó la homónima estación de Transmilenio.  Se da al mismo tiempo una sobreescritura espacial y una desaparición. Eso es lo que permite hablar de ‘monumentalización’”.

Procesos de monumentalización periféricos

Tanto en Los Héroes como en otros monumentos se puede hablar de un flujo cambiante que  varía con el tiempo. Este es el caso del capítulo sobre los procesos de monumentalización  en el centro de Leticia (Amazonas), a cargo de  Paulo Córdoba, historiador y magíster en Filosofía de la Universidad del Rosario y doctoran- do en Estudios Amazónicos por la Universidad  Nacional de Colombia, sede Amazonía.

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Estatua de Pedro Romero en Getsemaní. Laura De la Rosa Solano (2011). Este monumento es uno de los pocos sitios en Colombia que se ocupan de la historia afrodescendiente del país, más allá del tema de la esclavitud. Claramente, se constituye en una muestra de esas memorias diversas que pueden emanar de los monumentos.

Al comenzar su investigación el profesor Córdoba se encontró que no existía una adecuada organización, resguardo, clasificación y acceso a la documentación sobre los monumentos  en la ciudad, por lo que resultaba imprescindible ir más allá de los archivos de la biblioteca local o de lo que le dijeran las autoridades del lugar. Debió acudir a fuentes primarias, de la  comunidad, para que dieran su testimonio a partir del cono- cimiento cercano del territorio, lo que incluso permitió convocar a habitantes en la búsqueda de las tomas fotográficas de  los monumentos.

“Más allá de solo atraer la atención sobre la existencia de un proceso de monumentalización, que tuvo lugar en medio de  la selva amazónica, lo que buscaba era poner a circular algunas historias que había leído y escuchado en la cotidianidad de  mi vida en Leticia”, explica Córdoba. “Con eso quise hacerles un homenaje a fuentes y voces que día a día nos transmiten conocimiento de forma escrita u oral a las generaciones más jóvenes”.

Frente a los monumentos tradicionales, a Francisco de Paula Santander (Parque Santander), a Francisco de Orellana (Parque Orellana) y al soldado anónimo de la guerra colombo-peruana, se contraponen nuevos lugares y prácticas de memoria  asociados a las culturas indígenas. Ejemplo de ello son las resignificaciones que estas comunidades les dan a la presencia aún materializada del edificio de la Casa Arana, en el área de La Chorrera, lugar de múltiples torturas a la población indígena de la Amazonía durante la época de la explotación del caucho en el primer tercio del siglo XX.

Así surgen nuevas lecturas no solo sobre lo que son y re- presentan estos espacios, sino también sobre la prevalencia y  omisión de discursos en torno a ellos. “Los diferentes casos de  estudio que nos ofrece el libro nos permiten ver cómo la historia narrada ha excluido a diferentes sujetos históricos, diferentes momentos, diversas experiencias y trayectorias”, aclara  Vargas. “Vemos que en esos relatos lo que hay es un desbalance muy fuerte en elementos de raza y estrato social, entre otros”.

El interés por los procesos de monumentalización en la  Amazonía recientemente ha suscitado el interés de otros estudiosos. En 2021 se publicó un artículo sobre monumentos a  los colonos, escrito por el profesor y antropólogo de la Universidad Nacional, Gabriel Cabrera, quien se centró en casos de  estudio de Vaupés, Guaviare y Caquetá.

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Fotografía de Oswaldo Vargas, 2021.

Una piedra angular para hablar de monumentos

La muestra recogida en el libro compilatorio La Materialización del pasado no hubiera sido posible sin un sustento teórico  y metodológico potente, el cual fue trabajado por el profesor Vargas desde 2018 luego de  concluir sus estudios de doctorado en Historia de la Universidad Iberoamericana en Ciudad de México.

Por su parte, toda la investigación de archivo y bibliográfica, incluso el marco jurídico,  realizada por Vargas le permitió construir las definiciones teóricas sobre los monumentos,  las cuales serían base de su trabajo de campo que a la vez permitieron abordar el tema  dentro de toda su complejidad. Ese armazón quedó materializado en el libro Mutaciones de piedra, el cual podría convertirse en un referente sobre el tema de los monumentos.

“Hice una revisión exhaustiva para construir un balance historiográfico sobre los estudios de caso y todo lo que se ha estudiado y  escrito en el área desde finales del siglo XVIII, todo el siglo XIX y hasta el presente. Es un  trabajo profundo que ofrece una serie de definiciones teóricas del monumento, las cuales permiten entenderlo desde sus diferentes  variables: su materialidad, su espacialidad; desde la memoria o desde lo político, por mencionar algunas”, detalla el autor.

Lo anterior convierte al texto en una obra  de consulta útil para estudiantes e investigadores, así como en un instrumento para  pensar las políticas públicas relacionadas con  el patrimonio cultural. A partir de sus planteamientos se abre la posibilidad de aproximarse a los monumentos con una mayor  cantidad de variables y mejores herramientas de análisis. En especial, en un momento  en el cual estos han sido objeto de ataques, derribos y de resignificaciones por parte de diversos grupos sociales.

Adicionalmente, del trabajo iniciado por  el profesor Vargas y los demás investigado- res, no solo se desprenden las obras escritas,  sino que en un futuro se adelantan procesos  de socialización con las comunidades en Bogotá y en las regiones que fueron núcleos de  trabajo de campo para desarrollar el contenido de los libros, algo que se considera imprescindible para ese acercamiento crítico  propuesto en ellos. Por ejemplo, se programarán conversaciones con las comunidades  de Leticia y Cartagena.

Por su parte este historiador continúa buscando nuevos cruces como el que vincula  arte y espacio público. Dentro de sus próximos trabajos está uno relacionado con el  cartelismo y las intervenciones en el espacio  público que circularon en la época del estallido social, el cual le apunta a visibilizar las  resignificaciones y apropiaciones contemporáneas que actualmente viven los monumentos.