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Miguel Abadía Méndez, catedrático y político

Cazadores de la Herrera: Miguel Abadía, Nemesio Camacho, Manuel M. Madero y Holguín.

Un reconocido hijo del Rosario, presidente de la República y catedrático “vitalicio”. También se destacó como escritor y ejerció el periodismo.

Malcolm Deas, en su famoso ensayo Del poder y la gramática[1], menciona a Abadía como el último de los presidentes que sabían latín y gramática, dedicados a veces también a la venta de libros. Abadía, además, tuvo una completa educación en Derecho.

Abadía en el Rosario.

Portadilla de los exámenes preparatorios de Abadía Méndez. AHUR, vol. 146 ff. 34-38.

Portadilla de los exámenes preparatorios de Abadía Méndez. AHUR, vol. 146 ff. 34-38.

 

El diecinueve de septiembre de 1888, ante un consejo de examinadores compuesto por José Manuel Marroquín, rector del Rosario, Carlos Martínez Silva, Alejandro Motta y Luis María Isaza, profesores, sostuvo el primer examen preparatorio el estudiante Miguel Abadía Méndez, para optar el grado de doctor en Derecho. Obtuvo calificación sobresaliente en las cuatro materias: Filosofía del derecho, Derecho romano, Derecho civil (primero y segundo). La segunda ronda de preparatorios tuvo lugar el día veintiuno, cuando el examinando tuvo que escribir por dos horas, “encerrado en una pieza y sin auxilio de libros”, sobre tesis de Derecho español y público, con calificación sobresaliente. Con este requisito se cumplía la primera parte de materias de la Facultad. Se retomaron los exámenes para la segunda, el once de octubre: Derecho mercantil, Economía política, Derecho internacional, Penal, Procesal y Canónico, todas con nota sobresaliente. El último examen, “público y general”, se verificó el día veintiuno, en las restantes materias: Derecho civil 2.o, Canónico, Internacional, Mercantil, Procesal y Filosofía del derecho. Nuevamente obtuvo calificación de 12, equivalente a sobresaliente por aclamación.

Para formalizar el grado, solo faltaba la lectura de la respectiva tesis y el juramento tradicional; hecho lo cual se le concedió el título, de parte del rector y del ministro de Instrucción pública[2].

El examinando debía someterse a una prueba escrita de dos horas, “encerrado en una pieza y sin auxilio de libros”.

El examinando debía someterse a una prueba escrita de dos horas, “encerrado en una pieza y sin auxilio de libros”. AHUR, vol. 146 f. 36r.

 

Abadía Méndez ya venía ejerciendo la cátedra de Latín, promovido del primero al segundo curso, en sesión de Consiliatura de veintidós de septiembre de 1887. En remplazo del señor Antonio José Cadavid, se le nombró para la cátedra de Derecho constitucional, en 1913[3]. Por muerte del consiliario Liborio Zerda, se le eligió para la Consiliatura en 1920, puesto que dejó para posesionarse de la presidencia, en 1926. No por ello dejó, en cambio, la cátedra de Constitucional, en la Nacional y en el Rosario.

Abadía, hombre político.

Don Miguel Abadía nació en La Vega de los Padres (hoy Coello, Tolima), el 5 de junio de 1867[4]. Comenzó sus estudios en el Colegio del Espíritu Santo; los continuó en la Universidad Católica y obtuvo en 1888, como vimos, el grado en Derecho. Antes de terminar sus estudios ya se había iniciado en la escritura, redactando un periódico literario bautizado El Ensayo. Luego, para sostener la candidatura de Miguel A. Caro para la Vicepresidencia de la República, fue redactor de El Colombiano y escribió para El Siglo XX.[5]

El currículo político del Dr. Abadía cubrió todos los destinos: diputado a la Asamblea, secretario de Hacienda, representante al Congreso, ministro de varios despachos y presidentes, consejero de Estado, enviado extraordinario y ministro plenipotenciario en Chile

Participó del movimiento del 31 de julio de 1900, cuando quien fuera el rector que lo graduó de abogado asumió la presidencia de la República[6]. Uno de los considerandos de la Ley de honores a su memoria es digno de recordarse:

Que como rasgo fundamental de su vida pública merece señalarse a la gratitud del país su elocuente conducta al iniciar dentro de las costumbres políticas de Colombia la alternabilidad pacífica de los partidos en la dirección del Estado, haciendo entrega del mando a una colectividad distinta de aquella a que perteneció, dando así el más alto ejemplo de republicanismo, consolidando el prestigio de nuestras instituciones democráticas y señalando el país a la admiración del mundo civilizado.[7]

Conducta muy plausible que, sin embargo, le garantizó la animadversión de un sector de su partido.

