No al catastrofismo, si a la racionalidad: Suecia ya desacopló sus emisiones de cambio climático de su crecimiento económico
Ricardo Andrés Roa-Castellanos
Ricardo Andrés Roa-Castellanos
PRESENTACIÓN
El catastrofismo está de moda. El padre del estudio de las pseudociencias Mario Bunge (2013) en su libro Pseudociencias e ideología, critica esa conducta intelectual, a la cual -desde la teoría del conocimiento-, adjudica 5 tesis erróneas (errores conceptuales de construcción, o creencias equivocadas de partida que a nivel práctico casi rayan en el nivel de la superstición ideológica), a saber:
1) Las revoluciones se originan “por crisis” -múltiples paradojas o contradicciones en el análisis matemático y otros desarrollos en distintos campos disciplinarios, que sirven como ejemplo de casos donde los cambios han surgido racionalmente, con tranquilidad, sin crisis alguna-. Creyendo actuar bien al sembrar sistemáticamente crisis y destruyendo logros pasados, muchas personas actúan induciendo voluntariamente crisis individuales o sociales, incluyendo guerras, bajo la idea de posibles efectos posteriores positivos, en realidad, infundados. Destruir no es sinónimo indefectible de mejorar. Falta bioconstruir. La crisis está sobrevalorada como recurso propio de este error ideológico.
2) El catastrofismo, por lo general ofreciendo una agenda política velada, parte de la falsa premisa de que el conocimiento avanza por “sustitución” y no por “adición”, como si lo hace. -Las distintas disciplinas actuales han surgido por alimentación, sinergia, contraste y perfeccionamiento de hallazgos previos en el conocimiento-. Los desarrollos intelectuales no han aparecido por obra y gracia de la metodología de un pensamiento mágico-catastrofista basado en el aniquilar, acudir a la idea del exterminio, y hacer una cuenta nueva desde ceros. Teóricamente, tampoco ha funcionado al acudir a la devastadora crítica nihilista (destructiva) y un supuesto posterior remplazo total. Ni siquiera Nietzsche logró esto, quiso él cuestionar y destruir elementos filosóficos previos pero no pudo reemplazar todo lo criticado.
3) Es también erróneo el pre-concepto de derrocamiento y proclamación de absoluta inviabilidad de toda comprensión anterior en cada “revolución”, esta es una percepción falsa (la física cuántica co-existe con la física clásica, la geometría euclidiana con su par no-euclidiana, la transcripción con la retrotranscripción en biología molecular, la microeconomía con la macroeconomía, etc.). -La generación de ciencia COMPLEMENTA, revisa antecedentes, estados de arte, verifica resultados reales, añade observaciones, purifica planteamientos teóricos basados en hechos, descubre leyes naturales circunscritas a condiciones particulares y lanza nuevas teorías fundamentadas en la evidencia. La ciencia busca la verdad. La verdad se propone, no se impone. No es análoga a la guerra, ni a ejercicios de política, y en consecuencia, tampoco es posible encajar su desenvolvimiento con los formatos de las rivalidades bélicas. Sus ópticas de opinión son refutables, no aplicables, “impermanentes”. Un perdedor puede a la postre ganar en el largo plazo.
4) El catastrofismo hace ver los marcos mentales/conceptuales como una prisión mental de la cual sólo es posible salir por medio de confianza en “iluminados” grupales o personales que nos sacan de los marcos previos. No obstante: basta cambiar de marco según la evidencia o el acervo probatorio que saca del error y eso se ha hecho permanentemente. La verdad por si sola hace libres a los hombres.
5) El catastrofismo suele respaldarse en las áreas grises del mito de la “inconmensurabilidad”. Bunge pone de ejemplo a los campeones de este mito con los idolatrados filósofos Kuhn y Feyerabend junto a tantos otros “filósofos inexactos”, según su descripción, que para defender subjetividades desprecian el instrumento de las mediciones reales y leyes observadas a partir de construcciones objetivas. Es curioso que Feyerabend en su trabajo “Contra el método”, sin embargo, tenga el talante iconoclasta de llamar a otros “diletantes”, en un sentido peyorativo, por tener intereses en diversos campos del conocimiento. Bajo sus estándares Aristóteles sería un diletante. No obstante, Feyerabend anima a asumir perspectivas diferentes a las comúnmente usadas para por medio de un anarquismo científico llegar a la verdad y a las soluciones de los problemas. La poliédrica verdad, nuevamente, actúa no como imposición hegemónica sino como una sumatoria integral de construcción complementaria.
