Editorial: Sobre las runas vikingas: ¿Un lenguaje mágico?
Dentro de la cultura vikinga, uno de los elementos que más misterio encarna, debido a la escasez de fuentes y su difícil interpretación, son las runas. Las runas son el lenguaje escrito, no solo de los vikingos, sino de gran parte de las poblaciones germánicas que poblaban Europa en la edad antigua y media. El “alfabeto” rúnico tiene dos periodos: el primero periodo, también llamado futhark antiguo o arcaico, que tal como lo define Helena Looijenga, en su libro “Runes around the North Sea and on the Continent AD 150-700; Texts & Contests.
El periodo arcaico se extendió por todas las regiones desde el inicio de la escritura rúnica hasta el siglo VII, y coincide en todas partes con la era precristiana o con la fase de transición al Cristianismo. En términos históricos, este comprende los periodos de Romano y Merovingio.[1]
Este periodo se caracteriza por tener 24 caracteres, ser poco comprensible y difícil de leer, la existencia de seudo-runas, los textos son cortos, y porque a veces aparecen textos de carácter mágico.[2]
El segundo periodo, también llamado nuevo futhark, empezó cuando las runas tomaron mayor importancia en la sociedad, teniendo como puntos focales a Dinamarca e Inglaterra, en algún momento del siglo VII. Este periodo se caracterizó por una disminución del número de caracteres a 16, por un incremento en la legibilidad y en la extensión de los textos, por su utilización en textos legibles y públicos, por la aparición de textos con propósitos privados y crípticos y por la introducción de textos cristianos.[4]
Ahora bien, sobre el origen de las runas existen dos versiones: la versión mitológica y la versión histórica. En cuanto al origen mitológico, se dice que Odín obtuvo la sabiduría en la fuente de Mimir, diosa del ingenio, quien le dice que si quiere conseguir la sabiduría, debe hacer un sacrificio a la fuente. Esto hace que Odín se arranque un ojo, que ofrece como sacrificio, obteniendo cierta sabiduría. Al no quedar satisfecho con la sabiduría obtenida, Odín se dirige hacia el Yggdrasil (un fresno que era el portal entre los 8 mundos de la mitología nórdica) y se cuelga de un pie para poder ver el principio de todas las cosas, es decir el mundo de Niflheim. Dura nueve días colgado, y al no parecerle esto suficiente sacrificio, se clava una lanza en su costado. La suma de estos sacrificios le da el conocimiento de las runas, las cuales escribe en su lanza, en los dientes de Sleipnir, su caballo, y en las garras de un oso, siendo consagrado así como el “inventor” de las runas.
En cuanto al origen histórico del alfabeto rúnico, existen varias teorías que desarrollaré más adelante, y entre las que se destacan su semejanza con el etrusco o su procedencia céltica.
En este punto cabe preguntarse ¿Qué función tenían las runas en la sociedad vikinga? Ante esto me atreveré a plantear que, además de ser un elemento de sabiduría y estatus, las runas tienen un carácter mágico y sagrado, de suma importancia para la sociedad vikinga. Para desarrollar este planteamiento, me basaré en el ya mencionado texto de Helena Looijenga, “Runes around the North Sea and on the Conntinent AD 150-700; Texts & Contests”, y en la saga de Egil Sakallagrimsson, fuentes que considero suprema pertinencia para este propósito.
En primer lugar es necesario resaltar que las runas eran probablemente un símbolo de estatus social, es decir, el conocimiento de las runas era propio de una élite en la sociedad vikinga. Una posible explicación para esto, la da Helena Looijenga en su libro cuando afirma que:
En una larga cultura oral, como la de los pueblos Germánicos, la escritura no era un medio primario de comunicación, pero era en si mismo un símbolo de estatus, debido a que la adición de runas a un objeto aumentaba el valor del mismo. Un intento de de darle valor místico al objeto mediante la inscripción de letras en el mismo pudo también haber tenido importancia. [6]
Esta afirmación nos lleva a su vez a preguntarnos ¿Por qué las runas tenían este carácter de aumentar el estatus social? Para responder esto es necesario remitirnos a los dos orígenes de las runas, tanto el mitológico como el histórico.
