Skip to main content

La Médica disfrazada de hombre

Rodolfo Rodríguez Gómez M.D

la-medica-disfrazada-de-hombre.jpg

En la antigüedad existían leyes bastantes rígidas que gobernaban la profesión médica. Sin embargo, una mujer desafió todos los cánones para dar rienda suelta a su pasión más profunda…la medicina.

En la Grecia del siglo V a.C., con el advenimiento de la medicina hipocrática, las mujeres podían aprender ginecología y obstetricia. De hecho, muchas mujeres se hicieron reconocidas por sus habilidades en la atención de los partos y se les concedió el título informal de maia o partera[1]. Tras la muerte de Hipócrates -padre de la medicina- en el 370 a.C., las cosas cambiaron drásticamente para las mujeres. En Atenas, varias médicas fueron acusadas de practicar abortos y se prohibió que continuaran con el ejercicio médico [2]. En aquel entonces, violar la ley no era algo banal y la mujer que desobedeciera podía ser ejecutada, ya que se establecía castigar con pena capital a las mujeres que ejercieran la medicina [3].

Fue en el siglo IV a.C., cuando en el seno de una prestigiosa familia ateniense nació una niña que llevaba por nombre Agnodice. Al crecer, la excepcional niña no decidió otra cosa que estudiar medicina, pero para ese momento, la ley prohibía a las mujeres practicar curaciones y mucho más ejercer la medicina. Sin embargo, la recursiva mujer no vio en ello un obstáculo. Se dispuso, entonces, a cortar su cabello y vestirse de hombre para tomar rumbo a la ciudad de Alejandría y allí, adelantar estudios en medicina y obstetricia con Herófilo, un prestante médico y anatomista que contaba con innumerables discípulos. Herófilo había nacido en Calcedonia -antigua ciudad Griega en la actual Turquía- y hoy en día se le reconoce por ser el primero en realizar disecciones de cuerpos humanos en público. Además, se dice que fue quien operó por primera vez la catarata mediante la extracción del cristalino y se le atribuye gran parte del conocimiento de los nervios y las membranas del cerebro [4].

Tras adelantar estudios con el eminente Herófilo, la valiente Agnodice regresó a la ciudad de Atenas. Allí, la médica disfrazada de hombre ejerció con gran estilo la medicina y adquirió gran reputación, especialmente, entre las mujeres de la clase aristocrática. Para la época, muchas mujeres se negaban a ser atendidas por hombres dado que esto vulneraba su pudor y preferían incluso la muerte antes de aceptar que los hombres las asistieran en el parto. Ahora bien, la historia dice que Agnodice derrochaba habilidad en el arte de la atención de los partos, pero un día, una mujer que corría grave peligro durante el trabajo de parto se negó a ser atendida por quien pensaba que era un hombre. Agnodice no tuvo otra opción que descubrir el secreto de su sexo y ante esto, la paciente aceptó ponerse en sus manos y se libró de morir. El relato de dicho acontecimiento se extendió rápidamente y se dice que al poco tiempo era raro que un médico que no fuera Agnodice asistiera un parto [4].

El disfrute de las mieles del éxito por parte de Agnodice duró poco. El nuevo médico proveniente de Egipto, quien empezaba a ser bastante solicitado, particularmente por las damas, despertó los celos de algunos médicos atenienses. Así las cosas, para proteger los intereses de la sociedad médica, se presentaron denuncias contra el apuesto galeno por corromper a las esposas de los hombres. De hecho, lo acusaron de seducir a las mujeres con la excusa de socorrerlas y atender sus dolencias. De manera infortunada, las denuncias tuvieron eco y el exitoso médico fue citado a declarar ante el Areópago, es decir, la sede del consejo donde el tribunal interpretaba las leyes y juzgaba a los delincuentes y homicidas.

col1im3der

 

Agnodice no fue la única que enfrentó duros cargos, también algunas mujeres fueron acusadas de fingir enfermedades. Ante la severa acusación de seducir a las mujeres para aprovecharse de ellas, Agnodice no tuvo otra opción que develar su secreto ante el tribunal. En pleno juicio, Agnodice levantó sus ropas y mostró sus genitales para echar abajo tales cargos. En Grecia, dicha acción era denominada anasúromai, lo cual significaba exponer el cuerpo de alguien al tirar de sus ropas [5]. Pero este penoso hecho no hizo más que empeorar las cosas y Agnodice fue condenada a pena de muerte. Al juicio asistieron sus padres así como muchas mujeres atenienses que irrumpieron en el areópago para reclamar airadamente y rebelarse ante tal arbitrariedad. Se apelaba como injusto el que se sometiera a la fatalidad a la única persona que podía ayudarlas ante una muerte inminente. Tales prerrogativas convencieron a los magistrados de que se trataba de una injusticia y, para sorpresa de muchos y regocijo de otros, Agnodice salió triunfante del tribunal. No solo fue una victoria personal, ya que también se revocó la famosa ley al considerarla injusta y las mujeres quedaron en libertad para ejercer el arte de la atención de los partos y estudiar medicina, aunque solo podían tratar a las mujeres.

La historia de Agnodice parece que vio la luz por una carta del erudito Cayo Julio Higinio. Este hombre, célebre escritor del siglo I a.C., fue quien narró la leyenda de Agnodice en uno de sus libros de relatos mitológicos llamado Fábulas, pero al día de hoy, se ha puesto en duda si se trata de una historia real o corresponde a un mito. De hecho, así como la historia es difícil de verificar, el nombre de Agnodice tampoco parece plausible, ya que para algunos autores el nombre de la protagonista de la historia -que significa casta ante la justicia- se considera ‘demasiado preciso’ para ser el nombre de alguien real [6]. Ahora bien, independientemente de si se trata de una historia verídica o si se trata de una leyenda, la historia de Agnodice no solo es cautivadora sino aleccionadora. Entre varias interpretaciones, quizá esta historia constituya un símbolo de que ante los obstáculos, para perseguir los sueños son imprescindibles la tenacidad y la perseverancia y, tanto para hombres como mujeres, no importa cuán difíciles se pongan las cosas al seguir ese camino, siempre valdrá la pena.

Referencias

  1. University of Virginia. Historical collections at the Claude Moore Health Sciences Library. Disponible en:
    http://exhibits.hsl.virginia.edu/antiqua/women/
  2. Alic M. El legado de Hipatia: historia de las mujeres en la ciencia desde la antigüedad hasta fines del siglo XIX. Siglo XXI; 2005.
  3. Kirsh S, Kirsh F. Fabulous Female Physicians. Second Story Press; 2001.
  4. Diccionario Histórico. Biografía Universal Compendiada. Tomo Séptimo. Barcelona; 1832.
  5. Bettini M. Women and Weasels: Mythologies of Birth in Ancient Greece and Rome. University of Chicago Press; 2013.
  6. Porath J. Rejected Princesses: Tales of History´s Boldest Heroines, Hellions, and Heretics. Harper Collins; 2016.