Bunge es incisivo en proteger el intelecto de las ideologías. También, se le debe proteger de ideas basadas en apariencias perceptivas, con consignas que ven “rivales” por doquier. En ese sentido coincide con Empedocles: la experiencia sensorial permite una primera parte del conocimiento, pero encontrar la verdad exige un cribado a través de la razón. Por tanto, las emocionantes y apasionadas ideologías que destierran ante el exceso de emoción (miedo, alegría, sensualidad, tristeza extrema, u otra clase de estado emocional desbordado) a la razón, terminan por ser peligrosas: metodológica, psicológica y socialmente pues a la postre atacan o son manipuladas debido a la ausencia de comprensión racional.
EJEMPLO DEL CATASTROFISMO CULTURAL
¿De moda? ¿Cómo esas ideas identificadas por la filosofía de Bunge pueden verse en la moda popular?
Un ejemplo obvio de influencia masiva basta. La industria cinematográfica y televisiva, que como producto derivado de la literatura o la capacidad creativa, moldea la cultura actual al ser -en demasiadas ocasiones, incluso usada para impartir o rellenar clases-, ha sido prolífica durante las últimas décadas en la producción de obras sobre catástrofes apocalípticas.
Como línea temática la producción apocalíptica ha ido en desmedido crescendo.
Como resultado el ciudadano termina por ver aflorar dentro de sí un sentimiento de impotencia. De los mayores éxitos globalizados de taquilla (“blockbusters”), más de 40 títulos famosos en las décadas recientes corresponden a películas catastrofistas o apocalípticas[1]. El bombardeo cultural de ese estilo abarca -ahora- hasta las películas de superhéroes como los X-Men: Apocalipsis, o aquellos que pelean entre ellos Superman vs Batman, Civil War de Marvel, significando la destrucción total: ¿catastrofismo para que alguien se luzca?
Es imposible, como se puede ver, escapar al bombardeo cultural inductor de pesimismo en muchos casos al coincidir con la paralela alergia “cultural” hacia los finales felices, la lucha cultural contra Dios y las religiones, e incluso con la acentuada tendencia fratricida en los guiones cinematográficos: Catastrofismo puro y duro, negativo y nocivo, es decir, irracional.
El miedo, en la paideia (concepto griego similar a cultura y educación), crece de la misma manera en que las sociedades son informalmente enseñadas a temer al otro (a tal punto de querer aniquilarle) y a hacerle la guerra al opositor, al que se ve con características diferentes.
La cura a esta mala inclinación se encuentra en las raíces de los conocimientos observacionales-contemplativos e tendencia vitalista como la ciencia, la ética, la verdadera filosofía (no la sofistica reinante de hoy) y la religión.
PHYSIS (NATURALEZA COMO REALIDAD INTEGRAL OBJETIVA) PREFERIBLE QUE PAIDEIA (CULTURA ENSEÑADA QUE ES PERCEPCIÓN SUBJETIVA PARCIALIZADA)
La herencia que cargamos después de las deficientes lecturas que filósofos del siglo XIX hiciesen sobre Heráclito y otros clásicos griegos, es la oposición beligerante entre contrarios, como orden reinante. Muchos desconociendo la historia de las disciplinas han optado por inducir enfrentamientos culturales.
Escuelas conceptuales han asumido rivalidades entre ellas (como se ve en economía) pero el ánimo de confrontación ha llegado a sembrar infundadas enemistades populares entre otros conocimientos (ciencias duras versus ciencias blandas, cualitativo versus cuantitativo, nuevo versus ancestral o tradicional, biológico versus físico-matemático, ciencia contra fe, rentables versus ecológicos, etc.).
Este pseudointelectualismo barato (se compra fácil) le ha resultado costoso a la sociedad. Se cree que el interés y desarrollo de un sector significa necesariamente la afectación de otro. Como se ve a diario, la paranoia y la crítica destructiva es un mal contemporáneo.
El matoneo en la educación básica o en las redes sociales hecho por gente “madura” es otro síntoma de esa forma catastrofista de pensar. En el fondo, como la paranoia me dice que algo “persigue” se debe acabar con lo que se juzga como contendor, empezando por el mejor y el más débil o el que puedo someter para “ganar” (recordar cómo operan los participantes de “realities” por medio de intrigas). Todo un lio social psicopatológico fundamentado en una amenaza de catástrofe, que como se ve, está presente en distintos niveles e instancias de la realidad.
