Paleografía en cuatro pasos
Luego de la primera Olimpiada de Paleografía y en vista de su buena acogida, decidimos presentar los documentos que se ofrecieron a los participantes. Disponen así los aficionados a una buena práctica en el ejercicio de leer documentos antiguos.
En los documentos que proponemos, seguimos la ortografía con la mayor fidelidad, en vista de que la historia de la escritura y de las prácticas ortográficas también es un campo de estudio. Las abreviaturas se resuelven en corchetes [] y los renglones se numeran.
Primer documento. Introducción:
AHUR, caja 13 f. 125.
Notas. Llaman la atención las comillas de cierre (,,) que acompañan al ordinal, a su vez expresado en números romanos y una o volada (o). La preposición “a” está tildada, como era corriente también en los impresos, donde suele aparecer con una especie de acento circunflejo (â).
Segundo documento. Nivel básico:
AHUR, caja 11 f. 115.
Nota. El Diccionario panhispánico del español jurídico define: “Copia autorizada. Reproducción exacta en papel notarial de la escritura firmada, en la que únicamente aparece la firma del notario, que tiene el mismo valor probatorio que la escritura”.
Tercer documento. Nivel intermedio:
AHUR, caja 18 f. 28.
Notas. Como vimos arriba, las cantidades van expresadas delante de comillas (,,). Las cifras se dividían en sus componentes: “veinte y cinco pesos”. Las comunicaciones escritas son formularias, es decir, suelen emplear frases fijas. Arriba vimos la despedida, en lo formal y en lo personal: “Dios guarde a usted muchos años”. Aquí, la declaración de un testimonio legal: “y para que conste, lo firmo”. El uso de x por j es bien conocido.
Cuarto documento. Nivel avanzado:
AHUR, Caja 12, fol. 38.
Notas. El nivel avanzado no es la temible procesal encadenada, sino un caso muy interesante de alguien muy poco familiarizado con la práctica de la escritura. El documento refleja la oralidad (*etcequias) y la vacilación al separar palabras. El caso de *veintes parece sugerir una ese de pluralidad, por analogía con “pesos” (tal vez una falsa concordancia). El uso de /n/ ante /p/ y /b/ es llamativo como posible rasgo de nasalización. El caso de *Massutegui es dudoso: podría reflejar la pronunciación o simplemente un yerro de la escritura (Masústegui). Cerrando con fórmulas, ofrece la variante “por que conste”, donde “por que”, en dos palabras, equivale a “para que”.
Ñapa: paleografía bilingüe.
A veces, a las dificultades inherentes a la lectura de documentos antiguos se suma un escollo: de repente, quien escribe recurre al latín para adornar su idea.
Notas. Los reales eran subdivisión del peso: ocho formaban uno. El símbolo, que interpretamos por ($), no lo habíamos visto antes. El latinajo significa “estrechez de la casa” y está documentado en la obra del poeta Juvenal:
Haut facile emergunt quorum virtutibus opstat
res angusta domi, sed Romae durior illis
conatus.
No prosperan fácilmente aquellos cuyas cualidades son obstruidas por la estrechez económica de su familia, pero en Roma sus esfuerzos son más penosos[1].
La lectura de documentos antiguos.
Luego de esta breve práctica paleográfica, mencionaremos alguna bibliografía para iniciarse en la disciplina. Los manuales, como el de Garcés[2], inician por la definición del campo y siguen con la historia de la escritura, mediante la presentación de alfabetos. Luego vienen los documentos que se proponen para el ejercicio y se brindan conocimientos accesorios para facilitar la tarea (pesos, medidas, etc.). Otros manuales disponibles son: La escritura y lo escrito, por Vicenta Cortés Alonso (Bogotá: Giros Editores, 1986); Paleografía Castellana ó sea colección de documentos auténticos para comprender con perfección todas las formas de letras manuscritas que se usaron en los siglos XII, XIII, XIV, XVI, XVII y XVII, por Venancio Colomera y Rodríguez (Valladolid: P. de la Llana, 1862), y el más antiguo en nuestra colección: Paleografía castellana ó sea colección de documentos auténticos para comprender con perfección todas las formas de letras manuscritas que se usaron en los siglos XII, XIII, XIV, XVI, XVII y XVII, por Andrés Merino de Jesucristo (Madrid: Jun Antonio Lozano, 1780).
Muestra de tipos de escritura, en Garcés.