La falacia de la innovación: Etimología del caos “tecnocientífico"
Ricardo Andrés Roa-Castellanos
Ricardo Andrés Roa-Castellanos
LO NUEVO Y LO VIEJO
La regente falacia de la innovación sigue el planteamiento “Sólo (o todo) lo nuevo es bueno”. Pero sabemos también que la generalización absoluta, con alta probabilidad, advierte de intrínsecos errores en las teorías e ideas tornadas en extremistas. Una que otra cosa nueva ha resultado tener efectos negativos, hay que decir al menos por matizar.
La innovación, como tal, a pesar de lo anterior se ha estandarizado por sí misma, y se ha convertido en principio sine qua non aún a nivel de exigencias institucionales.
El ansia por lo nuevo ha llevado a desdeñar lo viejo. Ese error no es “peccata minuta”. Algunos se enteraban, hace poco tiempo, que producto de este drástico sesgo de casi idolatría al presente y al futuro, en Colombia, desde el gobierno Gaviria (hace 23 años), la asignatura de Historia había sido abolido del plan de estudios de la educación básica. Pero, precisamente, por acción de la legisladora rosarista, Viviane Morales, la necesaria asignatura ha sido recuperada para equilibrio de los tiempos en el desarrollo y auto-referencia social en el aprendizaje[1].
Nuestra revista desde su nombre, que es un principio de sabiduría, previene de estos desbalances cognitivos ante el ansioso exceso de futuro o la melancólica desmesura por el pasado, zanjando la discusión en la unión que invoca lo nuevo y lo viejo (NOVA ET VETERA), como brújula más acertada para el continuo presente de las sociedades.
CATEGORÍAS CIERTAS E INFUNDADAS
Pese a que dentro del ámbito académico se asume la idea del hombre como un ente “ajeno (distinto) a la naturaleza”, como consecuencia de sus particularidades o potencialidades “biológicas”, sus desarrollos tecnológicos – a su vez entendidos como “artificialidad” (Cf. Controversia entre lo natural versus lo artificial; lo urbano versus lo rural) – en adición a una innegable capacidad de dominio sobre gran parte de la vida que el Homo sapiens sin duda ejerce, lo cierto es que una verdad olvidada y primigenia permanece, orgánica, en cada minuto de nuestra existencia:
Bastaría decir, en relación al estudio de la misma falacia del inicio, que no toda improvisada o concienzuda “ocurrencia” (pensamiento no meditado que surge de repente) conviene a la vida, pero el tema exige mayor explicación y ejemplos.
INGENIERÍA ES A TÉCNICA COMO MEDICINA ES A CIENCIA ORIGINAL
Una vez entrada la Revolución Industrial, de la mano del motor a vapor (steam-engine), una moda empieza a confundir las categorías en el pensamiento del ser humano. Las categorías ciencia y técnica aquí deben ser diseccionadas para notar el sentido de la confusión en la que nos hallamos inmersos y sus graves consecuencias que pueden ser cesadas o robustecidas.
Notemos que el primer motor (engine) a vapor es patentado en 1606 por el español Jerónimo de Ayanz y Beaumont, con ínfimo crédito intelectual reconocido, cuestión que asemeja la inmerecida ignorancia popular sobre el español Isaac Peral como inventor del submarino. Pero aunque incluso el Código Genético (Severo Ochoa) sea obra de un hispanoparlante, tanto como más recientemente la tecnología que facilita la edición de genes CRISPR/Cas9 (Francis Mojica)[2], el complejo nuestro ante apellidos menos castizos nos ha generado una cultura de contracorriente para el desarrollo científico y una favorabilidad para la “transferencia de tecnología” (Artículo 65, CPC), o conducta de “corta y pega”, de reducida creatividad, vuelta ley desde la constitución colombiana.
Innovación, fuente, Escuela Europea de Management
Pero retomando, en 1698, Thomas Savery patenta una modificación del motor a vapor, creando un vacío para el bombeo de agua. Ya en 1712, el inglés Thomas Newcomen genera comercialmente el denominado “motor atmosférico” (Atmospheric engine) que trabajaba con base en la acción de un pistón.
El nombre del invento resultó ser todo un presagio al notar las actuales consecuencias funestas del Cambio Climático, alimentado por el desequilibrio atmosférico a favor del carbono y el vapor de agua que vehiculiza su actuar.
