¿De quién es la Reina?
Jairo Hernán Ortega Ortega, M. D.
LA REINA
Autor: Pablo Neruda
Yo te he nombrado reina.
Hay más altas que tú, más altas.
Hay más puras que tú, más puras.
Hay más bellas que tú, hay más bellas.
Pero tú eres la reina.
Cuando vas por las calles
nadie te reconoce.
Nadie ve tu corona de cristal, nadie mira
la alfombra de oro rojo
que pisas donde pasas,
la alfombra que no existe.
…
TÚ ERES LA REINA
Autor: Hernán Urbina Joiro
Pueden haber más bellas que tú
habrá otras con más poder que tú
pueden existir en este mundo pero eres la reina.
Las hay con coronas de cristal
y tienen todas las perlas del mar
tal vez pero en mi corazón tú eres la reina.
…
Puede haber más nobles que tú
habrá otra con más honor que tú
pueden existir en esta vida, pero eres la reina.
…
y aunque en tu castillo nada tengas, tú eres la reina.
…
Una reina sin tesoros, ni tierras (…)
…
Arriba se muestran los fragmentos iniciales de dos obras reconocidas, una en el ámbito de la literatura universal y la otra en el de la música vallenata, tan apreciada en nuestra tierra y también allende los mares. El poema del nobel chileno Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto (Pablo Neruda), aparece en el poemario Los versos del Capitán, publicado en 1952. La canción del médico y compositor colombiano Hernán Urbina Joiro (Nacho Urbina) hace parte del álbum Título de Amor, del cantante Diomedes Díaz, lanzado en 1993.
So pena de tergiversaciones se pretende demostrar, analizar o descartar si hay plagio, paráfrasis, intertextualidad, inspiración, parodia, casualidad o coincidencia entre la versión de la canción y el poema.
Pablo Neruda, estando en el exilio en la Isla de Capri (Italia) y en pleno y fogoso amor con Matilde Urrutia –aún en separación de Delia del Carril quien fuera su esposa– escribió Los versos del Capitán. El pintor Paolo Ricci lo anima a editarlos. Fue patrocinado por el Partido Comunista Italiano y se imprimieron cuarenta y cuatro ejemplares, publicándose como anónimo debido a la situación política que el poeta enfrentaba en esos momentos en su país. El libro circuló de manera clandestina.
Nacho Urbina, natural de San Juan del Cesar (Guajira), ha sido autor de varias y variadas letras de composiciones vallenatas, muchas de ellas exitosas, grabadas por diversos y connotados cantores de ese representativo y sentido ritmo. Es de suponer que el amor de Urbina, para aquel momento, era la que vivía en el barrio Novalito de Valledupar, tal y como lo menciona en las últimas partes de su canción: “(…) todo eso le dicen a mi reina solamente para hacerla pelear / pero yo siempre llego al Novalito / porque nunca le puedo fallar (…) / a mi reina / a mi reina / de Valledupar”. El álbum Título de Amor, donde Diomedes Díaz interpreta el tema en cuestión, es considerado el segundo en la lista de ventas millonarias de dicho cantante (1).
De todo lo anterior, hasta aquí, se colige que “La Reina” de Neruda y “Tú eres la reina” de Urbina, son productos de la fantástica experiencia del amor. Lo cual más que un símil o una intertextualidad es demostración de un sentimiento universal que ha inspirado a muchos hombres, no exclusivamente poetas o compositores, dándoles el derecho a que expresen esa sensación amorosa en forma de poemas o canciones.
En honor a la verdad, se publican los versos restantes de las obras:
La Reina
Pablo Neruda
…
Y cuando asomas
suenan todos los ríos
en mi cuerpo, sacuden
el cielo las campanas,
y un himno llena el mundo.
Sólo tú y Yo,
sólo tú y yo, amor mío,
lo escuchamos.
Tú eres la reina
Hernán Urbina Joiro
…
Una reina sin tesoros ni tierras
que me enseñó la manera de vivir nada más.
A estas horas de la vida lamento
haber gastado mi tiempo en cosas que no están.
Quiero que nunca olvides cuanto este hombre te quiere
y que deseo que algún día me cierres los ojos por mí.
Sola me acompañaste en tantas luchas que tuve
y hoy que he ganado en casi todas, no dudes, seguirás en mí.
Trata ser mientras se pueda conmigo feliz.
Solo se tiene la dicha un instante no más.
Y todavía no falta quien me la llame
que si es traviesa mi reina coqueta
siendo que con esos ojos del Valle
todos saben que yo no quiero fiestas (bis).
Pueden haber más nobles que tú
habrá otra con más honor que tú
pueden existir en esta vida, pero eres la reina.
Tú no pides nada por tu amor
tú no quieres nada por tu amor
y aunque en tu castillo nada tengas, tú eres la reina.
Una reina sin tesoros, ni tierras
que me enseño la manera de vivir nada más.
A estas horas de la vida lamento
haber gastado mi tiempo en cosas que no están.
Dicta tu voluntad contra la mía señor
que a donde vaya sigues siendo mi amor, mi felicidad.
Dejo a mis amigos estos versos buenos,
a los que saben cuánto di por tus besos, cuánto de verdad.
Que me vieron con Gustavo Gutiérrez
que vieron por San Diego pasar
que me vieron en San Juan con Diomedes
y después cogimos pa’ Carrizal
todo eso le dicen a mi reina
solamente para hacerla pelear
pero yo siempre llego al Novalito
porque nunca le puedo fallar...
A mi reina, a mi reina
de Valledupar.
