Carlos Pareja, entre códigos y versos
30/09/2016 11:25:32 a. m.
Entre Códigos y versos.
Por sus ancestros, Simón Latino (en la pila Carlos Henrique Pareja Gamboa), natural de Sincé (Sucre), heredaba la afición a las leyes y a las ideas liberales. Su abuelo, Eloy Pareja, fue abogado y masón grado 33, en el Supremo Consejo Neogranadino de la Masonería, sede Cartagena. En lo político, cercano a Rafael Uribe Uribe y Benjamín Herrera. Huérfano de padre, Simón fue criado por la abuela y los tíos.
Simón, en 1927.
Simón Latino y la librería La Gran Colombia, patrimonio cultural de Bogotá, por Albio Martínez Simanca. Bogotá: Alcaldía Mayor, 2004.
Durante la escuela empezó “a escribir versos pueriles a novias imaginarias, versos que se publicaron en un periódico del puerto de Magangué cuando yo tenía dieciséis o diecisiete años, y me crearon fama de poeta”[1].
Terminados los estudios básicos, sus maestros le consiguieron auxilios municipales para trasladarse a Cartagena, a donde llegó a lomo de caballo, primero, y en lancha por el golfo de Morrosquillo, finalmente. Así fue la impresión del muchacho, en La Heroica de 1915:
Cartagena me fascinó, era la primera ciudad de veras que conocía y me pareció un sueño. Su arquitectura de tipo español antiguo, con sus murallas y balcones corridos, sus muros blancos, sus techos rojos, hacían un contraste inolvidable. La ciudad engastada en el mar siempre azul. La vida de la ciudad era tranquila y silenciosa; no había industrias ruidosas y todo el mundo parecía ocuparse solo del problema de cada día, sin angustias ni afanes.
Allí contó con la ayuda de un pariente, quien le despejó el camino de la burocracia:
Él me dio consejos muy prácticos para mi vida futura en Cartagena, siendo el primero que aprendiera a escribir a máquina, como el medio más probable de conseguir trabajo en alguna oficina de la ciudad. Él me facilitó una máquina oficial y un rincón en la Agencia donde podía practicar el aprendizaje en horas libres de su oficina. Emprendí ese estudio con furor, y en menos de dos semanas pude escribir a máquina como cualquier burócrata.
Abreviando el cuento, en la Universidad de Cartagena principió los estudios de Medicina. Por carencias materiales y, sobretodo, por nula vocación, se pasó a Derecho. Como no solo de códigos vive el hombre, allí comenzaron a salir sus versos en la prensa. En 1920, publicó su primer libro, Las campanas del Angelus, bien recibido por los críticos. En 1923, gana la suma de 500 dólares, en un concurso, con el poema A Cartagena de Colombia.
Residencia en Bogotá.
En 1924 llega a Bogotá, a matricularse en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional. En 1926, ingresó en la Sociedad Jurídica, con el trabajo Las obligaciones en derecho civil colombiano. Su tesis de grado, en 1928, se tituló Alegato ante la Corte Suprema de Justicia.
Volviendo a su vida literaria, en 1930 publicó dos libros distintos: una Vida de Bolívar: para los niños, a propósito del centenario del Libertador; un poemario Canciones humildes. Versos pasados de moda. Hace, mientras tanto, una lucida carrera profesional. Mas aquí nos interesa su actividad cultural.
Sus mejores versos.
En 1942 nace, de la mano de su esposa, la Librería Editorial La Gran Colombia. Desde 1947, aparecen los cuadernillos de poesía con el título Sus mejores versos. La colección vivió dos décadas, en que alcanzó a producir la friolera de más de un millón de ejemplares (otros dicen dos).
Hasta su cierre, en 1986, funcionó en la 18 con 7.a.
De la librería, hemos hallado la siguiente anécdota, contada por GGM:
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En
Vivir para contarla, disponible en la red.[/caption]
De Simón Latino dijo Juan Gossaín: “Aquí yace el hombre que emprendió la titánica tarea de llevarle al pueblo, en fascículos baratos, la obra de los poetas de Colombia y del mundo: que logró vender versos en las plazas de mercado entre el cacareo de las gallinas y el olor de las lechugas; que escribió unos versos propios que ya nadie recuerda; que tradujo estrofas de los cantores haitianos del vudú y del amor; este hombre que además de todo esto, enseñaba los trucos del derecho administrativo mientras compilaba a Rubén Darío"[2].
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En
El Tiempo. Fray Lejón era el seudónimo de Federico Rivas Aldana.[/caption]
En el Archivo Histórico.
Conservamos una obrita del Dr. Pareja (E30N006) que, como ya se dijo, le abrió las puertas de la Sociedad Jurídica.
Fuentes: En libro, lo más reciente es:
Simón Latino y la librería La Gran Colombia, patrimonio cultural de Bogotá, por Albio Martínez Simanca. Bogotá: Alcaldía Mayor, 2004.
[1] Esta y las demás citas, de Martínez Simanca, en Revista Semana, http://www.semana.com/on-line/articulo/fragmento-simon-latino/70549-3
[2] Sandra Colombo,
Recordando a Simón Latino. Disponible en http://documents.mx/documents/recordando-a-simon-latino.html
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