SARA CADAVID ESPINHA
Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud
¿Quién es Sara Cadavid Espinha?
Soy colombiana y portuguesa y soy psicóloga de la Universidad de Salamanca (España), así como también magíster y doctora en Neuropsicología por la misma universidad. Mi camino hasta llegar a la psicología estuvo marcado por la incertidumbre pues solo en el último momento entendí a qué me quería dedicar de verdad. Desde que tengo memoria, siento una genuina pasión por todas las áreas del conocimiento, ¡todas!, así que contemplé seriamente la posibilidad de estudiar prácticamente cualquier disciplina.
Durante mi último año de bachillerato en Portugal cambié de idea sobre lo que quería hacer casi que a diario: un viernes me despertaba queriendo ser ingeniera ambiental y el sábado estaba determinada a seguir arte dramático.
En medio de esa indecisión, me dieron la noticia de que había ganado una de las becas que anualmente la Organización Sanitas Internacional ofrecía a estudiantes colombianos para estudiar su pregrado en la Universidad de Salamanca, en España.
En el momento de hacer las inscripciones seguía muy indecisa, pero pesaban mucho la medicina y la filología.
Finalmente, me matriculé en filología hispánica, pero en el último plazo de cambios de matrícula mi cabeza dio un vuelco.
Me detuve a pensar en mi enorme interés por las personas, por sus honduras y sus grandezas, por sus engranajes internos, a todo nivel, y de inmediato surgió la psicología: la ciencia que estudia el comportamiento humano.
Desde que tengo memoria, siento una genuina pasión por todas las áreas del conocimiento.
¿Qué significa para usted ser docente en la universidad del Rosario?
Muy pronto durante mi pregrado me di cuenta de que deseaba dedicarme a la investigación. Terminé mi doctorado en España, también becada, y después de eso estuve trabajando un tiempo en Portugal, en un laboratorio únicamente dedicado a la investigación en Memoria.
Tenía un contrato por varios años y, aunque me encantaba lo que hacía, a cierta altura sentí que extrañaba la docencia –había dado clases a estudiantes de España, de Colombia y de Estados Unidos en el ámbito de mi doctorado–. También tenía ganas de vivir en Colombia, así que empecé a buscar la forma de dar clases en Bogotá. Llegué a Colombia en diciembre de 2016 y envié muchísimos correos a varias universidades para buscar trabajo. Tuve bastante suerte: en febrero de 2017 empecé a dar clases de Psicobiología en la Javeriana.
Poco tiempo después recibí una respuesta del director del programa de Psicología de la Universidad del Rosario. Nos encontramos y pudimos hablar en profundidad sobre mis intereses y mi trayectoria académica. Sin embargo, solamente cuando se abrió una convocatoria para cubrir una vacante temporal pude presentarme oficialmente para ser profesora temporal. En julio de 2017 fui aceptada y empecé a dar clases, y a finales de ese año salió un concurso para ser docente de planta. En enero de 2018 recibí con alegría la noticia de que había sido seleccionada y fue así como comencé a trabajar como profesora de carrera de la Universidad del Rosario.
Desde entonces he aprendido muchísimo. El equipo de trabajo del programa de Psicología es francamente valioso para mí porque somos todos muy distintos. Trabajamos en proyectos totalmente diferentes, y, sin embargo, hay un clima de compañerismo muy productivo que enriquece las dinámicas de trabajo.
Esa era la experiencia laboral que estaba buscando cuando me propuse venir a Colombia, porque si hay algo que considero importante en la vida es poder aprender algo nuevo cada día, sentir que no hay un estancamiento intelectual, así que me siento afortunada.
¿Cuáles son los logros que considera relevantes en su vida académica, en particular en su práctica docente?
Lo más gratificante de ser docente es acompañar a los estudiantes en los despertares de su curiosidad por el conocimiento. Siempre recuerdo el caso de un estudiante muy brillante que tuve en la Javeriana. Este joven quedó fascinado por los contenidos de mis clases de Psicobiología y un día me preguntó dónde podría realizar un pregrado en Neurociencia y yo le respondí que aquí en Colombia no había una oferta de ese tipo, pero que en Estados Unidos sí. El estudiante decidió aplicar a las mejores universidades de allí y hoy es alumno de Harvard, totalmente becado.
