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Historias de brebajes, pócimas y sangre

Rodolfo Rodríguez Gómez MD

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El encanto por la sangre trasciende las barreras de la cultura y el tiempo. Pueblos tan antiguos como los egipcios, los hebreos y los romanos han dado muestras de una fascinación casi enfermiza por la sangre. Pero mientras muchos se han bañado en ella, muchos otros han optado por beberla.

En tiempos antiguos la sangre tenía un valor simbólico incalculable. Durante el Imperio Romano, por ejemplo, su valor era tal que se acostumbraba que los enfermos bebieran sangre de gladiador con el fin de revitalizar el cuerpo y el alma. Se decía que beber la sangre de uno de estos aguerridos luchadores curaba la epilepsia y al parecer los enfermos de aquel entonces creían que beber la sangre aún caliente mientras brotaba de las heridas otorgaría la cura a sus dolencias. Según el escritor e historiador Plinio el Viejo en su enciclopedia Historia natural, la gente de algunos pueblos solía agruparse en torno a los gladiadores moribundos para poner la boca junto a las heridas y beber la sangre que emanaba a borbotones, esto basado en la fuerte creencia sobre los poderes del hemático fluido como cura de lo que llamaban caducidad.
 
Durante el Imperio romano fue ampliamente difundida la triaca, también llamada teriaca, algo así como el remedio universal. La triaca era un preparado compuesto por diversidad de ingredientes, en ocasiones decenas, los cuales podían ser de origen vegetal, animal o mineral, y que muchas veces incluía sangre. Esta panacea se usó desde el siglo III a.C., pero para el siglo I, Andrómaco, famoso médico del emperador Nerón, amplió el número de ingredientes de una formula previa para lograr un poderoso remedio que se usaba contra picaduras de animales, contra el aire putrefacto y contra la peste. Además de utilizar plantas y especias, la famosa triaca de Andrómaco o triaca magna, como también era conocida, incluía sangre de pato como ingrediente especial. La famosa mezcla curativa fue muy exitosa en su tiempo y con su hemático componente se prescribía como remedio contra algunas afecciones como la cefalea y la epilepsia.

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En la antigua Grecia se consideraba que beber sangre de caballo era saludable. Se prescribía para los pacientes con asma y era apreciada como poderoso remedio con la capacidad de resucitar o incluso provocar la muerte. La costumbre era más común de lo que se podría pensar, ya que otros pueblos de la antigüedad como los escitas y otras tribus del norte de Europa también tenían la tradición de beber sangre de caballo. Los escitas, pueblo de origen iranio que tenía fama de sanguinario, no solo bebían la sangre de sus víctimas tras la batalla, sino que también bebían sangre de caballo. Similar costumbre tenían los iberos quienes además de ser expertos cazadores de caballos, bebían la sangre de este animal, práctica que compartían con los celtas, los cántabros, los cóncanos, los sármatas, los traces, los masajetas y los gelones. 

De la Edad Media nos quedó la famosa leyenda de Erzsébet Báthory. Conocida como la condesa vampiro de Hungría, Erzsébet pasó a la historia no solo por pertenecer a una de las familias más acaudaladas y poderosas de Transilvania, los Endérly, sino por ser condenada por el supuesto asesinato de cientos de muchachas vírgenes a quienes sangraba, torturaba, asesinaba y enterraba en el castillo. Tras la muerte de su esposo, la condesa obsesionada con la idea de detener su envejecimiento encontró la solución bañándose con la sangre de muchachas jóvenes. Al parecer, secundaban las prácticas de la sádica condesa sus criados y el pastor local quienes la proveían de jovencitas con edades entre 9 y 16 años. Con ellas llevaba a cabo rituales sangrientos que implicaban bañarse con la sangre de sus víctimas y también beberla, lo que le permitía a la condesa de Báthory, según la leyenda, luchar contra el paso de los años y conservar la eterna juventud.

