A Roma, de la mano de Francis Wey
21/07/2016 11:20:00 a. m.
Francisco Wey (1812-82) fue un polígrafo francés, natural de Besançon.
Sale de su pueblo a París, donde frecuenta el teatro y comienza a escribir, si bien sobre tiempos pasados, con total desconocimiento del presente. En la capital, se pone bajo la dirección intelectual de un paisano, Carlos Nodier, quien le recomienda entrar en la École des Chartes (1834-7). Dicho instituto estaba empeñado en levantar los archivos paleográficos de la nación, descuidados luego de la Revolución. Conoce a Hugo, con quien comparte la pasión medievalista.
L'Arsenal, por Charles Ransonnette, 1848. En 1824, Carlos Nodier se encargó de la dirección y allí mantuvo tertulias muy afamadas.
En este círculo intelectual se hace escritor de folletines. Se cuenta una anécdota suya con el editor Aquiles Ricourt, quien le publica, al parecer pro primera vez.
Ya establecido como escritor de folletines, alguien le censuró su propiedad en el uso de la lengua francesa. Wey se retiró un tiempo a reforzar sus conocimientos de Gramática. A la vuelta de unos años, salió al ataque con una obra en que desafiaba la autoridad de los gramáticos: Remarques sur la langue française, sur le style et la composition littéraire. etc. También hizo páginas críticas para la primera revista francesa de fotografía, La Lumière.
En el primer número de La Lumière, contribuye con el ensayo
De l'influence de l'Héliographie sur les beaux-arts. Wey fue colaborador asiduo de la revista.
En 1852 lo hacen Inspector General de la Dirección de Archivos. Por esos días viaja constantemente por Europa, lo que le da material para componer libros de viajes. Entre 1853 y 1865 preside la Sociedad de Literatos.
Falleció el 9 de marzo de 1882 en París. Entre sus obras se cuentan:
Vie de Charles Nodier – Manuel des Droits et des devoirs. Dictionnaire démocratique – Les Anglais Chez Eux – Esquisses de mœurs et de voyage – Exposition œuvres d’Hippolyte Bellange une Impériale École des beaux-arts. – Chronique du Siège de Paris 1870-1871 – Rome. Descriptions et souvenirs – I Musei del Vaticano – Le trésor littéraire de la France – Un amour d’enfance.
Wey, por Nadar.
Roma, grabada en la memoria.
En la Biblioteca Antigua existe el volumen de Francis Wey Rome. Description et souvenirs (1873). Lo interesante de la obra consiste en sus 352 grabados en madera, diseñados por "nuestros más célebres artistas", más un plano de Roma. La obra se divide de la siguiente manera: Antigüedad – Edad Media – Renacimiento – época actual.
Se trata de una segunda edición, con 352 grabados en madera. La primera edición (1872) solo contenía 346.
Portada de la obra, con un sobrio juego de tintas roja y negra.
Veamos algunos grabados de los lugares de la ciudad antigua:
Capítulo primero, adornado con el arco de Septimio Severo.
Foro Romano, templos de Saturno y Vespasiano.
Caldarium de las Termas de Caracalla. Los baños públicos de Roma se construyeron entre 212 y 217 d. C. Caracalla era el sobrenombre que tomó Marco Aurelio Severo Antonino Augusto, por una túnica que solía vestir y que, al parecer, era de origen galo.
Uno de los restos del pasado, las inscripciones:
Arco de Tito. Construido en 82 d. C. por Domiciano para conmemorar las victoria de su difunto hermano mayor.
En el corazón de la ciudad, una muestra de la monumentalidad:
El Coliseo. Conocido también como Anfiteatro Flaviano, obra de concreto y piedra, tardó solo diez años en ser construido.
Pero Roma no era solo piedra, sino también una idea y varios mitos:
Psique acompañada por Mercurio. El dios conduce a la bella joven al cielo, donde se hará inmortal bebiendo ambrosía.
Edad Media y tiempos recientes.
Como ciudad milenaria, Roma mezcla pasado y presente:
Columna Trajana y Basílica Ulpiana. La columna es famosa por su bajo relieve, alusivo a las guerras contra los dacios (101-6 d. C.). La columna, de unos 30 m de altura, es modelo para las columnas de victoria.
Fuente de Trevi. Monumental obra de 26-50 m, construida durante 30 años (1732-62); su nombre se debe a la encrucijada de tres vías (
tre vie). Muchos la conocemos por su aparición en
La dolce vita.
Al lado de la monumentalidad del poder civil, el lujo eclesiástico:
Capilla Sixtina. Debe su nombre al papa Sixto IV, que la restauró en los años 1477-80.
Castel Gandolfo, sitio de recreo de los papas.
Para cerrar con broche de oro, un buen plano de Roma:
Plano de Roma. Diseñado por Augusto Thiollet, 50x60 cm.
Wey y el Colegio.
La copia que reseñamos fue un obsequio a la Biblioteca del rector Carrasquilla:
Archivo Histórico.
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