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Fátima Martínez

Escuela de  Ciencias Humanas

Para mí el mayor éxito es estar aquí, en Colombia, intentando construir.

¿Quién es Fátima Martínez?

Soy una mujer de nacionalidad española que ha viajado mucho por el mundo. Hice periodismo por azar y me enamoré de la carrera, amé la docencia desde que empecé por casualidad a ser profesora sustituyendo a otros docentes de Periodismo, recién terminé mis estudios de pregrado en la Universidad de San Pablo CEU en Madrid en 2004.

Empecé a viajar siendo muy joven, desde que tenía 20 años. He tenido la oportunidad de trabajar como periodista, de ser docente de universidad durante más de 17 años y de vivir en diferentes países; he construido mi vida y puedo decir que he cumplido muchos de mis sueños.

He vivido en Reino Unido varias veces; Oxford a los 20 años y Londres a los 30 años, donde supe lo que era la pobreza por tratarse de una ciudad muy cara. Por azar, llego a Colombia en un momento en el que había varias vacantes. Me enamoré, a pesar de todas las injusticias que se padecen, me enamoré de este país.

Parece lo normal en mi vida, que las cosas pasen un poco por azar. Lo cierto es que nunca dudé en venir, cuando solicité la vacante e hice todos los procesos académicos del concurso público, no tenía ninguna duda de que sentía algo por Colombia, de que iba a venir y de que todo iba a estar bien.

Llegué en julio de 2017 a Cartagena de Indias, pero no firmé mi contrato hasta agosto de ese año. No conocía Colombia ya que se me contrató a distancia y tenía miedo al principio, no al país, sino al tamaño de Bogotá como ciudad; sin embargo, tan pronto estuve aquí, también me enamoré de la ciudad.

Me gusta mucho hacer fotos. Soy periodista y hago fotografía, fotografía documental y streetphoto, también me encanta viajar; tengo un punto de locura importante y viajo mucho, me complemento con los viajes que hago. Me gusta la poesía, me gusta mucho la escritura, todo en torno al periodismo porque considero que se complementa con la fotografía, el arte, la poesía, la enseñanza, la docencia y la investigación.

Cumplí mi sueño americano viviendo en Estados Unidos durante un año, vinculada a la Universidad de Texas; además, viví en Kenia durante dos meses en 2015. Me gusta mucho África, me atrae como continente.


Me gusta mucho hacer fotos. Soy periodista y hago fotografía, fotografía documental y streetphoto, también me encanta viajar.


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¿Qué significa para usted ser profesora de la Universidad del Rosario?

 

Para mí es evangelización, amo mi profesión. Siento una gran pasión por el periodismo y no lo puedo evitar, es una manera de evangelizar a mis alumnos para que amen lo que yo amo. Se lo digo desde el primer día: “Tengo que convencerlos de algún modo a que amen el mundo como yo lo hago”. No tienen que hacer periodismo de manera convencional, es decir, no tienen que trabajar en grandes medios para poder hacerlo.

Considero que es posible hacer periodismo de calidad impartiendo conferencias, hacer fotografía social o ir a lugares marginados, a la selva, a la frontera; por ejemplo, he estado muchas veces en la frontera entre Colombia y Venezuela, en la Guajira, en el Amazonas. Debo decir que amo Tumaco, cada vez que digo que lo amo me miran sorprendidos, pero he viajado sola por las zonas rojas donde es necesario ayudar a visibilizar o dar otra visión del mundo, asimismo, desestigmatizar y terminar con los estereotipos implantados muchas veces por los grandes medios.

Creo que el periodismo va mucho más allá de lo que nos cuentan los grandes medios. Admiro a los periodistas freelance que cubren guerras y lo hacen de maravilla, también admiro a las ONG pequeñas que con la ayuda de un fotógrafo están cubriendo temas y así generan otro tipo de comunicación, incluso a mis alumnos que empiezan a llevar las redes sociales de un político y tienen que dar la comunicación institucional o corporativa de un determinado perfil a través de Twitter, Instagram o Facebook.

La visión del periodismo es mucho más amplia, incluso la docencia es una manera de transmitir mis vivencias, mis viajes y lo que siento por esta profesión.

He tenido mucha suerte, con los alumnos de periodismo conecto muchísimo. Mis clases no son convencionales, soy poco convencional en ese sentido, nunca convierto el encuentro en una master class; no, a mí me gusta que mis alumnos salgan y se conecten con el contexto. Hacemos salidas de campo; hemos ido al sector Santafé a entrevistar a comunidades transexuales, a mujeres prostitutas, también al barrio Egipto, en el que han realizado fotografías. Quiero que desarrollen la capacidad de ser versátiles, que puedan enlazar el texto con la fotografía.