No todas las historias relacionadas con beber sangre corresponden a tiempos remotos. En la actualidad, algunos pueblos de África acostumbran beber sangre directamente del cuello del ganado vivo o en ocasiones mezclándola con leche. Los masáis, por ejemplo, tribu que habita en Kenia y Tanzania, preparan la sanguinolenta bebida para ocasiones especiales y para aquellos que están enfermos, ya que se considera que dicho brebaje ayuda a recuperar la fuerza y la vitalidad. Al sujetarse por los cuernos, el ganado se mantiene inmóvil mientras el hombre más hábil de la tribu, armado con una lanza, drena la sangre del cuello del bovino la cual se recolecta en una vasija o se bebe directamente del chorro que brota de la vena puncionada. Dicha costumbre es compartida por varios pueblos africanos como los mursis, los samburus, los bubal, los bodis y los surmas, estos últimos inclinados por la sangre de toro la cual solamente beben los hombres adultos y el jefe del clan.

En la medicina tradicional de varias regiones de América es habitual beber sangre de animales. En Centroamérica, por ejemplo, en algunas zonas selváticas de Guatemala, se tiene por costumbre beber sangre de tortuga, entre otras cosas, para curar dolencias físicas y como cura para el alma. En la región andina existe la tradición de beber sangre de murciélago y golondrina a la cual se le adjudican propiedades para la cura de enfermedades. Bien difundida en algunos países suramericanos es la costumbre de consumir sangre de chulo, animal mejor conocido como buitre o gallinazo, cuyo hemático fluido se indica principalmente para las personas víctimas de cáncer, ya que existe la creencia de que el fuerte sistema inmunológico que poseen estas aves carroñeras puede generar efectos benéficos ante esta terrible enfermedad. En países asiáticos también existe la costumbre de beber sangre de animales. En China, beber sangre de cobra es una costumbre muy antigua, también es habitual en Tailandia e Indonesia donde es frecuente encontrarla en los mercados callejeros y por supuesto, se le adjudican diversas propiedades como potenciador sexual, asi como para mejorar la piel y la actividad cerebral. 

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No solo en el mundo real se bebe sangre, pues en el mundo de la ficción y la mitología esta es una práctica transversal a infinidad de historias. En Babilonia, por ejemplo, Lilith era un demonio muy malvado que buscaba la sangre de los bebés y sus madres. Relacionados con Lilith aparecen los gallu y los utukku, espíritus malignos que atacaban a las personas y bebían su sangre, mientras que en Mesopotamia, Lamashtu, malvada hija del cielo, vivía sedienta de la sangre de los recién nacidos. En la mitología clásica existen casos como el de Empusa, hija de la diosa Hécate, criatura demoníaca que seducía a los hombres para después beber su sangre, mientras que la amante secreta de Zeus, Lamia, asesinó a varios niños pequeños para beber su sangre. Pero no solo la sangre humana ha sido protagonista de historias fantásticas, la sangre de un ser mítico como el unicornio también ha hecho parte de la literatura fantástica ya que estaba dotada de poderes como la fuerza y la vitalidad, y por supuesto, algo tan icónico no podía faltar en la famosa saga de Harry Potter donde dos unicornios fueron asesinados para que Voldemort bebiera su sangre y lograra retornar al poder. 

Es claro entonces que a través de los siglos la sangre ha sido el centro de todas las miradas y el ingrediente esencial de pócimas y brebajes. El misticismo en torno al hemático fluido le ha conferido un papel protagónico en centenares de mitos y leyendas. De esta manera, son muchos los poderes especiales que a través de la historia culturas tan disimiles alrededor del planeta le han adjudicado a la sangre. La fuerza, la vitalidad, la energía, el poder, la juventud, todas ellas habitan en la sangre, y a todas luces, tanto vampiro no podría estar equivocado. De todas las formas posibles, en todas las culturas, en todas las historias, y en todas las pócimas y brebajes es evidente que la humanidad ha tenido una auténtica, legendaria y delirante pasión por la sangre. 

BIBLIOGRAFÍA

  1. Centini M. El libro de las supersticiones. Parkstone Internacional; 2012.
  2. Gargantilla P. Breve historia de la medicina. Ediciones Nowtilus S.L., 2011.
  3. Patxot y Ferrer F. Los héroes y las grandezas de la tierra. Librería de José Cuesta; 1855. 
  4. Palma JA. Historia negra de la medicina: Sanguijuelas, lobotomías, sacamantecas y otros tratamientos absurdos, desagradables y terroríficos a lo largo de la historia. Palabra; 2016.
  5. Santamaría MT. Textos médicos grecolatinos antiguos y medievales: estudios sobre composición y fuentes. Universidad de Castilla La Mancha; 2011.