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Patricia-

PATRICIA MONCAYO

Facultad de Creación

Para mí el sentido de la vida es ser feliz con lo que hago.

¿Quién es Patricia Moncayo?

Antes que todo, soy una hija privilegiada, una hermana orgullosa y una tía enamorada. Soy bastante familiar, disfruto estar en casa, me gusta mucho viajar; mi hermano dice que soy una optimista por vocación, y aunque mi trabajo es la música, mi descanso también lo es, y además, soy feliz con lo que hago. Eso sería lo que me define como persona.  La naturaleza de mi espíritu ha sido de inicios y cierres de ciclos, donde ensayo cosas nuevas con retos y aprendizajes fantásticos. Para mí el sentido de la vida es ser feliz con lo que hago.  
 
Inicié mis estudios de canto muy temprano, a los 16 años, en mi época esta edad era temprana, y desde el momento en que tomé mi primera clase hasta hoy, no he parado de tomar clases de canto. Este oficio requiere de constancia y disciplina porque el instrumento que escogí hace parte de mi cuerpo y el cuerpo humano cambia, evoluciona, tiene una época de esplendor y luego, viene una época de madurez y con ella viene la vejez.

Es importante prepararse, así que por esta razón, nunca he dejado de trabajar mi instrumento. Inicié mi carrera como comunicadora social en la Universidad Externado de Colombia y estudiaba música en la Academia Luis A. Calvo, pero pudo más el canto y la música, así que abandoné la comunicación social y me dediqué de lleno a trabajar con la música y la voz. 

Me formé como cantante lírica, es decir, el centro de mis estudios fue el canto lírico. Lo estudié 10 años seguidos, sin embargo, no me dediqué al canto lírico sino a hacer lo que antes se denominaba canto popular, que hoy en día se llama música comercial contemporánea, por sus siglas en inglés CCM (Contemporary Commercial Music). Después de eso vino una serie de recorridos experimentado con mi instrumento, trabajando muchos sonidos diferentes. Durante cinco años fui Artista exclusiva de Balboa Records México, recibí un Premio “Lo Nuestro” en 2002, viajé por muchas partes del mundo, grabé ocho producciones discográficas y tres álbumes como solista.

Mi maestro de canto me decía: “No entiendo por qué preparaste durante tanto tiempo la lírica para resultar cantando jazz, música latina, eso no tiene ningún sentido”. Yo soy una enferma del jazz y de la música brasilera. 
 
La rigurosidad del canto lírico me permitió adquirir las herramientas para explorar, experimentar y tener una aproximación un poco más técnica al cantar este tipo de géneros musicales, que por mucho tiempo han sido menos considerados, técnicamente hablando, porque siempre se ha calificado a la música clásica y el canto lírico como las fuentes de todo el conocimiento técnico y funcional del instrumento, lo que está bastante alejado de la realidad.

Académica y profesionalmente soy cantante, compositora, educadora y pedagoga vocal, especialista en voz cantada y dirijo el Departamento de Canto del Programa de Teatro Musical de la Facultad de Creación. Siempre me ha gustado enseñar, y en el tiempo, se ha vuelto mi propósito de vida.

Diana Amador

Con el tiempo decidí prepararme como pedagoga vocal, porque una cosa es poder ejecutar el instrumento y ejercer el oficio, pero enseñarlo es otra, es un talento diferente. Aprender a enseñar es una de las cosas más bonitas que me han pasado, es un camino emocionante y diferente. 
 
Nunca he dejado de enseñar. Siempre, todo el tiempo he estado enseñando aun cuando viajaba tanto y cantaba con mi cuarteto. Con el tiempo se incrementó mi necesidad por prepararme para hacerlo, entonces decidí dedicarme de lleno a trabajar y a estudiar la anatomía, la fisiología del aparato vocal, a buscar los profesores que en ese momento estaban a la vanguardia de toda la ola nueva de la vocología y del estudio un poco más detallado y concienzudo de la pedagogía vocal, y en general, del conocimiento del instrumento.
 
En el año 2012 llegué a MISI, y durante los dos años siguientes seguí dando conciertos y viajando. Era fantástico porque tenía muchas cosas para hacer, tenía mis compromisos como artista, y como conferencista daba charlas acerca de los beneficios del arte, la música y el canto en la salud del ser humano, pero llegó un momento en el que ya no me daba la vida, entonces decidí hacer un alto y quedarme de lleno con la enseñanza, en MISI y con mis estudiantes particulares.
 
En el año 2014 decidí que era momento de hacer un receso y de parar por un tiempo de estar subida en un escenario. Fue bastante tiempo cantando en escenarios, desde los inicios de 1990 hasta finales del 2014. Así que hoy en día, estoy dedicada a enseñar. Doy clase desde 1998 hasta hoy, y continúo actualizándome y estudiando porque mis estudiantes son cada vez más talentosos y más capaces, por lo que debo mantener mi mente y mi instrumento en forma, para ellos y para mí.  


Nunca he dejado de enseñar. Siempre, todo el tiempo he estado enseñando aun cuando viajaba tanto y cantaba con mi cuarteto.


