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Literatura aljamiada: La herencia de un pasado glorioso que nos llama a la memoria

Gian Franco Jiménez S.

Literatura aljamiada

Tal vez una de las características más notorias de la identidad hispanoamericana es la diversidad de pueblos, razas, etnias e influencias culturales que la han marcado a través de la historia.

Probablemente, no hay campo mejor que el lenguaje y la literatura para contemplar de forma plausible el devenir de la historia y cómo ésta ha influido en los hombres hasta nuestros días. Es por este motivo que hablar de literatura aljamiada no es coincidencia. Sin embargo, el lector curioso se preguntaría: ¿Qué es literatura aljamiada?

Bien, hay muchas maneras de introducir a la protagonista de esta historia, una de ellas es la enciclopédica, que probablemente encontraríamos en cualquier portal web: “La literatura aljamiada es aquella que utiliza el aljamiado como lengua. El aljamiado o la aljamía es un término que proviene del árabe العجَميَّة transliterado al-´ajamiyyah que literalmente traduce la extranjera, que se utiliza para referirse a la escritura de textos romances con caracteres árabes, utilizada por los moriscos en la Península Ibérica durante los siglos XVI y XVII” o la definición “trascendental” que a la vez es la tesis de este artículo: La literatura aljamiada es la herencia del pasado glorioso de la historia islámica de la Península Ibérica que indudablemente hace parte de la identidad hispanoamericana.

Teniendo eso en cuenta, una contextualización histórica del tema es el paso para seguir. La historia está llena de narrativas, sin embargo, la verdad es una. Para algunos la Reconquista de Granada en 1492 es un hecho glorioso, para otros es un hecho nefasto. No obstante, la pérdida de cualquier patrimonio cultural es desastrosa para todo aquél que tenga uso de razón, pues es por este medio que podemos saber quiénes somos, de dónde venimos y para dónde vamos.

Al- Ándalus fue una de las sociedades más increíbles de las que la historia puede dar fe. El progreso intelectual y científico encabezado por grandes como Ibn Rushd (Averroes), Ibn Khaldun (Abenjaldún), Ibn Tufayl (Abentofail), Ibn Arabi (Abenarabi) y muchos otros más; sumado al esplendor cultural y arquitectónico, la convivencia pacífica entre musulmanes, judíos y cristianos y la eficiente organización política del califato, hacían de la sociedad andalusí una de las más avanzadas para su época. Si bien, es un hecho que el Estado andalusí cayó en 1492, pero el legado de siete siglos de historia y civilización fueron resistentes a las huestes de Castilla y Aragón durante casi un poco más de un siglo, y es en medio de dicha resistencia que surgirá la literatura aljamiada como respuesta a las distintas leyes antimoriscas que buscaban reducir la influencia lingüística y religiosa de la lengua árabe en la población peninsular. Una de las leyes más conocidas fue la Pragmática Sanción, una ley expedida por el rey Felipe II en 1567 que prohibía totalmente el uso del idioma árabe en la Península.

Debido a las ya mencionadas leyes y ordenanzas muchos de los moriscos que habían nacido bajo el dominio cristiano tenían el castellano, el catalán y el aragonés como lenguas maternas. Si bien, conocían algunas palabras en árabe, como las propias de la liturgia islámica principalmente las suras (capítulos) del Corán y los adhkar (letanías y oraciones cotidianas), pero no dominaban el idioma como tal. No obstante, no eran ajenos a la grafía árabe y fue por esa razón que ésta cobró protagonismo como guardiana del legado de Al-Ándalus, consignado en pergaminos antiguos que se preservaban celosamente de la persecución de las autoridades castellanas.

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Manuscrito del Poema de Yuçuf del S.XIV

La literatura aljamiada es variada en cuanto a géneros y estilos literarios, aunque entre sus temas se destacan los temas religiosos: las historias coránicas de profetas como José, Moisés, Abraham y Jesús se muestran en poemas como el Poema de Yuçuf (que narra la historia de José basada en el doceavo capítulo del Corán) u otras composiciones como escritos biográficos, como el Discurso de la luz y desçendençia y linage claro de nuestro caudillo y bienabenturado profecta Mohamad, un texto escrito por Muhammad Rabadán en el siglo XVI  que narra con detalle la genealogía del Profeta Muhammad, un texto que tiene una importancia especial en el estudio de la historia del Islam, también existieron escritos de carácter jurídico y teológico como el Breve Compendio de Nuestra Santa Ley y Sunna un texto jurídico que exponía las bases de la jurisprudencia islámica  escrito por Baray de Reminjo en el siglo XVI y otras de carácter narrativo como las Coplas del peregrino de Puey Monzón cuyo autor es uno de los últimos moriscos en la Península, que en el año 1603 relata su viaje hacia la Meca para hacer el Hajj o peregrinación.

