¿Quién fue Julio García Espinosa?
Manuel Nieto
Ver cine cubano en Bogotá en los años 70 y 80 no era fácil ni frecuente. Acaso se podían ver, esporádicamente, algunos documentales, casi todos en blanco y negro, y una película emblemática: Memorias del subdesarrollo. Ninguna de estas piezas se proyectaba en circuitos comerciales, sino en cineclubes como el que funcionaba los sábados en el teatro La Comedia, en Chapinero; o los domingos en el auditorio de Comfenalco de la carrera 4.a con calle 19; o en el cineclub de Hernando Salcedo Silva. En esas pocas películas, todas realizadas después de la Revolución, había un crédito común: ICAIC, Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, pero no todos los espectadores sabían que tras esa sigla había un hombre: Julio García Espinosa. Y detrás de muchas de esas piezas cinematográficas también estaba, como guionista o director, Julio García Espinosa. Y lo mismo: en el origen de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano estaba él. En la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños también estaba Julio García Espinosa. ¿Quién fue ese cubano que murió en La Habana el pasado 13 de abril?
Julio García Espinosa nació en La Habana el 5 de septiembre de 1926. Después de ser actor y director de teatro, entre los años 1951 y 1953, estudió cine en el Centro Sperimentale di Cinematografia de Roma. Allí coincidió con el cubano Tomás Gutiérrez Alea, Titón, el argentino Fernando Birri, el colombiano Gabriel García Márquez y otros latinoamericanos más. Alrededor de alguna película emblemática del neorrealismo italiano como Roma, ciudad abierta, o quizás Milagro en Milán, este grupo de cineastas se propuso crear y alimentar una cinematografía que, rompiendo con los estereotipos que Hollywood acuñaba, creara un lenguaje y una dramaturgia original. Al mismo tiempo que en Brasil Glauber Rocha iniciaba su carrera en el cine y con él nacía el movimiento del Cinema novo, Julio García Espinosa y el grupo de compañeros sentaban las bases del Nuevo Cine Latinoamericano, en busca de un lenguaje cinematográfico propio, en el que Latinoamérica pudiera reconocerse e identificarse. Las bases conceptuales, artísticas y prácticas las escribió García Espinosa en trabajos y ensayos como: Los cuatro medios de comunicación son tres: cine y TV, ¿Cine nacional: decadencia o muerte?, Lo nuevo en el Nuevo cine latinoamericano, El destino del cine y el que puede considerarse el manifiesto de este movimiento o el suyo propio: Por un cine imperfecto.
Con el triunfo de la Revolución en Cuba, en 1959 se creó el ICAIC. En esa labor estuvo Julio García Espinosa junto con dramaturgos, directores, escritores, músicos e intelectuales cubanos. Allí desempeñó distintos cargos, incluido el de director, hasta 1991. Pero años antes, el 4 de diciembre de 1985, el Comité de Cineastas de América Latina (C-CAL) creó la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, integrada por cineastas de dieciocho países y presidida por el escritor colombiano Gabriel García Márquez. Por supuesto, uno de los dieciocho cineastas fue Julio García Espinosa. Y apenas un año después, en 1986, él fue pieza fundamental en la creación de la EICTV, de la que fue director entre 2004 y 2007.
Todos estos trabajos por la integración del cine latinoamericano, por lograr un universo audiovisual común y rescatar y afianzar la identidad cultural de América Latina y el Caribe los complementó Julio García Espinosa como director y guionista de cortometrajes como El Mégano, dirigido por él en 1955; documentales como La primera carga al machete, en 1969; Los días del agua, en 1971; Mella, en 1975; Patty Can¬de¬la, en 1976; largometrajes como Aventuras de Juan Quinquín, en 1961; La inútil muerte de mi socio Manolo, en 1989; o Rei¬na y Rey, en 1994.
Hoy es igualmente difícil ver películas cubanas en las salas de cine del país y los cineclubes desaparecieron. Pero en las nuevas generaciones de cineastas colombianos, y latinoamericanos en general, se puede percibir que la lucha y el trabajo de Julio García Espinosa continúan vivos. La búsqueda de un lenguaje propio y la ruptura de los estereotipos siguen vigentes.