Diana Amador

¿Qué significa para usted ser docente en la universidad del Rosario?

 

Para mí el camino a la Universidad del Rosario comenzó cuando llegué a MISI, en el 2012, y algunos años después se hizo el convenio entre las dos instituciones. Recuerdo que llegué a MISI por referencia de una de mis estudiantes, una profesora de canto que daba clases allí y estaba trabajando precisamente en un repertorio de teatro musical. En ese momento MISI Producciones estaba montando Aladdín de Disney.
 
Para el musical, Misi (María Isabel Murillo), necesitaba una preparadora vocal para la protagonista, Jazmín. Esta estudiante le dio mi nombre a Misi, y así llegué. Fue el clic perfecto, había muchas cosas que me impactaron; la forma en la que trabajaba, su inagotable energía y pasión contagiosa por el Teatro Musical, el ambiente en el que los estudiantes se desenvolvían; un espacio que era algo mágico, muy bonito y muy familiar. Me adapté rápidamente, creo que congenié con los estudiantes, y en general con el ambiente, porque todo funcionaba siempre en pro de sacar lo mejor de cada uno. 
 
Para esa época, MISI ya tenía en su cabeza, desde hacía mucho tiempo, la idea de poder darle un mayor sentido de carrera profesional a su programa, y creo que cuando encontró lo que esperaba, allí comenzó el proceso de alianza con la Universidad del Rosario. Esto es un sueño por el que ella luchó y trabajó. Hoy nosotros disfrutamos de ese sueño que ella nos dejó consumado, hecho realidad. 

¿Cuáles son los logros que considera relevantes en su vida académica, en particular en su práctica docente?

 

Hay muchas cosas que el ser humano planifica, diseña y en el tiempo van cambiando. Hay otras que cuando se planificaron tomaron un rumbo diferente y hoy para mí, ver a mis estudiantes alcanzar sus sueños, es casi como si fuera un logro mío. 
 
Nosotros como artistas somos un género particular del ser humano, porque un artista es diferente, somos diferentes. Tenemos una mente más compleja, sentimos las cosas con mucha más intensidad, experimentamos con mucha más profundidad las emociones, somos más intensos en todo lo que hacemos. Particularmente los cantantes tenemos algo que es esa necesidad de sentir que todo lo que hacemos está técnicamente perfecto y eso nos lleva muchas veces a dudar de la capacidad y del talento que tenemos. Entonces, ver a un estudiante crecer, superar los obstáculos o superarse así mismo, alcanzar lo que se propone y quiere, es el mayor premio para mí, es una victoria personal. 

Hace algunos días una de mis estudiantes, que es absolutamente fantástica, quien ha trabajado conmigo desde los inicios de su carrera en el programa, para quien ha sido un reto trabajar el canto en el teatro musical porque ella hace folclor y música colombiana del altiplano ganó un premio muy importante como solista vocal. Para mí, es un logro personal, yo lo celebro como si fuera mío. Sé lo que ella ha luchado por esto, no por el premio, sino por hacer música siendo fiel a su ser artístico, a su esencia.
 
Verla alcanzar este reconocimiento y crecer me llena de satisfacción y orgullo. Aclarando que no son los premios los que nos definen como artistas, todos los seres humanos necesitamos un reconocimiento por lo que hacemos, y eso ciertamente no nos define, pero sí es un premio a la perseverancia, al esfuerzo, al trabajo. 
 
Para mí el logro de cada uno de mis estudiantes, es mi premio. Ellos son la extensión de mis sueños y verlos sonreír cuando se sienten satisfechos saliendo de una clase, es mi recompensa.   

¿Cuáles aspectos han marcado su trayectoria como profesora en la UR?

Si hay algo que me emociona de trabajar en el Rosario es la suerte de poder encontrar profesionales de otras áreas, de otras facultades, con los que he podido colaborar y así fortalecer mi trabajo. Particularmente, en el área de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud hay dos personas maravillosas con las que me he tropezado y me han permitido aprender de ellas, pero lo más maravilloso es que he podido trabajar en conjunto para fortalecer mi área.
 
Cuando llegué a MISI diseñé el programa de canto para el Programa de Formación artística (PFI) precisamente para darle un poco más de cercanía a lo que sería profesionalmente y más adelante, diseñé el de la Escuela, para los niños y niñas. Diseñarlos me llenó de emoción, fue un reto fantástico. Pero ahora que llegué al Rosario, sigo nutriéndome de muchas cosas

El hecho de poder trabajar con profesionales de otras áreas, como la de salud, por ejemplo, hace que sea un aporte valioso para mí cada conversación, trabajo, proyecto, diseño y tema que vamos a desarrollar cada semestre. 
 
Ahora, el hecho de estar en la Universidad me da muchas más posibilidades, me permite repensar de nuevo mis estructuras, las que establecí a lo largo de mi carrera y de mi oficio. La parte de investigación me emociona muchísimo, y es importante para mí resaltar la acogida y la generosidad de los profesionales de otras facultades que quieren sumarse a lo que hacemos. Ha sido muy emocionante poder ir de la mano con otras áreas y otras facultades. 