Como pudimos ver anteriormente, al Odín obtener el conocimiento de las runas, es decir de lo secreto, se consagró como el dios más poderoso, el único con la capacidad de ver el principio y el final de las cosas, es decir, las runas le dieron un status mayor entre los dioses. Si aplicamos esto a la sociedad vikinga, podremos darnos cuenta que, al aportar las runas sabiduría esta, al igual que sucedió con Odín, daba al vikingo que la poseía un poder mayor sobre sus congéneres ya que conocía cosas que ellos no, lo cual aumentaba su estatus social.
Por el lado del origen histórico de las runas, Helena Looijenga plantea en su texto una hipótesis que explicaría de manera satisfactoria el porque las runas tienen un carácter de aumentadoras del estatus social. Looijenga plantea que las runas se pudieron dar como una forma arcaica de imitación de los primeros alfabetos utilizados por el Imperio Romano, que eran llevados a las tribus germanas por los mercenarios al servicio del imperio. El hecho de servir al imperio, permitía a los mercenarios entrar en contacto con las formas literarias y de escritura romanas, las cuales adaptaba a su propia cultura y las llevaba a su tierra natal dando así origen a las runas.
Ahora bien, al ser el valor en las batallas y el número de batallas que se han luchado un determinante primordial en el estatus de la sociedad vikinga, estos mercenarios poseían gran cantidad de honor ganado en las batallas que luchaban en el Imperio, lo que les daba un mayor nivel de respeto y admiración en su sociedad. Además, al ser recompensado con riquezas su status también aumentaba, ya que su capacidad de dar fiestas y de gastar crecía. De esta manera se puede observar el surgimiento de una nueva élite, la cual al poseer el conocimiento de las runas, aumentaba su estatus y se “imponía”[7] sobre sus congéneres. Esta hipótesis histórica está basada en indicios de una gran influencia romana en las costumbres de escritura vikingas, tales como marcar sus obras de metalurgia o escribir runas en medallones (imitación de los romanos), con el fin de aumentar su valor.
En este punto resurge la pregunta central del ensayo; ¿tienen las runas únicamente un valor social, o también tienen un carácter mágico? A lo que responderé que, además de su carácter social, también poseen un carácter mágico y ritual de gran importancia.
Muchos teóricos son escépticos en este aspecto, pero existen algunos indicios muy convincentes de que confirman el carácter mágico de las runas, que se pueden ver corroborados en una de las principales fuentes de investigación sobre la cultura vikinga: las sagas.
En la saga de Egil Skallagrimsson aparecen varios ejemplos del carácter mágico de las runas, como cuando Egil hace un hechizo en contra del rey Eirík tal como veremos a continuación:
<< Planto aquí un poste de agravio, y dirijo el insulto al rey Eirík y a la reina Gunnhild –dirigió la cabeza del caballo hacia la tierra-. Dirijo el insulto a los espíritus protectores del país, que habitan estas tierras, para que vaguen perdidos hasta que expulsen del país al rey Eirík y a Gunnhild.>>
Luego clavó el palo en una grieta de las rocas y allí lo dejó plantado; dirige la cabeza hacia tierra y trazó runas en el palo, y dijo todo el conjuro. [8]
Como podemos ver, parte del conjuro mágico que usa Egil contra sus enemigos consiste en grabar runas en el “poste de agravio”, lo que confirmará el carácter mágico de las runas. Pero este no es el único ejemplo ni el más claro sobre el poder mágico de las runas en esta saga; también está el momento en el que Egil cura a la hija de Thorfinn, por medio de runas.
Cuando Egil y los suyos se sentaron a comer, Egil vio que había una mujer enferma acostada en la tarima lateral; Egil le preguntó a Thorfinn quién era esa mujer tan doliente. Thorfinn dice que se llamaba Helga y era su hija. << Lleva mucho tiempo enferma>>, y era una enfermedad grave; no podía dormir por la noche y tenía como delirios.