Para 1781, James Watt establece el motor de rotación continua con 10 caballos de fuerza, el cual en 1883 ya alcanzaba los 10.000 caballos de fuerza con el nuevo modelo de “motor de combustión interna” nutrido de agua, carbón y leña produciéndose en serie. El inicio del cambio atmosférico global empezó 180 años atrás (~1830), según evidencia en las capas geológicas de hielo glaciar (Abram et al., 2016).
Se acepta para la historia universal el inicio formal de la Revolución Industrial como cambio técnico que inicia entre 1760-1780.
La anglosajona palabra de origen, ingeniero (traducción del Engineer), proviene, así, del sustantivo motor o máquina. Aunque el diccionario Oxford recaba el latín Ingeniator como el cargo de arquitecto constructor romano clásico, derivado de los conceptos ingeniare (elaborar, idear – contrive, devise) o ingenium (ingenio), la máquina fue el eje real del neologismo, donde la traducción más fiel al español para la profesión podría ser, en consecuencia, motorista o maquinista, cuyo uso se redujo al ámbito de los trenes o ferrocarrilero. De ese “engine” original es hoy designada la ingeniería (engineering) como campo laboral de aplicación[3].
Etimologías”, que recogía la acepción de Tertuliano para la edad media, la palabra “engine” implicaba incluso un sesgo específico de máquina bélica o de guerra[4]. Con las máquinas se ejecuta la guerra contra la naturaleza cuando la palabra como narración fidedigna de los hechos es ausente en la dación de sentido y contexto armónico con las fuerzas de la vida.
NubeInnovacion tomado de www.evoca.com
Es decir, la ingeniería desde un inicio invocaba un quehacer técnico, complementado para el cambio técnico moderno, con el adjetivo “industrial” o “de trabajo”. La maravillosa técnica, rica en cifras, símbolos o dibujos, suele ser escasa en palabras. Pero es la palabra la base racional que permite dar el sentido armónico entre la realidad, la vivencia y el intelecto. La investigación es historia, como lo notó Aristóteles, si se cae en cuenta que descubre series de pasos que pueden establecer patrones de desarrollo de la naturaleza (una observación tan válida para la cliometría económica como para el ciclo bioquímico de Krebs).
Respectivamente, este último “palabro”, industrial, para aquel entonces, implicaba “trabajo sistemático”[5], por su carácter de producción repetitiva o serial.
Secuela de estos usos es considerar “industrioso” como equivalente de “trabajoso”, dentro de una herencia lingüística con vasos tributantes del idioma francés. Recordemos, no obstante, que la máquina o motor de vapor para nada es invento francés.
La ciencia (episteme como conocimiento) y la técnica (techne como arte) solían ser arenas diferenciadas para bien del desarrollo humano equilibrado. El biólogo-botánico es científico, el jardinero o el agricultor son técnicos, aunque ambos graviten en torno a las plantas, para entender la diferencia.
Pero en épocas previas, hasta 1833[6], en el clímax de ese desarrollo de las máquinas, los científicos y escolásticos (scholars), eran llamados “virtuosi” (hoy en el olvido[7]), expertos en virtud de su conocimiento de la naturaleza (Physis), que es la fuerza natural positiva antónimo del vicio, fuerza natural negativa (que conduce a la muerte), fijándose en las inflexiones etimológicas del vocablo indoeuropeo original “wei” (fuerza vital) como raíz de ambas palabras.
El hacer y el estudio de la naturaleza se acompañaban de cierta búsqueda de la sabiduría, actividad esta que ha sido comprendida como el trasegar la búsqueda de la verdad, que es mucho más que un concepto escolástico (de escuela o académico).
TECNOCIENCIAS COMO FUSIÓN DE ENGENDRO CONFUSO
En este sentido, la Ingeniería, como campo disciplinario producto de la revolución industrial, supone una práctica y una comprensión del mundo sesgadas hacia la técnica desligada filosóficamente del contexto natural (es decir, centrada en los inventos materiales y virtuales, la producción de herramientas artificiales (máquinas) y la optimización de procesos productivos) lo cual no es stricto sensu igual a la ciencia (búsqueda de la verdad fáctica por medio del conocimientos sobre la realidad) –aunque se valga de herramientas técnicas para sus propósitos-. La ciencia (episteme) es el eje explicativo, causal o sistémico, por medio del cual las ciencias médicas han buscado el restablecimiento de la función orgánica (Cf. Pirtle, 2007; Malterud, 1995; Armytage, 1961; Itabashi-Campbell et al., 2012; Henry, 2006; Pellegrino, 1981; Murphy, 1997; Bunge, 2012).