Una de las más importantes experiencias fue haber conseguido una beca por más de USD 40.000 dólares en Stockton University en Estados Unidos. Me encanta que mis alumnos vivan lo que yo ya viví. Me gusta que ellos se enfrenten a sus propios miedos porque para mí el periodismo es una forma de ver el mundo y de ayudarlo a conocer, sin los estereotipos que nos implantan, llenos de alarmas, miedos, sensacionalismo, amarillismo; quiero que encuentren ese equilibrio.

Quiero que ellos de algún modo hagan lo que aman, mi misión es que no tengan miedo y no soporto la idea de que llegue un profesor de periodismo a romperles los sueños, que lleguen a decirles que no son capaces. Para mí es fundamental que ellos crean en sí mismos y se los digo desde el primer día: “Empieza por creerte que eres periodista”. Que se crean, desde la primera semana de clase, que ya tienen el poder en sus manos de aportar al mundo desde su ejercicio de comunicación.

Finalmente, algo que significa mucho para mí es dirigir Plaza Capital, medio de comunicación del programa de Periodismo y Opinión Pública. He coordinado coberturas entre 10 o 15 alumnos que han salido a las calles a cubrir las protestas sociales de los estudiantes. Ha sido una gran responsabilidad, pero el resultado son fotos y textos maravillosos, redactados por los alumnos.

Siento una gran pasión por el periodismo y no lo puedo evitar, es una manera de evangelizar a mis alumnos para que amen lo que yo amo.

¿Cuáles son los logros que considera relevantes en su vida académica, en particular en su práctica docente?

Mi primer logro fue llegar a Colombia. Vivía en Estados Unidos y no me renovaron la visa después de vivir un año es Austin, Texas; mi propósito en ese momento era conocer México y toda América Latina, eso fue en el 2012. Entonces, volví a España, pero me quedó la “espinita” por conocer el resto de América. Venir a Colombia y en particular a la Universidad del Rosario fue entrar por la puerta grande. En esa ocasión ya no era freelance, como lo hice en otros viajes, en esta oportunidad tenía un puesto de trabajo, una misión concreta y una remuneración. Mi segundo logro fue llegar y presenciar un momento clave, como lo fue el Proceso de Paz y la visita del Papa.

Presenciar la transformación social que se estaba dando en el país. Otro logro fue haber conectado con los estudiantes colombianos, con otra mentalidad, con otra cultura. Soy muy directa, soy española, hay un cambio cultural importante y a mí me gusta la honestidad, hablar las cosas claras porque quiero que sean honestos y directos, que cumplan su palabra.

Por otra parte, conocer y recorrer toda Colombia. He viajado por todo el país sola, he asumido riesgos, pero lo he disfrutado y vivido muchas cosas preciosas. Finalmente, sacar a mis alumnos de las aulas, que ellos no le tengan miedo a Bogotá, porque hay algunos colombianos que sienten temor al estar en esta ciudad. Puedes hacer muchas cosas sin necesidad de estar dentro del periodismo de elite, de hecho, el periodista de base está todo el día en la calle, entonces acercarlos a la realidad se convierte en una victoria.

A mí me encantaría crear una asignatura de fronteras, porque esas zonas tienen otras dinámicas que son interesantes de contar, tienes que saberlas trabajar para que no te pase nada, desde el punto de vista personal. Creo que, aunque haya conseguido estos logros hay mucho por hacer, por ejemplo, en temas de seguridad; ahora estuve hablando con las directivas de la Universidad para que los estudiantes de periodismo que cubran protestas sociales sepan de primeros auxilios, tengan una cobertura psicológica o tengan todos los elementos de protección.

Les insisto mucho en que se arriesguen sin tener miedo a fracasar, al final es ensayo y error; creo que parte de mi éxito se debe a todos los fracasos que he tenido por el camino. Para mí el mayor éxito es estar aquí, en Colombia, intentando construir.

¿Qué aspectos han marcado su trayectoria como profesora en la UR?

 

He tenido muchas experiencias positivas con los estudiantes, en particular con sus trabajos. Ver cómo empiezan el semestre “verdes”, con faltas, incluso me enfado y luego, observarlos al final del semestre, es ver la evolución mes a mes. Hay un alumno cuyo nombre es Felipe que estuvo en las paneleras cerca a Bogotá e hizo un reportaje gráfico el cual podría publicarse en cualquier medio de comunicación, apenas en sus primeros semestres de pregrado, estuvo dos o tres días conociendo el proceso de elaboración de la panela.

