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El Dr. Pardo y la educación en la Nueva Granada

Portada del Discurso del Dr. Pardo.

El discurso de apertura de estudios de 1839 del catedrático de Botánica nos ofrece un panorama de la instrucción pública en los inicios de la República.

El seis de octubre de 1839, Andrés María Pardo, catedrático de Botánica, pronunció un discurso de apertura del año escolar a los estudiantes del Colegio del Rosario. Según la costumbre de entonces, luego de revisado por la Dirección de Estudios, se mandó imprimir en los talleres de José Antonio Cualla.

Decreto del Poder Ejecutivo, fecha 15-9-1837, sobre creación de la cátedra de Botánica, que el Dr. Pardo

Decreto del Poder Ejecutivo, fecha 15-9-1837, sobre creación de la cátedra de Botánica, que el Dr. Pardo “ofrese servir gratuitam[en]te i durante un curso en el Colejio del Rosario”.

 

El discurso empieza, como era de rigor, con la captatio benevolentiae, manera de iniciar ganándose la indulgencia del público:

Empero si es el sometimiento mas bien que una vana presuncion el que hace levantar mi debil voz delante de tan respetable congregacion, ¿no deberé esperar de vuestra parte que disimuleis lo tosco de mis ideas ó lo incompleto de mis raciocinios?

Inicia su materia elogiando la educación, a propósito de la opinión de Rousseau que cuestiona la necesidad de la instrucción. En su defensa cita a Russell, Condorcet, D’Alembert, Voltaire y el abate Juan Andrés, a tiempo que emprende un recorrido histórico por el progreso de la instrucción, desde el antiguo Egipto. Avance que se interrumpió dramáticamente: “Aquella noche tenebrosa que se ha calificado con el nombre de edad media i que cubrió con un ensangrentado manto las mas hermosas rejiones de la Europa bajo el poder de los bárbaros del norte”. Su elogio tiene también base religiosa: “(...) el amor de la sabiduría ennoblece al hombre, suavisa sus costumbres, modera sus paciones, enfrena la licencia de los pueblos, estirpa el error, i asemeja en cierto modo la criatura, aunque pobre i debil gusanillo á su Criador”.

La restauración, luego de pausa milenaria, se fue dando en el campo literario-poético: “(...) porque á la verdad la poesía ha servido siempre como de juguete en la infancia de los conocimientos humanos”. El restablecimiento de la literatura moderna, según el Dr. Pardo, inició con la toma de Constantinopla por los turcos, en 1453. Entonces, los griegos de Oriente pasaron a Italia “i estendieron los conocimientos i el amor á las ciencias”. El conocimiento de la lengua griega y la divulgación del platonismo marcan el inicio del Renacimiento (aunque el autor no use la palabra). Destaca asimismo el papel benéfico del mecenazgo y las universidades, de la mano de un poderoso invento: la imprenta. Siglos de esplendor se suceden, culminando en el XVIII, donde “se robusteció i recibió sus lecciones aquel jigante que en sus convulsivos esfuerzos conmovió todos los ángulos de la tierra, me refiero, Señores, á la revolucion francesa”.

Hasta aquí todo es esquemático, sumario. Llega aquí el autor a la actualidad: “El siglo XIX... ¡pero que dificil es juzgar el siglo en que vivimos!”. Inicia allí la segunda mitad de su discurso (página novena). El mérito de su tiempo es la generalización de la instrucción: “No hai duda, Señores, este es el siglo de la instruccion popular, i al que han venido á pagar su tributo el de Pericles, Alejandro, Augusto i Luis XIV”. Mucha abundancia se prometía el país, si acertaba a combinar instrucción con recursos naturales. Nos ofrece el Dr. Pardo un vistazo al pénsum de su época: principia por la moral, que se divide en del hombre, del legislador y del Estado, del ciudadano y del filósofo, según propuso “el profundo D’Alembert”. Sigue la Lógica: “el arte de razonar es como la piedra angular de todos los conocimientos humanos”. Después la Ideología: “ciencia de la jeneracion de las ideas”. Muy teóricas estaban las Matemáticas y la Física, “careciendo ademas de máquinas é instrumentos que son sus mejores ausiliares”. La Filosofía, por contraste, “no es ya perseguida por la cicuta ó las hogueras, los calabosos ó el destierro”. La Jurisprudencia se estudiaba entonces “de un modo mas analogo, mas util i filosofico”. Es estado de la Medicina era precario: había profesores, pero no academia ni unidad de sistema científico. Apenas menciona la Teología, para centrarse en la cuestión de si debería centralizarse la instrucción pública en la Nueva Granada. Siguiendo al “profundo Burke”, piensa que el Gobierno debe fomentarla como deber político y emplear con eficiencia los fondos destinados a educación. Sugiere incluso la enseñanza de artes y oficios en la instrucción primaria.

Señala, finalmente, una curiosidad jurídica: se daba el caso de que un joven finalizara sus estudios de Derecho con dieciocho años e iniciara labores como abogado, pero no podía aspirar al empleo de juez parroquial, por no gozar todavía de los derechos de ciudadanía.

Portada del Discurso del Dr. Pardo

Portada del Discurso del Dr. Pardo. Nótese que el año escolar arrancaba en octubre [AHUR caja 29 f. 299r].

 

La cátedra de Botánica.

Según el documento presentado, el origen de la cátedra en el Colegio es la propuesta del Dr. Pardo, en septiembre de 1837. Ese año hubo discurso inaugural de la cátedra, el seis de octubre [AHUR caja 29 f. 4]. Los cursantes reportados son:

Celedonio Ribera

Basilio Mora

José Arosemena

Cosme Gómez

Francisco Quijano

Juan de la Cruz Páez

Federico Rivas

Rafael Campuzano

Gabriel González

Jorge Trujillo [AHUR caja 30 ff. 46-47][1].

 

En los certámenes públicos de 1839, defendieron asertos de Anatomía vegetal y de Taxonomía los siguientes cursantes:

Epaminondas Uribe

Joaquín Maldonado

Juan de la Cruz Páez

Miguel Calderón

Miguel Grillo

Valentín Martínez [AHUR caja 30 ff. 290v-291r].

 

Antes de la inauguración de la cátedra de Pardo, existe en el archivo un certamen de Botánica de los estudiantes de la Universidad Central, a cargo del catedrático Juan María Céspedes, a quien se había nombrado para impartir esa ciencia en el Museo Nacional, desde 1824[2].

Presentamos a continuación el texto completo del Discurso pronunciado por Andrés María Pardo. Catedrático de Botánica del Colejio de Nuestra S[eño]ra del Rosario de Bogotá, en la apertura de los estudios del año escolar de 1839 a 1840. Impreso en Bogotá por J[osé] A[ntonio] Cualla, año de 1839.


 

[1] Pardo también era catedrático de Latinidad (gramática latina)

[2] Rodríguez, M. (2017). Colecciones y saberes: construcción patrimonial del Museo Nacional de Colombia y de la Escuela de Minas (1823-1830. Apuntes, 30(2), 126-147.