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Colombia debe continuar las buenas prácticas en la gestión de la migración

Evento Banco Mundial
A pesar de las tensiones que traen los procesos migratorios en el corto plazo, estos pueden transformarse en un acelerador de desarrollo, como está sucediendo en Colombia. Esta es una de las principales conclusiones del Informe sobre el desarrollo mundial 2023: Migrantes, refugiados y sociedades del Banco Mundial, que se presentó hoy en la Universidad del Rosario.

El lanzamiento de este análisis, que profundiza en cómo los fenómenos migratorios se convierten en una oportunidad para que diferentes países puedan integrarlos en su potencial de crecimiento y desarrollo, contó con el apoyo del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, el Centro de Diálogo de la institución y el Banco Mundial. 

 

En el informe se subraya la urgencia de gestionar mejor la migración. El objetivo para los responsables de formular políticas debe ser fortalecer la correspondencia entre las habilidades de los migrantes y la demanda laboral en las sociedades de destino, protegiendo al mismo tiempo los derechos de migrantes y refugiados y reduciendo la necesidad de desplazamientos riesgosos. En el análisis se presenta un marco teórico y una serie de recomendaciones para que las autoridades viabilicen este objetivo.

 

“En todo el mundo, la migración ha demostrado ser un poderoso motor del desarrollo que mejora las condiciones de cientos de millones de migrantes, de sus familias y de las sociedades en las que estos se establecen adecuadamente”, dijo Quy-Toan Do, co-director del Informe sobre Desarrollo Mundial 2023 y Economista Principal del Grupo de Investigación para el Desarrollo del Banco Mundial. 

 

Alrededor del 2,5 % de la población mundial -184 millones de personas, incluidos 37 millones de refugiados- ahora vive fuera de su país de nacionalidad. La mayor parte (el 43 %) se encuentra en países en desarrollo. El número de refugiados y solicitantes de asilo casi se triplicó en la última década y el cambio climático amenaza con impulsar aún más personas a moverse dentro y fuera de sus países.

 

Según el reporte, Latinoamérica es la región del mundo donde más personas se emigran de sus países. Se calcula que para 2020, más de 41 millones de latinoamericanos eran migrantes, superando a los 37 millones de europeos y personas de Asia central que han abandonado los países de donde son nacionales.

 

Fenómenos como el éxodo venezolano, que en un poco más de 8 años se ha constituido en el segundo fenómeno de desplazamiento internacional forzado en el mundo, sumado a los movimientos migratorios en América Central y el Caribe, hacen que esta región ofrezca importantes aportes a la discusión global sobre gestión y política migratoria.

 

“No es casual que este informe se presente en Colombia, un país que ha sido un referente en decisiones innovadoras y efectivas para responder a la migración. Para que los colombianos y colombianas sigan cosechando las ventajas de la migración, deben continuar y profundizar los esfuerzos hacia la inclusión socioeconómica”, dijo Peter Siegenthaler, gerente de País para Colombia del Banco Mundial.

El cambio demográfico es una de las principales fuerzas que están cambiando las motivaciones que impulsan la migración, lo que hace que los movimientos transfronterizos sean más diversos y complejos. 

 

Los países ricos, así como un número creciente de países de ingreso medio -tradicionalmente, una de las principales fuentes de migrantes, entre los que se encuentran Colombia y la mayoría de los países latinoamericanos-, se enfrentan a un envejecimiento de la población y a una caída en el crecimiento poblacional. Mientras tanto, se prevé que la mayoría de los países de ingreso bajo tendrá un rápido crecimiento demográfico.

 

Los países de origen deben hacer de la migración laboral una parte explícita de su estrategia de desarrollo. Deben reducir los costos de las remesas, facilitar la transferencia de conocimientos desde la diáspora, desarrollar habilidades que tengan alta demanda en todo el mundo para que los ciudadanos puedan obtener mejores empleos si migran, mitigar los efectos adversos de la “fuga de cerebros”, proteger a sus ciudadanos mientras están en el extranjero y brindarles apoyo cuando regresan.

 

Así mismo, los países de destino deben alentar la migración cuando las habilidades que aportan los migrantes sean muy requeridas, así como facilitar su inclusión, garantizar su protección, y mitigar los potenciales impactos sociales que generen inquietud en sus ciudadanos. Asimismo, deben permitir que los migrantes y refugiados se trasladen, consigan empleo formal y accedan a la oferta de servicios nacionales disponibles.

 

La cooperación internacional y los sectores privados de acogida son esenciales para transformar la migración en una potente fuerza que contribuya al desarrollo. La cooperación bilateral puede, también, contribuir a generar acciones que fortalezcan la correspondencia entre las habilidades de los migrantes y las necesidades de las sociedades de destino.

 

Se requieren esfuerzos multilaterales para distribuir los costos de recibir refugiados y abordar los casos de migración desfavorable. Y también es necesario escuchar a las voces de quienes están subrepresentados en el debate sobre la migración: los países en desarrollo, el sector privado y otras partes interesadas, y los propios migrantes y refugiados.