Como profesora aprendo de ellos, no solo ellos de mí. Aprendo mucho de sus trabajos, cuando hacen un reportaje; por ejemplo, una chica el semestre pasado hizo uno sobre la depresión en la tercera edad, y lo ha hecho en versión web e incluyó fotografías, mapas y textos, ha sido fantástico. Otro de ellos, Luis Carlos Mayorga, ha hecho fotogalerías y crónicas de las protestas sociales en Bogotá que dices ‘¡Dios mío!’

Cada vez que los alumnos me dan las gracias o me escriben después de haberles dado clase, me siento muy afortunada porque a mí nunca me había pasado algo así. Me han escrito correos en los que me agradecen; el semestre pasado, Paola, quien no estudiaba Periodismo sino Fonoaudiología, pero venía a hacer mención en Periodismo, me escribió la primera semana expresándome que le había gustado mucho el primer día de clase, eso me ha llamado mucho la atención. Luego, al final del semestre, nuevamente me envió un mail en el que decía haber corroborado todo lo que le había transmitido desde el primer encuentro. Esos detalles que no se ven reflejados en las encuestas son los que te llevas para toda la vida.

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El periodismo es persistencia, te pone a prueba, es muy duro.


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¿Cuál es su aporte a la Universidad y a los estudiantes?

 

Creo que les aporto pasión y creer en lo imposible, es decir, les ayudo a sentir que muchas cosas son posibles y que el amor por la profesión es fundamental para poder aguantar en el periodismo. El periodismo es persistencia, te pone a prueba, es muy duro.

A la Universidad le aporto otro punto de vista, el de una persona que ha venido de afuera, que ha viajado mucho y que no tiene miedo a decir lo que piensa; no soy políticamente correcta. Cuando hay algo que no me gusta lo digo. Al haber vivido tanto ya sé qué quiero y qué no quiero para mis alumnos, pero no caigo en temas de egos académicos.

Entonces de algún modo, brindo autenticidad; por un lado, la pasión y por otro la autenticidad de tener una persona que se muestra tal cual es. Hago esto desde mis 20 años y ya tengo 38, llevo casi dos décadas dando clases de Periodismo y he pasado por muchas asignaturas. Este semestre estoy dictando Introducción al Periodismo, me encanta.

Soy muy creativa y constantemente busco variar las presentaciones, por ello recurro a otros recursos, como llevar invitados. Al inicio de semestre nos acompañó una periodista venezolana que tiene nacionalidad peruana, quien nos contó cómo ella se ha desempeñado dentro de una profesión machista siendo mujer. En clase realizamos muchos trabajos de campo combinando teoría y práctica, además hacemos lectura de buenos libros y medios de comunicación.

Creo entonces que mi mayor aporte es la motivación, la pasión y la autenticidad; ser de algún modo una persona que tiene un conocimiento más amplio de lo que es la comunicación y el periodismo y así, transmitirlo a los estudiantes.


La vida requiere ser muy generoso y no tener miedo al qué dirán.


¿Qué la inspira a enseñar?

 

Hay una frase muy bonita que puede resumir eso: “De la abundancia del corazón habla la boca”. Creo que todo esto me mueve mucho el corazón; a mí no me mueve la plata o el reconocimiento, esto es un don de algún modo, no todo el mundo tiene que enseñar bien. Puedes ser un gran profesional en tu materia, pero puedes no saber transmitir ese conocimiento, tal es el caso de algunos periodistas que escriben muy bien y no tienen ese don para enseñar. Desde pequeña, como a los ocho años, armaba mi clase con mis muñecos en la habitación y ponía la tabla de planchar como escritorio (risas).

No estoy de acuerdo con los profesores que maltratan psicológicamente a un alumno porque lo puedes hundir o hacer que su vocación se tuerza, estoy muy en desacuerdo con la gente que trata mal a los jóvenes en determinados ámbitos.

Veo la docencia como algo vocacional. He dado conferencias y clases desde que tenía 20 años. Aristóteles lo decía muy bien: “El buen comunicador es el que sabe entretener y al mismo tiempo forma y motiva”. Tienes que estar motivado, aunque no es fácil, la docencia no es fácil, tienes que ser muy generosa porque tu das energía, das parte de ti, y esa energía no se te devuelve.

La vida requiere ser muy generoso y no tener miedo al qué dirán, incluso, aceptar que en un momento dado se rían de ti; tienes que ser capaz de reírte de ti mismo con los demás, hacer un poco el payaso en un momento dado, tienes que saber reírte de ti mismo porque nadie es perfecto. Cuando tú hablas en público te estás exponiendo a ser criticado, a que gustes o no.

Fátima Martínez
Correo: fatima.martinez@urosario.edu.co

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