Hoy, mentar a Luis Soracta es casi lo mismo que nombrar al dueño del seudónimo, José Vicente Castro Silva (1885-1968). Figura interesante, no solo por llevar las riendas del Rosario por treinta y ocho años, sino también por intereses muy singulares en un eclesiástico: Goethe, a cuya memoria dedicó una placa; Dante, a quien dedicó otra, pero en la Academia Colombiana; y estas digresiones sobre Tutankamón, que sacamos de la Revista del Rosario (v.31 n.306-7 jul.-ago. 1936).