Sin embargo, fruto del entendimiento cultural vigente, en la actualidad se ha encontrado que los ejes predominantes sobre los que la humanidad ha asumido el problema acumulado del Cambio Climático (CASO 1 – GLOBAL, que muestra la falacia por sus efectos sobre el planeta como sistema geológico) y que pretende resolver ese fruto indeseado por medio del mismo paradigma: la Geoingeniería y la Geopolítica (Davis, 2008). Ambas acciones técnicas operativas, hoy por hoy pertinentes, pero insuficientes, quizás por su posición contra-natura, desde la ruptura del derecho ius positivista del ius-naturalista, fue asumida durante todo el siglo XX hasta el presente.
innovacion tomado de Infotechnology.com
Inventiva y opinión, entonces, sirvieron de plataforma subjetiva sobre la que, respectivamente, hubo la predisposición de obviar el análisis del sistema o conjunto natural donde debe considerarse la “participacion” de los otros.
Desde la creación ética que precedió este individualismo a ultranza, el utilitarismo, la invención de la figura de la Falacia Naturalista planteó una ruptura disciplinar contra la ética naturalista o clásica, pues el nuevo orden social, según ese sin-sentido innovador, no debía estar ligado a la visión de los sistemas naturales –biológicos o geológicos– (Roa-Castellanos y Bauer, 2009). Ahora estamos pagando la factura de tal estropicio subjetivista.
Como resultado social, las acciones profesionales -si bien tienden a solucionar situaciones para la eficiencia técnica del subsistema en el que están inmersas-, también tienden a estar desprovistas de una contemplación natural acuciada, o una orientación que busque la funcionalidad sistémica a macro-escala.
CASO 2 – PERSONAL, que muestra la falacia por sus efectos patológicos sobre la persona:
El uso exagerado de pantallas electrónicas (tablets, móviles o teléfonos celulares, ordenadores) ha disparado la prevalencia de la miopía en niños y jóvenes. Es alegórica la miopía, como patología de la modernidad junto con el Alzheimer (enfermedad del olvido), por tratarse de no alcanzar a ver aquello que está a lo lejos, o coloquialmente, ser “cortos de miras”.
Casos reportados a nivel epidemiológico han descrito como hace 60 años el porcentaje de miopes en China oscilaba entre un 10-20%. Ahora, la cifra llega al 90% en adolescentes y adultos jóvenes. En Seúl, bajo un mucho más “tecnificado” medio, la cantidad de jóvenes diagnosticados asciende a magnitudes poblacionales del 96,5% y un país desarrollado como Australia no ha escapado de dicho “boom” (Dolgin, 2015).
CASO 3 – SOCIAL-RELACIONAL
La depresión tiene parámetros crecientes como epidemia moderna. Así mismo el sobrepeso y la gordura como hábitos relacionados con sus etapas prodrómicas de ansiedad o tristeza crónica están en auge, mientras la pérdida de la fe aumenta en las naciones desarrolladas. El trastorno mental depresivo afecta a más de 300 millones de personas y los casos aumentaron casi un 20 por ciento en la última década[9].
¿Qué cuidados debe tener el humano que quiere vivir feliz? Múltiples y en distintas facetas de la vida, según lo visto. Tal fue el objetivo de Aristóteles al originar la ética clásica, naturalista per se, como campo del saber fundado en la racionalidad y la verdad empírica. Al buscar la verdad fáctica, aquella de los hechos, ello implica que debe velarse porque la metodología de donde se derivan los conceptos asumidos o probados como “verdaderos” sea la correcta.
La actual era del “Just do it” (del inglés: solo hazlo) y el “YOLO” (respectivamente: you only live once, sólo se vive una vez) que vivimos, da congruente prelación al hacer, al estar, al tener y al ostentar en el sentido inmediato. El culto de la imagen que obsesiona al Homo videns es un descuido interno del sí-mismo, un culto al “ahora” y a la sensación placentera, un rechazo al sufrir (que es un indicador correctivo de función), y por tanto nos ha hecho hedonistas hacia-afuera, pero descuidados hacia-adentro, casi sin saberlo o notarlo.