En cambio, si se tratara de alinear opuestos para una estructura racional, la ciencia ha buscado comprender e imitar la naturaleza en la formulación de soluciones objetivas para los problemas que aborda. Sus metodologías no están basadas en lo que me parece, sino en lo que es. Cada componente tiene una función clara a desempeñar. Por ello su construcción acude a la medición y la comparación al detectar funciones, para proponer soluciones y trabajos revisadas en la común unidad científica. Idealmente, un filtro racional que últimamente se ha llenado también de egos, intereses grupales y pasión (sesgos parcializados) a depurar.
La pseudociencia por lo mismo, se caracteriza por su carácter irracional, beligerante, irrespetuoso y arbitrario fundamentado en engaños, en ideologías de enemistad encubiertas de formatos científicos (citan cifras, distorsionan hallazgos científicos, entremezclan verdades con mentiras, repiten lo falso para hacerlo creer cierto y manipulan con la emoción) pero que -cómo resultado- suele más causar daño que beneficio a la vida (antivacunas, dietas extremistas ideológicas, pseudoterapias, esoterismos, productivismos y consumismos irracionales).
Entretanto, la cultura puede verse a manera de creación humana que tiende a la caracterización de “técnica” si hace bien a la vida desde sus iniciales órbitas subjetivas (mejora las condiciones de vida si cumple esa finalidad por ser creación del intelecto humano). Por lo mismo también corre el riesgo de incurrir en la categoría de pseudotécnica, si termina más por complicar la vida o impedirle en su desarrollo, que por ayudarla al seguir un análisis consecuencialista a largo plazo.
Esta última categoría diferencial es muy poco pensada, y argumentada, en la academia.
¿Y EL CAMBIO CLIMÁTICO? ¿EN RIO REVUELTO GANANCIA DE PESCADORES?
Después de esta plataforma donde se describe en cierta medida el sistema de pensamiento popular, relacionemos esa caracterización con la conducta hacia el Cambio Climático.
Como pretexto para buscar enemigos el Cambio Climático ha sido canalizado, por algunos, de la peor forma posible. Racionalmente, el Cambio Climático demanda en realidad es la unión de todos y el trabajo mancomunado para salir del problema.
Pero, buscar enemigos bajo el actual marco cultural es lo más común y normalizado.
Pobres acusan a ricos; ricos a pobres; asalariados o desempleados a empleadores, empresas y corporaciones; estudiantes a transnacionales y viceversa, hasta cuando el estudiante se hace empleado; países en vías de desarrollo van en contra de países desarrollados por contaminar más, países desarrollados contra países en desarrollo, por no actuar...
La discusión impide, demora, distrae el actuar.
Un pandemónium, en resumidas cuentas, que no ayuda y del cual hay que salir, racionalmente, sin aspaviento, pronto.
En un ambiente de inducida enemistad bivalente en la sociedad global -producto bien del “marxismo cultural” o de la “macartización”, según sea el bando-, nada menos y nada más que “el sistema productivo” y “el capitalismo” que existía ya desde épocas de los mandarines chinos, los patricios romanos, los éforos griegos, etc. (según los análisis históricos de Keynes), ha sido ideológicamente negativizado.
EL CASO SUECO: LA LOGRADA INVERSIÓN -EN Y SOBRE- EL CAMBIO CLIMÁTICO
La palabra Invertir posee dos acepciones principales:
Por una parte, la de ingresar capital, o recursos económicos a una actividad para obtener ganancias, rendimientos, efectividad, o mayor producción. Por otra, el verbo puede entenderse como acto de cambiar, o trastocar una tendencia hacia un sentido contrario, o inverso al previo.
En este caso, es claro que debe invertirse “en” construir la estructura ecológica amortiguadora de los gases de invernadero desequilibrados y de este modo, “invertir” la tendencia al alza de generación de gases de efecto invernadero (GEI), promotora del Cambio Climático.
La inversión ideal es disminuir por absorción con sumideros naturales (bosques no maderables) los valores gaseosos a concentraciones de equilibrio vistas en el periodo pre-industrial.
Suecia, el país nórdico que concede los premios Nobel, tiene cerca de 10.000.000 de habitantes. Su sistema económico es capitalista -pero está estructurado para garantizar los beneficios sociales- inherentes a un Estado de Bienestar. Eso es equilibrio. Los ciudadanos pagan sus impuestos seguros de que serán reinvertidos en una favorable calidad de vida y en una sociedad que prioriza el desarrollo científico y tecnológico siendo estrictos contra la corrupción.
A nivel mundial, Suecia, una nación pequeña y con menos de una cuarta parte de la población de Colombia –por ejemplo-, alcanza con aparentemente poco más un ingenio estructurado, a ocupar el puesto 33 de las economías mundiales. Con un PIB de 487.396 millones de dólares y un coeficiente de Gini o de distribución de la riqueza (entre menor el valor, mejor) de 26,1 (en 2005) la sociedad sueca genera para abastecerse, para dar y también convidar.
