Némesis digitalis
Jairo Hernán Ortega Ortega. MD
“Temo el día en que la tecnología supere nuestra humanidad;
el mundo solo tendrá una generación de idiotas”
Albert Einstein
¿Quién de ustedes recuerda el ábaco? ¿Quién recuerda la regla de cálculo? ¿Quién la calculadora Casio? ¿Quién la calculadora Científica? ¿Se le han olvidado las tablas de multiplicar? ¿Todavía puede hacer, con papel y lápiz, sumas, restas y divisiones?
Aunque el desarrollo y el progreso de la humanidad han permitido notables avances en bien del ser humano, en campos como el de la salud, el transporte, la construcción, la movilización, la ingeniería, las comunicaciones y otros muchos, sabemos bien que los impactos colaterales de que todo esto ha generado impactan al mundo y a sus habitantes. No es sin pensar en el Calentamiento Global.
En la película sobre la vida de Steve Jobs, genio mayor de Apple, hay una escena donde lo confronta Lisa, su hija, y él tan solo se limita a prometerle que el dispositivo de teléfono móvil, que cabe en la palma de la mano, no sólo servirá para hacer llamadas sino que contendrá música, películas, Internet, directorios, cámara y todo lo que se pueda imaginar la innovación y la creatividad. Así lo cumplió y después del iPhone el despliegue de tecnología con esas características de cuento de hadas se replicó en toda la industria fabricante de celulares.
¡Voilá! El celular, móvil o teléfono móvil, se tomó al mundo. Jobs complació a su hija, pero tal vez replicó lo que fue su relación con ella.
Ya para esta segunda década del siglo XXI se ha determinado, de manera precisa, científica y médica que el famoso aparatico genera enfermedades ¡nuevas enfermedades!: Nomofobia, Síndrome de llamada fantasma o celular fantasma, Cibermareo, Cibercondria, Dependencia al Internet, Síndrome del Facebook. Muchas de estas ya codificadas por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría en el libro DSM-5 (Diagnostic and Statiscal Manual of Mental Disorders).
Se catalogan dentro las adicciones. Al momento hay controversia sobre lo que se refiere a adiciones digitales. En el lenguaje común de la psiquiatría y de la psicología, a la adicción se le considera un trastorno mental y no un acto voluntario y/o vicioso. Se considera que existen procesos neurobiológicos y medioambientales involucrados en el comportamiento de las adicciones, así estén involucradas sustancias (alcohol, cigarrillo, cocaína, marihuana…) o no (juego, sexo, alimentación, abuso de redes sociales o Internet, juegos en línea…).
Muchos de estos mecanismos biológicos no eran bien conocidos y por eso la adicción, en algunos ámbitos, no se consideraba trastorno mental/cerebral, pero con el auge de la investigación en neurociencias se han aclarado las dudas. Por eso la Organización Mundial de la Salud y la Asociación Americana de Psiquiatría consideran que la adicción constituye un trastorno mental, como otros, y no un problema de voluntad, fallo del carácter o vicio de aquellos que lo sufren.
En lo que sí hay consenso es en que la adicción empieza a hacerse patológica desde cuando empieza a interferir en el desarrollo normal de la vida cotidiana del paciente. Entonces va a entorpecer o malograr su vida personal, familiar, laboral, económica y social. Un ejemplo, en la afectación producida por los celulares, es el de la parentalidad distraída: los padres enganchados en su teléfonos pueden estar dañando el desarrollo cognitivo y emocional de sus hijos. El uso y el abuso desmedido y sin control han castigado al homo sapiens sapiens con estas nuevas afecciones mentales:
NOMOFOBIA: Temor, terror, ansiedad o angustia de no tener acceso al celular ¿Ha salido de su casa laguna vez y cuadras más adelante se da cuenta de que dejó el celular y siente el impulso irrefrenable de devolverse por él?
SÍNDROME DE LA LLAMADA IMAGINARIA O DEL CELULAR FANTASMA: Sin tener el celular en su poder, la persona siente que vibró o que sonó. Es una verdadera alucinación.
CIBERMAREO: Sensación de vértigo, generado por las nuevas pantallas, en especial las de realidad virtual. Se ha definido que es por alteraciones a nivel del sistema límbico del cerebro.
CIBERCONDRIA: Los hipocondriacos del Internet ¿Alguna vez ha buscado por la red signos y síntomas que cree padecer y considera que tiene la enfermedad que allí se informa?
DEPENDENCIA AL INTERNET: ¿Se siente incompleto, inseguro, ansioso, maluco si no se conecta un minuto, una hora o un día a la web?
SÍNDROME DEL FACEBOOK: ¿Se deprime porque su vida no es como la de sus amigos virtuales?
A lo anterior súmele afecciones oculares, alteraciones neuro y osteomusculares de manos, espalda y cuello, cefalea e impacto negativo en la socialización.
No se altere por esta información o si las respuestas a las preguntas con positivas, ya se está luchando contra la adicción “on line”. Existen, en muchas partes del mundo, clínicas especializadas en manejar estos nuevos trastornos, donde las medidas terapéuticas pueden llegar hasta tratamientos de shock: la desconexión total del computador y del teléfono. El paciente, incluso, puede llegar a experimentar Síndrome de Abstinencia. Es que el uso de estos dispositivos activa gratificación lo cual a nivel cerebral se traduce en liberación de dopamina, esta genera placer; el adicto se siente recompensado.
Ahora, no se trata de demonizar el celular, el iPad, o el Computador Personal, hay que entender que pueden ser elementos de trabajo, de comunicación, de creatividad o de recreación sana. Debemos hacerle frente a la “tecnoferencia”: la interferencia tecnológica, la interrupción diaria de la interacción cara a cara debido a la tecnología. Empresas, familias y grupos sociales deben garantizar que su uso sea positivo para promover el bienestar y la calidad de vida de los usuarios.
Si lo pensamos bien, tal vez el problema no es tan actual; no permitamos que en la mesa se repita la vieja escena del padre cubriendo su rostro con el periódico mientras cena y escucha las noticias del radio, en total incomunicación con el resto de los miembros de la familia que están sentados a manteles. Hoy no es la página del periódico la que aísla al ser humano, es la pantalla del celular la que lo está haciendo. Si apagamos el celular o lo mantenemos bien alejado, nuestros hijos se acercarán más.