Son esos últimos verbos prácticos, de la materialidad, y centrados en la búsqueda externa del placer del presente, la omisión al verbo “ser”, que queda a merced del exterior, desligado a pasados, o previsiones de futuro. No son vocablos analíticos los cuatro verbos anteriores, como tampoco predominantemente racionales.
La “confusión” intelectual haría parte del creciente caos entrópico, que traslapando disciplinas o campos de realidad, ha venido en aumento dentro de sociedades que omiten la sabia preocupación por la supervivencia. En “El libro de la alegría” (Grijalbo, 2016), el arzobispo sudafricano, Desmond Tutu, y el Dalai Lama, Tenzin Gyatso, convergen en la idea de que la actual desesperación de la sociedad es el resultado de la confusión que ha sumido al mundo.
ÉTICA Y BIOÉTICA INICIALES COMO CIENCIAS PARA LA ALEGRÍA
Para Kant, la Ética significaba la Ciencia de la Libertad, como lo expone en su “Metafísica de las Costumbres”. Implícitamente, su estudio es el analisis de las costumbres humanas partiendo desde las motivaciones individuales. Para Van Renssalaer Potter, iniciador norteamericano de la Bioética, ese campo del saber fue definido como la Ciencia de la Supervivencia.
En conjunto se tiene a las dos ciencias (conocimientos) de la libertad y de la supervivencia para analizar la conveniencia de los comportamientos.
Es decir, ninguno de los campos se traduce en la actual patente de corso, ni en la notaría, que habilita a sus practicantes, o a sus sujetos y objetos temáticos de análisis, de cuanta “ocurrencia” o posibilidad de actuación humana hay. Pero al menos generan la reflexión para así rectificar a futuro. ¿Se cumple con esto hoy?
Ambos valoran la libertad, la justicia y la felicidad como dones superlativos. ¿Somos felices y no lo hemos valorado? ¿Qué les pasó a los ahora exiliados o machacados venezolanos? ¿En los discursos políticos de los países en vía de desarrollo estos temas filosóficos están presentes? ¿Por qué en los discursos de los líderes de países desarrollados son constantes estos temas y tan ausentes en los nuestros?
El Lama y Tutu coinciden en una idea, las nuevas generaciones son incapaces de reconocerse libres, “por eso se quejan más”. Pero lo cierto es que la ruptura de los núcleos y formas tradicionales, como el matrimonio clásico y la familia convencional, han aumentado desde hace un tiempo los índices de depresión incluso en jóvenes y adultos desde los 12 años (Pratt & Brody, 2008).
En conclusión, importa notar tanto lo nuevo, como importa notar lo viejo…
REFERENCIAS
Abram, N. J., McGregor, H. V., Tierney, J. E., Evans, M. N., McKay, N. P., Kaufman, D. S., & Pages 2k Consortium. (2016). Early onset of industrial-era warming across the oceans and continents. Nature, 536(7617), 411-418.
Dolgin, E. (2015). The myopia boom. Nature, 519(7543), 276.
Halari, M. M., Halari, C. D., Adeiza, O. D., Calista, I. U., & Ayotunde, A. H. (2016). Prevalence of Eye Defects
Among Medical Students in Dominica. American Scientific Research Journal for Engineering, Technology, and Sciences (ASRJETS), 18(1), 133-141.
Parveen, N., Hassan, S. H., Rehman, J., & Shoukat, U. (2015). Prevalence of myopia and its associated risk factors in local medical students. Cell, 334, 3887822.
Pratt, L. A., & Brody, D. J. (2008). Depression in the United States household population, 2005-2006 (pp. 1-8). US Department of Health and Human Services, Centers for Disease Control and Prevention, National Center for Health Statistics.
[1] URL: http://www.elcolombiano.com/cultura/clases-de-historia-en-escuelas-y-colegios-en-colombia-XG7945451
[2] URL: https://labiotech.eu/francis-mojica-crispr-interview/
[3]Recuperado de URL: http://etimologias.dechile.net/?ingeniero
[4] URL: https://www.etymonline.com/word/engine
[5] URL: https://www.etymonline.com/word/industry
[6] URL: https://www.xatakaciencia.com/sabias-que/cuando-la-palabra-cientifico-era-un-barbarismo