<< ¿Se ha hecho algo –dice Egil- para curarla?>>
Thorfinn dice: << Se han grabado runas, y fue el hijo de un campesino vecino quién lo hizo, pero ahora está mucho peor que antes. ¿Sabes acaso, Egil, algo que pueda curarla?>>
Egil dice: << Puede ser que no le haga ningún daño si lo intento. >>
Y cuando hubo comido hasta hartarse, Egil fue adonde yacía la mujer y habló con ella; mandó que la levantaran de la cama y pusieran sabanas limpias, y así lo hicieron. Luego registró la cama donde descansaba y encontró un hueso de ballena sobre el cual estaban las runas. Egil las leyó, y luego raspó las runas y lo arrojó al fuego; quemó todo el hueso y mandó airear las sabanas que había usado. Entonces ágil dice:
No ha de esculpir runas, sino aquel que sepa leerlas, son muchos los que yerran al usar los misterios; he visto en una rama diez runas de magia, causaron a la dueña largo dolor y duro.
Egil grabó runas y las puso bajo la almohada del lecho en que ella descansaba; a ella le pareció como si despertara de un sueño, y dijo que estaba curada…[9]
Como se puede ver claramente en este fragmento de la saga, las runas tienen un carácter mágico definido, en este caso un carácter tanto curativo como dañino. De hecho el traductor de la saga de Egil, Enrique Bernárdez, nos aclara en una nota a pie de pagina que “las runas tenían, como ya se ha señalado, una considerable utilización mágica; podían utilizarse para curar enfermedades, pero también para producirlas”[10] Como hemos visto, en la saga claramente aparecen las runas como elementos mágicos que confirmarían la hipótesis. A pesar de esto, las sagas incluyen a veces muchos elementos mágicos imaginarios, lo que podría debilitar el peso del argumento. Para corroborar este elemento presente en la saga de Egil, me remitiré a algunos hallazgos arqueológicos en los cuales se puede ver el carácter mágico de las runas.
Una de las principales fuentes arqueológicas vikingas son las tumbas. Los entierros vikingos se caracterizaban porque enterraban al muerto con todos sus objetos valiosos y que le daba status y honor. De la misma manera estos entierros se caracterizaban por que en ellos se consagraban ofrendas durante la cremación. Esta práctica de ofrendar cosas a los muertos se ve claramente explicada por Ibn Fadlan en el “Risala”, donde narra que los vikingos, al morir uno de sus jefes, sacrificaron muchas cosas como veremos a continuación:
Ellos trajeron bebidas embriagantes, frutas y plantas fragantes, que pusieron con él (el difunto), después pan, carne y cebollas, que colocaron para él. Después trajeron un perro, que cortaron en dos y lo pusieron en el barco. Después ellos trajeron dos caballos y corrieron en ellos hasta que sudaron, luego los cortaron en piezas con una espada y los pusieron en el barco…[11]
Así como sacrificaban animales, los vikingos ponían también objetos rúnicos de carácter sagrado en las tumbas. Estos objetos eran considerados amuletos de protección por el carácter mágico que les otorgaban las runas. Esto se puede ver claramente representado cuando Helena Looijenga afirma en su texto que:
Los objetos que eran ofrecidos y enterrados podían tener estas inscripciones para servir en alguna clase de función ritual…[12]
Y no solo en este sentido puede decirse que, arqueológicamente, las runas tengan un carácter mágico. La existencia de los “bracteates”[13], que normalmente tenían runas inscritas en ellos, muestra el carácter mágico de las runas, debido a que estos eran considerados amuletos mágicos de protección como se verá a continuación:
Una categoría de objetos que pudo tener una función ritual o religiosa fueron los medallones (bracteates). Estos eran considerados amuletos, como sus modelos, medallones y monedas romanas que tenían esa función. El hecho que fueran especiales, se ve expresado por los contextos en que fueron encontrados: en pantanos, capas de alquitrán, tesoros, huecos de postes y tumbas. [14]
Como podemos ver, estos amuletos de protección se encuentran o en lugares que representan alto riesgo de peligro, como los pantanos, o en lugares sagrados e importantes como las tumbas y los tesoros, reafirmando otra vez su carácter mágico de protección.
