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WILSON HERRERA HERRERA

Profesor de la Escuela de Ciencias Humanas

Desde que ingresé a la Universidad he notado que es una institución de y para los estudiantes.

¿Quién es Wilson Herrera?

Soy profesor de carrera del programa de Filosofía en la Escuela de Ciencias Humanas. Ingresé a la universidad como docente de planta en 2003 y desde 2004 inicié mi proceso como profesor de carrera en la Universidad. Cursé dos pregrados en la Universidad del Rosario; el primero de ellos, al que ingresé en 1982, fue Economía. Posteriormente, inicié mi formación como filósofo también en el Rosario.
 
Inicié mi formación a nivel maestría en la Universidad Nacional, pero se presentó la oportunidad de viajar a cursar un doctorado en la Universidad de Binghamton en 1997, lo que se convirtió en una experiencia muy importante para mí.  A nivel personal, me permitió vivir en otra sociedad con diferentes tradiciones y cultura; por otra parte, a nivel profesional, tuve la oportunidad de vivenciar el nivel académico en un país como Estados Unidos.

Durante dicho proceso, pude establecer las diferencias y similitudes con nuestro mundo universitario. Durante mi paso por la Universidad de Binghamton hice parte del programa que permitía a estudiantes doctorales ser profesores asistentes, en inglés teaching assistanship, con lo que pude evidenciar el sinnúmero de posibilidades que hay para ingresar a una universidad de alto nivel. Otro aspecto interesante fue encontrarme con el sentido de igualdad que permitía a estudiantes con diferentes perfiles y características socioeconómicas acceder a la educación, es decir, allí encontré que no existía lo que aquí en Colombia se denomina “palanca” o ayudas extras para el ingreso a la universidad; por el contrario, el interés de la institución era consecuente con el proyecto que tuviese el estudiante.

Al final, la universidad también nos ayudaba a solucionar cualquier tipo de problemas que tuviésemos, esto gracias a las relaciones horizontales y el trato que había entre profesores, personal administrativo y estudiantes.


Llevo más de la mitad de mi vida en la Universidad del Rosario.


Diana Amador

¿Qué significa para usted ser docente en la Universidad del Rosario?

 

Llevo más de la mitad de mi vida en la Universidad. Ingresé cuando tenía 18 años y siempre he tenido contacto con la institución, a pesar del tiempo que estuve cursando la maestría y luego el doctorado afuera del país. Mi vida en el Rosario me ha permitido ser testigo de los avances que la Universidad ha tenido durante los últimos años, lo que la convierte en una universidad en constante cambio más pluralista.
 
Tuve la fortuna de contar con profesores magníficos durante mis estudios en filosofía, por lo que tengo una idea muy romántica de mi paso por la Universidad como estudiante, éramos pocos, pero todos estábamos entregados al estudio, eso me marcó y me llevó a tomar la decisión de ser docente. Hoy en día, no sé si lo hago bien, pero no concibo mi vida fuera de la docencia, es una vocación y es lo que sé hacer.
 
Desde que ingresé a la Universidad he notado que es una institución de y para los estudiantes. Somos una comunidad dedicada al conocimiento, a entender cómo funciona el mundo y la realidad; estamos en un espacio por y para los profesores e investigadores. El Rosario es un entorno muy valioso para la sociedad, porque aquí es donde los estudiantes empiezan a entender el mundo y a hacerse preguntas que puedan generar grandes cambios.

¿Cuáles son los logros que considera relevantes en su vida académica, en particular en su práctica docente?

En primer lugar, todo el esfuerzo que conllevó la creación y la puesta en marcha del Centro de Formación en Ética y Ciudadanía Phronimos en el año 2018, un proyecto en el que venimos trabajando desde el 2008.

Posteriormente, lograr que el programa de Filosofía haya madurado, todo esto en compañía de mis compañeros docentes. Finalmente, fue algo que me dijo Beira Aguilar, colega docente, a quien considero una profesora ejemplar: “usted es un buen profesor”.

Recibir ese comentario de ella, en definitiva, fue un logro.

¿Cómo ha sido su experiencia como profesor en la Universidad del Rosario en la UR?

Yo siempre siento que cuando algo nuevo nace, es la oportunidad de intentar una manera diferente de hacer las cosas y mejorar. Cuando llegó la virtualidad, lo entendí como una circunstancia para el aprendizaje, un escenario de desarrollo que nos invitaba a desarrollar nuevas habilidades y generar recursos diferentes para los estudiantes.

Me di cuenta que durante mucho tiempo construí mis clases con base en modelos que yo consideraba buenos a la hora de enseñar filosofía; no obstante, con el paso del tiempo entendí que no eran apropiados, por lo que me cuestioné y he venido replanteando el proceso dentro del salón de clases.
 
Actualmente, hago uso de varias estrategias que buscan despertar el interés y la curiosidad de los estudiantes. Inicialmente, trato de crear e invitarlos a trabajar en equipo; por otro lado, he tratado de seguir una idea de Kant que habla de aprender a filosofar, no aprender la filosofía, esto a través de la formación del juicio mediante la aplicación de conceptos a circunstancias concretas. Los llevo a pensar en situaciones reales en las que puedan aplicar los conceptos filosóficos que vemos en clase.

¿Cómo ha sido su experiencia en el cambio de modalidad de enseñanza y aprendizaje?


 
La experiencia fue menos traumática de lo que pensé. Confieso que antes de la pandemia me decían que asistiera a una reunión en Zoom o Skype, y de inmediato empezaba a sudar; para mí era complejo. Nunca me imaginé hacer una clase por medio de una plataforma para vídeo llamadas, recuerdo que la primera clase en medio de la virtualidad fue toda una aventura.

Con el paso del tiempo me pasó algo y es que siento que me cambió para bien, porque la virtualidad me exigió más en la preparación de clase. Antes no usaba las presentaciones y hacía uso de las notas en mis apuntes y todo este proceso me obligó a pensar más en cómo impartir la clase.

Diana Amador

Nunca me imaginé hacer una clase por medio de una plataforma para vídeo llamadas, recuerdo que la primera clase en medio de la virtualidad fue toda una aventura.


Diana Amador

¿Cuál es su aporte a la Universidad y a los estudiantes?

 

Lo que quiero que los estudiantes se lleven de mis clases es que se cuestionen constantemente y que estén abiertos a los otros. Considero que esta sociedad irá mejorando a medida que se desarrolle la capacidad de interrogarnos sobre lo que los otros hacen, y sobre esa misma base ser muy solidarios, pero al mismo tiempo no ser ingenuos.

¿Qué lo inspira a enseñar?

 

Considero que la construcción de una buena clase va más allá de la inspiración, es decir, a través de la preparación y del estudio previo es que logro que mis estudiantes se interesen y estudien los conceptos, buena parte es resultado de mi esfuerzo. Emmanuel Levinas, filósofo de origen lituano decía: “Yo soy en sí por los otros”. Esto quiere decir que los otros, que en el aula de clase son los estudiantes, son quienes me inspiran y eso es algo que vivo a diario en la docencia. En el aula, en especial en la educación a través de la virtualidad, los estudiantes pueden ser un misterio. Por mi mente pasan preguntas de tipo: ¿qué estarán pensando? ¿están aprendiendo? Para mí la inspiración es el misterio de los estudiantes.

Correo: wilson.herrera@urosario.edu.co
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Diana Amador