Colombia comparativamente tuvo en 2015 un PIB de 332.384 millones de dólares aproximadamente. Y un Coeficiente de Gini de 54, cuando el perfecto es 0 y el de absoluta desigualdad seria 100.
Este deficitario balance socio-económico en Colombia, es decir, de balanza comercial negativa (más importaciones que exportaciones) contribuye con los resultados brasileros a tener una de las peores desigualdades crecientes en el mundo, destacando en lo negativo a la zona de América Latina dentro del contexto internacional, circunstancia agravada con los populismos ideológicos.
La productiva economía sueca se basa en metalurgia (hierro y acero), equipamientos de precisión (rodamientos, partes de radios y teléfonos, armamentos), commodities (madera, pulpa) y productos de mobiliario y papel, alimentos procesados, vehículos de motor.
Pero de manera robusta, los suecos han sido abanderados de las políticas conocidas CDM (Clean Development Mechanisms o Mecanismos de desarrollo limpio) apalancadas en ciencia y técnica para disminuir la contaminación.
La emisión de CO2e que es el parámetro de referencia para los GEI como se puede ver en la gráfica, por medio de un sistema social equilibrado más en la práctica productiva, los sistemas de enseñanza y la institucionalidad -que en inútiles legalismos de letra muerta- han posibilitado la doble inversión sobre el beneficio climático.
Su nueva política energética, impulsada desde 2006 ahora los tiene como exportadores de energía a otros países. Transforman sus residuos sólidos.
La economía de mercado que manejan (son casa matriz de IKEA que es el líder mundial en venta de muebles para países desarrollados, siendo también origen de la casa matriz de Volvo que produce los articulados de Transmilenio y coches de gama media alta) posibilita una amplía inversión en ciencia y técnica.
¿Ideologias? Minimizadas al justo nivel cívico.
Los nórdicos son realistas, amables y racionales. Piensan tanto en el bien social como en garantizar la libertad y la seguridad de sus habitantes.
En consecuencia, los suecos han sabido disponer una economía altamente productiva y socialmente justa, sin matarse ni matar a los otros con ideas diferentes como bestias. Su desarrollo se ha dado sin crisis ni catastrofismos, y SIN incurrir en los facilismos equivocados de creer que la solución del cambio climático es “desmontar la economía capitalista”.
Al contrario, la regulación del fenómeno Cambio Climático, la han convertido en arena de estudio, capacitación, investigación y generación de conocimiento, industria y empleo.
Naciones en vías de desarrollo podemos seguir ese ejemplo de desarrollo, ajustando el modelo a capacidades y vocaciones.
Cierro la contundencia entonces del racional ejemplo sueco con la gráfica (Serie de tiempo macroeconómica de balance eco-ambiental desde 1990 hasta 2015) que demuestra como ellos han escindido su satisfactorio crecimiento económico de su emisión contaminante.
El crecimiento económico ha viabilizado la inversión en educación, investigación científica y desarrollo técnico, con un desacoplamiento total de la producción de gases de efecto invernadero de los que hemos hablado en anteriores artículos.
El comunismo, la actitud anti-sistema y la inactividad no son solución al Cambio Climático. Son por el contrario respuestas agravantes del problema al impedir la mayor tributación derivada de una economía fuerte y eco-sostenible, o al basarse en respuestas catastrofistas pseudocientíficas. Los extremos permiten hallar puntos medios como los encontrados con maestría por Suecia en una sociedad libre y democrática, no coaccionada por injusticias, arbitrariedades o burlas institucionales.
Todo extremo es malo. Debe garantizarse el tener un sistema que financie las obras de Adaptación y Mitigación, así como de ponderación social, que exige el Cambio Climático.
La evidencia extractada de las cifras y los desempeños de las oficinas estatales suecas, es la siguiente gráfica, habla por sí sola. Puede concluirse como hay que seguir su EXCELENTE BUEN EJEMPLO NACIONAL. Se pueden hacer las cosas bien, resucitando la esperanza, sin catastrofismos o extremismos incompetentes!!! J
Son aún más bellas las historias con final feliz, pero para llegar a ese punto hay que trabajar entre todos. No temas, pero compra plantas y siembra muchos árboles desde ahora…Grafica Única. Escisión del crecimiento económico (PIB) sueco de su emisión nacional de principales gases (CO2e) de efecto invernadero. (Fuente: Cifras Estadísticas de la Agencia de Protección Ambiental Sueca).