Con los jóvenes rosaristas que he ido acompañando a lo largo de estos años, he visto cómo la curiosidad llega acompañada de la proactividad de generar redes de conocimiento y perspectivas reflexivas con respecto a variadísimos temas. Recuerdo, por ejemplo, conversaciones muy interesantes con diferentes estudiantes que han surgido a raíz de que encuentran contenidos en internet que están relacionados con las clases. Me alegra pensar que de alguna forma participo en la formación de personas que serán profesionales que se van a hacer preguntas, y que esa actitud interrogativa a la vez que dialogante va a fundamentar el desarrollo de su carrera profesional.
¿Cuáles aspectos han marcado su trayectoria como profesora en la UR?
Algo que me ha marcado profundamente es la confianza que algunos estudiantes han depositado en mí para conversar sobre asuntos tanto de naturaleza académica como personal. Respeto y valoro mucho esos acercamientos por parte de los estudiantes, y trato siempre de gestionarlos con mucho respeto y con mucho agradecimiento. También mi trayectoria en nuestra universidad ha estado marcada por las oportunidades de trabajar con profesionales muy competentes. Estas oportunidades han surgido tanto dentro de la institución, con docentes de diferentes programas de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud, como con profesores de otras universidades y centros de investigación dentro y fuera de nuestro país.
Considero que la actividad docente debe ir muy de la mano de la investigación, y por eso también disfruto enormemente del privilegio de poder dedicarme a investigar y divulgar sobre lo que me apasiona: la memoria humana. Ha sido precisamente en el marco de mis líneas de investigación que he podido realizar movilidad internacional, tanto en forma de pasantías cortas (en España y Japón), como en forma de presentaciones en eventos científicos (por ejemplo, en Estados Unidos, Portugal, Canadá, España, Cuba, etc.).
También en el marco de estas líneas de investigación, investigadoras de España y Portugal han visitado nuestra universidad por varias semanas.
¿Cómo ha sido su experiencia como profesora en la Universidad del Rosario?
Por ejemplo, los semilleros de investigación, que son espacios de acompañamiento y de trabajo muy interesantes para la formación, son oportunidades de aprendizaje no solo para los estudiantes, sino también para mí.
Siento que en la universidad prevalece una continua motivación de aprender y eso es algo que valoro mucho. Durante mi trayectoria en nuestra universidad también he podido seguir adelantando mis investigaciones sobre la memoria humana, algo que me apasiona profundamente. Trabajar en la Universidad del Rosario está siendo, sin duda, una experiencia muy positiva y de crecimiento constante.
Trabajar en la Universidad del Rosario está siendo, sin duda, una experiencia muy positiva y de crecimiento constante.
¿Cuál es su aporte a la Universidad y a los estudiantes?
Hay algo que intento ofrecer y es la posibilidad de generar un puente entre la ciencia y el ejercicio docente. Todas mis prácticas están basadas en información científica, es decir, todas las actividades que planeo para mis clases tienen una justificación basada en lo que sabemos sobre cómo potenciar el aprendizaje a largo plazo.
Siempre les recuerdo a los estudiantes que son muy jóvenes y que deben ser capaces de usar lo que aprenden durante su paso por la Universidad para llevar a buen término sus objetivos a nivel profesional y académico. Por lo tanto, deben garantizar que su aprendizaje sea duradero. Les recuerdo también que en el año 2070 podrían estar en el mercado laboral y que el mundo seguramente habrá cambiado bastante para entonces. Por eso, no solamente deben aprender contenidos, sino que además deben conseguir ser autónomos en su aprendizaje a lo largo de toda su vida. Esto a su vez implica mantener una actitud curiosa y crítica a lo largo de toda la vida, lo cual está muy ligado a ser capaces de actuar en su profesión con discernimiento y criterio científico.
¿Qué la inspira a enseñar?
Principalmente, me inspira el amor al conocimiento, la curiosidad, y la posibilidad de aportar en la formación de estudiantes que van a ser profesionales con altos estándares científicos, éticos y humanos. Es un privilegio estar en contacto permanente con estudiantes, es algo que hace que los días sean alegres y cargados de energía. También me inspiran mi madre, mi abuela y mi bisabuela, quienes fueron profesoras y personas libres en tres continentes y en varios momentos del siglo XX.
sara.cadavid@urosario.edu.co
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