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Dulce adicción, mito o amarga realidad

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El azúcar añadido es un compuesto comúnmente usado en la preparación de múltiples productos comestibles incluyendo bebidas, y alimentos de diferentes clases.

Sus características hacen al alimento que lo contiene apetecible y otorgan al consumidor sensación gratificante gracias a su sabor y aporte calórico 1. Sin embargo, estas mismas particularidades pueden conducir a un consumo excesivo de azúcar causando cambios en el sistema neurobiológico que desvincula la conducta alimentaria por requerimiento calórico a un consumo compulsivo 1.

En esta entrega, Viviana Sandoval, médico de la Decanatura del Medio Universitario, nos contarán un poco de este tema.

A nivel mundial, se ha observado un creciente consumo de productos azucarados, desencadenando la también llamada, epidemia silenciosa del siglo XXI, el sobrepeso y la Obesidad 2. No obstante, la importancia de la reducción en el consumo de azucares añadidos no debe solo adjudicarse al exceso de peso, pues su efecto se ha demostrado también en la aparición de enfermedades como la hipertensión arterial, síndrome metabólico, diabetes mellitus,  aumento en colesterol y triglicéridos, desórdenes del comportamiento, caries dental , distintos tipos de cáncer, entre otras. Por otra parte, se ha establecido que el consumo de los carbohidratos complejos, como aquellos presentes en frutas, verduras, legumbres y granos ricos en fibra, pueden contrarrestar los efectos inflamatorios del azúcar 1.

Para el caso de Colombia La tercera Encuesta Nacional de Situación Nutricional de Colombia (ENSIN) 2015, arrojo datos reveladores, en nuestro país 3 de cada 4 personas consumen golosinas o dulces representando casi el 76% de los encuestados 4. Por otra parte, la encuesta demostró que 1 de cada 3 jóvenes y adultos tiene sobrepeso, mientras que 1 de cada cinco es obeso 4, exponiéndonos el gran problema de salud pública que este consumo ha configurado.

Distintas investigaciones han demostrado que el consumo de alimentos ricos en azucares añadidos o grasas activan los sistemas de recompensa y motivación a través de la liberación de dopamina, promoviendo la ingesta de alimentos más allá de los requerimientos necesarios1. Esta característica pudo ser vital en el proceso evolutivo, favoreciendo el almacenamiento de grasa cuando existía escases de comida 1, sin embargo, en el entorno actual en el que son abundantes este tipo de productos y procesados nos ha conducido a la aparición de enfermedades crónicas.

Para muchos científicos es clara la asociación entre el azúcar y la adicción, incluso se ha relacionado con el patrón adictivo a las drogas de abuso, de hecho, algunos de las investigaciones realizadas en ratones han demostrado patrones similares a la adicción a los opioides1. En un estudio se sometieron a roedores a una exposición de azúcar por 12 horas, seguida de una privación de azúcar por 12 horas, observándose que posterior al evento los ratones mostraron comportamientos de abstinencia, ansiedad y atracones, comportamientos usualmente presentes en trastornos de adicción a sustancias1.

Reconociendo esta problemática diferentes entidades sanitarias han establecido los regímenes de máximo consumo de azúcar diario. Para el año 2015 la OMS recomendó disminuir el consumo del azúcar añadido a menos del 5% de la ingesta calórica diaria con el fin de mitigar y reducir el aumento de peso no saludable 2, de obesidad en la población y las demás consecuencias asociadas. Por su parte la Asociación Americana del Corazón recomienda consumir no más de seis cucharaditas o 100 calorías de azúcar para las mujeres, no más de nueve cucharaditas o 150 calorías de azúcar para los hombres y limitar el consumo de bebidas azucaradas a 36 onzas o 450 calorías por semana 5.

Aunque mucho se ha dicho del consumo de azucares, desde diferentes campos, y cada vez se hace más desde el sector salud, y nutricional se hace énfasis en la evaluación de los ingredientes de los alimentos, aún se requieren medidas de mayor impacto que contribuyan al control del consumo de productos con azucares añadidos 5. Por lo cual la creación de reglamentación legal con generación de impuestos a alimentos y bebidas azucaradas pueden funcionar como un método de prevención desde la salud pública para impulsar la reducción del consumo y paralelamente reducción en los efectos adversos secundarios al consumo.
 
Realizado por Viviana Sandoval
Médico general – Servicio Médico – DMU 
 
 
 

  1. Freeman, Clara & Zehra, Amna & Ramirez, Veronica & Wiers, Corinde & Volkow, Nora & Wang, Gene-Jack. (2018). Impact of sugar on the body, brain, and behavior. Frontiers in bioscience (Landmark edition). 23. 2255-2266.  
  2. World Health Organization. Guideline: Sugars intake for adults and children. Geneva (2015)
  3. Lusting RH, Schmidt LA, Brindis CD. Public health: The toxic truth about sugar. Nature. 2012;482(7383):27-9. http://doi.org/fzd2z3.
  4. ENSIN: Encuesta Nacional de Situación Nutricional. (s/f). Portal ICBF - Instituto Colombiano de Bienestar Familiar ICBF. Recuperado el 21 de septiembre de 2022, de https://www.icbf.gov.co/bienestar/nutricion/encuesta-nacional-situacion-nutricional
  5. Cabezas Zabala, C. C., Hernández Torres, B. C., & Vargas Zárate, M. (2016). Azúcares adicionados a los alimentos: efectos en la salud y regulación mundial. Revisión de la literatura. Revista de la Facultad de Medicina, Universidad Nacional de Colombia, 64(2), 319. https://doi.org/10.15446/revfacmed.v64n2.52143