Siempre le digo a mis estudiantes que en el camino confluyen todas las cosas que son necesarias para el desarrollo y crecimiento, estas siempre te llegan al camino.

¿Cómo ha sido su experiencia como profesora en la Universidad del Rosario?

Pertenezco al programa de teatro musical de MISI producciones desde el 2012 y llegar a la Universidad del Rosario, para mí ha significado un maravilloso reto.

Es emocionante porque significa hacer parte de la realización de un sueño que inició hace tantos años y que hoy es una realidad gracias a este convenio.
 
Además, significa tener el privilegio de ser testigo del nacimiento de una facultad, es muy emocionante poder ser parte de la historia de la Facultad de Creación, que es como el nuevo hijo de la Universidad del Rosario.
 
Así que para mí es un orgullo ser parte de la Universidad, además seguir siendo parte de MISI. Básicamente, ella construyó este sueño para nosotros, para darle un futuro con más posibilidades y más herramientas a nuestros estudiantes.


Le aporto a mis estudiantes y a la Universidad el compromiso de hacer mi trabajo con pasión, con amor, con convicción y con alegría.


Diana Amador

¿Cuál es su aporte a la Universidad y a los estudiantes?

 

Siempre he pensado que el trabajo habla por uno, no es necesario hacer mucho más allá del trabajo bien hecho. Creo que le aporto a mis estudiantes y por ende a la Universidad, el compromiso de hacer mi trabajo con pasión, con amor, con convicción y con alegría. Si yo combino estas cosas, por más complejo que llegue a ser en algún momento lo que estoy realizando, siempre va a tener un buen resultado, siempre va a salir adelante. 
 
Aporto la voluntad de seguir aprendiendo, de seguir creciendo, de seguir construyendo y de seguir reinventándome, porque cada vez los estudiantes son más talentosos y tienen más capacidades, y para mí se hace necesario avanzar para poder tener qué darles y poder suplir las necesidades que tienen.  Los estudiantes son diversos, maravillosos, muy talentosos, hay unos que no se dan cuenta del potencial que tienen. Parte de mi trabajo es lograr que lo descubran. Yo siento que sigo construyendo, sigo aprendiendo y creciendo al lado de ellos.
 
Puedo aportar el entusiasmo, la rigurosidad y la disciplina con la que ejerzo mi profesión. Mis estudiantes hacen chistes entre ellos acerca de lo rigurosa que soy, pero creo que cuando uno mismo se lleva al límite y se reta, descubre que tiene mucha más capacidad, fuerza y voluntad de la que en un inicio creyó que tenía. 
 
Para mí es importante poder darles las herramientas, pero más que eso, es poder compartir con ellos lo que la experiencia y una vida completa dedicada al canto me han enseñado. Ver a un estudiante llegar con tantos temores, con tantas dudas y ver cómo progresivamente crece, se supera así mismo y a sus obstáculos, es algo maravilloso. Creo que ser profesor, enseñar y compartir lo que uno sabe hacer, es el trabajo más noble del mundo.

¿Qué la inspira a enseñar?

 

Parte del entusiasmo y del amor por enseñar es que tuve que aprender a soltar lo que se suponía ya tenía tan establecido, toda una estructura que debía dejar de lado y a partir de allí, con esas herramientas técnicas construir unas nuevas que me permitieran cumplir con mi trabajo. 
 
Es decir, el amor por la enseñanza comienza por mi necesidad de construir mis propias herramientas, traídas de lo que había aprendido a hacer como cantante lírica. Tuve que idear la manera de ajustarme a lo que necesitaba hacer y quería ser, porque la técnica y la capacidad vocal es una, el resto son estilos y estos se aprenden y se trabajan.
 
Creo que lo que me gusta de enseñar y lo que me mueve, es aprender constantemente, al tratar de compartir y de explicarle a un estudiante lo que necesita hacer desde ese lugar en el que yo estuve un día.
 
Podría pensarse que como profesor uno quisiera que todos los alumnos fueran absolutamente capaces, que pudieran ajustar todo en el tiempo que está establecido. Pues qué más fantástico sería que todos los estudiantes pudieran caminar al mismo ritmo, a la misma velocidad y lograran los objetivos en el tiempo sugerido, pero la realidad es que cada estudiante es un universo, es único, a veces impredecible. Siento una felicidad infinita cuando logras que un estudiante que batalla, lucha y se esfuerza finalmente logra su objetivo. Eso es inspirador, es mi estudiante quien me inspira.
 
Yo tengo estudiantes fantásticos que son realmente talentosos, capaces, muy habilidosos y tengo otros, que en un comienzo “se supone” no son así. Verlos avanzar, crecer y luego equipararse con aquellos que lo han hecho a mayor velocidad, me llena el corazón.
 
Creo que esa es mi mayor inspiración, verlos superarse, verlos cantar y disfrutar cuando lo hacen, verlos hacer su trabajo con amor y con tranquilidad, con seguridad, capacidad y motivación. Realmente ellos son el motor que me mueve a idear nuevas formas de lograr que alcancen su potencial. Ellos me inspiran y por eso los animo a retarse, exigirse e incomodarse, para que un día puedan navegar solos…. “en el océano”.

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Diana Amador