Las últimas partes, tanto del poema como de la canción, parecen apartarse de las primeras en la manifestación e implicación de “reina” y empiezan a relatarnos sentimientos y vivencias diferentes. Neruda ofrece testimonio de las sentidas y febriles experiencias con ese nuevo amor, que en sus inicios fue furtivo; y es notorio, en Urbina Joiro, que las letras plasmadas en esos fragmentos hacen referencia a vívidos momentos bucólicos en compañía de compadres de su región; lo cual es norma en los testimonios clásicos de los juglares de la tierra del Cacique Upar, porque la verdadera música vallenata lleva implícito un carácter narrativo (2).
No es desconocido que una de las tantas características de los buenos escritores es que también son excelentes lectores. El escritor, el artista, el creador, se nutren de su interrelación con el mundo y con los otros seres humanos, y además de lo que ven (cine, pintura, escultura), de lo que escuchan (música…) y de lo que leen (libros, poemas…). Es imposible negar las influencias vitales en la creación, en la producción y en la elaboración de una obra artística. Y no se puede desconocer la intervención, para muchos, de las musas del Helicón. La inspiración también cuenta.
Sin embargo, en todas las artes han existido situaciones de plagio. En 2008 se acusó al escritor peruano Adolfo Bryce Echenique de plagiar dieciséis artículos periodísticos de diversas fuentes. Tan contundentes eran los argumentos que tuvo que reconocerlo y ofrecer disculpas. La cantante Madonna tuvo que aceptar que la justicia belga prohibiera la venta y emisión de su canción Frozen, en ese país, porque se consideró copia del tema Ma vie fout le camp, de Salvatore Acquaviva. Plagiar es copiar lo sustancial de las obras ajenas y asumirlas o pregonarlas como propias. Este delito atenta contra los derechos fundamentales que se derivan de dicha creación y perjudica los derechos de explotación del autor, lesiona sus facultades morales y atenta contra el consumidor porque lo engaña.
En el medio vallenato es conocido que en el tema El arco iris (también denominado La golondrina), el maestro Rafael Escalona escribió, tal cual, unos versos del poeta Adolfo León: “Dicen que cuando Cristo agonizaba, llegó del occidente enjambres de errantes golondrinas (…)”. Otro caso destacado es el del compositor y poeta Octavio Daza Daza, autor de hermosas e inolvidables canciones como Nido de Amor, a quien Consuelo Araujonoguera, La Cacica, le demostró que para su tema De rodillas extractó y acomodó estrofas de algunos de los poemas y rimas de Gustavo Adolfo Bécquer. También en algunas publicaciones periodísticas se ha insinuado el plagio de La Reina, de Pablo Neruda, por Hernán Urbina para su tema Tú eres la reina (3).
Confrontando las primeras palabras, frases y versos de La Reina de Neruda con las de Urbina en Tú eres la reina, se puede intuir la existencia de plagio. Si se hace el ejercicio de cantar el poema de Pablo con la música del tema de Nacho, el acople es asombroso. Conociendo las otras obras del compositor y sabiendo que estas no son casuales sino numerosas y variadas dentro del ámbito musical, la posibilidad por la que me inclino es la de paráfrasis.
En 1950 Gabriel García Márquez escribió, en su columna denominada La Jirafa, publicada en el diario El Heraldo: “No hay una sola letra en el vallenato que no corresponda a un episodio cierto de la vida real, a una experiencia del autor. Un juglar del río Cesar no canta porque sí, ni cuando se le viene en gana, sino cuando siente el apremio de hacerlo, después de haber sido estimulado por un hecho de la vida real”.
De seguro Nacho Urbina, de formación académica, leyó y lee no solo a Pablo Neruda, sino a Gustavo Adolfo Bécquer, a Rubén Darío, a Barba Jacob, a Julio Flórez, a León de Greiff, a Silva y a otros muchos autores, tanto de poesía como de narrativa. Es así como, imagino, “estimulado por un hecho de la vida real”, después de haberse deleitado con el poema del bardo chileno, Urbina Joiro decide acometer Tú eres la reina.
La paráfrasis es explicada por la Real Academia Española en tres acepciones:
1) Explicación o interpretación amplificativa de un texto para ilustrarlo o hacerlo más claro o inteligible.
2) Traducción en verso en la cual se imita el original, sin verterlo con escrupulosa exactitud.
3) Frase que, imitando en su estructura otra conocida, se formula con palabras diferentes.
Se puede esgrimir que las palabras y frases no son de nadie y que andan por ahí en el aire, pero es imposible desconocer que quien las toma para generar una creación propia y original ya per se está convirtiéndose en el auténtico dueño de ellas, con todos los derechos y obligaciones que ello implica. Porque resulta también que las notas musicales y los colores y las texturas y los elementos andan por ahí sueltos y descarriados; tal vez en busca de propiedad intelectual.
En decorosa y salomónica solución, para que la polémica quede zanjada de una vez por todas, Hernán Urbina Joiro debería solicitar y autorizar que en cada disco, grabación, CD, DVD o publicación donde figure Tú eres la reina se anexe la frase “En homenaje a La Reina, de Pablo Neruda”, o “Inspirada en La Reina, de Pablo Neruda”.
A Urbina, parafraseando el título de una de sus composiciones, le decimos: alea iacta est.
Referencias:
1) Fuente: Sony Music por Internet.
2) Urango Ospina, Juan Carlos (2010): Entre lo narrativo y lo descriptivo ¿Qué predomina en la música de acordeón del Caribe colombiano? Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica, Nº 12, Universidad del Atlántico, 169 – 188.
3) Daza, Hermes Francisco (7 octubre 2009): En las canciones de Urbina y Daza; tentaciones del plagio o auto defenderse de los poemas copiados. Diario del Norte – Periódico de la Región Caribe.