Otro ejemplo arqueológico de runas con carácter mágico, se ve en textos que tienen frases como “yo consagro las runas”, que sugieren el carácter mágico de las mismas.[15] De hecho Helena Looijenga afirma en su libro que:
Las runas fueron usadas en textos con propósitos mágicos, como puede ser la aparición de secuencias aparentemente sin sentido como aaaaaaaaaaazzznnn?bmuttt en la pieza de hueso de Lindholm.[16]
Como podemos ver, es probable que estas formulas sin sentido sean partes de conjuros o hechizos, que darían una vez más ese carácter mágico a las runas.
Un argumento final que probaría el carácter mágico de las runas sería su aparición en instituciones sagradas como el Thing. El Thing era un asamblea regional o nacional, dependiendo de los asistentes, y en él se juzgaba los casos que no habían podido ser solucionados por los medios habituales (deber de venganza o compensación económica).
El Thing era la mayor autoridad civil existente en la sociedad vikinga, y sus decisiones debían ser acatadas incondicionalmente. Tanta relevancia tenía esta institución que incluso se le daba un carácter sagrado, lo que legitimaba aún más sus decisiones, por lo que era demarcado con palos de fresno, árbol sagrado para los vikingos. Esto se puede ver representado cuando en la Saga de Egil, Egil reta a Önund al Thing, para solucionar un pleito por la herencia de la esposa de Egil:
Önund estuvo vociferando un rato; cuando Egil vio que Önund no tenia intención de arreglar el asunto, Egil le reta al Thing para que el pleito quede en manos de la ley del Gulathing. Önund dice: <<iré al Gulathing y procuraré que no salgas de el con bien>>
Egil dice que se arriesgará a ello, y que de todos modos irá al Thing: <<Que le suceda a cada uno según su suerte>>.
Las runas aparecen en el Thing en la Lögsoguanandur o Piedra de las Leyes, que era una roca en la cual, como su nombre lo dice, se encontraban grabadas las leyes sagradas dictadas por los dioses, dándole una vez más a las runas un carácter sagrado.
Como hemos visto anteriormente, existen numerosas evidencias de que las runas, además de su carácter social y de status, tienen un carácter mágico de importancia relevante en la sociedad vikinga, en ámbitos como la protección, la curación o los entierros. Sin embargo la escasez de fuentes rúnicas no permite afirmar esta hipótesis sin dejar un espacio a la duda. Por lo cual concluiré que, a pesar de ciertos elementos evidentes sobre el carácter mágico de las runas, esto no se puede afirmar con plena seguridad, debido a la falta de información.
Bibliografía:
Looijenga, Helena. “Runes around the North Sea and on the Continent AD 150-700; Texts & Contests”.
Fadlan, Ibn. “Risala” Disponible en: Vikinganswerlady.
Sturluson, Snorri. “Saga de Egil Skallagrimsson”. Edición preparada por Enrique Bernardez.
[1] Looijenga, Helena. “Runes around the North Sea and on the Continent AD 150-700; Texts & Contests”. Pág. 9 (Traducción propia)
[2] Ibíd. Pág. 10
[3] Disponible en: Tarahill. Lunes 28 de Mayo, 2007. 6:40 p.m.
[4] Ibíd.
[5] Disponible en: Tarahill. Lunes 28 de Mayo, 2007. 6:42 p.m.
[6] Looijenga, Helena. “Runes around the North Sea and on the Continent AD 150-700; Texts & Contests”. Pág. 15 (Traducción propia)
[7] La palabra “imponía” aparece entre comillas, debido a que bien es sabido que las relaciones de poder en la sociedad vikinga eran de carácter voluntario, y no existía un poder central que rigiera el comportamiento de los individuos.
[8] Sturluson, Snorri. “Saga de Egil Skallagrimsson”. Edición preparada por Enrique Bernardez. Pág. 210
[9] Ibíd. Pág. 271-272
[10] Ibíd. Pág. 271
[11] Fadlan, Ibn. “Risala” Disponible en: Vikinganswerlady. Pág. 4 (Traducción propia)
[12] Looijenga, Helena. “Runes around the North Sea and on the Continent AD 150-700; Texts & Contests”. Pág. 62 (Traducción propia)
[13] Copias vikingas de medallones romanos
[14] Looijenga, Helena. “Runes around the North Sea and on the Continent AD 150-700; Texts & Contests”. Pág. 62 (Traducción propia)
[15] Ibíd.
[16] Ibíd.