Para la mayoría de quienes amamos la literatura en lenguas romances, especialmente la literatura en castellano  es común escuchar sobre autores como Cervantes, Tirso de Molina, Lope de Vega, Góngora, Quevedo y otros tantos, pero tal vez muchos hasta el día de hoy ignorábamos que a la par de estos autores  un estilo literario buscaba no solamente escribir textos romances con grafía árabe, sino transmitir y preservar la herencia andalusí ante el inminente paso de una Inquisición, la cual era cada vez más fuerte e imparable en su persecución en contra de todo aquello que recordara aquellos días donde el califato se estableció en la puerta de Europa.

Pero, puede que el lector que se encuentra a casi 8.000 kilómetros de distancia de la Alhambra de Granada o de la Mezquita de Córdoba (máximos exponentes arquitectónicos del poderío andalusí en la Península Ibérica) se pregunte qué tiene que ver con este tema o cómo se relacionan textos que se encabezan con loas a Allah y salutaciones sobre Muhammad con su vida en países de arraigada tradición cristiana. La respuesta que puedo dar es la siguiente: Somos como un perfume, cuya cocción se ha marcado por el devenir de la historia y cuyos ingredientes han sido agregados en diferentes proporciones y cantidades hasta formar lo que somos hoy. Parte de esa esencia trae consigo el olor del jazmín andalusí del Albaicín granadino, que se ve en nuestros rasgos arabescos, nuestra forma de ser alegre y enérgica, la guitarra que reproduce los patrones de la música cortesana de los emires granadinos y el filah-menkub o Flamenco que relata con nostalgia la historia de aquellos labriegos moriscos forzados a dejar las tierras de sus ancestros, o para no ir tan lejos las expresiones como “ojalá” que proviene del árabe لو شاء لله  transliterado law shaa Allah que declinó en Oxalá y  que quiere decir literalmente “si Dios quiere”, e incluso algo tan criollo y santafereño  como lo es la almojábana que viene del árabe المجبن o al-mujabbana que literalmente quiere decir “la que tiene queso”. 

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Estatua de Averroes en Cordoba - De Saleemzohaib CC BY 3.0 commons.wikimedia.org

Todo lo anterior producto de la llegada de muchos de esos moriscos que sembraron raíces en estas tierras.
No somos ajenos a este legado que hasta hace poco se ha difundido en los ámbitos académicos, pero que estuvo siempre presente en nuestra historia. Al saber esto, muchos podríamos observar las antiguas callejuelas empedradas de ciudades como Bogotá, Quito y Lima y preguntarnos cuántos moriscos habrán pasado por allí y cuántos habrán escrito, tal vez, usando el aljamiado acerca de sus peripecias en estas tierras desconocidas. Saber quiénes somos es un proceso dinámico, amplio y complejo, incluso es extenuante, pero a la vez es maravilloso.

Una vez sabemos algo que desconocíamos de nosotros, pero que siempre estuvo allí, por naturaleza la inquietud se despierta y busca saciarse. No es casualidad que cuando se mencionan estos temas muchos sintamos inquietud, la razón principal es que es un llamado a una parte de nosotros que aún no conocíamos pero que puede ser la respuesta a muchas preguntas que nos hemos hecho durante la vida.

Finalmente, he de decir que hablar de este tema me causa cierta nostalgia, pero a la vez me causa alegría. Nostalgia por una época esplendorosa que hubiera querido ver con mis propios ojos y alegría por saber que, cargo algo de ella en mí. La conclusión nostálgica la da el Peregrino de Puey Monzón:

“Cuando partí caminero
de la tierra de bendición
quebrantose mi coraçón
sábelo Alá el verdadero;
partiendo del Mensajero
recreçentó mi fortuna,
que muero y vivo a una
d'este dolor lastimero”

A la cual me atrevo a agregar unos versos para expresar mi sensación de alegría:
“No te preocupes, ilustre peregrino
Que el lamento de amor que sentiste algún día tras dejar las tierras sagradas
Hoy es alegría, al leer tus notas laureadas
Sabiendo que han quedado grabadas
En un corazón más allá de la marea bravía
Al oeste de tu amada Andalucía”