Los libros que publicó fueron:

Compendio de Historia moderna desde la venida de Cristo y cambio de la República romana en Imperio hasta el año de 1867, por Pedro Fredet. Bogotá: Librería Americana, 1891 [3.a ed. 1915].

El divino modelo, por Marie Reynès-Monlaur. Bogotá: Librería Americana - Imprenta de la Luz, 1908.

Historia Antigua. Traducido y arreglado del inglés por Miguel Abadía Méndez. Obra adoptada como texto en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario y en el Liceo Nacional. Bogotá: Librería Americana, 1891.

Nociones de Prosodia Latina, arregladas para servir de texto en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, por Miguel Abadía Méndez, catedrático de la materia en el citado Colegio. Bogotá: Librería Americana, 1893. Imprenta de Medardo Rivas.

Abadía y el “deporte cinegético”.

Cazadores de la Herrera: Miguel Abadía, Nemesio Camacho, Manuel M. Madero y Holguín.

Cazadores de la Herrera: Miguel Abadía, Nemesio Camacho, Manuel M. Madero y Holguín.

 

El Dr. Abadía contribuyó a la Revista del Rosario con algunos artículos. Llama la atención una crónica de su experiencia con el “deporte cinegético”[8], gracias a la invitación del Círculo de Cazadores de la Herrera, a la laguna homónima (cerca de Mosquera). Allí estuvo, no por afición particular, sino por su “curiosidad oficial de fisgón empedernido”. A Mosquera se llegaba luego de una hora de viaje en tren:

“(...) arrancó la locomotora después de los pitazos y campanadas de ordenanza en medio de un ruido ensordecedor de ruedas, frenos, enganches y rieles, acrecentado con las vociferaciones que los viajeros de nuestro tren y los del ferrocarril del Sur -que partía en ese mismo instante por carrilera paralela a la que nosotros llevábamos-, se lanzaban unos a otros para denostarse, o dirigían, para animarlos y enardecerlos, a los respectivos maquinistas y fogoneros, que, empeñados en un certamen de velocidad y porfiando por ganarse la delantera, habían puesto sus máquinas a todo vapor, imprimiendo a los trenes trepidaciones que semejaban sacudidas de monstruo rabioso. Obtuvo la ventaja el tren de la Sabana, y el del Sur, como despechado por su derrota, y no queriendo sostener la competencia por más tiempo, torció bruscamente hacia la izquierda y echó a huir bufando por entre las dehesas de "Chamicera", dejando apenas una estela de sucio humo”.

El Dr. Abadía Méndez murió el quince de mayo de 1947, en La Unión, retirado de la vida pública.

 


 

[1] Deas, M. (2006). Del poder y la gramática y otros ensayos sobre historia, política y literatura colombianas. Buenos Aires: Taurus.

[2] AHUR, vol. 146 ff. 34-38.

[3] AHUR, vol. 137 f. 6r.

[4] Al parecer, hubo dudas sobre el lugar de origen de Abadía: unas fuentes ponían Piedras (Tolima), otras Cartago, de donde eran sus padres

[5] Laverde, I. Bibliografía colombiana. Bogotá: Librería de Medardo Rivas, 1895.

[6] El joven José Vicente Castro Silva también participó en esos hechos. Cf. Castro Silva joven, anécdotas políticas. Blog del Archivo Histórico de la Universidad del Rosario.

[8] Abadía, M. (1937). Una partida de caza. Revista del Rosario, 32(314), 426-40. La Revista afirmaba que Abadía preparaba un libro de estos temas: parece que se quedó inédito.